C. G. Octubre 1976
La perfección de los Santos
por el élder Franklin D. Richards
del Primer Consejo de los Setenta
Mis queridos hermanos, el consejo dado por el presidente Kimball y por las demás Autoridades Generales, así como la hermosa música y la oración de apertura, han hecho de ésta una reunión sumamente inspiradora. Estamos viviendo una época difícil pero al mismo tiempo maravillosa: la dispensación del cumplimiento de los tiempos.
Estoy agradecido porque mi espíritu fue preservado para venir a la tierra en esta época tan especial y por el conocimiento de que Dios vive y de que Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor.
Es un gran privilegio poder manifestar el testimonio de que el evangelio de Jesucristo ha sido restaurado en su plenitud mediante el profeta José Smith, y de que existe hoy sobre la tierra un Profeta de Dios, nuestro querido presidente Spencer W. Kimball. Ruego que el Señor le bendiga y le apoye y nos dote de la sabiduría y el valor necesarios para ceñirnos a su consejo. La Iglesia de Jesucristo fue establecida en el meridiano de los tiempos y reestablecida en esta dispensación con dos grandes propósitos. Primero, el de proclamar la verdad concerniente a la salvación del hombre, y segundo, el de perfeccionar a aquellos que aceptan el evangelio de Jesucristo. Para lograr el primero, el de llevar el evangelio a toda nación, tribu, lengua y pueblo, la Iglesia está embarcada en un esfuerzo misional mundial, contando con más de 150 misiones y 25.000 misioneros regulares. Sumando los miles de misioneros de estaca y distrito, y con el constante perfeccionamiento del programa «cada miembro un misionero», la Iglesia está creciendo a un ritmo acelerado.
En cuanto a la perfección de los santos, el Salvador nos ha exhortado a que seamos perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto. En la revelación moderna se nos dice: «no podéis aguantar la presencia de Dios, ni la ministración de ángeles; por consiguiente, continuad pacientemente hasta perfeccionaros» (D. y C. 67:13).
Para poder alcanzar este objetivo, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, provee oportunidades para que todos los miembros participen en distintas actividades tendientes a desarrollarlos mental, moral, física y espiritualmente, como parte del proceso de perfeccionamiento. Un alto porcentaje de miembros de la Iglesia son activos en ese proceso y son bendecidos por ello.
No obstante, existen muchos hombres inactivos que no poseen el Sacerdocio de Melquisedec. A estos líderes en potencia se les designa en la Iglesia como «futuros élderes». Tenemos un gran desafío de activar a nuestros hermanos en el proceso de perfeccionamiento. El presidente Kimball hizo referencia a este desafío en un discurso en el que exhortaba a los miembros a «alargar el paso»:
«Los ciclos de la inactividad y la indiferencia pasan de padres a hijos. La Iglesia debe romper ese ciclo ahora y debe hacerlo simultáneamente en dos puntos: debemos extender la mano y alcanzar a un número mayor de nuestros jóvenes del Sacerdocio Aarónico para ayudarles a que se mantengan fieles, y sean dignos de salir como misioneros y casarse en el Santo Templo; y al mismo tiempo, debemos extender nuestra mano y alcanzar a un mayor número de padres y futuros poseedores del Sacerdocio de Melquisedec. Debemos encontrar mejores métodos para dotar a nuestros quórumes del Sacerdocio de Melquisedec de mayor vitalidad, a fin de llegar en particular a los futuros élderes, quienes en muchos casos son padres de jóvenes y niños.»
Esto representa un desafío, no sólo a los quórumes del sacerdocio, sino a toda la Iglesia, y es con relación a este asunto que desearía hablar hoy.
¿Por qué son inactivos estos miembros? Entiendo que las razones principales son: primero, no comprenden el evangelio, y segundo, no aprecian en su totalidad las bendiciones de ser activos en la Iglesia.
¿Qué puede hacerse para reducir el número de jóvenes mayores de 18 años que no han sido ordenados élderes?
Permitidme daros algunas sugerencias y ejemplos.
Debemos reconocer que los programas de los quórumes del Sacerdocio Aarónico y de las organizaciones auxiliares, junto con los de Seminarios e Institutos, juegan un papel sumamente importante en la capacitación de estos jóvenes. No obstante, sus padres, familia, y todos nosotros podemos tener influencia tremenda en su vida. El ejemplo de los padres es absorbido consciente e inconscientemente por los hijos. Salomón en su sabiduría nos dijo: «Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él» (Prov. 22:6).
Ahora, con respecto a los miles de buenos hombres que aún no poseen el Sacerdocio de Melquisedec y a quienes nos referimos como futuros élderes, quisiera decir lo siguiente: no olvidemos que muchos presidentes de estaca, obispos, miembros de sumo consejo, líderes de quórum y otros, una vez en su vida fueron inactivos.
¿Qué fue lo que les trajo de vuelta al proceso de perfeccionamiento? Quizás algunos ejemplos señalen varias de las importantes razones que motivaron su regreso.
Un élder reactivado se puso de pie en una reciente reunión de testimonios y explicó el significado de la llegada de su primer hijo. «Cuando comencé a darme cuenta de la responsabilidad de guiar a esta maravillosa pequeña alma a través de la vida», dijo, «supe que sólo honrando el sacerdocio que tenía podía llegar a ser la clase de padre que deseaba.» No hace mucho, otro me dijo cuánto significaba para él que el presidente del quórum de élderes lo hubiera llamado como secretario en la presidencia del quórum. «De pronto, me sentí no solamente querido», comentó, «sino también necesitado.»
Estoy convencido de que podemos alargar nuestro paso trabajando con grupos de futuros élderes en charlas fogoneras o reuniones caseras. Estos hombres maravillosos pueden volver más rápida y cómodamente a la Iglesia cuando se les agrupa de acuerdo con la edad, educación, intereses, etc., y cuando se llega a ellos en grupos compatibles, junto a sus esposas.
Se ha alcanzado resultados excelentes en muchos quórumes de élderes preparando grupos para ir al templo. Estas reuniones para futuros élderes con sus esposas, junto con los maestros orientadores, y los oficiales de quórum con sus esposas, han desarrollado amistades y espiritualidad que han cambiado la vida de muchas personas para siempre.
Las esposas de muchos futuros élderes no son miembros de la Iglesia. Estos casos son una oportunidad magnífica para que el presidente del quórum de élderes haga los arreglos para que el líder misional del barrio asigne a los misioneros de estaca o regulares para que enseñen a las esposas de los miembros am la cooperación y ante la presencia del marido.
Debemos asegurarnos de dar participación a los futuros élderes en las actividades de la Iglesia, aun cuando al principio, las asignaciones sean de naturaleza sencilla.
Para terminar, quisiera compartir con vosotros algunos de los sentimientos de un futuro élder que recientemente ha vuelto a una actividad total en la Iglesia en forma reciente:
«Regresar a la actividad en la Iglesia después de tantos años hubiera resultado imposible si no hubiésemos contado con mucha ayuda. Siempre estaré agradecido al presidente del quórum de élderes, porque vino a mi casa y me dijo: `A partir del próximo domingo vendrán otras dos parejas a nuestra casa una vez a la semana para hablar sobre algunos principios importantes del evangelio. Nos gustaría mucho que tú y tu esposa nos acompañarais. Sé que se requirió valor de su parte para invitarnos, pero fue un comienzo importante: era la primera vez que alguien me invitaba a volver a la actividad en la Iglesia. En esas reuniones, mi esposa y yo aprendimos del evangelio cosas que nunca habíamos podido entender. Al dar los testimonios, experimentamos sentimientos que habían estado adormecidos por muchos años de inactividad. Al comenzar a tener oraciones familiares juntos, sentimos un espíritu especial en nuestro hogar. En poco tiempo, fue tal mi ansiedad de aprender sobre el evangelio que me encontré leyendo las Escrituras en el ómnibus cuando iba o venía del trabajo y aun durante la hora de que disponía para almorzar».
Después expresa la enorme dicha que experimentaron él y su esposa cuando fueron al templo y junto a sus hijos, fueron sellados por toda la eternidad; actualmente, se encuentran preparando a sus tres hijos para el servicio misional.
A aquellos que no estéis activos en la Iglesia, os extendemos nuestro amor y queremos que sepáis cuán deseosos estamos de compartir con vosotros las bendiciones del sacerdocio y del evangelio. Nunca habrá un tiempo más propicio que éste para activarse en el proceso de perfeccionamiento. Os prometo que os traerá paz, felicidad y gozo, así como progreso y desarrollo. Que todos busquemos la forma de perfeccionarnos según el ejemplo del Salvador, y que podamos ayudarnos mutuamente en ese proceso, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
























