C. G. Abril 1976
El sistema de empleos de la Iglesia
por el obispo H. Burke Peterson
Primer Consejero en el Obispado Presidente
Hermanos, una vez más se nos ha recordado la importancia de preparar sabiamente a nuestra familia para enfrentarse a los desafíos de la vida. El obispo Brown nos explicó algunos aspectos importantes de los elementos de la preparación familiar y del plan de prevención de la Iglesia. Yo quisiera hablar ahora del sistema de empleos de la Iglesia, el cual es sólo una de las partes del plan de prevención. Quisiera destacar el hecho de que pasaremos revista a ideas ya conocidas, que no son nuevas, pero que necesitan ser revisadas cuidadosamente.
Trabajar para ganarnos la vida y mantenernos, ha sido la forma y el estilo de vida que imperó desde que Adán y Eva fueron instruidos cuando dejaron el Jardín de Edén: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra . . .» (Gén. 3:19).
Tanto vosotros como yo, por ser padres y líderes, tenemos la oportunidad que Dios nos da de enseñar a nuestros hijos este gran principio eterno. Junto con el principio del trabajo honesto y honorable se encuentra el de la autosuficiencia; no se trata de una independencia obstinada y arrogante, sino de un autorrespeto humilde, pero fuerte, y de la responsabilidad que por nosotros mismos debemos asumir.
Cuando algún miembro del barrio pierde el trabajo o el que tiene no le alcanza para subsistir, tenemos la responsabilidad de ayudarle a encontrar un nuevo empleo. Es obvio que los líderes del sacerdocio deben enseñarnos y alentarnos con respecto a la forma de hacerlo.
Para hacerlo, la persona debe acudir a los recursos disponibles de toda su familia; esto incluye hermanos, tíos, padres y demás parientes. El esfuerzo común para ayudar a uno de los suyos, puede constituir una gran oportunidad de fortalecer los lazos y las relaciones familiares. Los miembros de la familia que muestran verdadera y activa preocupación por los demás, serán una influencia fuerte y alentadora en tiempos de necesidad.
Sin embargo, hay oportunidades en las cuales ni el individuo ni su familia son capaces de hacer lo necesario para conseguir empleo. En esos casos, el sistema de empleos de la Iglesia estará listo para ayudarlo. Dicho en forma simple, el propósito de los sistemas de empleos es ayudar a individuos calificados a encontrar el trabajo adecuado, tan pronto como sea posible.
Hay tres secciones del sistema de empleos que quisiera mencionar esta mañana. Primero y lo más importante, el quórum del sacerdocio; segundo, el comité de Servicios de Bienestar del barrio y la gente que se utiliza como referencia; tercero, la persona de la estaca encargada de buscar empleos.
Quisiera hacer hincapié una vez más en el hecho de que estos recursos se utilizan sólo después que el individuo y su familia, con el entrenamiento que hayan recibido de los líderes del sacerdocio y los maestros orientadores, hayan hecho todo lo posible por resolver el problema.
El quórum del sacerdocio constituye la clave del éxito de todo el programa de empleos; pero no se trata del quórum teórico, sino del activo grupo de hombres que trabaja en beneficio y apoyo de uno de sus hermanos. El Manual de los Servicios de Bienestar dice que los líderes del quórum y los maestros orientadores deben estar alerta a los primeros signos de problemas económicos tales como gastos excesivos, declinación de negocios, educación inadecuada para hacer frente a la situación, tanto presente como futura, y otras indicaciones de problemas económicos potenciales. Deben estar constantemente en guardia para ayudar a las familias que les han asignado, cuando este tipo de circunstancia tenga lugar.
Cuando un maestro orientador vea en un hogar la necesidad de trabajo o de mejora del empleo ya existente, debe informar inmediatamente y en forma confidencial al presidente del quórum o líder de grupo. Una forma simple y eficaz para que los líderes de los quórumes logren las informaciones específicas durante las reuniones dominicales, es encabezar dos columnas en la lista de asistencia, una con la pregunta, «¿Conoce usted a alguien que necesite trabajo?» y la otra, «¿Sabe usted de algún trabajo donde exista una vacante?»
Siempre que un maestro orientador o un miembro del quórum marque «Sí» a cualquiera de las preguntas, el secretario debe asegurarse de que el líder del quórum reciba la información ese mismo día; éste debe ponerse en contacto inmediato con la persona que anotó la información, para conseguir datos más específicos. Tanto las oportunidades de empleo como las necesidades individuales deben atenderse lo más rápido posible, so pena de ser demasiado tarde. Muchas de esas oportunidades, como consecuencia de la gran demanda que existe de empleos, tal vez no estén disponibles por más de 24 ó 48 horas.
El Manual de los Servicios de Bienestar dice también que los quórumes deben ayudar a los miembros que lo necesiten, a mejorar su entrenamiento profesional o su conocimiento vocacional, mediante recomendaciones a escuelas indústriales, o lugares donde puedan hacer aprendizajes y entrenamiento práctico, de acuerdo a las posibilidades y necesidades de cada individuo. El conocimiento, las habilidades y los esfuerzos colectivos del quórum generalmente contribuirán a la solución de algún problema económico que pueda presentarse.
Cuando el quórum por sí mismo no pueda ayudar al miembro a resolver su problema de trabajo, éste junto con el líder deben llevar él problema a la próxima etapa en el sistema de empleos: el comité de Servicios de Bienestar del barrio. Siempre que fuera posible, el líder del quórum debe también estar preparado con una solución adecuada.
La obligación del comité de Servicios de Bienestar es evaluar rápidamente cualquier vacante de trabajo de la cual se tenga conocimiento. En muchos casos, el comité de barrio puede indicar al líder del sacerdocio que el miembro se dirija a una persona determinada que se encargue de conseguir empleos en el barrio. Cada barrio de la Iglesia debe tener por lo menos una persona que ayude a los miembros con sus problemas de trabajo y que, si fuera posible, cuente con habilidades básicas relacionadas con empleos y esté disponible para trabajar directamente con los miembros, cuando éstos sean enviados al comité de Servicios de Bienestar. Si dicha persona no dispusiera de esas habilidades, debe ser entrenada, ya sea en el barrio o en la estaca.
Cuando los líderes del sacerdocio de barrio consideren que necesitan ayuda adicional, se dirigirán al tercer componente del sistema de empleos, la persona que se encarga de buscar empleos en la estaca y que ha sido llamada por la presidencia para servir como complemento de trabajo del que ocupa el mismo cargo en el barrio, y para trabajar con los problemas de empleos y oportunidades que no puedan resolverse en los barrios. El proceso en la estaca, es similar al que se lleva a cabo en los barrios.
Esperamos que cada barrio y estaca se involucren completamente en estos tres aspectos del sistema de empleos: primero, el quórum del sacerdocio y la Sociedad de Socorro, que deben hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar a sus miembros; segundo el comité de Servicios de Bienestar del barrio, ayudado por la persona que se dedica a buscar empleos; tercero, las personas que sirven en el mismo cargo en la estaca.
Ahora, mis hermanos, os desafiamos para que pongáis en ejecución este programa cuando regreséis a vuestros barrios y ramas. Si lo hacéis, os aseguro que podréis bendecir la vida de los santos de todas las edades. En forma específica, podéis comenzar inmediatamente con lo siguiente:
- Enseñar tanto a los individuos como a las familias, mediante los líderes del sacerdocio, los maestros orientadores y las maestras visitantes, el concepto de la autosuficiencia, explicándoles siempre que eso sea posible cómo pueden resolver sus propios problemas.
- Hacer que vuestros representantes, los maestros orientadores y las maestras visitantes, estén constantemente alerta para observar e informar cualquier necesidad de trabajo que haya en las familias.
- Elegir las personas que sean suficientemente capacitadas para encargarse de buscar empleos en los barrios y estacas.
Para finalizar quisiera recordaros que el éxito de un programa de empleos está basado en principios eternos que la gente pone en acción para ayudar a quien lo necesite.
Los hijos de Dios nunca tendrán que avergonzarse de las honorables experiencias laborales.
Que el Señor nos bendiga para que podamos enseñar estos principios, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
























