Vivamos dignamente

Conferencia General Abril 1982logo pdf
Vivamos dignamente
por el presidente N. Eldon Tanner
Primer Consejero en la Primera Presidencia

N. Eldon TannerMe complace mucho poder deciros algunas palabras antes de que termine esta conferencia.  Me siento muy bendecido esta tarde al poder sentarme junto al presidente Kimball, a quien he echado mucho de menos.  Estamos muy agradecidos por las veces en que se han unido a nosotros en las reuniones del Consejo de los Doce y la Primera Presidencia.  Cuando nos reunimos en el templo el jueves pasado, el Presidente fue y nos expresó su amor por todos nosotros.  Estamos agradecidos de tenerlo como nuestro líder.

Quisiera decir que he tenido el privilegio de asistir a algunas reuniones dirigidas por las hermanas, y que llevan adelante la obra en una forma maravillosa.  Que el Señor las bendiga.

En esta conferencia hemos sido muy afortunados al poder escuchar a las Autoridades Generales dando su testimonio, hablándonos de profecías Y bendiciones y describiendo e, progreso que ha hecho la Iglesia. Todos y cada uno de estos buenos hermanos tienen un testimonio muy firme del evangelio.  Ellos no mentirían.  Nos dicen la verdad con un espíritu que no podremos olvidar.  Estoy seguro de que sabéis que lo que os han dicho es verdadero, y estáis de acuerdo con ellos.

Al recordar sus palabras, tratad de determinar cuál de vuestras debilidades trataréis de corregir a fin de disfrutar de la presencia de nuestro Padre Celestial y de sus bendiciones.

He tenido el gran privilegio de ser consejero en la Primera Presidencia y trabajar muy de cerca con cuatro de nuestros presidentes. Los cuatro tenían personalidades totalmente diferentes, y ha sido un gran honor poder observar cómo el Señor ha obrado por medio de ellos; no hay duda del motivo por el cual fueron elegidos.  Seguid sus enseñanzas.

Ruego humildemente que cada uno de nosotros regrese a su hogar con una idea fija: la de ser mejores y más merecedores de las bendiciones que recibimos.  A la hora del almuerzo hoy, le pedí a uno de mis nietos que bendijera los alimentos y me sentí muy complacido con él cuando pidió: «Y ayúdanos a recordar lo que hemos aprendido en esta conferencia, a vivir dignamente y a aplicarlo en nuestra vida.»

Mis hermanos, que el Señor nos dé una comprensión clara de lo que debernos mejorar en nosotros a fin de servirle.  Empecemos inmediatamente a poner en práctica algunos de los principios que hemos aprendido hoy.

Me siento muy feliz de haber podido estar con vosotros esta tarde. Estoy satisfecho con la forma en que se ha desarrollado la conferencia.  Esta ha sido magnífica y el tener al presidente Kimball con nosotros es una gran bendición.  Que el Señor nos bendiga para que hagamos su voluntad y obedezcamos los mandamientos.  Lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo.  Amén.

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