C. G. Octubre 1976
Principios de Bienestar
por el élder Vaughn J. Featherstone
del Primer Quórum de los Setenta
Sería yo muy desagradecido si esta mañana no expresara mi aprecio por haber caminado a la sombra y protección espiritual de dos grandes hombres; el obispo Brown y el obispo Peterson, y si no hiciera saber que tengo un testimonio muy personal de que el hermano J. Richard Clarke, nuevo Segundo Consejero del Obispado Presidente es un compañero digno de estos grandes hombres. Esta mañana tengo la asignación del obispo Brown de discutir las responsabilidades de empleo.
Hace algún tiempo una madre llevó a su hijo Fredy al hospital para hacerle una operación; el muchacho ‘fue operado y todo salió bien. Ese mismo día, al atardecer, la madre de Fredy se dirigió a la enfermera y le dijo: «Tengo que irme a casa, pero antes quisiera pedirle que cada media hora le pregunte a Fredy como está.» La enfermera le contestó: «Bueno, no se preocupe; si usted lo cree necesario, lo veremos cada media hora.» La madre, tranquilizada, se fue para la casa. El hospital tiene una oficina central a cuyos lados se expanden dos alas del edificio; Fredy se encontraba en el último cuarto de una de esas alas. A las siete y media de la noche, la enfermera fue hasta el cuarto, se asomó a la puerta y preguntó: «Fredy. ¿estás bien?». El respondió, «Sí, estoy bien.» La enfermera volvió al cuarto del muchacho a las ocho y otra vez le preguntó: «Fredy, ¿estás bien?»; nuevamente, la respuesta fue, «Estoy muy bien, gracias.» La enfermera volvió a visitarlo cada media hora, hasta que a las 10 de la noche, después de tanto ir y venir, pensó que se estaba atrasando en su trabajo debido al tiempo que le dedicaba al niño. Consideró entonces que tendría que cambiar de método para comunicarse con él y decidió usar el sistema de intercomunicación, para lo cual apretó el botón del aparato y preguntó: «Fredy, ¿estás bien?» Pero no recibió respuesta alguna. Aunque insistió una y otra vez, no obtuvo contestación. Desesperada ya, volvió a repetir: «Fredy, ¿te encuentras bien?, háblame. Fredy, ¡háblame, por favor!» Entonces, después de un momento más se oyó una voz muy tímida que dijo: «Sí pared, ¿qué deseas?»
Al hablar y repetir acerca del desempleo que pueda afectar a los miembros de la Iglesia -el obispo Peterson habló de ello la última vez y yo lo haré esta mañana- no debéis considerar que creemos que estamos hablando a la pared, sino que pensamos que la repetición es una buena maestra.
En un proceso constante, hemos aprendido desde el comienzo el concepto de que un hombre debe ser completamente autónomo y capaz de cuidar de sí mismo y de su familia; éste es un principio eterno y verdadero y hay muchos miembros de la Iglesia que han logrado esa total autonomía. Cada individuo tiene la responsabilidad de cuidar de sus propias necesidades de empleo; sin embargo, como directores de quórumes, muchas veces consideramos este principio y hacemos caso omiso a nuestra responsabilidad de velar por los miembros, pensando que cada persona debe y puede arreglárselas por sí misma. La verdad es que tenemos entre manos una gran responsabilidad. Para ayudarnos a comprenderla y llevarla a cabo, quisiera discutir dos principios relacionados con el empleo:
- Es verdad que el individuo debe ser autónomo.
- Esto no libera ni releva al quórum así como a otros miembros del barrio, de su obligación inmediata para con el individuo que se encuentre en necesidad.
Cuando una persona del barrio se encuentra sin empleo tiene la responsabilidad de buscar otro trabajo; si es incapaz de conseguirlo, su familia debe preocuparse por ayudarle. Pero la ayuda del quórum del barrio debe ofrecerse al comienzo, apenas el miembro se encuentra sin empleo. Cuanto más tiempo pasa entre perder un trabajo y conseguir otro, tanto más difícil será encontrarlo y podemos citar varias razones:
- El individuo pierde la confianza en sí mismo.
- Las presiones mentales, física, y financieras obstruyen su mente y el poder de razonar se nubla.
- La imagen del valor propio se reduce significativamente a medida que va pasando el tiempo.
- El estigma puesto sobre el que está sin empleo, tanto por la comunidad como por los posibles empleadores, se traduce en: «Si fuera inteligente o hábil no tendría dificultad en conseguir trabajo. Tiene que tener serios problemas; no me arriesgaría a emplearlo.
- Cuanto más largo sea el período de desempleo, más difícil será para el individuo volver a trabajar, si aún tiene la oportunidad de hacerlo.
En un discurso titulado: «Libertad, un riesgo terrible», el autor Harvey Jacobs relata lo siguiente:
«En una novela japonesa que leí hace años, el personaje principal vaga en determinado momento por una villa extranjera donde queda atrapado al caer en una trampa. Sus opresores le bajan agua y alimentos, pero no le facilitan una escalera para que salga de allí. Lógicamente, el individuo quiere escapar del pozo en forma desesperada; les ruega a sus apresadores que lo dejen ir, trata de convencerlos de cualquier forma, pero sin resultados. Así pasan los meses y los ruegos se convierten en una forma de vida del prisionero. Después de pasado bastante tiempo, finalmente se le concede lo que desea, lo que ha estado tratando de lograr con toda su voluntad, noche y día: la posibilidad de salir del pozo y verse en libertad.
Repentinamente, el hombre que había estado prisionero durante tanto tiempo, se encuentra alarmado ante la perspectiva de enfrentarse al mundo sin protección alguna, y siente temor de perderse; en su pequeño pozo estaba protegido de cualquier daño desconocido y no tenía que preocuparse por sus necesidades físicas, pero al ser libre comprende que la libertad no es como él pensaba, una recompensa, sino un terrible riesgo.»
A aquellos que nunca nos hemos visto enfrentados al dilema de encontrarnos sin trabajo, nos sería bastante difícil comprender la ansiedad mental y la falta de confianza que se produce después de experimentar un largo período de desempleo. El gran filósofo griego Platón dijo: «La parte más importante de cualquier proyecto, es el comienzo mismo.»
¿Qué pueden entonces hacer el quórum y el barrio para resolver las necesidades de desempleo de los miembros y cómo pueden hacerlo?
- Los presidentes de estaca y obispos, instruyen a los comités de los servicios de bienestar de estaca y barrio en todos los asuntos relacionados con los empleos, particularmente sobre los principios que bosquejamos en las conferencias de bienestar.
- Los presidentes de quórumes así como los obispos, se ponen en contacto con el miembro del barrio tan pronto se enteren que ha perdido el empleo. Jamás deben esperar a que llegue el domingo para hacerlo. Deben entonces aconsejarle que haga lo siguiente (Algunas de estas sugerencias tal vez no sean aplicables en forma local, aun cuando los principios sean universales; utilizad todo recurso personal posible):
- a) Debe resolverse a buscar un trabajo, levantarse bien temprano, asearse en forma general, orar, desayunar, y salir de la casa a las 7 o las 8 de la mañana en busca de empleo; tendrá que dedicar a ello varias horas cada día.
- b) Qué hacer mientras busca trabajo:
- Preparar un resumen de la experiencia que posee, que tenga toda la apariencia profesional que sea posible. Los individuos considerados «de recursos» del quórum o del barrio, pueden ayudarle a preparar dicho resumen.
- Si fuera apropiado, el resumen debe enviarse —según el tipo de trabajo que se busque— a las agencias de empleos o directamente a los posibles empleadores.
- El candidato debe hacer averiguaciones personales en las compañías donde pueda interesar su especialidad o experiencia. Debe llamar y conseguir todas las entrevistas que le sea posible.
- Debe revisar los anuncios de trabajo de los diarios, aun de los de otras comunidades, si no tuviera inconveniente en mudarse de domicilio.
- Debe ponerse en contacto con las agencias de empleo, etc.
- Revisar la guía telefónica para informarse acerca de las compañías que se dedican a su especialidad o experiencia.
- Visitar a todos los familiares y conocidos que puedan ayudarle a conseguir un empleo.
- Debe dedicar 30 minutos por día a orar y meditar sobre el problema de encontrar lo que necesita. En esa forma puede ser inspirado y dirigido por el Espíritu.
- Debe leer materiales que aumenten su fe y confianza, tales como las Escrituras, libros de motivación profesional y espiritual, etc.
- c) Debe planear exactamente qué va a hacer cada día en su esfuerzo por encontrar trabajo. En esto existen maravillosas oportunidades para las personas «de recursos», de promover conversaciones positivas e incluir sobre el individuo.
- d) Debe vestirse adecuadamente para las entrevistas y preocuparse por su apariencia. Esto le dará confianza y creará una primera impresión buena. Tendrá que estar dispuesto a empezar desde abajo y progresar en la escala de posiciones. Debe demostrar al posible empleador su valor como futuro empleado.
3) Debe pagar el diezmo de cualquier dinero de que disponga. Necesita las bendiciones del Señor y ésta es una forma de asegurárselas.
III. Los presidentes de quórumes y, los obispos deben hablar con el individuo y:
- Tratar de ayudarle a tener confianza en sí mismo.
- Darle las instrucciones arriba mencionadas.
- Imponerle las manos y darle una bendición especial cuando él lo requiera.
- Poner a su disposición los recursos disponibles por parte del quórum así como del barrio.
- Si no pudiera encontrar trabajo rápidamente, será necesario que los líderes del barrio permanezcan cerca de él para que pueda tener a alguien con quien desahogar sus frustraciones, y que le mantenga al mismo tiempo pensando en forma positiva.
- Los líderes deben recurrir a tantas personas «de recursos», como sea necesario para ayudar en cada caso. El más grande de los recursos de un barrio lo constituye el talento combinado de un quórum; cada miembro del quórum debe tener la asignación especial de ayudar en encontrar trabajos.
- Puede haber oportunidades en que los miembros del quórum ayuden para que el individuo aprenda un nuevo oficio, o en que se requiera su colaboración para establecer al miembro con un pequeño negocio propio.
La gran bendición que proporcionan el quórum y el barrio para uno de sus miembros que se encuentre sin empleo, es que en lugar de sentirse perdido y solo, sepa que hay cien personas combinadas esforzándose por ayudarle a encontrar trabajo. El Comité de Servicios de Bienestar discute las necesidades del individuo. Cada miembro de la presidencia del quórum o grupo del sacerdocio involucra inmediatamente a los integrantes del quórum o grupo para ayudar a buscar el empleo necesario. Así, se involucra a todo el sacerdocio, ayudando en el esfuerzo de buscar trabajo. En 1937 el élder Harold B. Lee dijo lo siguiente:
«Para todos debe ser suficientemente claro el hecho de que cada paso que dé la persona sin empleo fuera del círculo de su quórum, le llevará más lejos de conseguir el trabajo que necesita.»
Cuando sea necesario debe colaborar el barrio entero para encontrarle trabajo. Cuando así lo hagamos, tendremos más posibilidades de lograr el éxito final. Una cosa es hablar acerca del problema; otra muy diferente es contribuir a su solución en forma real y eficaz. Los comités de los Servicios de Bienestar de barrio están organizados especialmente para lograr resultados positivos. Un quórum y un barrio totalmente unificados en el ayuno, la oración y las obras en beneficio de un individuo sin trabajo, pueden producir verdaderos milagros.
Cada barrio debe tener en funcionamiento un sistema de empleos que incluya al individuo, el quórum, el barrio, la estaca, la región, así como los recursos comunitarios disponibles. Algunas áreas tienen a su disposición también las oficinas de empleos de la Iglesia, pero éstas están organizadas para compensar por la falta total de dedicación de los quórumes o barrios. Esto ocurre en los casos en que el sacerdocio no haya aceptado, no viva ni funcione de acuerdo con la voluntad explícita del Señor. En el pasado, el proceso del quórum al barrio, a la estaca y a la región ha sido extremadamente lento, no porque al principio fuera equivocado, sino porque los líderes del sacerdocio no actuaban en forma adecuada en este aspecto de su mayordomía. Los trabajos se pierden debido a la pérdida de tiempo que se produce cuando se trata de combinar las necesidades de empleo con las oportunidades.
Como pueblo de la Iglesia no comprendemos todavía la organización de quórum. Cuando lo hacemos, encontramos que mediante la Iglesia puede lograrse un surgimiento de poder que electrificará al mundo. El quórum del sacerdocio es la organización del Señor pura lograr la hermandad de los hombres en el reino de Dios. El quórum funciona primeramente para asistir a sus miembros en el desarrollo espiritual. El bienestar temporal de cada miembro es también la responsabilidad particular de los otros integrantes del Quórum. Existe una divina hermandad que unifica a los miembros con una unión más poderosa que el más fuerte de los aceros. El quórum es una hermandad de caridad donde prevalece el amor puro de Cristo. Cuando esta caridad prevalece en todo lo que se hace, cada miembro, desarrolla un verdadero interés cristiano en sus semejantes. Los miembros del quórum sienten el peso que lleva un hermano en aflicción, como si ellos mismos estuvieran pasando por el mal trance. Son, por lo tanto, motivados a la acción; el presidente del quórum dirige la correlación y los esfuerzos del grupo.
El obispo, mediante su consejero a cargo de los asuntos de bienestar personal, tiene la responsabilidad directa de correlacionar las actividades de búsqueda de empleo fuera de los quórumes.
Que el Señor os bendiga, nuestros amados líderes. Que todos podamos tener caridad para con el desafortunado, la cual es el verdadero amor de Cristo. «Y ahora permanecen la fe, la esperanza, y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor» ( 1 Cor. 13: 13). En el nombre de Jesucristo. Amén.
























