C. G. Abril 1976
El mensaje de Elías
por el élder Mark E. Petersen
del Consejo de los Doce
Los Santos de los Últimos Días tenemos un mensaje divino para el mundo, y es que Dios ha hablado de nuevo desde los cielos en estos últimos días y nos ha dado una vez más el evangelio del Señor Jesucristo, en una nueva gran revelación de su voluntad.
¿Estáis sorprendidos de que Dios hable al hombre en estos tiempos? ¿Somos nosotros acaso menos importantes para El que quienes vivieron hace dos mil años? ¿Hace El acaso diferencias?
¿No es acaso necesario el mismo evangelio para salvarnos a nosotros que el que se necesitaba en los días de Pedro y Pablo? Sólo hay un evangelio. Sólo hay un Salvador, y El nos dio sólo un camino recto y angosto para la salvación, aun cuando, desafortunadamente, «pocos son los que lo hallan».
Durante los siglos se produjo un gran apartamiento de las enseñanzas originales cristianas, lo que dio lugar a gran cantidad de credos y ramificaciones. Pero Cristo no está dividido, no el verdadero Cristo. Esto fue explicado por el apóstol Pablo en su carta a los corintios, en la que les reconvino por las divisiones que existían entre ellos.
«¿Acaso está dividido Cristo?», les preguntó. » ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?»
Y continuó el desafío, diciéndoles:
» . . . cada uno de vosotros dice: yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo», demostrando así las separaciones producidas entre la gente que Pablo había convertido hacía sólo poco tiempo. Pero éste era uno de los síntomas de aquellos días, evidencia de que aún en sus tiempos el cristianismo había comenzado a desintegrarse.
Las escrituras hacen evidente el hecho de que mediante el conocimiento dado por Dios, los antiguos apóstoles tuvieron la certeza de que el cristianismo habría de ser dividido; que la unidad por la que Cristo había orado, sería destruida, produciéndose así una desviación de la verdad original.
Pero el Señor no se conformó con abandonar a una cristiandad deshecha, sino que por lo contrario, continuó determinado a salvar a la humanidad, siempre que ésta obedeciera sus mandamientos. Entonces, sabiendo de antemano que habría de tener lugar una apostasía, tomó las medidas necesarias para la restauración de la verdad durante los últimos días. Esto fue proclamado por el apóstol Pedro, en una oportunidad en que habló acerca de la segunda venida del Señor, explicando que este acontecimiento sería precedido en los últimos días por la restauración del evangelio; una restauración que sería tan completa, que habría de devolver todo lo que el Señor habló por boca de sus santos profetas desde los comienzos del mundo. Podemos leer esto en el tercer capítulo del Libro de los Hechos.
¿Pero cómo se lograría esto? ¿Nos lo explican las escrituras? Por cierto que sí, ya que dicen que el evangelio sería traído a la tierra por un ángel, volando en medio del cielo, en la hora del juicio de Dios, para que esta verdad pudiera ser predicada a toda nación, lengua y pueblo. (Apoc. 14:6-7.)
Pero la escritura también dice que esta nueva gran revelación de Dios. Aun lo identifica por su nombre, y dice que este segundo personaje celestial sería Elías, aquel que fuera llevado a los cielos sin probar la muerte. Extraordinario, ¿verdad?
Testificamos que el primer ángel ha venido ya y que le entregó el evangelio al profeta José Smith hace un siglo y medio. Los Santos de los Últimos Días somos los guardas de ese evangelio, y en la actualidad lo estamos llevando a la mayor parte del mundo.
Pero, ¿quién es el segundo ángel? Si el primero trajo el evangelio, ¿cuál era el propósito de la venida del segundo? ¿Por qué habría de ser enviado Elías de nuevo a la tierra en estos últimos días?
El profeta Malaquías explica que Elías vendría a la tierra antes del grande y terrible día del Señor, y la escritura dice: «hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición» (Ma1.4: 5-6).
Este pasaje de las escrituras ha sido siempre un gran misterio para los eruditos de la Biblia, que no saben lo que significa; muchos han tratado de adivinarlo, pero ninguno conoce ni comprende su verdadero significado.
¿Qué significa esta escritura? ¿Para qué habría de volver Elías a la tierra? Sin duda que había alguna relación familiar involucrada, ya que él habría de volver los corazones de los padres a sus hijos y los de los hijos a sus padres. Pero, ¿qué quiere decir eso?
El concepto de esa escritura no fue dado a conocer hasta después que el primer ángel hubo restaurado el evangelio. En realidad, fue el evangelio restaurado el que abrió nuestro entendimiento al prepósito de la venida de Elías.
Su gran significado es que la salvación puede ser obtenida por todos los seres humanos que vivieron en la tierra, aun los muertos hasta los días de Adán, si tan sólo creyeren en el Señor Jesucristo. Tanto vivos como muertos pueden ser salvos. Y, ¿cómo puede lograrse esto?
Jesús explicó que él es el Dios tanto de los vivos como de los muertos, y que en realidad, aun hasta los muertos están vivos para El. Sin embargo, El tiene un sólo evangelio, y siendo que los vivos y los muertos son iguales para El, tanto los unos como los otros deben ser salvos mediante los mismos principios del evangelio. El Señor no hace acepción de personas.
La Salvación se logra sólo mediante la fe en el Señor Jesucristo, el arrepentimiento de los pecados y el bautismo por inmersión en el agua para la remisión de esos pecados, realizado por una persona que tenga la debida autoridad.
¿Cómo pueden los muertos cumplir con esos requisitos? Si lo desean, es posible que lo hagan.
Pedro enseñó que mientras el cuerpo de Cristo yacía en la tumba, después de su crucifixión, su Espíritu eterno fue al reino de los muertos que estaban vivos en una forma espiritual, manteniendo cada individuo su propia personalidad. Cada uno podía escuchar y aprender, lo cual hicieron, ya que Jesús les enseñó su evangelio del mismo modo que lo había enseñado aquí en la tierra. Leed el capítulo de la primera epístola de Pedro. Pedro dijo más adelante:
«Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios.» (2 Pedro 4:6.)
¿Les habría predicado Jesús si ellos no hubieran podido oír y comprender? ¿Les habría predicado la fe y el arrepentimiento si no hubieran sido capaces de creer y arrepentirse? ¿No es el Salvador acaso, práctico y realista?
Pero, ¿cuál es la situación con respecto al bautismo y otras ordenanzas de salvación? Pablo viene ahora a nuestro rescate, declarando que en la Iglesia primitiva había una disposición por la cual los vivos podían ser bautizados por los muertos, por lo que el bautismo se ponía al alcance de aquellos que habían dejado esta vida. ( 1 Cor. 15:29.)
Mas, ¿quién puede hacer esto y por medio de qué autoridad? ¿Cuáles son los medios por los que podemos identificar a los muertos, para saber por quiénes se efectúa la ordenanza?
Ese es el motivo por el que vino Elías, en cumplimiento de la profecía de Malaquías. Nosotros damos testimonio de que él vino, que apareció en el templo de Kirtland el 3 de abril de 1836, hace exactamente 140 años.
Vino para enseñarnos a los vivos que los muertos pueden ser salvos, y que nosotros debemos ser instrumentos en las manos del Señor para ayudarle en el cumplimiento de esta obra. De esta forma es que su venida volvió nuestros corazones hacia nuestros antepasados fallecidos. Estos oyen ahora el evangelio en el reino donde habitan, y sabiendo que sus ordenanzas salvadoras deben ser llevadas a cabo vicariamente por nosotros, sus corazones necesariamente se vuelven hacia nosotros, con la esperanza de que hagamos la obra por ellos. Así se vio cumplida entonces la misión de Elías.
Los Santos de los Últimos Días hemos emprendido nuestra parte de esta gran obra; hemos construido sagrados templos donde se llevan a cabo estas ordenanzas vicarias; hemos organizado la mejor biblioteca genealógica del mundo, donde pueden realizarse las investigaciones para identificar a nuestros parientes muertos.
Pero aún así, hay muchos que no comprenden esta doctrina, ni se dan cuenta de su responsabilidad con respecto a la misma.
Es necesario recordar que cada persona es responsable por la ayuda que preste en la salvación de sus parientes fallecidos; nuestra propia salvación depende de ello: no podemos alcanzarla sin nuestros antepasados y ellos no se pueden perfeccionar sin nosotros. (Heb. 11:39-40.) ¿Y por qué?
El requisito del Señor es que toda pareja sea sellada por la eternidad y que cada niño sea sellado a sus padres por medio del poder del sacerdocio. Este proceso debe ser llevado atrás en el tiempo, según nos lo permita la información genealógica que podamos obtener. Esto es, además de los bautismos que podamos realizar por nuestros muertos. Si fallamos en hacer esto, pondremos en peligro nuestra propia salvación. ¿Cuál es entonces nuestra obligación?
Cada uno de nosotros, si es que pretendemos obedecer el evangelio, debemos investigar nuestra ascendencia y llevar a cabo la obra vicaria por nuestros antepasados. Muchos piensan que se libran de esa responsabilidad simplemente por asistir regularmente al templo. Pero no es así.
Claro está que debemos asistir al templo, y debemos hacerlo seguido. Si todavía no pudimos preparar los registros de nuestros familiares fallecidos, entonces mientras tratamos de hacerlo, es indudable que debemos ayudar a otras personas con los suyos.
Pero entendamos que si vamos al templo y no lo hacemos por nuestros propios muertos, cumplimos sólo con una parte de nuestra obligación, porque también se nos requiere que salvemos específicamente a nuestros parientes fallecidos y unamos a las varias generaciones mediante el poder del Sagrado Sacerdocio.
Debemos sacarnos de la mente la idea de que tan sólo «yendo al templo» nos libramos de la responsabilidad, por que no es así. Eso sólo no es suficiente.
Debemos comprender nuestra responsabilidad y hacer la obra por nuestros antepasados que han muerto.
Dios nos responsabiliza a cada uno de nosotros por la salvación de nuestra propia familia. El presidente José Fielding Smith, hablando sobre este tema, dijo en cierta oportunidad:
«No importa qué otro llamamiento tengamos, ni qué cargo ocupemos, ni cuán fieles seamos en nuestro servicio a la Iglesia; nadie está exento de la gran obligación de hacer en el templo la obra por los muertos. Es un requisito que tienen que cumplir, tanto el apóstol como el más humilde de los élderes. El honor, la distinción, el largo servicio a la Iglesia, sea donde sea, no autorizan a nadie a descuidar la salvación de sus muertos. Quizás haya quienes piensen que si pagan sus diezmos, asisten a todas las reuniones, cumplen con sus deberes religiosos, dan de sus bienes al pobre y al necesitado, dedican dos años a predicar el evangelio y son buenos cristianos en todo el sentido de la palabra, quedan absueltos de su obligación hacia sus antepasados.
Pero no es así. La labor más importante de todas es la que debemos realizar por los que han muerto. Podemos y debemos hacer todas las otras cosas también, y por ello recibiremos la merecida recompensa, pero si descuidamos el mayor de nuestros privilegios, no obstante todas las otras buenas obras, nos encontraremos bajo severa condenación.» (Seeking after your dead, pág. 35.)
¿Qué queremos decir cuando insistimos en que debemos hacer la obra por nuestras líneas de sangre?
Significa que primero debemos hacer la investigación genealógica para identificar a nuestros progenitores y sus familias. Entonces, debemos ir al templo para hacer la obra de la ordenanza requerida para nuestros parientes muertos y que fueron identificados por nuestra investigación genealógica.
Debemos ser sellados en una línea específica del sacerdocio a nuestros antepasados y ellos deben ser específicamente sellados a nosotros.
Pero recordad que no podemos unir a las diversas generaciones en nuestra propia línea de sangre, a menos que primero las identifiquemos específicamente. He aquí la inminente necesidad de que cada familia tenga un programa genealógico bien dirigido.
Espero que me perdonéis por ser tan específico aquí, pero no conozco ninguna otra forma de explicar específicamente los puntos específicos que tengo especificados en mi mente.
El profeta José Smith dijo que es necesario que quienes hayan vivido antes y quienes vivan después de nosotros, tengan la salvación en común con nosotros; y agregó que, sin estas ordenanzas provistas en el templo, ni nosotros ni nuestros muertos podremos avanzar eternamente. (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 441.)
Todo aquel que quiera alcanzar la salvación, dijo el profeta José Smith, «debe recibir todas las ordenanzas por cada uno de ellos separadamente, como si fuera para sí mismo, desde el bautismo hasta la ordenación, los lavamientos y las unciones: y debe recibir todas las llaves y poderes del sacerdocio, igual que para él. (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág.450.)
El profeta también dijo: «. . . y si queréis recibirlo, el espíritu de Elías el Profeta es que rescatemos a nuestros muertos, seamos unidos a nuestros padres que se hallan en el cielo y señalemos a nuestros muertos para que salgan en la primera resurrección». (Enseñanzas. . . , pág. 417.)
En otra ocasión también dijo: «Pero ¿cómo van a ser salvadores sobre el monte de Sión?», y él mismo contestó su pregunta: «Edificando sus templos, erigiendo sus pilas bautismales y yendo a recibir todas las ordenanzas….en bien de todos sus progenitores que han muerto…» (Enseñanzas…; pág. 407.)
Si creemos fielmente en la restauración del evangelio, debemos creer también en la misión de Elías. Declaramos que él vino a la tierra y le entregó al profeta José Smith las llaves de su ministerio. Como consecuencia de sus labores, tanto los corazones de los padres como los de los hijos, se encuentran volviéndose ahora los unos a los otros mientras se lleva a cabo esta obra vital.
Pero cada uno de nosotros debe hacer su parte por nuestros antepasados. Esto es tan esencial que se le debe dar una gran prioridad en nuestra vida cotidiana. Que podamos llevarlo a cabo, es mi humilde oración en el nombre de Jesucristo. Amén.
























