Las escrituras

Conferencia General Octubre 1982logo pdf
Las Escrituras
Por el élder Boyd K. Packer
del Consejo de los Doce

President Boyd K. PackerQuisiera hablaros de una obra que se realiza en la Iglesia y que progresa silenciosamente hasta el punto de pasar casi inadvertida. Encontramos sus comienzos en la época del Antiguo Testamento y es el cumplimiento de una profecía de Ezequiel, quien dijo:

«Vino a mi palabra de Jehová. diciendo:

«Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en el: Para Judá, v para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en el: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros.

«Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano.» (Ezequiel 37:1a-17.)

Los palos, por supuesto, son registros o libros. En el Israel antiguo, los registros se escribían sobre tablas de madera o en papiros enrollados sobre palos. De acuerdo con la profecía, el registro de Judá y el registro de Efraín llegarían a ser uno en nuestras manos. Dos acontecimientos relacionados con el cumplimiento de esta profecía tuvieron lugar en una imprenta.

El primero comenzó en el segundo piso de un edificio de la calle principal del pueblo de Palmyra, Nueva York. En junio de 1829, José Smith y Martin Harris fueron a ver al señor Egbert B. Grandin, el dueño de la imprenta, para hablar de la publicación de un nuevo libro de Escrituras. Grandin tenía 23 años y era tres meses menor que José Smith. Hacía tres meses que había ofrecido sus servicios para la publicación de libros, empresa bastante difícil para una pequeña imprenta que solo contaba con una maquina impresora que funcionaba a mano.

Otros habían rehusado publicar el libro, y el joven Grandin, que era un hombre religioso, no estaba muy seguro de querer hacerlo: pero como se ofrecía de garantía una hipoteca sobre la granja de Martin Harris, firmo el contracto y el libro comenzó a imprimirse en agosto de 1829.

No bien había comenzado la obra cuando un tal Obadiah Dogberry, hijo, empezó a robar páginas del manuscrito y a publicarlas en su periódico semanal, The Reflector, junto con comentarios que ridiculizaban su contenido.

En marzo de 1830 termino de imprimirse el Libro de Mormón y comenzó a hacerse propaganda para venderlo. Tuvo tan mala acogida que no se vendió, y Martin Harris perdió su granja.

Así fue el comienzo de otra época en la historia de las Escrituras. El profeta José Smith y los que le sucedieron, hasta el día de hoy, han proclamado que el Libro de Mormón es otro testamento de Jesucristo Obadiah Dogberry y sus seguidores, influenciados por un espíritu antagonista, lo han difamado, valiéndose de los mismos métodos.

Ciento cuarenta y ocho años más tarde, en junio de 1977, otra vez en una imprenta, tuvo lugar otra etapa de la unión de estos dos palos o registros.

James Mortimer, un hombre con mucha experiencia en la publicación de Escrituras, y Ellis T. Rassmussen, reciente Decano de la Facultad de Instrucción Religiosa de la Universidad Brigham Young, fueron a la imprenta de la Universidad Cambridge, en la ciudad del mismo nombre, Inglaterra. Esta prestigiosa institución había comenzado a imprimir la Biblia 293 años antes de que Egbert Grandin abriera su imprenta en Palmyra.

Tuvieron allí una entrevista con el señor Roger Coleman, director de las publicaciones religiosas, para hablar de la publicación de una edición extraordinaria de la Biblia. Los editores demostraron acerca del proyecto la misma desconfianza que había demostrado Egbert Grandin casi 1a0 años antes.

La imprenta de Cambridge había estado imprimiendo la versión de la Biblia hecha por el rey Santiago (en inglés) desde la primera edición que salió en 1611, pero nunca se les había pedido que hicieran algo semejante. No deseaban que se cambiara ni una sola palabra del texto, pero todas las notas al margen, las referencias correlacionadas, las introducciones a los capítulos, los índices, etc., se reemplazarían por otros. La numeración de los versículos y capítulos tampoco sufriría cambios.

. . . Eso era solo el comienzo. Esta edición de la Biblia tenía referencias relacionadas con otros tres libros de Escrituras: el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio. Los editores apenas habían oído nombrar estos libros. Pero eso no era todo; se proponía utilizar un nuevo sistema de notas al pie de la página. En lugar de ir de la «A» a la «Z» en cada capítulo, las referencias comenzarían con la «A» en cada uno de los versículos, pues estos llevarían muchas anotaciones al margen.

Los problemas técnicos parecían insuperables. Se podrían utilizar computadoras (ordenadores), pero había que tener en cuenta de que los hombres que las operaban no eran infalibles. ¿Cómo se podría correlacionar la Biblia con otros tres libros por medio de referencias? Esto requeriría miles de anotaciones al margen, que proporcionarían cientos de miles de posibles combinaciones de información. Era un proyecto demasiado amplio para siquiera ser considerarlo. La parte técnica era demasiado compleja y ni hablar de la dificultad de la posible comisión de errores mecanices o de contexto en el texto mismo de la Biblia. Era un cometido imposible de alcanzar.

En la reunión también se encontraba uno de los editores, llamado Derek Bowen, una persona fuera de lo común. Una herida sufrida durante la Segunda Guerra Mundial lo había dejado sordo v, de allí en adelante, se había dedicado, con una tremenda habilidad compensatoria, a la corrección e impresión de Biblias. Tal vez el fuera el único hombre en el mundo que pudiera encargarse del proyecto.

Todos los problemas ya mencionados se relacionaban únicamente con las dificultades de la impresión. Por otra parte, estaba la recopilación y organización de los miles de anotaciones, que requeriría la colaboración de cientos de personas; hacía años que estaba llevándose a cabo, y sin la ayuda de la computadora hubiera sido una tarea imposible.

Esto era tan solo la fase inicial: el nuevo volumen también tendría una guía temática y de concordancias, cubriendo cientos de temas, un diccionario bíblico, mapas y un nuevo formato, el cual incluiría nuevos encabezamientos para los capítulos. Todo se haría en conformidad con el sagrado mensaje del Antiguo y del Nuevo Testamentos.

Después de varios años, pedimos que nos informaran acerca del progreso del trabajo difícil y tedioso de poner los temas en orden alfabético, y respondieron: «Comenzamos con AMOR, pasamos por CIELO e INFIERNO, Luego por JURAMENTO de abandonar todo, y ahora estamos próximos al REMORDIMIENTO».

Los 750 subtítulos para la guía temática se obtuvieron por un arduo proceso de eliminación de una lista el doble de larga, porque había que tomar en consideración que el libro tenía que ser de un tamaño manuable. Los que trabajaron en esta obra sentían la influencia de un espíritu especial y tienen mucho que decir acerca de las bendiciones que recibieron y las experiencias espirituales que vivieron.

Después de un total de más de siete años de un trabajo silencioso e intenso, la Iglesia publicó su edición especial de la Biblia (versión del rey Santiago, en inglés). El trabajo en el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio estaba en progreso. A través de los años habían llegado a nuestras manos manuscritos que facilitaron la corrección de errores de imprenta que aparecían en ediciones anteriores.

Además de los estudiantes de religión y de los devotos miembros de la Iglesia, estudiarían el libro los ojos fríos e imparciales de los eruditos, y lo examinarían a fondo los enemigos y difamadores de la Iglesia. Debía ser correcto en todos sus detalles. Por fin, dos años más tarde, terminaron de publicarse estos libros, y resultaron ser los más exactos que hemos publicado hasta ahora.

Tres meses después, Derek Bowen, el gran editor de Biblias, falleció en Inglaterra.

También debo deciros que de acuerdo con una reciente decisión de las Autoridades Generales, el Libro de Mormón de ahora en adelante se publicara con el título: «El Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo».

El palo o registro de Judá, el Antiguo y el Nuevo Testamento, y el palo o registro de Efraín, el Libro de Mormón: (el Otro Testamento de Jesucristo), están ahora entrelazados de tal manera que el estudiar uno nos insta a estudiar el otro; el aprender de uno aclara el conocimiento del otro. Son, sin duda, uno en nuestras manos. La profecía de Ezequiel se ha cumplido.

Con el transcurso de los años, estas Escrituras producirán generaciones sucesivas de cristianos fieles que conocerán a Jesucristo y estarán dispuestos a obedecer su voluntad.

Las generaciones pasadas no disponían de estos libros, pero la generación futura podrá gozar de la claridad de las revelaciones como nunca nadie lo ha podido hacer en la historia del mundo. En sus manos están los palos de José y de Judá; adquirirán un conocimiento del evangelio mucho más amplio que el que sus antepasados pudieron lograr. Tendrán el testimonio de que Jesús es el Cristo v la capacidad de proclamarlo y defenderlo.

Sin la ayuda inspirada de cientos de personas dedicadas, esto hubiera sido imposible. Entre ellos se encontraban eruditos en hebreo, griego, latín y en estudios del Antiguo y Nuevo Testamento. Y más importante, se trata de hombres y mujeres dignos en cuya vida el evangelio de Jesucristo es la fuerza dominante. Su obra, ¡y ojalá ellos lo supieran! bien podría ser su contribución más grande en la vida mortal.

A medida que pasan las generaciones, y en la perspectiva de la historia, este será considerado como el mayor logro durante la presidencia del presidente Spencer W. Kimball.

Como consecuencia directa del proyecto de las Escrituras, se añadieron dos nuevas revelaciones al libro de Doctrina y Convenios, cosa que no había ocurrido en más de cien años. Y. antes de que se terminara la impresión, se recibió la gloriosa revelación sobre el sacerdocio, justo a tiempo para incluiría con todo lo demás que el Señor ha revelado a los santos en esta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos.

Aun todo esto es solo el principio, porque la obra se hizo únicamente en inglés. Ya se está proyectando el trabajo en español y a este seguirán los demás idiomas en los próximos años.

Al mismo tiempo que se trabajaba en esta publicación, otra obra estaba desarrollándose la reestructura de los cursos de estudio de la Iglesia. Todos los cursos de estudio para niños, jóvenes y adultos se modificaron para que estuvieran centrados en las Escrituras, en Jesucristo. Un verdadero ejercito de voluntarios, muchos de ellos expertos en redacción, educación, cursos de estudio y otros temas relacionados, trabajaron años para finalizar esta obra.

Mientras nosotros hemos estado afianzándonos más y más en las Escrituras, la mayoría de las otras iglesias cristianas han estado esforzándose por desprenderse de ellas, yendo río abajo, a la deriva, interpretando y revisando las Escrituras para que estén de acuerdo con las filosofías de los hombres. Nosotros, por el contrario, hemos estado remando río arriba contra la misma corriente. Estamos decididos a alcanzar el manantial de la revelación y la comunicación con lo divino, para conseguir, como lo manda el libro Doctrina y Convenios: «. . . que todo hombre pueda hablar en el nombre de Dios el Señor, el Salvador del mundo» (D. y C. 1:20).

Hay personas, tanto fuera como dentro de la Iglesia, que demuestran gran interés en lo que hacemos. Observan lo que ellos definen como el poderío, los recursos de la Iglesia, los cambios en la organización, los asuntos políticos y sociales, y sacan conclusiones. Escriben sus opiniones y las publican, afirmando que lo que escriben es un informe exacto y objetivo de lo que está sucediendo en la Iglesia. Pero en su vigilancia y alegatos, han pasado por alto lo más importante que hemos hecho en las últimas generaciones.

Algunos dicen que nos hemos extraviado, que no somos cristianos. Si se fijaran en aquello a lo que prestan menos atención y de lo cual tienen menos conocimiento, o sea, las Escrituras y revelaciones, encontrarían que en la guía temática hay 58 categorías de información acerca de Jesucristo; dieciocho páginas de letra pequeña, a espacio cerrado, que contienen literalmente miles de referencias en las Escrituras sobre este tema. Estas referencias tomadas de los cuatro libros canónicos constituyen la compilación más completa de información acerca de la misión y enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo que se haya realizado en la historia del mundo.

Esta obra confirma que aceptamos y reverenciamos a nuestro Señor Jesucristo y damos testimonio de Él. Leed dichas referencias y os daréis cuenta de quién es el que está a la cabeza de esta Iglesia, lo que enseña y por medio de que autoridad actúa. Todas ellas están ligadas directamente con el sagrado nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios, el Mesías, el Redentor, nuestro Señor.

Comencé con una cita de Ezequiel, profeta de Judá. Esos versículos del Antiguo Testamento tienen diez anotaciones al pie de la página. Una de ellas nos lleva al Libro de Mormón, otro testamento de Jesucristo, donde, al otro lado del mundo, Lehi, el profeta descendiente de Efraín, cito esta profecía:

«Por lo tanto, el fruto de tus lomos escribirá, y el fruto de los lomos de Judá escribirá; y lo que escriba el fruto de tus lomos, y también lo que escriba el fruto de los lomos de Judá, crecerán juntamente para confundir las falsas doctrinas, y poner fin a las contenciones, y establecer la paz entre los del fruto de tus lomos, y llevarlos al conocimiento de sus padres en los postreros días, y también al conocimiento de mis convenios, dice el Señor.» (2 Nefi 3:12.)

Una referencia podrá parecer un hilo muy frágil para ligar los dos libros, pero cinco de las diez anotaciones al pie de la página nos llevan a subtítulos en la guía temática donde se encuentran 611 referencias que amplían nuestro conocimiento de este tema y hablan como voces que claman desde el polvo. Hilos entrelazados como cuerdas que unen en nuestras propias manos los palos de Judá v de Efraín; ambos, testamentos de nuestro Señor Jesucristo.

Vuelvo a repetirlo: estas referencias constituyen la recopilación más completa de Escrituras acerca de la misión y enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo que se ha realizado en la historia del mundo. Que no se malentiendan nuestro deseo reverente de no hablar de El livianamente o con demasiada frecuencia, pues eso no quiere decir que no lo conocemos o aceptamos.

Nuestros hermanos descendientes de Judá lo conocieron en tiempos antiguos y también nuestros hermanos descendientes de Efraín. Él no es un extraño para los miembros de la Iglesia, sus Apóstoles y profetas de la actualidad.

Él vive, es nuestro Salvador, nuestro Redentor, nuestro Señor y doy de él un testimonio como uno de sus Apóstoles. En el nombre de Jesucristo. Amen.

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