El desarrollo espiritual de nuestros hijos

Conferencia General Octubre 1978logo pdf
El desarrollo espiritual de nuestros hijos
Elder M. Russell Ballard
del Primer Quórum de los Setenta

M. Russell Ballard«¡Cuán importante es para los padres comprender el plan eterno que nuestro Padre Celestial  tiene al enviarnos a sus hijos espirituales, confiándonoslos por unos pocos años!»

Recientemente sostuve entre mis brazos a nuestro primer nieto y experimente el mismo sentimiento que cuando sostuve a cada uno de mis hijos momentos después que ellos nacieron. Cuando mire sus inocentes caritas, estas preguntas vinieron a mi mente: ‘ ¿Quién eres, mi pequeño’? ¿Qué es lo que nuestro Padre Celestial quiere que hagas aquí en esta vida’?» Me imagino que muchos de vosotros, padres, habéis tenido los mismos pensamientos al sostener por primera vez a vuestros hijos.

Me pregunto si el padre del presidente Spencer W. Kimball. cuando por primera vez tomó a su hijo en brazos, tendría alguna idea de que a su hogar había venido un espíritu ordenado en la vida premortal, para que un día se desarrollara y fortaleciera espiritualmente de tal manera, que llegara a ser Profeta y Presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Es posible, mis hermanos, que entre Los pequeñitos que tenéis en vuestro hogar y a vuestro cuidado, se encuentren hijos espirituales que os han sido enviados a fin de que los guiarais y prepararais para cumplir llamamientos como Autoridades Generales, presidentes de estaca, obispos, presidentas de Primaria, presidentas de la Sociedad de Socorro, etc. En algún hogar hay ahora un pequeño que fue enviado por nuestro Padre Celestial para que algún día sea llamado a sentarse donde nuestro Profeta está sentado. Sea quien sea que este entrenando a nuestro profeta de generaciones futuras, por favor, guiadlo bien; enseñadle a amar al Señor, a amar las Escrituras, a amar a su prójimo, así como el presidente Kimball nos ama.

¿Qué podemos hacer para mejorar la preparación espiritual de nuestros hijos, a fin de que ellos puedan desempeñar sus cargos eternos’? Quizás la respuesta más apropiada sea enseñarles a vivir los principios del evangelio. Para ser buenos maestros debemos aprender a ser mejores oidores. Quisiera compartir con vosotros una experiencia personal. Cuando nuestro primer hijo tenía cuatro años, parecía ser el culpable de una travesura, lo cual requería un consejo de padre. Lo lleve al dormitorio, le hable acerca de lo que había hecho y le explique por qué no debería hacerlo otra vez. Cuando termine mi discurso, este pequeño niño de ojos oscuros, me miró fijamente y me dijo: ‘ Pero papa, yo no lo hice». A través de sus ojos, su espíritu me habló y supe que estaba diciéndome la verdad. Entonces lo abrace, y le pedí perdón. Su espíritu, aunque encerrado en un cuerpo mortal de solo cuatro años, me habló con fuerza aquel día y aprendí de él una gran lección: Debemos esforzarnos siempre por ser bueno oidores.

¡Cuán importante es para los padres comprender el plan eterno que nuestro Padre Celestial tiene al enviarnos a sus hijos espirituales, confiándonoslos por unos pocos años! Pensémoslo por un momento. Dentro del cuerpo humano existe un espíritu viviente, nacido a nuestros amorosos Padres Eternos. Cuando los padres saben esto, pueden guiar mejor a su familia concentrándose en la relación eterna y el verdadero propósito de la vida.

Algunos hijos reciben cuerpos mortales con limitaciones que pueden restringir sus actividades físicas, pero no su desarrollo espiritual. En el plan eterno de nuestro Señor, quizás el progreso espiritual de los otros miembros de la familia requiera la presencia de un niño con alguna limitación física.

Me maravilla el pensar en la gran confianza que Dios nos demuestra y que ha puesto en nosotros, al permitirnos el privilegio de ser los padres mortales de Sus eternos hijos espirituales. Nunca debemos olvidar que Él tiene un interés muy especial en cada uno de nosotros y debemos darnos cuenta de la importancia de cada alma humana en el plan eterno de Dios. Cuando comprendemos esto, podemos ir confiados ante El en oración a buscar Su guía y dirección en nuestra sagrada tarea como padres. Él dijo:

»Porque he aquí, esta es mi obra y mi gloria: llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre. » (Moisés 1:39.)

Me parece que en estas palabras se resume el importante papel que tenemos los padres en la vida eterna de cada miembro de nuestra familia.

Yo creo que los cuerpos mortales crecen y maduran físicamente con un esfuerzo relativamente simple de parte de los padres. Cuando nos aseguramos de que nuestros hijos tengan un descanso apropiado, la comida, y el ejercicio necesarios, generalmente vemos que el cuerpo alcanza total madurez a su debido tiempo. A medida que el proceso de madurez continua, comenzamos a notar que el cuerpo físico se envejece, que aparecen arrugas donde la piel era tersa, que la mayor parte del cabello se vuelve gris y por último se vuelve blanco. Este proceso continúa, y el resultado es la muerte. El eterno espíritu del hombre entonces sale de su cuerpo mortal y va a presentarse a nuestro Padre Celestial.

Algunos padres se empeñan tanto en proporcionarles a sus hijos todo lo que desean, que ellos comienzan a suponer que todo es muy fácil en esta vida y que su salvación y progreso eternos vendrán por si solos. He notado que muchos hijos que viven rodeados de lujo, pueden perder sus valores espirituales y perder de vista la prioridad de las cosas espirituales y eternas. Creo que debemos pensar un momento y hacer un cuidadoso inventario, para determinar el progreso espiritual que está haciendo nuestra familia. Podemos preguntarnos cómo estamos alimentando, nutriendo y capacitando a estos espíritus de nuestros hijos; y cómo los hemos enseñado, capacitado, amado e inspirado a fin de edificar su fortaleza espiritual. Nosotros mismos recibimos mucha enseñanza, y la Iglesia nos ha dado el programa tan especial de la noche de hogar para ayudarnos a cumplir este propósito. Recordemos, que la eternidad está al alcance, que no se trata de un indefinido y distante futuro. Si no nos preparamos para la vida eterna, entonces nos estamos preparando para algo más, algo muy inferior.

He notado que el espíritu del hombre no es como el cuerpo, que crece y envejece, sino que es todo lo contrario. Si ha tenido el debido cuidado, en lugar de ir entorpeciéndose en sus movimientos y disminuyendo en capacidad, como el cuerpo mortal, el espíritu adquiere más confianza y crece en fortaleza en la presencia de Dios. En los ojos de los que tienen espíritu fuerte, podemos presentir el poder y la fortaleza. Aquellos de nosotros que somos bendecidos al observar de cerca a la Primera Presidencia y los miembros del Consejo de los Doce, podemos testificar que sus cuerpos físicos no tienen relación con la capacidad de sus espíritus.  Testifico que cuando se estrecha la mano de alguno de ellos, se puede sentir el poder y la fortaleza de sus espíritus, y darse cuenta de que a través de una vida de obediencia al evangelio, ellos han desarrollado sus espíritus a tal grado que ahora pueden fortalecer a toda la Iglesia. Sé que miles de nuestros santos han aprendido que el desarrollo espiritual es la parte más importante de la vida. Cuan bendecidos son los hijos que han sido guiados por padres que comprenden y les enseñan esto.

Por lo tanto, mi mensaje es este: Cuidadosa y conscientemente debemos proveer una sólida capacitación para el desarrollo espiritual eterno de nuestros hijos. Para esto se requiere un plan cuidadosamente elaborado, porque proveerles desarrollo espiritual no es tan simple como hacer reuniones para discutir sus necesidades físicas.

Los profetas del Señor, tanto los antiguos como los de nuestros días, han dado instrucciones claras. Moisés nos dio los Diez Mandamientos básicos. A estas instrucciones, el Salvador añadió el Evangelio sempiterno de Jesucristo. En 1820, nuestro Padre Celestial y su amado Hijo, aparecieron personalmente al profeta José Smith y restauraron la plenitud del Evangelio con todo el poder del Sacerdocio para actuar en su nombre en asuntos espirituales. A medida que nos familiarizamos con las revelaciones de los profetas, antiguos y contemporáneos, es abrumadora la evidencia de que nuestro Padre Celestial esta más preocupado por el desarrollo espiritual de sus hijos que por el físico.

Es hermoso saber que si podemos construir sobre una sólida base espiritual, si podemos arrepentimos de nuestros pecados y progresar en sabiduría, conocimiento, y comprensión, podemos morar en la presencia de nuestro Padre Celestial y su amado Hijo, Jesucristo, para siempre jamás. Esta es la vida eterna, el más grande de todos los dones de Dios. (D. y C. 14:7.)

Sé que Dios vive, que todos somos Sus hijos. Testifico que Jesús es el Cristo, y que si buscamos la verdad, y seguimos Su ejemplo, podremos vivir de acuerdo con el nivel espiritual que nuestro Padre Celestial espera de nosotros. Que seamos bendecidos para poder hacerlo, lo pido en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amen.

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