La clave del éxito matrimonial

Conferencia General Abril 1978logo pdf
La clave del éxito matrimonial
élder O. Leslie Stone
Del  Primer Quórum de los Setenta

O. Leslie StoneHoy quiero dirigirme principalmente a los recién casados y a los que pronto se casarán; pero puede ser que lo que digo también se aplique a aquellos que ya están casados, o a los que algún día lo estarán. Quiero hablaros del arte de lograr un matrimonio feliz.

Nuestro Padre Celestial nos ama, y quiere que seamos felices. Las Escrituras dicen: «Y existen los hombres para que tengan gozo» (2 Ne. 2:25). El presidente Kimball nos ha dicho que el precio de la felicidad es guardar los mandamientos. No hay felicidad y éxito mayor que el que podamos lograr en nuestro matrimonio.

Un matrimonio solemnizado en el templo, es el fundamento de una unión feliz y próspera. A vosotros, los que os habéis casado solamente por esta vida, permitidme exhortaros a que investiguéis cuidadosamente las bendiciones que podéis recibir yendo al templo y sellándoos con vuestra familia por las eternidades. La participación en las sagradas ordenanzas del templo debe ser vuestro objetivo principal para lograr un matrimonio feliz.

Cuando nuestro Padre Celestial nos permitió venir a esta tierra, nos dio nuestro libre albedrío, el privilegio de tomar nuestras propias decisiones. También nos enseñó cómo vivir rectamente.

En su sabiduría, nos ha dado también muchas pruebas, porque sabe que al enfrentarlas y superarlas, vamos a adquirir conocimiento y habilidades, desarrollar el carácter y aprender a vencer el mal, todo lo cual nos ayudará tanto en la vida terrenal como en la vida venidera.

Entonces debemos considerar los problemas conyugales como oportunidades para progresar y desarrollarnos;  al enfrentarlos con éxito, gozaremos de paz, amor, y tranquilidad en nuestro matrimonio y en nuestro hogar.

Una de las primeras cosas que un matrimonio debe hacer es establecer y mantener buenas relaciones entre sí. Si deseáis ser felices, debéis dedicaros a lograrlo. Exhorto a cada uno de vosotros a hacer todo lo posible para hacer feliz a vuestro cónyuge. Sed bondadosos y respetaos el uno al otro; cuando surjan problemas, tratadlos con calma y resolved las diferencias cuanto antes. En una ocasión el élder Gordon B. Hinckley dijo que una voz suave en el hogar es el idioma de paz. El presidente McKay solía decir que nunca debemos levantar la voz el uno al otro en el hogar, y luego añadía jocosamente que hay sólo una ocasión para hacerlo y es cuando la casa se está incendiando.

A veces es difícil entender por qué nuestros cónyuges no ven las cosas como nosotros, ni llegan a nuestras mismas conclusiones. Las personas son distintas en su forma de pensar y en su comprensión, y tienen opiniones diferentes. Si los cónyuges quieren ser felices, deben resolver pronto sus diferencias y trabajar como un equipo.

Para lograr un matrimonio feliz es importante llegar a un acuerdo de lo que esperan el uno del otro. Generalmente el esposo mantiene a la familia, y él debe estar dispuesto a trabajar diligentemente y hacer todo lo posible para proveer a las necesidades de los suyos. La pareja debe discutir sus necesidades económicas y fijar metas para su bienestar y él de sus hijos.

La esposa es el alma del hogar y su deber es tener su casa limpia y ordenada. No pocos divorcios ocurren porque la esposa ha perdido interés tanto en su apariencia personal como en su hogar. Nunca será demasiada la importancia que se le dé al aseo personal, la buena apariencia, y al mantenimiento de una casa agradable y limpia.

Durante los primeros años del matrimonio, si la salud de la esposa lo permite, a menudo ésta busca empleo fuera del hogar. Cuando así es, el marido debe ayudarle con el aseo de la casa. Si un hombre; realmente ama a su esposa, no va a permitirle trabajar más de lo que le permita su salud y fuerza, y sentirá el deseo de ayudarle en todo lo posible.

Cuando yo era joven, mi esposa me pedía que le ayudara a lavar los platos. a tender las camas, o a limpiar la casa. Ahora, muchos años después, yo tengo que pedirle a ella que me ayude a lavar los platos, a tender las camas y a limpiar la casa. Lo importante es trabajar juntos y ayudarse mutuamente.

Mediante vuestras acciones mostrad a todos que os amáis. Mostrad la consideración en todo momento. Esposos, sed corteses con vuestras esposas. Al entrar o salir de un edificio juntos, abrid la puerta para que ella pase, ayudadla a tomar asiento, y en toda ocasión tratadla como a una dama.

A veces nuestras esposas no nos dan tiempo para ser corteses. A vosotras, esposas, os aconsejo que demoréis un poco, porque si os apresuráis ellos van a esperar que vosotras los ayudéis. Hermanas haríais bien en recordar que un hombre trata a su esposa de la manera en que ella espera ser tratada.

La administración del presupuesto es muy importante, y deseo presentaros cuatro guías que pienso podrán serviros de ayuda.

  1. Pagad siempre vuestros diezmos. Manteneos dignos de recibir las grandes bendiciones que el Señor ha prometido a aquellos que guardan este mandamiento. El dijo:

«Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.» (Mal. 3: 10.)

  1. Conservad algo para vosotros mismos. Ahorrad un poco de vuestras ganancias. Os sugiero que os fijéis como meta ahorrar el diez por ciento de vuestros ingresos después de pagar al Señor su porción.

Brigham Young dijo en una oportunidad: «Si queréis ser ricos, ahorrad lo que ganáis. Cualquier tonto puede ganar dinero, pero sólo un sabio puede ahorrarlo y utilizarlo para su propio beneficio.» (Discourses of Brigham Young, com. por John A. Widtsoe, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1942, pág. 272.)

  1. Cuando hagáis compras evitad las cuentas corrientes y los créditos. Todo el mundo nos dice «compre ahora y pague después». Parece tan fácil tener todo lo que deseamos antes de haber ganado el dinero para pagarlo. Mi consejo es «ahorrad ahora y comprad después». Esto no sólo evitará el pago de altos intereses, sino que también os salvará de la esclavitud económica. El presidente J. Reuben Clark nos aconsejó: «Debemos evitar las deudas como evitaríamos una plaga; si estamos en deuda debemos salir de ella; si no es hoy, mañana sin falta. Vivamos estricta mente dentro de lo que ganamos, y ahorremos un poco.» (Conference Report, abril 1937, pág. 26.)
  2. Aprended a administrar vuestros ingresos y egresos y no gastéis más de lo que ganáis. Si gastáis más de lo que ganáis, no podréis manteneros solventes y os será difícil controlar vuestras «exigencias”

Los recién casados deben fijarse prioridades. Al hacerlo, recordad que la familia es lo más importante en vuestra vida; después, siguen las responsabilidades en la Iglesia; y luego vuestros negocios, que son lo que os provee para el diario vivir. Recordad la admonición del Salvador cuando dijo a sus discípulos: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» (Mat. 6:33.)

Os testifico que esto es cierto y que os guiará al camino del éxito completo.

El tiempo es una de nuestras posesiones más valiosas. Tened presente que no debéis sacrificar lo que tiene mayor importancia por pequeñeces.

Debemos evaluar nuestro progreso constantemente. Para vivir una vida recta y cumplir con el propósito de nuestra creación, debemos examinar el pasado, determinar nuestro estado actual, y fijarnos metas para el futuro. Si no pasamos por este proceso hay poca posibilidad de que las alcancemos.

Quisiera exhortaros a que os asociéis con buenas personas. Las personas con quienes os relacionéis contribuirán a vuestro éxito o vuestro fracaso, y sus acciones e ideales tendrán una influencia profunda en vuestra vida y en vuestros hechos, sea para bien o para mal. Aprended a andar en buena compañía; esquivad el mal evitando entrar al territorio del maligno.

Sed honestos en todo. Sed honestos con vuestro cónyuge, con vuestra familia, con vosotros mismos, y con vuestros vecinos. La honestidad incluye no mentir, no engañar, no robar, así como cumplir con nuestras responsabilidades.

La honestidad también incluye el cumplir con el trabajo diario. Si no trabajamos como debemos, estamos robando a los que nos emplean. El mundo de los negocios y otros empleadores buscan a aquellos que son honestos y responsables. Siempre ha sido así y continuará siéndolo.

Guardad celosamente vuestra reputación de personas honestas, en quienes se puede confiar; ésta puede ser una de vuestras posesiones más valiosas.

Al convertiros en padres, debéis sentir la responsabilidad de enseñar a vuestros hijos. Las Escrituras lo aclaran. En Doctrinas y Convenios 68:25 leemos:

«Y además, si hubiere en Sión, o en cualquiera de sus estacas organizadas, padres que tuvieren hijos, y no les enseñaren a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, cuando éstos tuvieren ocho años de edad, el pecado recaerá sobre las cabezas de los padres.»

Notad que no dice sobre el maestro de la Escuela Dominical ni el de la Primaria, sino que el pecado recaerá sobre la cabeza de los padres.

Si los padres desean lograr el éxito en el matrimonio, deben pensar y ocuparse en primer lugar de las responsabilidades del hogar y la crianza de los hijos. Siempre debemos tener presente las famosas palabras del presidente David O. McKay: «No hay éxito que compense el fracaso en el hogar».

Permitid que el amor irradie en vuestro hogar y envuelva en él, no solamente a vosotros mismos, sino también a vuestros hijos, parientes y amigos.

El Señor nos mandó amarnos el uno al otro cuando dijo:

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» (Mat. 22:39.)

Evitad las peleas las críticas y los regaños. En 3 Nefi 11:29-30 el Señor dice:

«Aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino del diablo que es el padre de las contenciones, e irrita los corazones de los hombres, para que contiendan unos contra otros con ira.

He aquí, no es mi doctrina agitar con ira el corazón de los hombres, uno contra el otro; sino ésta es mi doctrina: que tales cosas cesen.»

También en Mosíah 4:14 vemos que los padres son responsables por el comportamiento de sus hijos:

«Ni permitiréis que vuestros hijos anden hambrientos o desnudos, ni que quebranten las leyes de Dios, ni que contiendan y riñan unos con otros y sirvan al diablo, que es el maestro del pecado, o el espíritu malo de quien nuestros padres han hablado, ya que es el enemigo de toda justicia.»

Una de las cosas más importantes  que necesitáis recordar  es arrodillaros con vuestra familia para orar, por la mañana y por la noche. Tomad turnos para agradecer al Padre Celestial por las bendiciones que El os ha dado y pedirle las cosas que necesitáis. Nuestro Padre Celestial siempre contesta nuestras oraciones; a veces las respuestas no son las que queremos, pero yo os aseguro que éstas siempre son para nuestro bien. El sabe mejor que nosotros cOmo contestar las oraciones.

También, dedicad unos minutos cada día para estudiar juntos las Escrituras. En ellas encontramos respuestas a todos los problemas de la vida.

Finalmente, os hago el desafío de permanecer firmes en la fe, de asistir a vuestras reuniones, de magnificar vuestros llamamientos en el Sacerdocio. Esposas, apoyad a vuestros esposos en sus asignaciones en la Iglesia; y esposos, apoyad a vuestras esposas en la misma manera Id al templo a menudo, y llevad a vuestro hogar el espíritu que allí recojáis. Sed diligentes en guardar los convenios que habéis hecho o haréis en la Casa del Señor.

En un discurso dado en la Universidad de Brigham Young, el presidente Kimball dijo: «Casi todo matrimonio puede ser bello, armonioso, feliz y eterno, si las dos personas involucradas deciden que debería serlo, que debe serlo, y que lo será».

Que nuestro Padre Celestial os bendiga abundantemente en todos vuestros esfuerzos por lograr un matrimonio feliz en esta vida y en la eternidad, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.

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