Servicios de Bienestar

C. G. Octubre 1975logo pdf
Servicios de bienestar
Por el presidente Marion G. Romney
Segundo Consejero en la Primera Presidencia

Marion G. RomneyHermanos y hermanas: Después de lo que hemos escuchado aquí hoy, por cierto cubriendo totalmente el tema, recuerdo una experiencia que tuve hace algunos años. Creo que esta sería una de las pocas veces, si no es que la única, que a nosotros, las Autoridades Generales, nos pidieron hablar acerca de cierto tema en una conferencia de estaca. Esa semana yo fui a Richfield, Utah, y el hermano Clifford Young a Monroe, Utah. Ellos tenían un coro de jovencitos de la escuela que cantaron en Richfield cuando yo estuve ahí por la mañana y luego fueron a Monroe por la tarde y cantaron donde estaba el hermano Young. Sucedió que yo hablé en la mañana acerca del tema asignado y Clifford habló acerca de él en la tarde. Cuando hicimos nuestro reporte al Consejo de los Doce, el hermano Young dijo que había sido una bella ocasión y que lo único malo era que aquellos estudiantes habían tenido que escuchar dos veces el mismo tema. El presidente George F. Richards, entonces Presidente de los Doce, dijo: «Oh, a mí no me preocuparía eso. Me imagino que ellos no se dieron cuenta que hablaban del mismo tema.»

Yo creo que en las observaciones que voy a hacer, podréis comprender que les estoy hablando acerca del mismo tema que los Hermanos han cubierto esta mañana con tan maravillosa presentación.

Como dijo el obispo Brown, el Departamento de Servicios de Bienestar de la Iglesia, comprende tres programas: el programa original de bienestar, el cual él caracterizó como programa de producción; los servicios personales y los servicios de salud. De estos tres programas, el primero en organizarse fue el antiguo programa de bienestar, ahora llamado programa de Producción-Distribución.

Este programa concierne al cumplimiento de la declaración del Señor: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra» (Génesis 3:19) y también el segundo gran mandamiento: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Marcos 1 2:31).

Sabéis, por supuesto, como fueron cumplimentados esos mandamientos antiguamente.

En los días de Enoc, como ya hemos escuchado, la historia dice:
“. . .el Señor vino y habitó con su pueblo, y moraron en justicia.
«El temor del Señor cayó sobre todas las naciones, tan grande así era la gloria del Señor que cubría a su pueblo. . .
«Y el Señor llamó a su pueblo SION, porque eran uno de corazón y voluntad, y vivían en justicia; y no había pobres entre ellos» (Moisés 7:16-18).

De los nefitas que sobrevivieron al cataclismo que ocurrió en América al tiempo de la crucifixión de Cristo, se ha escrito que: “ . . .pasó el año treinta y cuatro, y también el treinta y cinco; y he aquí, los discípulos de Jesús habían organizado la Iglesia de Cristo en todas las tierras circunvecinas. . .

«Y tenían en común todas las cosas; por tanto, no había ricos ni pobres, esclavos ni libres, sino que todos tenían su libertad y participaban del don celestial» (4 Nefi 1, 3).

En esta última dispensación, antes de que la Iglesia tuviera nueve meses de organizada, el Señor instruyó a los santos a cuidar de sus pobres. Al mismo tiempo les dijo que si no lo hacían, no serían sus discípulos. (D. y C. 38).

Cinco semanas después, el 9 de febrero de 1831, reveló la Orden Unida. (Véase D. y C. 42.)
Un mes más tarde habló otra vez sobre este tema, diciendo a los hermanos que en tanto que se establecía la orden, ellos debían «visitar a los pobres y a los necesitados, y suministrarles auxilio. . .» (D. y C. 44:6).

En los siguientes tres años y cuatro meses los santos pasaron por lo siguiente: establecieron Independence, Missouri; intentaron vivir la orden unida en la cual fallaron; fueron expulsados de sus terrenos en el condado de Jackson; y el Campo Sión salió de Kirtland y fue a Misurí con la intención de restaurar sus casas a los santos. Ese intento falló, y el 22 de junio de 1834 mientras se encontraban acampados en el río Fishing, Missouri, el Señor les explicó la razón por la cual fallaron en su intento de poner los santos nuevamente en sus hogares:

«De cierto os digo a vosotros que os habéis congregado para que podáis saber mi voluntad en cuanto a la redención de mi pueblo afligido.

«He aquí, os digo que si no fuera por las transgresiones de mi pueblo, hablando de la iglesia y no de individuos, bien podrían haber sido redimidos ya.

«Pero, he aquí, no han aprendido a obedecer las cosas que requerí de sus manos, sino que están llenos de toda clase de iniquidad, y no imparten de su substancia a los pobres y a los afligidos entre ellos como conviene a los santos;

«Ni están unidos conforme a la unión que requiere la ley del reino celestial; «Y no se puede edificar a Sión sino de acuerdo con los principios de la ley del reino celestial; de otra manera, no la puedo recibir.

«Si fuere necesario, mi pueblo ha de ser castigado hasta que aprenda la obediencia, por las cosas que sufre» (D. y C. 105:1-6).

El mandato de vivir la orden unida fue retirado entonces. La ley menor de los diezmos fue revelada, la cual con la ley del ayuno ha prevalecido y persiste en la Iglesia hasta hoy en día.

La Sociedad de Socorro, después de ser organizada por el profeta José en Nauvoo, ha efectuado un gran servicio ministrando a los pobres. Ha habido muchos proyectos de cooperación voluntaria entre los santos desde entonces.

Pero el siguiente programa a nivel de Iglesia, orientado hacia los principios de la orden unida, fue nuestro programa de bienestar. En la conferencia de octubre de 1936, el presidente Heber J. Grant leyó: «El mensaje de la Primera Presidencia de la Iglesia», del cual quiero citar esta mañana. Al hacerlo, debo substituir la palabra seguridad por la palabra bienestar. Este cambio de palabras fue hecho por el presidente Grant poco después que el programa fue anunciado.

«Como prometimos en la última conferencia de abril, inauguramos un Plan de [Bienestar] de la Iglesia. . .

«El objetivo anunciado establecido por la Iglesia bajo este programa fue proveer, para el 1° de octubre de 1936, un sistema completamente voluntario de donativos en efectivo o en especie; suficientes alimentos, combustible, ropa y camas para proveer durante el próximo invierno a cada familia de la Iglesia necesitada y digna, que no pueda adquirir estas cosas por sí misma; y esto se hace con el fin de que ningún miembro de la Iglesia sufra en esta época de mal tiempo y emergencia».

Yo era en ese tiempo un obispo y asistí a esa conferencia hace treinta y nueve años, cuando fue leído este mensaje. Recuerdo bien que a partir de entonces -siguiendo este consejo- construimos, en los sótanos del centro de reuniones de nuestro barrio, algunos armarios para almacenamiento, recolectamos ropa y los alimentos básicos más necesarios.

Pero prosigamos con el mensaje del presidente Grant, él continuó: «Nuestro principal propósito fue establecer, hasta donde esto fuera posible, un sistema bajo el cual la maldición de la ociosidad fuera eliminada; todos los males de un sistema caritativo que da gratuitamente alimentos, ropa y alojamiento fueran abolidos y la independencia, industria, frugalidad y el autorespeto fuera una vez más establecido entre nuestro pueblo.

La meta de la Iglesia es ayudar al pueblo a ayudarse a sí mismo. El trabajo debe ser reentronizado como el principio regular de la vida de los miembros de la Iglesia.
«Nuestro gran líder Brigham Young, bajo condiciones similares, dijo: «Poned a los pobres a trabajar arreglando huertos, reparando rejas, cavando canales para riego, construyendo cercas o cualquier cosa útil, y así estarán capacitados para comprar alimentos, harina y las necesidades de la vida.»

«Esta admonición es tan oportuna hoy como lo fue cuando la hizo Brigham Young.»
El presidente Grant entonces reportó lo que se había logrado hasta ese tiempo y continuó:
«Se espera que cada barrio y estaca encare la necesidad, no sólo de proveer para sí misma, sino de ayudar a otros barrios y estacas. De ninguna otra manera será posible hacer la obra que la Iglesia trata de hacer. Pero pocas estacas y barrios están en una posición en la cual puedan estar justamente satisfechos por tan sólo cuidar de los suyos.

«Esta gran obra debe continuar sin parar durante los meses de invierno, a lo largo de todas sus líneas y actividades posibles, en esta inclemente temporada. Cuando la primavera llega, las medidas tomadas para proveer alimentos deben redoblarse. Podremos entonces hacerlo mejor que este año, ya que comenzaremos nuestro trabajo cuando comienza la temporada de siembra. Nosotros no cesaremos en nuestros esfuerzos hasta que las carencias y el sufrimiento desaparezcan de entre nosotros.

«La responsabilidad de ver que nadie, en el barrio, padezca hambre, frío o que no tenga ropa suficiente, descansa sobre el obispo. Este puede usar a todas las organizaciones en su barrio para que lo ayuden en la obra. Para ayuda fuera del barrio, él buscará la asistencia de parte de la presidencia de estaca, ésta de las organizaciones regionales, y éstas del Obispado Presidente de la Iglesia, cuya responsabilidad principal es cuidar de todos los pobres de la Iglesia en conjunto.

«Por esta gran empresa, el Señor ha bendecido ya abundantemente a su pueblo y continuará derramando sus bendiciones en tanto que el pueblo cumpla con su deber para con los pobres.
«Hace muchas generaciones el Señor dijo al antiguo Israel, urgiéndolos a pagar sus diezmos en su alfolí:
«‘ …Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde’ (Malaquías 3:10).
«A esta generación, el Señor ha dicho: ‘ . . .al dar de tus bienes a los pobres, lo harás para mí. . .’ (D. y C. 42:31).

«Y el Señor agregó esta admonición; «‘De manera que, si alguno tomare de la abundancia que he creado, y no les impartiere su porción a los pobres y menesterosos, conforme a la ley del evangelio, desde el infierno alzará los ojos con los malvados, estando en tormento’ (D. y C. 104:18).

«Jacob, hablando al pueblo de Nefi, dijo:
«‘Pero antes de buscar las riquezas, buscad el reino de Dios. Y después de haber logrado una esperanza en Cristo, obtendréis riquezas, si las buscáis; y las buscaréis con el fin de hacer bien; para vestir al desnudo, alimentar al hambriento, libertar al cautivo y administrar consuelo al enfermo y afligido’ (Jacob 2:1 8-19).

«Invocamos las bendiciones del Señor sobre todos y cada uno de vosotros. Oramos al Señor continuamente para que inspire a su pueblo hasta el fin, para que seamos capaces una vez más de cuidar de aquellas personas dignas a quienes han venido tiempos difíciles en estos días de tensión.»

Habiendo leído el mensaje de la Primera Presidencia, el presidente Grant continuó con estas observaciones acerca de cómo los miembros de la Iglesia empleados en proyectos de trabajo del gobierno deben conducirse, diciendo:

«Cuando sugerimos a la gente que continúe laborando para el gobierno, le pedimos que trabaje con energía. Se me ha dicho que mi padre, que fue inspector de obras públicas hace muchos años, decía: ‘Yo puedo distinguir entre un hombre que trabaja por un tanto al día, de otro que cobra por el trabajo realizado durante el día.’

«Ahora nosotros queremos que la gente que tenemos en el gobierno trabaje por el trabajo realizado y no por el día transcurrido.

«Deseo llamar la atención a una declaración del presidente Brigham Young:

Mi experiencia me ha enseñado, y esto ha venido a ser un principio para mí, que no es benéfico dar y dar a una persona, dinero, alimentos, ropa o cualquier otra cosa, si ellos están capacitados físicamente y pueden trabajar y ganar lo que necesitan, mientras haya algo que puedan hacer. Este es mi principio y trato de actuar de acuerdo con él. Proceder de otra manera arruinaría cualquier comunidad y haría de ellos una gente ociosa.”

«Y lo que arruinaría una comunidad, arruinaría igualmente a un estado e incidentalmente, diría yo, arruinaría también a una nación» (Conference Report, octubre de 1936, págs. 2-6).

La Presidencia en su mensaje hizo claro como el cristal, que su propósito al establecer el programa de bienestar tiene dos aspectos: primero, ver que ningún miembro digno de la Iglesia sufra por carencia de las necesidades de la vida; y segundo, que todo aquel que pueda trabajar, se le proporcione trabajo. Durante la conferencia en la cual el Programa de bienestar fue anunciado, y en el cual este mensaje fue leído, el presidente J. Reuben Clark dijo:

El trabajo es una gran cosa. Es la ley de esta tierra. Cuando Adán fue expulsado del Edén, fue promulgada la gloriosa sentencia: ‘con el sudor de tu rostro comerás el pan.’ El hombre tal como es, ni hubiera querido ni hubiera podido existir, excepto por la promulgación de esta ley. El trabajo es una cosa maravillosa, no importa qué clase de trabajo sea.

«El gran John Milton, poeta inglés (1608-1674), en su maravilloso poema ‘El Paraíso Perdido’, paga este tributo al trabajo, el cual expresa después de-abrir para nosotros la visión de Adán y Eva en el Jardín de Edén:

«Dios dio al hombre sucesivamente como el día y la noche, el trabajo y el reposo; otras criaturas vagan todo el día ociosas, inútiles, y no necesitan descanso…
El hombre tiene su tarea asignada en cuerpo y alma. Esto es su dignidad; recuerda al cielo en todas sus maneras mientras los otros animales vagan y de sus hechos Dios no toma en cuenta» (Traducción libre)

«Mis hermanos y hermanas: Si pudiéramos meter en nuestra mente la dignidad y el honor del trabajo, no importa de qué trabajo se trate, muchos de los problemas que sufrimos se resolverían. Durante toda la existencia del hombre, nunca ha habido un plan por el cual se pueda vivir justamente en la ociosidad, y es mi creencia que tal plan jamás podrá ser inventado» (Conference Report, octubre de 1936, pág. 112).

Ha sido nuestra experiencia desde el principio del Programa de Bienestar que es más fácil producir las necesidades de la vida que encontrar empleo para, y poner a trabajar, a los que no tienen trabajo. Nuestros registros de 1974 y 1975 indican que aproximadamente una cuarta parte de aquellos que recibieron ayuda por parte del programa, trabajaron por lo que recibieron. Esta es una reflexión poco halagüeña para nosotros, vuestros líderes del sacerdocio. Ya era hora que alargáramos nuestros pasos e hiciéramos rápida nuestra manera de andar en este aspecto.

Sobre una fase relacionada de nuestro programa, permítanme decir que más o menos 300 estacas están involucradas en el programa, de colocaciones de los Servicios de Bienestar. En 1974, 17,346 encontraron trabajo a través del esfuerzo de la Iglesia para colocarlos. Estamos complacidos con la participación hasta ahora del sacerdocio, respecto a los empleos pero la recesión presente está aumentando la necesidad de nuestra atención a este esfuerzo de encontrar empleos. Una colaboración más activa en este programa será sumamente apreciada y de gran valor.

No debemos olvidar que nuestro principal propósito en este programa de bienestar, es echar fuera la maldición de la ociosidad», abolir «los males de la caridad organizada que lo proporciona todo sin exigir nada a cambio» y establecer una vez más entre nuestro pueblo la «industria, frugalidad y el autorrespeto», que el «trabajo debe ser reentronizado como el principio regulador de la vida de los miembros de la Iglesia» (Véase Conference Report, octubre de 1936, pág. 3).

En la fase de producción del programa de bienestar nuestro registro es un poquito mejor. «Se espera que cada barrio y estaca —dice la Presidencia— «encare la necesidad, no sólo de proveer para sí misma, sino de ayudar a otros barrios y estacas» (Conference Report Octubre 1936. pág. 4).

El cumplimiento de esto requiere que cada barrio, por sí mismo o en cooperación con otros barrios, adquiera algún medio de producción. Durante los primeros cinco años, de 1936 a 1941, el élder Melvin J. Ballard y el presidente Lee (entonces presidente de estaca), fueron a través de todas las estacas de la Iglesia, organizando regiones de bienestar y enseñando el programa. Después cada año, por quince años, yo fui asignado por las Autoridades Generales para reunirme con los líderes de estaca y barrio de todas las estacas de Estados Unidos y Canadá. Esto, con mis compañeros de viaje, lo hice. Nuestra responsabilidad era enseñar el programa, asignar un presupuesto de producción para el año siguiente y urgir a cada obispo, individualmente o en cooperación con otros obispos, a adquirir un medio de producción.

Durante aquellos años, un representante del comité de bienestar fue asignado regularmente para acompañar a las Autoridades Generales a las conferencias de estaca para tener las reuniones de bienestar y enseñar el programa.

El procedimiento para enseñar el programa de bienestar de la Iglesia ahora ha cambiado, pero los objetivos del programa permanecen igual. Sus principios son eternos. Este es el evangelio en su perfección, la orden unida hacia la cual vamos.

La más reciente información disponible es que más o menos el 73 por ciento de los barrios en Estados Unidos y Canadá están involucrados en proyectos de producción para el bienestar. Esto deja más o menos un 27 por ciento más de mil barrios que no están involucrados. Hermanos —presidentes de estaca y obispos— ¿me haríais el favor de dar los pasos necesarios para ver que ese hueco se llene?

Veamos a nuestro alrededor y tratemos de entender las señales de los tiempos. Debemos darnos cuenta de que el tiempo se aproxima, y es el mismo del cual el Señor hablaba cuando dijo:

«He aquí, ésta es la preparación con la cual os preparo, y el fundamento y la norma que os doy, mediante lo cual podréis cumplir los mandamientos que os son dados;
«A fin de que en mi providencia, no obstante las tribulaciones que os sobrevendrán, la iglesia se sostenga independiente de todas las otras criaturas bajo el mundo celestial» (D. y C. 78:13-14).

Movámonos rápidamente a una posición que llene nuestras asignaciones del presupuesto de bienestar, con comodidades producidas en nuestros proyectos, en vez de usar dinero en efectivo.

Lo que se ha dicho en estas observaciones hasta ahora concierne sólo a un aspecto del Departamento de Servicios de Bienestar. Los otros programas son de igual importancia.
El socorro, aliento, consuelo, rehabilitación, hogares abastecidos, compañerismo, paz y esperanza inspirada y otros caritativos y benevolentes servicios rendidos por medio de nuestros programas de servicio social, son incalculables. Ningún valor monetario se puede establecer por tales servicios.

Nuestro programa más recientemente establecido —servicios de salud— está rindiendo un servicio espectacular.

Nos han sido presentadas algunas de las actividades de este programa en esta mañana.

Uno de los resultados de estos programas es la ayuda financiera substancial a otras fuentes sobre las cuales el costo de los servicios que prestamos caería si no lo hiciéramos voluntariamente. Por ejemplo, durante el período del 1 ° de julio de 1974 al 30 de junio de 1975, rendimos por medio de nuestros Servicios de Bienestar —excluyendo la asistencia indirecta tales como inversiones de capital y gastos generales— asistencia en valor monetario superior a veinte millones de dólares.

La población de la Iglesia en los Estados Unidos es más o menos del uno por ciento de la población total. Esto significa que si todos los demás rindieran asistencia en la manera que lo hacemos, llegaría cuando menos a dos billones de dólares.

Al apresurar nuestros pasos para traer miembros al redil, en áreas donde lo fundamental del Servicio de Bienestar no se entiende ni se practica, necesitamos ayuda experimentada.
Nosotros, por tanto, necesitamos su ayuda, presidentes de estaca y obispos, para identificar a los líderes del sacerdocio maduros y experimentados y sus esposas que puedan ser llamados para misiones de tiempo completo, como misioneros de Servicios de Bienestar. Estas parejas ayudarán a los líderes del sacerdocio en el desarrollo de áreas de la Iglesia, enseñando los principios básicos de los servicios de bienestar y supervisando a los misioneros de salud y de agricultura.

Las parejas de misioneros de Servicios de Bienestar, deben llenar los siguientes requisitos:

1. El hermano debe haber servido como obispo, presidente de estaca o en otra posición similar en la Iglesia en la cual haya tenido experiencia de primera mano en administrar los Servicios de Bienestar.
2. No deberán tener hijos dependientes.
3. Deben ser financiera, física y emocionalmente preparados para servir en una misión de dieciocho a veinticuatro meses, en áreas tales como Latinoamérica, Asia y las Islas del Pacífico.
4. Ellos deben llenar todas las normas de dignidad.
Conferencia General Octubre 1975
Se necesitan especialmente aquellos que conozcan otro idioma o con facilidades para aprender rápidamente otro idioma. Ellos deben ser capaces de dar una efectiva «sombra» o liderazgo que sostiene.

Estamos convencidos que una consideración, por medio de la oración, de los miembros de cada estaca y barrio, resultará en la identificación de parejas que llenen estos requisitos.
Hermanos y hermanas, tengo un testimonio de esta gran obra. Nosotros los amamos y apreciamos la gran labor que están desarrollando en ella y la más grande que aún vais a hacer. Que el Señor nos bendiga. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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2 Responses to Servicios de Bienestar

  1. Avatar de Josue Benjamin Rojas Zelaya Josue Benjamin Rojas Zelaya dice:

    Buenos días,
    ¿Hay algun medio de conseguir buscar de forma centralizada todos los discursos de las conferencias generalaes que no disponemos en la aplicación de la iglesia en español? Tenerlo por escrito sería suficiente pero ¿Existe algo en audio o video?

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