Conferencia General Abril 1978
No contrastéis al Espíritu
élder James A. Cullimore
del Primer Quórum de los Setenta
Mis queridos hermanos, os traigo los saludos de los santos en Inglaterra y África del Sur. Es emocionante ver el progreso de la obra en esa área; hay ahora 27 estacas en Inglaterra y una en África del Sur; los líderes son capaces. y la obra está progresando y es una bendición para la gente.
Es un placer servir en esta área: al visitar las estacas, pregunto a menudo a los presidentes: «¿Cuál es la principal preocupación de su estaca?» Sin vacilar me contestan: «La poca dedicación de los miembros y la falta de determinación para dar al Señor el primer lugar en su vida». Recuerdo las palabras de Nefi:
«Y oí la voz del Padre que dijo: Sí, las palabras de mi Amado son verdaderas y fieles. Aquel que perseverare hasta el fin es el que se salvará.
Y ahora, amados hermanos míos, después de haber entrado en esta recta y angosta senda, quisiera preguntar, ¿ya se ha hecho todo? He aquí, os digo: No; porque no habéis llegado hasta aquí sino por la palabra de Cristo, con fe inquebrantable en él, confiando en los méritos de aquel que es poderoso para salvar.
Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo una esperanza resplandeciente, y amor hacia Dios y hacia todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo y perseverando hasta el fin. he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna.» (2 Ne. 31:15, 19-20.)
¡Cuán importante es tener la luz del Espíritu Santo para guiarnos! El Espíritu Santo, mediante el Santo Sacerdocio puede ennoblecer mucho nuestra vida.
«Y la luz que brilla, que os alumbra, viene de aquel que ilumina vuestros ojos, que es la misma luz que vivifica vuestros entendimientos.
La cual procede de la presencia de Dios para llenar la inmensidad del espacio.» (D. y C. 88: 11-12.)
El Señor dijo a Frederick G. Williams:
«Por tanto, sé fiel; desempeña el oficio al cual te he nombrado; socorre a los débiles; sostén las manos caídas y fortalece las rodillas desfallecidas.
Y si eres fiel hasta el fin, tendrás una corona de inmortalidad así como la vida eterna en las mansiones que he preparado en la casa de mi Padre.» (D. y C. 81:5-6.)
Dios da a cada uno de sus hijos su Espíritu para ayudarles a guardar los mandamientos y cumplir con el propósito de la vida. Pero está escrito:
«Cosas que ojo no vio, ni oído oyó ni han subido en corazón de hombre. son las que Dios ha preparado para los que le aman.
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino es Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabidu-ría humana, sino con las que enseña el Espíritu…» (1Cor. 2:9-l0, l2- l3.)
Del presidente Snow aprendemos los beneficios de buscar el Espíritu:
«Hay sólo una manera por la cual todos pueden conservar limpia la conciencia ante Dios y los hombres, la cual es guardar dentro de sí el Espíritu de Dios, que es el Espíritu de revelación a cada hombre y mujer. Les revelará aun en lo más sencillo, cómo discernir la naturaleza de este Espíritu, para que podamos entender sus sugerencias, y entonces siempre haremos lo bueno. Este es el privilegio de cada Santo de los Últimos Días. Sabemos que tenemos derecho a las manifestaciones del Espíritu cada día de la vida. El espíritu está con cada hombre y mujer para que nunca tengan que andar en las tinieblas: y no es necesario que acudan a la Primera Presidencia, o a los Doce, o a los élderes de Israel por consejo, pues lo poseen dentro de sí. Desde el momento en que recibimos el evangelio, en que nos bautizamos, y nos dan el don del Espíritu Santo, tenemos un amigo, si no lo echamos de nuestro lado haciendo el mal. Este amigo es el Espíritu Santo, el que comparte las cosas de Dios y nos las manifiesta, para que andemos en la luz de la verdad y no en las tinieblas de la incertidumbre.» (Conferencia, abril de 1899, pág. 52.)
El apóstol Pablo nos exhortó a no contristar el Espíritu Santo de Dios, pues de lo contrario lo perderíamos:
«Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.» (Efe. 4:30-32.)
El presidente Lee ha dicho: «He aprendido un poco de lo que el Espíritu enseña, y sé que el lugar de seguridad en este mundo no es uno solo. No importa dónde vivamos, lo importante es cómo vivimos. Esta seguridad viene cuando obedecemos los mandamientos, cuando gozamos del compañerismo, de la dirección, el consuelo, y la guía personal del Espíritu Santo del Señor, cuando escuchamos a los hombres que han sido apartados para hablar por Dios, y cuando seguimos los consejos de la Iglesia.» (Conferencia abril de 1943, pág. 129.)
El elemento vital de la Iglesia es el Espíritu Santo, obrando mediante el Santo Sacerdocio. El Señor dijo a Oliverio Cowdery:
«De cierto de cierto te digo, que así como vive el Señor, quien es tu Dios y tu Redentor, tan ciertamente recibirás el conocimiento de cuantas cosas pidieres en fe, creyendo que recibirás…
Sí, he aquí, te lo manifestaré en tu mente y corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón.
Ahora he aquí, este es el espíritu de revelación…» (D. y C. 8: 1-3.)
Esta es la manera en que recibe inspiración el Presidente de la Iglesia.
Este es el mismo espíritu que inspira a los presidentes de estaca y a los obispos, y a los miembros de la Iglesia.
Me gustan las palabras de uno de nuestros himnos:
Tu Espíritu, Señor,
Nuestra alma conmueve
Y al interno fulgor
De su radiante llama
En nueva luz vemos la mira sagrada,
Y sentimos cerca Tu presencia arcana.
Ni la zarza ardiente en el Sinaí
Nos traerá Señor más cerca de Ti.
¿No quema en el pecho
Nuestro corazón?
Saber que el Espíritu aquí se posó
De anhelos al alma por servir la llena,
Y el sendero allana del sacro deber.
Que todos los días su soplo en vigor
Nos inste a lo noble, rogamos, Señor.
( Himnos de Sión, en inglés, No. 204.)
Quiero dejaros mi testimonio hermanos y hermanas, de la verdad de esta gran obra, que he recibido de la misma manera, mediante el testimonio del Espíritu Santo, en el nombre de Jesucristo. Amén.
























