El que recibe a mis siervos

Conferencia General Abril 1983logo pdf
El que recibe a mis siervos
élder Loren C. Dunn
Del Primer Quórum De Los Setenta

Loren C. Dunn«El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá (Mateo 10:41). Quisiera esas bendiciones para todo Santo de los Últimos Días.»

Mis hermanos y hermanas. estoy muy agradecido de estar aquí esta tarde. Quisiera comenzar mi discurso dándoos mi testimonio de la veracidad de esta obra. Yo sé que Dios vive y que Jesús es el Cristo y que ésta es su Iglesia. Yo sé que José Smith fue un profeta de Dios y que hoy día el presidente Spencer W. Kimball también es un profeta de Dios.

Me gustaría compartir una o dos experiencias con vosotros. En los años de mi infancia, Heber J. Grant era el Presidente de la Iglesia. Mi padre siempre oraba por el presidente Grant y sentía un gran aprecio por él debido a que el presidente Grant fue en un tiempo presidente de la estaca de Tooele, posición que en ese momento mi padre ocupaba. El presidente Grant enfermó y murió y aún puedo recordar que después del funeral nos arrodillamos para tener la oración familiar, y aunque era todavía niño, recuerdo que al orar mi padre expresó el mismo amor y  devoción por el próximo profeta, el nuevo Presidente de la Iglesia, George Albert Smith.

Siendo que todavía era un niño quedé muy sorprendido porque nunca había oído a alguien orar por otro profeta que no fuera Heber J. Grant. Me sentí defraudado, como si mi padre estuviera abandonando a un buen amigo. Sin embargo, a medida que el tiempo pasó, por medio de esa experiencia y otras similares, él me enseñó una lección muy valiosa. El gran amor y aprecio que sentía por el presidente Grant nunca cambiaría, pero me di cuenta de que en su corazón él había reservado mayor amor y lealtad para su Dios y sostendría a cualquier persona que Dios enviara, oraría por él y lo seguiría.

No hace mucho tiempo que mi familia y yo tuvimos la oportunidad de presidir la misión de Australia, Sidney. Yo provenía del Departamento Misional y supongo que mis opiniones sobre esta gran obra eran muy tradicionalistas. De todas maneras, en los comienzos de nuestro trabajo en la misión de Australia, Sidney, tuvimos algo de éxito y me sentía bastante bien con lo que estábamos haciendo, hasta que el presidente Kimball vino a vernos. En su manera de ser que lo caracteriza, me dijo, «Hermano Dunn, Loren, todos debemos alargar nuestro paso». Me di cuenta enseguida de lo que me quería decir: que a pesar de que habíamos progresado, ante los ojos del Señor y del profeta, aún no habíamos hecho lo suficiente. Comenzamos de nuevo, multiplicamos nuestros esfuerzos y experimentamos mayor crecimiento y a la vez mayor fortaleza para seguir adelante y nuevas estacas surgieron como resultado. No creo que el progreso se debió a nosotros totalmente, pero de lo que sí estoy seguro es de que se debió a nuestro deseo de seguir al profeta.

El fin de semana pasado estaba hablando con un líder del sacerdocio, después de haber concluido nuestra reunión de liderazgo del sábado por la noche, cuyo tema era la obra misional, cuando me dijo: «¿Sabe? ¡Usted es una Autoridad General con un verdadero espíritu misional!» Le contesté: «No, no me considero serlo de la forma como usted describe; pero si he de ser recordado por algo (y espero que de alguna forma y en algún lugar lo sea), me conformaría con que fuera por lo que mi padre me enseñó y por lo que creo que él fue conocido, como alguien que está dispuesto a ser leal y seguir a un profeta de Dios. En el caso de que así sea, creo que habré cumplido el propósito por el cual el Señor me mandó a la tierra.

De manera que lo más importante no es el seguir los programas y las actividades sino el ser leales y el tener en cuenta en nuestras oraciones a aquél que Dios escogió para guiarnos.

Hay un pasaje de las Escrituras que dice así: «El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá.» (Mateo 10:41.)

He podido comprobar que esa promesa es literal. He visto esas bendiciones en la vida de mi padre por su lealtad. y quisiera esas bendiciones para mi familia y para mí así como para todo Santo de los Últimos Días.

Quisiera concluir como comencé. Dios vive. Jesús es el Cristo. José Smith es un verdadero profeta y hoy día somos guiados por un profeta de Dios. El profeta tiene mi lealtad y todo mi amor, porque ¿cómo puedo yo sostener al Señor si no sostengo a Su profeta? En el nombre de Jesucristo. Amén.

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