C. G. Octubre 1970
El privilegio de poseer el Sacerdocio
Por el presidente N. Eldon Tanner
Segundo Consejero en la Primera Presidencia
El presidente Smith me ha pedido que os hable brevemente. Es siempre un privilegio una inspiración y también una gran responsabilidad para mí pararme y hablar ante el sacerdocio.
El presidente Smith ha dirigido sus recomendaciones principalmente a los miembros del Sacerdocio de Melquisedec. Y quisiera dirigir las mías a un grupo de los jóvenes más finos del mundo: los poseedores del Sacerdocio Aarónico o Sacerdocio Menor.
Quisiera dirigir mis observaciones a mis nietos. Tengo cinco yernos poseedores del Sacerdocio de Melquisedec, cuatro nietos que poseen el mismo sacerdocio, seis poseedores de ‘ 1 Sacerdocio Aarónico y ocho que se están preparando para poseerlo. Quisiera dirigir mi discurso a ellos esta noche.
No puede darse ninguna responsabilidad mayor a un joven, que poseer el sacerdocio de Dios, el cual es el poder del Señor delegado al hombre para actuar en su nombre, para prepararse y para gozar de las bendiciones del que es fiel al sacerdocio.
El Sacerdocio Aarónico es tan importante que el Señor envió a Juan el Bautista para otorgárselo a José Smith y a Oliverio Cowdery con estas palabras:
«Sobre vosotros mis consiervos, en el nombre del Mesías confiero el Sacerdocio de Aarón, el cual tiene las llaves de la ministración de ángeles, y del evangelio de arrepentimiento, y del bautismo por inmersión para la remisión de pecados; y este sacerdocio nunca más será quitado de la tierra, hasta que los hijos de Leví de nuevo ofrezcan al Señor un sacrificio en justicia» (D. y C. 13).
¡Qué gran privilegio, oportunidad y responsabilidad el poseer el sacerdocio! Es tan válido para nosotros como el convenio que el presidente Smith leyó para el Sacerdocio de Melquisedec; porque el convenio se aplica a ambos sacerdocios, hasta el grado en que los poseamos se determinará nuestra situación.
Si perseveramos a través de las pruebas que nos sobrevienen, se nos dará la oportunidad de poseer este sacerdocio de Melquisedec. Esto es algo así como ir de la escuela primaria a la secundaria y de ahí a la escuela superior, así mismo como ir de la vida mortal a la vida eterna.
Seremos bendecidos de acuerdo con nuestra manera de vivir.
Que pueda el Señor decirnos: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor» (Mateo 25:21).
¡Qué afortunados somos de poseer el sacerdocio! Si pudierais detenemos un momento y pensar, que por cada 1,000 hombres jóvenes, de vuestra edad, en el mundo, uno posee el sacerdocio Aarónico; con esta sala llena de jóvenes en edad de poseerlo, aquí tenemos sólo ocho que lo poseen ¡Qué gran privilegio, oportunidad, bendición y responsabilidad!
Cuán importante es el vivir para gozar del Espíritu y las bendiciones del Señor, del respeto y la confianza de padres, amigos y dirigentes de la Iglesia y del Señor mismo; principalmente, el poder verlos a la cara con la conciencia tranquila y también el poder veros ante un espejo, y saber que habéis estado viviendo como debíais. El Señor, hablando de Satanás, cuando éste fue echado, dijo:
«Y llegó a ser Satanás, sí, aun el diablo, el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres, aun a cuantos no escucharon mi voz, llevándolos cautivos según la voluntad de él» (Moisés 4:4).
Satanás trata de tentarnos a todos nosotros, a cada uno, desde el diácono hasta a Cristo mismo. Recordad cómo trató de tentar a Cristo, él escoge emisarios entre sus seguidores y entre aquellos que son demasiado débiles para hacer lo correcto. Esos emisarios tratan de acentuar la debilidad del individuo; si en los dirigentes de la Iglesia, en las organizaciones, o en cualquier lugar pueden encontrar en cualquier momento, alguna debilidad, dirán: «No seas cobarde, no seas tímido, ven acá»
Jóvenes quisiera deciros esta noche, que ningún joven que viva de acuerdo a las enseñanzas del evangelio y honre su sacerdocio, os diría eso.
Gracias al Señor porque fue lo suficientemente fuerte como para decir al maligno: «Vete de mí, Satanás», y espero que seamos capaces de no temerle nunca, ni uno en un millar en este mundo de los que honran su sacerdocio. Y aquellos que sucumban a la tentación, serán siempre derrotados y miserables, a menos que se arrepientan.
Spiro Agnew, anterior vicepresidente de los Estados Unidos, cuando charlaba con nosotros durante su visita a la Primera Presidencia de la Iglesia, dijo que una cosa que le llamaba mucho la atención de nuestra juventud, era que cuando estuvo en los terrenos de la Universidad Brigham Young, observó que los jóvenes, estaban bien autodisciplinados, que parecían estar siguiendo sus propios ideales, los cuales, eran hacer lo que estaban haciendo por deber y sentirse muy felices de hacerlo.
Quisiera que vosotros jóvenes, sepáis que aquellos que están frustrados, que se están quejando y que no están viviendo como deben, no son felices.
El hacer cosas malas, no proporciona felicidad. Estas personas tienen problemas y no están tratando de lograr absolutamente nada. Por supuesto, lo siento mucho por ellos, porque no saben, como sabéis vosotros, que todos somos hijos espirituales de Dios; que Dios realmente vive, que Jesús es el Cristo; que por su nacimiento, muerte y resurrección, todos seremos resucitados, y que esta vida no es el final, sino sólo el comienzo de la vida eterna.
Que todos logremos apreciar esto, y hacer lo mejor que podamos, donde quiera que estemos, por vivir dignamente, de manera que podamos vernos ante el espejo y decir: «Gracias al Señor fui lo suficientemente fuerte como para resistir y vencer». A vosotros que os habéis debilitado en alguna forma, que habéis tomado un cigarrillo, o algo parecido, dejadlo esta noche y sed felices, porque lo seréis; el Señor os bendecirá, la gente os respetará, tendréis éxito, y estaréis cumpliendo vuestro deber de ayudar a llevar a cabo «la inmortalidad y la vida eterna del hombre» (Moisés 1:39). Que Podamos hacer esto, lo ruego humildemente, en el nombre de Cristo. Amén.
























