Conferencia General Octubre 1977
Mujer virtuosa
por la hermana Barbara B. Smith
Presidenta General de la Sociedad de Socorro
En Proverbios leemos acerca de una mujer que es la personificación ideal de madre, esposa, ama de casa providente y mujer compasiva. La esencia de mi mensaje se pone de manifiesto en uno de los pasajes que la describe:
«Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.» (Prov. 31:20.)
El principio del servicio es una doctrina fundamental del evangelio, un valor básico en los Servicios de Bienestar y la respuesta que se ha hecho tradicional tanto para éstos como para la Sociedad de Socorro.
Servir no es nada nuevo para la mujer de la Iglesia, puesto que la Sociedad de Socorro nació de penalidades, persecuciones y sacrificio, en un tiempo en que se practicó hasta el máximo la compasión, el socorro y el servicio que las mujeres pudieran brindar.
Desde los tiempos de Nauvoo hasta el presente, los registros están repletos con descripciones de las actividades de las mujeres cuando llevaban alivio al infortunado, ayuda al pobre y necesitado, asistencia al enfermo y consuelo a los que lloraban la pérdida de un ser querido.
Los servicios de la mujer mormona continúan necesitándose ahora más que nunca, tanto dentro del Programa de Bienestar de nuestra creciente Iglesia, como en la sociedad actual, cuyos problemas aumentan cada vez más. El trabajo de bienestar de la Iglesia se basa en el servicio voluntario, un gran porcentaje del cual es realizado por mujeres.
La primera responsabilidad que tiene la mujer con respecto al servicio es hacia su familia, a la cual el Señor le dio prioridad fundamental; ésta debe ser su mayor preocupación y la de aquellos que la llamen a ocupar cargos o necesiten su ayuda para cualquier tarea, puesto que la creación de lazos familiares sólidos e indestructibles es fundamental para que exista una sociedad fuerte. En casi todos los casos, el servicio en la Iglesia debe ocupar un segundo lugar en prioridad con respecto al hogar; entonces, en tercer lugar, se puede poner el servicio a la comunidad.
La primera posición en el servicio dentro de la Iglesia es el «llamamiento oficial», o sea, la petición formal hecha por el Sacerdocio, después haber considerado en oración la situación familiar y otras circunstancias personales. El llamamiento es para ocupar una posición particular, tal como oficial, maestra, maestra visitante, o misionera, y siempre se espera que la persona continúe en ese servicio por algún tiempo.
Además del llamamiento oficial, hay una asignación oficial que cubre una amplia gama de oportunidades de servicio en la Iglesia. Antes de hacer este tipo de asignación, un líder del Sacerdocio o de la Sociedad de Socorro debe considerar las responsabilidades familiares de la persona. Dicha asignación puede ser que la presidenta de la Sociedad de Socorro de barrio, solicite oficialmente a una hermana un servicio caritativo en favor de una persona necesitada.
Recientemente supe de un barrio en el que había más de setenta hermanas, todas de más de setenta años de edad. La sabia presidenta de la Sociedad de Socorro de aquel barrio pensó que aun esas hermanas confinadas en su casa podían servir a otras, así que dio a cada una de las setenta hermanas una asignación como maestra visitante o en un servicio caritativo. Incluso a una hermana afectada de una dolencia mortal, le asignó la tarea de escribir mensualmente a tres hermanas que tampoco podían salir de su casa. A otras se les asignó llamar a algunas hermanas cada día, para asegurarse de que estaban bien.
Una hermana continuó sirviendo como supervisora de las maestras visitantes, aun cuando estaba enferma en su casa. La presidenta de la Sociedad de Socorro dijo que, con mucho esfuerzo, esta hermana se ponía uno de sus vestidos más bonitos antes de llamar por teléfono todos los meses, porque le parecía que al hacerlo daba más importancia y dignidad al servicio que hacía por el Señor.
Dentro de la categoría de asignación oficial se cuentan el servicio en un comité de Industrias Deseret, o como encargada de un comité de trabajos manuales, o en un proyecto de envasado. También se incluye el trabajo en los Servicios Sociales de la Iglesia, donde a una mujer puede asignársele ayudar en un caso particular, proveer un hogar provisorio para algún niño abandonado, o asistir en el programa de colocación de estudiantes indios. Una mujer ha recibido una asignación oficial de la Sociedad de Socorro cuando se le ha pedido que se encargue del almuerzo para el día de labores, o que cosa alguna ropa, o que preste asistencia en caso de enfermedad o muerte. Estas asignaciones son para tareas específicas, pero no significan una posición continua en la Iglesia. Las asignaciones oficiales son generalmente por un período de tiempo menor que el de un llamamiento, y pueden ser una tarea que se lleve a cabo una sola vez.
Otra área de servicio, dentro de lo que usualmente se hace en la Iglesia, es la del servicio compasivo individual, en una base personal espontánea. Es la clase de cuidado atento que se espera de cada mujer hacia su prójimo necesitado.
En la Sesión de Bienestar de 1975, y en el Manual de los Servicios de Bienestar, sugerimos que en los barrios se lleve un archivo de recursos, donde se indiquen los talentos y las habilidades de las hermanas, así como sus deseos y necesidades; la información debe incluir la experiencia y disponibilidad de servicio de las hermanas.
La Presidenta de la Sociedad de Socorro de la Estaca puede ayudar a las presidentas de barrio a exhortar a las hermanas al servicio, empleando diferentes métodos:
- Haciendo uso adecuado de los archivos.
- Dando asignaciones de servicio a las hermanas de la Sociedad de Socorro.
- Recomendando los mini-cursos de Ciencia del Hogar o capacitación especial en habilidades directivas u organizadoras, con el fin de que las hermanas puedan dar mayor servicio.
- Recomendando a hermanas para proyectos de servicio de la comunidad.
- Ayudando a las hermanas que desean servir, a evaluar circunstancias, compromisos, tiempo y fortaleza física. Las hermanas casadas deberían hacer esa evaluación consultando con su esposo.
- Exhortando a las hermanas a que procuren la cooperación de miembros de la familia y otros conocidos, con el fin de simplificar el servicio.
Una tercera clase de categoría en el servicio para quienes tienen tiempo, habilidad y energía, más allá de lo que se necesita para las responsabilidades de la Iglesia y la familia, es la del servicio voluntario a la comunidad. Este debe proporcionarse libremente cuando las circunstancias lo permitan, sin que sea necesario establecer un área de particular interés o experiencia.
Dentro de esta clasificación se hallan ilimitadas posibilidades de servicio para mujeres en causas dignas de la comunidad, mejoras cívicas y otras innumerables oportunidades que se da a los ciudadanos responsables.
El profeta José Smith pareció tener una visión muy particular, no solamente de sus días, sino de los nuestros también, cuando advirtió a las hermanas en la época de la fundación de la Sociedad de Socorro, que «ayuden corrigiendo las normas morales y fortaleciendo las virtudes de la comunidad».
Existe una reserva de mujeres con talentos que no están sobrecargadas con obligaciones familiares o con llamamientos en la Iglesia, que pueden ofrecer su tiempo por medio del servicio voluntario, lo cual puede ser un medio de mejorar la sociedad, elevar el nivel de la moralidad comunitaria y al mismo tiempo hacer resaltar el principio del Servicio de Bienestar. Esta es una oportunidad que tienen esas hermanas de ensanchar su campo de servicio, no sólo hacia «los suyos», sino también hacia sus vecinos que no son miembros.
Por medio de las Escrituras el Señor nos advierte que debemos estar entusiastamente comprometidos en una buena causa. Toda mujer debe encontrar el camino adecuado para servir en «buenas causas». Una madre con hijos en edad escolar, puede sentir que el mejor modo de servir a su comunidad es el ocuparse de mejorar la escuela a las que asisten sus hijos, o poner a su familia al tanto de las buenas causas existentes en la comunidad y los modos en que pueden participar.
Solamente cuando una mujer comprende la importancia del servicio y evalúa sus oportunidades, sin poner excusas para no servir, ni extenderse excesivamente en él, puede disfrutar de las prometidas bendiciones, cuando sigue el ejemplo de la «mujer virtuosa» que «alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso». Es mi oración que, con discernimiento, las mujeres podamos cuidar del pobre y el necesitado, aun el pobre de espíritu, y servirles. En el nombre de Jesucristo. Amén.
























