Las cualidades de la mujer

Conferencia General Octubre 1984logo 4

Las cualidades de la mujer

élder Dean L. Larsen
de la Presidencia del Primer Quórum de los Setenta

Dean L. LarsenLa misma camaradería, armonía y unidad que las presidencias generales de la Sociedad de Socorro, las Mujeres Jóvenes y la Primaria están tratando de lograr entre sí debe existir en los barrios y estacas de la Iglesia.

Es grandioso veros a vosotras, todas las hermanas que llenáis este tabernáculo, y pensar que hay muchos miles mas que están reunidas en otros edificios de la Iglesia por todo el país para presenciar esta conferencia tan importante. También sabemos que por medio de la grabación de esta reunión, a su debido tiempo la mayoría de las hermanas en todo el mundo tendrán la oportunidad de escuchar esta conferencia especial para las hermanas de la Iglesia.

Os damos la bienvenida, nos complace que estéis aquí y os felicitamos porque sois lo que sois.

Esta tarde quisiera hablar brevemente de dos asuntos que se relacionan de cerca con el lema de esta conferencia y al hecho de que estáis acá no como miembros representando a la Primaria, las Mujeres Jóvenes y la Sociedad de Socorro, sino como miembros de la gran hermandad de la Iglesia que tienen muchos intereses, necesidades y atributos en común.

Creo que os interesara saber que en los últimos meses y semanas las presidencias y las mesas generales de la Sociedad de Socorro, las Mujeres Jóvenes y la Primaria han dado unos pasos innovadores que servirán para unir mas estas organizaciones. Han decidido que van a coordinar, mucho más de lo que se había hecho antes en la Iglesia, el planeamiento de actividades y la preparación de programas y materiales destinados a beneficiar la vida de todas vosotras. Dentro de muy poco tiempo, las tres presidencias tendrán sus oficinas localizadas en el mismo edificio, aquí en Salt Lake City, donde les será más fácil comunicarse unas con otras y compartir muchos de los materiales de consulta. También podrán representar mejor que nunca los intereses de las hermanas de la Iglesia, además de coordinar los asuntos propios de cada una de estas organizaciones.

Quiero aclarar que estos cambios no implican en absoluto que se hayan consolidado o amalgamado estas tres organizaciones. Esto no ha sucedido. Además, nada de lo que mencione requerirá que se cambie en absoluto el funcionamiento de dichas organizaciones. Pero se hace patente que estas hermanas de las mesas directivas desean que la misma camaradería, armonía y unidad que ellas están tratando de lograr a este nivel general se alcancen entre vosotras, las que trabajáis juntas en los barrios y estacas de la Iglesia.

El otro asunto que quería mencionar, y que esta relacionado con el primero, es que bajo el programa dominical integrado las clases de la Sociedad de Socorro, las Mujeres Jóvenes y la Primaria se llevan a cabo a la misma hora. Eso requiere que muchas de las hermanas que tienen cargos en la Primaria y las Mujeres Jóvenes no puedan participar con regularidad en las reuniones dominicales de la Sociedad de Socorro. Esperamos que vosotras, las hermanas que habéis sido llamadas para trabajar por un tiempo en éstas organizaciones de la Primaria y las Mujeres Jóvenes, continuéis sintiéndoos parte de la hermandad de las mujeres de la Iglesia tal como espero que sintáis la hermandad que existe en esta reunión. Espero que reconozcáis que al prestar servicio en estas organizaciones, no solo tenéis grandes oportunidades de enriquecer la vida de los demás, sino también la oportunidad de desarrollaros y progresar vosotras mismas.

Yo sé que esta no es una comparación perfecta, pero quiero deciros que durante la mayor parte de mi vida adulta he tenido asignaciones en los barrios y estacas donde he vivido que me han impedido asistir con regularidad a las reuniones dominicales de los quórumes del sacerdocio a los que pertenecía. Sin embargo, nunca he pensado que estos llamamientos, aunque me impedían ir a las reuniones, me quitaban la oportunidad de vincularme con los miembros de dichos quórumes. He seguido participando de todas las maneras posibles en los proyectos de servicio, en las actividades sociales y en las asignaciones de orientación familiar.

Espero que vosotras, las hermanas que habéis sido llamadas temporalmente fuera de la Sociedad de Socorro, reconozcáis que tenéis grandes oportunidades durante este tiempo. Yo nunca he pensado que mis responsabilidades fuera del quórum me hayan quitado en absoluto la oportunidad de progresar espiritualmente o la oportunidad de prestar servicio y ojalá que por medio de mi servicio otras personas hayan recibido ayuda y bendiciones. Por lo tanto, os pido que trabajéis unidas, que cooperéis unas con otras en los barrios y en las estacas, con un espíritu de hermandad y con el solo fin de glorificar a Dios y de desarrollar los talentos y habilidades que tenéis todas, lo que os calificara por ultimo para rendir servicio en el Reino de Dios en las eternidades venideras.

Finalmente quisiera rendir un tributo especial a todas vosotras por ser lo que sois, en reconocimiento de la gran contribución que hacéis para que esta vida sea mejor. Cuanto más vivo y más observo, mas me convenzo de que existen algunas diferencias muy básicas e inherentes entre los hombres y las mujeres. Y estoy convencido de que vosotras, debido a esas diferencias espirituales, traéis con vosotras ciertas cualidades y características que os permiten hacer una contribución única y especial a la humanidad. La mejor manera de explicaros lo que quiero decir es contaros brevemente una experiencia que tuve no hace mucho.

A principios de este año mi esposa y yo recibimos la asignación de visitar dos de las estacas en el continente europeo. Las conferencias se realizaban en dos fines de semana consecutivos, y entre semana una de nuestras hijas y su esposo, que ya estaban en Europa en viaje de negocios, hicieron arreglos para poder pasar con nosotros un día en una de las hermosas ciudades europeas. Durante el día fuimos a visitar unos comercios típicos que vendían la preciosa porcelana que hace famosa a esa ciudad. Estos objetos son hermosísimos y cuesta mucho dinero.

Mientras mi hija y yo estabamos de pie, uno al lado del otro, admirando las figurinas de porcelana que estaban en una de las repisas de la tienda, una Señora de edad se acercó a nosotros, aparentemente atraída por una de las figurinas que se encontraba en una de las repisas de mas arriba. A fin de observarla más de cerca, extendió el brazo para tomarla y, al hacerlo, se le escapo de las manos, cayo al piso de mármol y se hizo añicos.

El ruido de la figurina al caer hizo que todos los ojos se volvieran para mirarla. Instintivamente, yo me aleje. Pero por un impulso innato, mi hija hizo todo lo contrario; inmediatamente se acercó a la anciana, le puso el brazo por los hombros, le susurro unas palabras de consuelo al oído y después se agachó para recoger los pedazos de la porcelana. Me sentí un poco avergonzado de mí mismo, y a la vez me invadió un sentimiento de orgullo y amor por mi hija. En el fondo y por convicción propia, yo sabia lo que debía hacer, pero instintivamente no lo hice. Por un impulso innato, ella hizo lo que el Salvador hubiera hecho en ese caso.

No encuentro un ejemplo mas apropiado que ilustre las maravillosas cualidades innatas que contribuís vosotras, como hijas de Dios, no solo para hacer que nuestra vida sea mejor, sino en forma muy esencial, para que funcione con éxito el plan de vida y salvación que Dios ha proveído para todos sus hijos. Os rindo homenaje, y expreso mi mas profundo amor y agradecimiento a todas vosotras por estos maravillosos dones que tenéis. Ruego que seáis bendecidas para que podáis desarrollarlos, aumentarlos y utilizarlos, esforzándoos juntas de una manera eficaz para bendecir a todos los hijos de Dios y para ayudar en el gran y constante progreso de esta obra suya, el cual se realiza en esta época tan importante en que vivimos. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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