Conferencia General Abril 1985
La red del evangelio
élder William Grant Bangerter
de la Presidencia del Primer Quórum de los Setenta
«Cientos de miles en la actualidad han encontrado en su propia vida la perla de gran precio; ellos son los abuelos del futuro cuyos nombres serán bendecidos por su posteridad. «
La gloria de la mañana de la Pascua inunda el alma de los que anhelan la vida eterna. La misma gloria coronó la majestuosa mañana en que el Padre y el Hijo anunciaron la alborada del día de la salvación en los últimos días.
El pensar en los sucesos de esas mañanas de esplendor conmueve los sentimientos mas íntimos de los miembros de la Iglesia.
Una fuerza mística, espiritual, semejante al magnetismo del imán, ha llevado a los santos a buscar el lugar donde puedan satisfacer sus anhelos. Ese es el espíritu del recogimiento predicho en las Escrituras. Es la razón por la cual todos estamos Aquí, atraídos literal y espiritualmente a Sión, un lugar real y tangible, donde los vivos deseos del alma se pueden realizar en preparación para la salvación y la vida eterna en el reino de Dios.
Al responder al nuevo llamamiento que se me asignó, sentí profundamente el fallecimiento del hombre cuya vacante pase a ocupar, el elder G. Homer Durham. El elder Durham se casó con Eudora, la hija del elder John A. Widtsoe. Aparte de su servicio en la Iglesia, estos dos hombres, el doctor Durham y el doctor Widtsoe se han destacado en sus cargos de liderazgo y responsabilidad, particularmente en el campo de la educación. El doctor Durham fue el primer miembro de la junta municipal de enseñanza superior en el Estado de Utah, y antes presidió en la Universidad del Estado de Arizona. Se le extraña mucho. El doctor John A. Widtsoe fue presidente de dos universidades antes de que se le llamara a servir como miembro del Quórum de los Doce Apóstoles.
Hace muchos años, el elder Widtsoe contó la historia de su madre, Anna Karina Gaarden Widtsoe, que hace cien años cayó en las redes del evangelio . El prólogo del elder Widtsoe dice:
«Esta es la historia de una mujer, buscadora de la verdad, que, sacudida por las olas de una misteriosa fortuna, cayo en las redes del evangelio y fue llevada a un país lejano, donde, por poseer la verdad eterna, aunque en medio de la adversidad, ella y su familia encontraron infinita felicidad . » (John A . Widtsoe, In the Gospel Net. )
La bella historia referente a su madre, que vivía en una isla desconocida en Noruega, se ha repetido miles de veces en la vida de los Santos de los Ultimos Días.
La madre del elder Widtsoe prestó oídos al humilde zapatero que había puesto unos folletos en los zapatos del hijo de ella. Dirigiéndose con cierta vacilación mientras ella salía de su taller, el le dijo:
-Se sorprendería usted al oírme decir que puedo darle algo de mayor valor que las suelas para los zapatos de su hijo.
Ella le respondió:
-¿Que podría usted darme que fuese mejor que las suelas para los zapatos de mi hijo?
Añadió el:
-Si usted me escucha, le enseñaré el verdadero plan de salvación que el Señor tiene para Sus hijos. Le enseñaré a encontrar la felicidad en esta vida y a prepararse para el gozo eterno en la vida venidera. Puedo decirle de dónde vino, por que esta en la tierra y a dónde ira después de la muerte. Puedo hacerle ver mas claramente como nunca el amor que tiene Dios por Sus hijos sobre la tierra (John A. Widtsoe, In the Gospel Net, págs. 54-55).
Hay una fuerza intensa y poderosa que, a través del tiempo y el espacio, ha llegado a lejanos y escondidos rincones de la tierra para arrancar a las personas de su ritmo normal de vida y traerlas a Sión.
Desde que la Iglesia se estableció en 1830, la red del evangelio ha rodeado y unido a muchos millones de personas que, por su propia experiencia o por haber recibido las enseñanzas de sus padres y de sus abuelos, han encontrado el camino hacia la vida eterna.
Eso significa que para los que reciban el mensaje, ya no existe el dilema que existió durante siglos de cómo llegar a Cristo. Tienen a mano las respuestas a los grandes interrogantes:
¿Que razón tiene la vida humana en la tierra?
¿Hay revelación de los cielos?
¿Dónde están los apóstoles y los profetas?
¿Y que les pasara a los que nunca oyeron de Cristo’?
¿Cual de todas las iglesias tiene la autoridad de Dios’?
¿Quien tiene la autoridad para administrar el evangelio’?
¿Cómo puedo saber lo que Dios quiere que yo haga’?
Sólo de un modo podrían esas preguntas tener respuesta: Dios tendría que dárnoslas. Y para hacerlo, llamo a un profeta en los últimos días. Envió mensajeros celestiales a conferir el verdadero sacerdocio y autoridad. Reveló el Libro de Mormón para corroborar el testimonio de la Biblia de que Jesús es el Cristo. Restableció las ordenanzas y restauró el convenio sempiterno. El camino seguro a la vida eterna esta otra vez en su sitio.
Yo mismo soy miembro de la Iglesia en respuesta a esa poderosa influencia. Mis abuelos que vivían en Suiza también fueron guiados por el Espíritu en medio de las mofas y la persecución para encontrar la vía por la cual criarían a sus hijos con el conocimiento certero de la verdad divina.
Los abuelos de mi madre se contaban entre los primeros de Inglaterra en responder a las enseñanzas de Heber C. Kimball y Willard Richards en 1 837.
Ellos vibraban ante las emocionantes nuevas de que el reino de Dios se había restituido en la tierra.
El alma humana, para estar espiritualmente viva, requiere visión, anhelo, aspiración, un vivo deseo. El espíritu de los Estados Unidos atrae a los que tienen ese anhelo: la gran visión de libertad, el espíritu de independencia, el país de la oportunidad y la esperanza.
Mi esposa y yo estuvimos hace poco a los pies de la Estatua de la Libertad en la bahía de Nueva York con el presidente McGregor y su esposa, de Caldwell, Nueva Jersey. Nos señalaron la Isla Ellis, que fue puerto de entrada a este país para cientos de miles de inmigrantes, incluyendo a mis abuelos y también al elder Widtsoe y a su madre. Leímos de nuevo las alentadoras palabras de Emma Lazarus a las almas errantes. Refiriéndose a la antigua estatua en la isla griega de Rodas, habla del «Nuevo Coloso»:
A diferencia del famoso y bronceado gigante griego
que se yergue a horcajadas entre dos tierras.
A nuestras puertas por el mar bañadas, estará
la colosal mujer de la antorcha, cuya llama
es aprisionado rayo, y su nombre,
Madre de los Exiliados. Desde el faro de su mano
irradia bienvenida al mundo entero: su dulce mirar domina
la bahía que encuadra ciudades gemelas.
» Quedaos, viejas tierras, con vuestra pompa!» clama ella
con los labios cerrados. «Dadme vuestros fatigados y vuestros pobres,
vuestras apiñadas masas que anhelan respirar libres,
los míseros desechos de vuestras atestadas playas.
Enviadme al que no tiene hogar, al azotado por las tempestades.
Que sostengo mi antorcha a la dorada entrada!
En seguida, el presidente McGregor aunó a ese sentir las palabras de
Lehi:
«Por tanto, esta tierra esta consagrada a quienes el traiga. Y en caso de que le sirvan según los mandamientos que el ha dado, será para ellos una tierra de libertad; por lo que nunca serán reducidos al cautiverio . . . pero para los justos será bendita para siempre.» (2 Nefi 1:7.)
El anhelo del antiguo Israel era Jerusalén. El alma del pueblo en medio de su cautiverio se expresa en el Salmo 137:
«Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sión. . . Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos hablan desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sión. ¿Como cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría.» (Salmos 137:1, 3-6.)
Todos debiéramos meditar en lo que hemos abrazado y en cual es el poder que ha cautivado nuestra fe. Cientos de miles en la actualidad han encontrado en su propia vida la perla de gran precio; ellos son los abuelos del futuro cuyos nombres serán bendecidos por su posteridad.
Durante 45 años he estado relacionado con Brasil. Varias decenas de miles se han unido a la Iglesia en ese país. Me alegró oír ayer el llamamiento del hermano Helio da Rocha Camargo, nuestro compañero y hermano en la Iglesia. El hermano Camargo y su esposa eran gente fiel y leal antes de unirse a la Iglesia; habían crecido bajo el conocimiento y admonición del Señor. El hermano Camargo se graduó en la escuela militar de Brasil, y mas tarde, siendo joven aun, se convirtió en ministro metodista.
Me contó cómo entró el en la «red del evangelio»: Una noche. dos jóvenes llamaron a su puerta. Me contó que lo primero que notó fueron los enormes pies de uno de ellos; y que fue elevando la mirada hasta encontrar el rostro del norteamericano mas alto que jamas hubiera visto. Si bien al principio no le impresionaron la hermosura de los pies ni del rostro, les invitó a pasar, y durante la charla, ellos le dieron un ejemplar del Libro de Mormón.
En la siguiente visita, le preguntaron si había leído el libro. Les dijo que si había leído una buena porción y tomado notas de los puntos con los que no estaba de acuerdo. El élder le indicó entonces que la manera de leer un libro de Escrituras no era para ver que errores contenía, sino que debía leerlo como lo aconseja Moroni: «con un corazón sincero» y «con verdadera intención», «teniendo fe en Cristo», y deseando descubrir la verdad del libro. (Moroni 10:4.)
Dice el hermano Camargo que tuvo que leer el libro de nuevo. Al hacerlo, el Espíritu le testificó que era en verdad la palabra de Dios, y se unió a la Iglesia con su familia. El a menudo se hace referencia al pasaje de Isaías 52:7, que dice: » ¡Cuan hermosos son sobre los montes los pies [los pies de aquel enorme misionero] del que trae alegres nuevas, del que publica salvación, del que dice a Sión: ¡tu Dios reina!» La verdad que halló ha hecho igualmente hermosos los pies de tres de sus hijos que han ido a la misión. Todos sus hijos se han casado en el templo, y el y su esposa se alegran y regocijan en su posteridad. Uno de sus hijos esta aquí presente como presidente de estaca.
El presidente J. Reuben Clark captó el espíritu de este poder de atracción en su memorable discurso de 1947 dedicado «a los del ultimo carro» de nuestros pioneros. que resistieron las aflicciones de su gran viaje. El dijo:
«Como un fuego eterno en un altar sagrado ardía su testimonio de la veracidad del evangelio restaurado. . .
«Cuando al anochecer llegó el ultimo carro y se unió chirriando al círculo de carros, y los hermanos se acercaron a preguntar cómo había pasado el día la madre, se les llenó el alma de alegría, porque no se habían olvidado de ellos. Con renovada esperanza, se les desvaneció el cansancio, se les fortaleció la voluntad; rebosaron de gratitud a Dios por su conocimiento de la verdad, por su testimonio de que Dios vive, de que Jesús es el Cristo, de que José fue profeta. . . y de que a los justos les aguarda una corona de gloria que les pertenecerá por la eternidad de la vida venidera.»
Dice que al terminar el viaje:
‘Cayeron ellos de rodillas por el gozo de sus almas agradeciendo a Dios el haber llegado por fin a Sión: ‘Sión. Sión, bella Sión, hermosa Sión, Sión. ciudad de nuestro Dios.’ (En Conference Report. octubre de 1947, págs. 157-158.)
¡Que emoción debe haber sentido Andrés al decir a Pedro: «Hemos encontrado al Mesías» (Juan 1 :41). Junto con incontables multitudes ‘acontecerá que los justos serán recogidos de entre todas las naciones, y vendrán a Sión cantando canciones de gozo sempiterno.» (D. y C. 45:71 .)
Que elevemos el alma en esta hermosa mañana de Pascua con la seguridad de que mediante el místico llamamiento del evangelio restaurado hemos llegado a la puerta de Sión y al portón de la vida eterna. En el nombre de Jesucristo. Amén.
























