Conferencia General Abril 1980
Comunión con el Espíritu Santo
élder James E. Faust
del Consejo de los Doce
En la conferencia de área que se realizó en Samoa en 1976, el presidente Spencer W. Kimball dijo: «A menudo tenemos conferencias de prensa y los periodistas nos hacen esta pregunta: `¿Cuál es el mayor problema que debe enfrentar su iglesia hoy día?’ A esto contestamos que es su rápido crecimiento. Es muy difícil ir al paso con el crecimiento de la Iglesia en muchos países». (Conferencia de Área de Samoa, Conference Report, febrero de 1976. )
Han pasado 150 años desde que fue organizada La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. ¿Por qué esta Iglesia continúa prosperando y creciendo tan rápidamente? En 1979 hubo casi doscientos mil bautismos de conversos, además de los que se efectúan con el natural crecimiento de la Iglesia. ¿En qué se diferencia La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de todas las demás? Creemos que podemos contestar esta pregunta mejor que nadie.
Muchas características son particularidad de nuestra fe. Entre ellas está su organización con profetas y apóstoles, de quienes Pablo dijo son el fundamento de la Iglesia (Efesios 2:20); el Primer Quórum de los Setenta, también el gran orden del liderazgo laico del sacerdocio, el sistema misional, el programa de bienestar, los templos, la obra genealógica y muchos otros aspectos que la distinguen.
Sin embargo, hay otra razón de nuestro crecimiento que sobrepasa todas las demás. De una entrevista que tuvieron en 1839 el profeta José Smith y Martin Van Buren, entonces Presidente de los Estados Unidos, se registra lo siguiente:
«En nuestra entrevista con el Presidente, él nos preguntó en qué punto nuestra religión se diferenciaba de las demás de esos días. El hermano José dijo que éramos distintos en la forma de bautizar y en la de otorgar el don del Espíritu Santo por la imposición de manos; y que todos los demás aspectos están incluidos en el don del Espíritu Santo . . .» (History of the Church, 4:42. )
Uno de los motivos por el cual la respuesta del Profeta fue tan inspirada se debe a que a cada miembro de esta Iglesia se le confiere, inmediatamente después del bautismo, el derecho de gozar los dones maravillosos del Espíritu Santo. Esto es en cumplimiento de la promesa del Salvador:
«Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.» (Juan 14:16.)
Este don poderoso da a los líderes y a todos los miembros dignos de la Iglesia el derecho a gozar de los dones y la compañía del Espíritu Santo, un miembro de la Trinidad cuyo propósito es el de inspirar, revelar y enseñar «todas las cosas» (Juan 14:26). El resultado de este privilegio es que por 150 años los líderes y miembros de esta Iglesia han gozado y gozan de revelación e inspiración continuas que los guían a hacer lo que es justo y bueno.
La inspiración y revelación son tan comunes y tan difundidas entre los líderes y miembros fieles de esta Iglesia que se pueden encontrar en las congregaciones grandes y pequeñas, y en todo lo que se hace bajo su influencia hay implícita una fuerte base espiritual.
¿Por qué prospera y crece esta Iglesia? Porque los líderes y los miembros tienen dirección divina. Esto comenzó en nuestros días cuando Dios el Padre y Jesucristo se aparecieron a José Smith en la primavera de 1820. Sin embargo, creemos que la inspiración de Dios no se limita a los miembros de esta Iglesia. La Primera Presidencia ha declarado:
«Los grandes líderes religiosos del mundo tales como Mahoma, Confucio, y los reformadores, así como los filósofos incluyendo a Sócrates, Platón y otros, recibieron una parte de la luz de Dios, quien también les dio verdades morales para iluminar naciones enteras y conducir a los individuos a un nivel más alto de entendimiento . Creemos que Dios ha dado y seguirá dando a todos suficiente conocimiento para ayudarlos a encontrar el camino de la salvación eterna.» (Declaración de la Primera Presidencia, el 15 de febrero de 1978.)
No obstante, declaramos con toda solemnidad que sabemos que la salvación en el mundo venidero depende del hecho de aceptar el Evangelio de Jesucristo tal como se enseña en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Un elemento para la salvación es la revelación personal. José Smith dijo que «ningún hombre puede recibir el Espíritu Santo sin recibir revelaciones, porque el Espíritu Santo es un revelador» (History of the Church, 6:58).
Los Santos de los Últimos Días que han recibido el don del Espíritu Santo por la imposición de manos tienen el derecho de recibir inspiración personal en los pequeños problemas diarios, así como cuando se enfrentan con los gigantescos Goliates de la vida.
David, el hijo menor de Isaí, era un simple y valiente pastorcito que se ofreció a luchar contra el gigante Goliat. David y todo el ejército de Israel se sintieron insultados por las burlas humillantes de este gigante formidable, pero David sabía que la inspiración lo había traído para salvar a Israel. El rey Saúl estaba tan impresionado con la fe y la determinación de este jovencito que le permitió luchar contra Goliat.
Goliat se burlaba de David al verlo tan joven y sin armas, pero éste contestó que venía «en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel», y que toda la congregación sabría «que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla» (1 Samuel 17:45, 47). Luego tiró una piedra con la honda con tal fuerza y exactitud que ésta se clavó en la frente de Goliat quien cayó muerto a tierra mientras los filisteos huían asustados.
¿Qué es lo que ha pasado con el Dios viviente de David? Es el mayor insulto a la razón sugerir que
Dios, que habló tan libremente a los profetas del Antiguo Testamento, incluyendo a Abraham, Moisés, Isaías y otros profetas, ahora permanece callado, reservado y silencioso.
Bien podemos preguntar, ¿Dios nos ama menos a nosotros que a aquellos que eran guiados por los profetas de la antigüedad? ¿Necesitamos menos de su guía y enseñanzas? El razonamiento nos dice que esto no puede ser. ¿No le importamos? ¿Ha perdido la voz? ¿Se ha ido de vacaciones permanentes? ¿Estará durmiendo? La irracionalidad de estas sugerencias es evidente.
Mientras el Salvador enseñaba en la sinagoga de Capernaum, proclamó su divinidad en términos que no dejaban lugar a dudas. Veamos esta declaración de Juan:
«Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.» (Juan 6:66-69.)
Nosotros reconocemos y testificamos que también tenemos el mismo testimonio que Pedro recibió de la divinidad de Cristo.
La revelación personal llega a nosotros como un testimonio de la verdad y como una guía para los asuntos temporales y espirituales. Los miembros de la Iglesia saben que la inspiración del Espíritu se puede recibir en todos los aspectos de la vida, incluso en las decisiones del diario vivir (véase D. y C.
42:61). Nadie podría pensar en tomar una decisión importante tal como: «¿Quién será mi compañero?», «¿Qué trabajo debo hacer?» «¿Dónde viviré?» y «¿Cómo viviré?» sin buscar la inspiración del Dios Todopoderoso.
Muchos fieles Santos de los Últimos Días han sido advertidos por el Espíritu de accidentes o muerte. Entre estos casos se encuentra un relato del presidente Wilford Woodruff:
«Cuando volví a Winter Quarters en 1847, el presidente Young me dijo: `Hermano Woodruff, quiero que vaya con su esposa y sus hijos a Boston y se quede allí hasta que pueda juntar a todos los santos de Dios en Nueva Inglaterra y Canadá, y los envíe a Sión’.
Hice lo que me había indicado. Me llevó dos años reunir a todos y cerré la marcha con una compañía (alrededor de cien personas). Llegamos a Pittsburgo un día al atardecer; no queríamos quedarnos allí, así que me dirigí al primer barco que estaba por zarpar. Fui a ver al capitán e hice los arreglos de los pasajes para todos. Apenas había terminado de hacerlo cuando el Espíritu me dijo en una forma muy enérgica: `No viajes a bordo de ese barco, ni tú ni tu compañía’. Por supuesto volví a hablar con el capitán y le dije que había cambiado de idea y que esperaríamos.
El barco partió, y cuando había avanzado sólo unas cinco millas por el río, se produjo un incendio y unas trescientas personas murieron quemadas o se ahogaron. Pueden ver cuál hubiera sido el resultado si hubiésemos viajado en esa nave desobedeciendo las indicaciones del Espíritu.» (The Discourses of Wilford Woodruff, comp. por G. Homer Durham, Salt Lake City, Bookcraft, 1946, págs. 294295.)
Hay algunas guías y normas necesarias para poder recibir revelación e inspiración; ellas incluyen: (1) tratar honesta y sinceramente de guardar los mandamientos de Dios, (2) estar espiritualmente preparado para recibir un mensaje divino, (3) pedir en oración ferviente y humilde, y (4) buscar con una fe inquebrantable.
Testifico que la inspiración puede ser la fuente de esperanza, guía y fortaleza de cada persona. Este es uno de los maravillosos tesoros de la vida e implica el llegar al conocimiento infinito de Dios.
¿Cómo actúa la revelación y la inspiración? Cada persona tiene en sí un «aparato receptor» que cuando está perfectamente sintonizado puede recibir comunicación divina. Job dijo:
«Ciertamente espíritu hay en el hombre,
Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda.» (Job 32:8.)
Es posible ser guiados completamente por el Espíritu como Nefi, «sin saber anticipadamente» (1 Ne. 4:6) lo que se debe hacer.
¿Cómo se recibe la inspiración? Enós declaró:
«Y mientras me hallaba así luchando en el espíritu, he aquí que la voz del Señor de nuevo llegó a mi alma . . .» (Enós 10.)
No es necesario que oigamos claramente una voz; el espíritu de revelación viene a nosotros por confirmación divina. El Señor dice en Doctrinas y Convenios:
«. . . te lo manifestaré en tu mente y corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón.» (Sección 8:2.)
¿Cómo era la voz del Señor que oyó Elías tisbita? No era el «poderoso viento que rompía los montes y quebraba las peñas», tampoco «estaba en el terremoto», ni siquiera «estaba en el fuego» sino que estaba en «un silbo apacible y delicado» (1 Reyes 19:11-12).
Esta es la voz interior del Espíritu que tiene la capacidad de susurrar y penetrar todas las cosas. (Véase D. y C. 85:6.) Helamán dijo:
«. . . no era una voz de trueno, ni una voz de ruido tumultuoso, mas he aquí, era una voz apacible de perfecta suavidad, como si hubiese sido un susurro, y penetró hasta lo más profundo del alma.» (Hel. 5:30)
Así el Señor, por revelación, trae inspiración a nuestra mente en forma de pensamiento, como si una voz estuviera hablando. El presidente Harold B. Lee dio este testimonio:
«Tengo un corazón creyente debido a un simple testimonio que logré cuando tenía alrededor de diez, quizás once, años de edad. Estaba con mi padre en una granja alejada de nuestro hogar, tratando de distraerme un poco mientras mi padre se preparaba para volver a casa. Por sobre la cerca pude ver que en el otro lado había unos cobertizos destartalados, ideales para atraer la atención de un niño curioso y aventu¬rero como era yo. Comencé a trepar la cerca para ir del otro lado cuando oí una voz tan claramente como ustedes están oyendo la mía, que llamándome por mi nombre me decía: `No vayas’. Me di vuelta para ver si era mi padre quien me hablaba, pero él estaba lejos en el otro extremo del campo. Allí no había persona a la vista. Entonces me di cuenta, a pesar de ser un niño, de que había seres a quienes yo no podía ver y que había oído una voz. Cuando oí y leí los relatos del profeta José Smith, también yo supe lo que significaba oír una voz porque yo también había tenido esa experiencia.»
Aunque cada miembro fiel de la Iglesia puede recibir revelación personal, solamente hay un hombre sobre la tierra que recibe revelación para toda la Iglesia.
Comenzando con José Smith, el Profeta de la restauración, ha habido profetas vivientes de Dios designados para comunicarse con los líderes de la Iglesia, si fuera necesario, minuto a minuto, día a día, y hora por hora.
El presidente Wilford Woodruff, cuarto Presidente de la Iglesia, dijo: «La Iglesia de Dios no podría vivir veinticuatro horas sin revelación.» Roy W. Doxey nos hace recordar que:
«Cada día hombres y mujeres llegan a entender por medio de la revelación la verdad básica de que el Señor ha restaurado su evangelio y su Iglesia.
Cada día los líderes de la Iglesia son guiados por revelación para dirigir en todo el mundo los asuntos generales y locales de la Iglesia.
Cada día los misioneros Santos de los Últimos Días son tocados por el espíritu de revelación para dar testimonio, para saber lo que deben decir, para saber lo que deben hacer, y para enseñar.
Cada día la intención y la voluntad del Señor tal como ha sido revelada en los libros canónicos de la Iglesia se ilumina en la mente de los Santos de los Últimos Días por el espíritu de revelación.
Cada día aumenta la fe en el corazón de los fieles debido a las evidencias de la revelación en sus vidas-en decisiones relacionadas con el matrimonio, vocación, asuntos del hogar, negocios, preparación de lecciones, señales de peligro- de hecho, en todos los aspectos de la vida.
Cada Santo de los Últimos Días puede saber por el espíritu de revelación que el presidente Joseph Fielding Smith dijo la verdad cuando declaró:
‘El Señor no solamente bendice a los hombres que ocupan la cabecera y que tienen las llaves del reino, sino que El también bendice con el espíritu de inspiración a cada individuo fiel’. (Doctrina de Salvación, 1:267. )»
El 10 de junio de 1978 recibió la humanidad una de las más grandes revelaciones que jamás se ha recibido en la historia del mundo. Se reveló que todos los hermanos dignos en la Iglesia, sin importar el color o la raza, podían recibir el sacerdocio.
¿Quién es el profeta del mundo en la actualidad? Testifico que el Profeta sobre la tierra hoy día es el presidente Spencer W. Kimball.
Deseamos que nuestros amigos sepan que cualquier persona devota de cualquier fe, en cualquier parte del mundo, que sea obediente y justa y que ore sinceramente puede recibir respuestas e inspiración de Dios.
Estamos seguros que para poder ser salvos en la presencia de Dios, es necesario aceptar la plenitud del Evangelio de Jesucristo. Damos solemne testimonio de que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la Iglesia de Dios sobre la tierra.
¿Por qué ha crecido esta Iglesia tan rápidamente durante estos 150 años? ¿Por qué continúa creciendo a paso cada vez más acelerado? El motivo se debe en gran parte a la revelación e inspiración divinas.
Ruego que podamos vivir de tal manera para lograr el gozo de tener la compañía del Espíritu Santo, pues el Espíritu Santo, bajo la dirección del Dios Todopoderoso, ha conducido a este su pueblo y a sus líderes durante 150 años desde la restauración del evangelio en sus humildes comienzos hasta llegar a ser la gran fuerza espiritual de la actualidad. Esta es mi humilde oración y testimonio, y lo dejo en el nombre sagrado y santo del Señor Jesucristo. Amén.
























