Conferencia General Octubre 1985
La vida premortal, una gloriosa verdad
élder Neal A. Maxwell
del Quórum de los Doce Apóstoles
«Sin esta verdad, predominan los lamentos existenciales de como el hombre se pasa toda la vida procurando probarse a sí mismo que su existencia no es absurda.»
En los últimos días, la lealtad a Dios debe ir en aumento. Penurias y apuros solo pondrán de relieve la sencillez y la tranquilizadora realidad del evangelio. De igual manera, las objeciones a las creencias básicas, y algunas aflicciones, afianzaran aun mas la convicción en cuanto a estas creencias. Aunque se ataquen los puntos doctrinales claves, una vez que se asiente el polvo de esta dispensación serán esos puntos doctrinales claves los que prevalecerán.
Al principio de la Restauración, por traducción y revelación, salieron a luz muchos principios claros y preciosos en rápida sucesión por conducto de José Smith, el «vidente escogido». (2 Nefi 3:6.) Como cuando los invitados a cenar llegan casi todos a la vez, José, el anfitrión, recibió con agrado y apunto cada principio. Sólo después hubo tiempo y mas madura percepción para ver la relación de ellos y la antigüedad de sus credenciales.
Entre esos claros y preciosos principios se contaba el de la existencia premortal del hombre. (1 Nefi 13:29, 40. ) Desde el principio, José recibió mucho referente a esa doctrina, pero su comprensión de ella, al igual que las revelaciones, llegó gradualmente.
Como una de «las cosas claras y preciosas que fueron suprimidas o quitadas» (1 Nefi 13:34, 40), esta verdad tan trascendental no llegó a la Santa Biblia de un modo muy extenso, aunque si esta allí. (Jer. 1:5; Efe. 1:4-5; 2Tim. 1:9.) Se enseñó durante unos años después de los primeros Apóstoles, pero, como lo previó Pablo, pronto llegó el tiempo cuando los miembros de la Iglesia «no sufrieron la sana doctrina», incluyendo esta. (2 Tim. 4:3.)
Con la posterior censura de los concilios, la doctrina de la existencia premortal demostrablemente no era un punto doctrinal que podría haberse restablecido con la investigación. No ofende a la lógica, ya que la verdad es lógica, especialmente la verdad eterna, pero sin embargo, es mas de lo que la lógica sola puede corroborar plenamente. Sólo podría provenir de una restauración por revelación. Ciertamente no se conocía en América sino hasta que José Smith la promulgó.
Además, muchos sucesos habían acaecido en la historia de la humanidad que hicieron indispensable la restauración de esta verdad clave. Hacia falta para confundir la falsa doctrina de que el genero humano se creó ex nihilo: de la nada. (2 Nefi 3:12) El profeta José dijo que esta creencia «disminuye al hombre, en mi parecer». (Words of Joseph Smith, Andrew F. Ehat and Lyndon W. Cook, compiladores, Provo: BYU Religious Studies Center, 1980, pág. 359.)
Sin esta verdad, predominan los lamentos existenciales de cómo el hombre se pasa toda la vida procurando probarse a si mismo que su existencia no es absurda. Aun a los creyentes, en las palabras de Pablo, si no alimentan su fe, puede ocurrirles que «se canse su animo hasta desmayar», vencidos por las circunstancias. (Heb. 12:3.)
La realidad de la vida premortal responde ante las contemplaciones que sugieren que somos extranjeros aquí en la tierra; es un remedio para el anhelo de saber, expresado en la música, la poesía y la literatura, como por ejemplo:
El hombre nada busca ni crea, ni produce si el letargo le. adormece;
Pero un vivo entusiasmo, un gozo ardiente, un deseo vehemente
Le impulsan a ir en pos de una esperanza, de un sueno, o de un misterio…
¿De que inmortal anhelo, de que visión fugaz de lo ignorado,
¿Surge ese deseo»
¿Que. chispa de la verdad, que rayo de luz naciente o que lejano horizonte
Enciende ese destello?
(Nancy Newhall, in Thomas F. Horbein. Everest, the West Ridge, San Francisco: Sierra Club, 1965, pág. 28, 30.)
Surgen meditaciones, tales como esta:
«Todo en la vida ocurre como si llegáramos a ella con una carga de obligaciones contraidas en una existencia anterior. . . obligaciones cuya sanción no es de la vida actual y que, al parecer, son de un mundo diferente, basado en la bondad, los escrúpulos, el sacrificio, un mundo enteramente diferente de este, un mundo del cual salimos para nacer en esta tierra, antes de volver allá.» Marcel Proust, en Gabriel Marcel, Homo Viator, New York, Harper and Row, 1963, pág. 8. )
- por ultimo, encontramos estas palabras tan familiares:
Un sueño y un olvido solo es el nacimiento;
pues al salir de Dios, que fue nuestra morada,
con destellos celestiales [el alma] se ha vestido.
(William Wordsworth, «Ode: Intimations of Immortality from Recollections of Early Childhood», renglones 58, 64 -165. Véase el folleto ¿Quiénes son los mormones?. pág. 8. )
Hasta donde lo sabemos, la restauración de esta importante doctrina comenzó con la traducción que hizo José Smith de algunos versículos del Libro de Alma, a fines de 1829 o a principios de 1830. (Alma 13:3-15.) Sin embargo, esos versículos solos no habrían bastado. El élder Orson Pratt dijo:
«Esta misma doctrina [de la existencia premortal] se encuentra en pequeña medida en el Libro de Mormón. Pero no creo que la hubiera podido discernir nunca en ese libro de no haber sido por la nueva traducción de las Escrituras [la Biblia].» (Journal of Discourses, 15:249.)
En junio de 1830, al revisar parte del Génesis bajo inspiración, el «vidente escogido» recibió una revelación que esta incluida ahora en el Libro de Moisés. De esa revelación especial, José escribió:
«Diré. . . que en medio de todas las pruebas y las tribulaciones por las que tuvimos que pasar, el Señor, que conocía bien nuestra situación principiante y delicada, nos dio fortaleza y nos concedió ‘línea sobre línea de conocimiento: un poco aquí y un poco allá’, de lo cual lo que sigue es una valiosa porción.» (History of the Church, 1 :98. )
Las palabras de Moisés fueron parte de esa «valiosa porción», las que ampliaron la visión de José y le revelaron que la obra de Dios se extiende a otros planetas:
«Pero sólo te doy un relato de esta tierra y sus habitantes. Porque he aquí, hay muchos mundos que por la palabra de mi poder han dejado de ser.» (Moisés 1:35.)
También se aclararon mas los planes y los propósitos de Dios:
«Porque, he aquí, esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre.» (Moisés 1:39.)
De ese modo, lo vasto del espacio refleja lo vasto del amor de Dios hacia todos Sus hijos.
Pronto siguieron otras revelaciones informativas. En mayo de 1833, se dio la asombrosa revelación, que ahora es la sección 93, que dice:
«También el hombre fue en el principio con Dios. La inteligencia, o la luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser. . .
«Porque el hombre es espíritu. Los elementos son eternos, y espíritu y elemento, inseparablemente unidos, reciben una plenitud de gozo.» (D. y C. 93:29, 33.)
Pasaron varios años, evidentemente años de maduración y preparación, antes de que el registro indicara que el Profeta empezó dar a conocer públicamente esta preciosa doctrina revelada. En 1839, al meditar y contemplar en la cárcel de Liberty, José instaba en una epístola a los miembros a una conducta mejor, a proceder como correspondía a los miembros de la Iglesia que habían sido «llamados. . . desde antes de la fundación del mundo». (The Personal Writings of Joseph Smith, Dean C. Jessee, comp., Salt Lake City: Deseret Book Co., 1984, pág. 397.)
José también recibió revelación de lo que se decretó «en medio del Concilio del Dios Eterno. . . antes que este mundo fuese». (D. y C. 121 :32.) Estando en la cárcel, a José se le aseguró que sus días eran conocidos y que sus años no serian acortados. (D. y C. 122:9.)
El primer discurso registrado de José sobre esta grande verdad tuvo lugar poco después de su cautiverio en la cárcel de Misuri. Siguieron otros discursos, coronados con el discurso culminante en el funeral de King Fó1lett en mayo de 1844.
Estas palabras de Jeremías: «Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones» (Jer. 1:5) tienen su paralelo en el Libro de Abraham, que salió en 1842: «Y el Señor me había mostrado a mi, Abraham, las inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el mundo; y entre todas estas había muchas de las nobles y grandes;
«y. . . Dios . . . dijo: A estos haré mis gobernantes; pues estaba de pie entre aquellos que eran espíritus, y vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tu eres uno de ellos; fuiste escogido antes de nacer.» (Abr. 3:22-23.)
En el Libro de Abraham, en corroboración con la sección 93, hay analogías cuya medida total apenas empezamos a ver: «. . . si hay dos espíritus,. . . a pesar de ser uno mas inteligente que el otro, no tienen principio; existieron antes, no tendrán fin. . . porque son. . . eternos» (Abr. 3:18).
Conjuntamente con las verdades de la resplandeciente Restauración, las referencias bíblicas de esta preciosa doctrina adquirieron mayor significado y llegaron a iluminar mas. (Véanse Juan 9:2; Rom. 8:29; Efe. 1:4; Judas 1:6; Job 38:7.)
Esa revelación en verdad quitó de en medio una gran piedra de tropiezo. Tal como se profetizó, Jesús también se ha manifestado ‘en palabra» en los últimos días. (1 Ne. 14:1.)
En la época de Moisés, la palabra de Dios »[goteó] como la lluvia» (Deut. 32:2); pero en la de Elí, «no había visión» (1 Sam. 3:1). En la de José Smith, hubo derramamiento «de conocimiento desde el cielo» (D. y C. 121 :33), una cascada de verdades «claras y preciosas», incluyendo la doctrina trascendente de la existencia premortal del hombre. (1 Ne. 13:39, 40. )
Algunos escritos antiguos que no llegaron a las manos de José Smith, ni de nadie de esa época han aparecido desde entonces. Los escritos apócrifos tal vez contengan verdades que hay que discernir, pues «el que sea iluminado por el Espíritu lograra beneficio de ellos». (D. y C. 91:5.) Este es un ejemplo de la Biblioteca Nag Hammadi. En el libro apócrifo de Santiago, Jesús dijo a los afligidos Pedro y Santiago: «Si consideraseis cuanto tiempo existió el mundo antes de que llegaseis a el y cuanto existirá después de vosotros, veréis que vuestra vida es un solo día y vuestros sufrimientos una sola hora». («The Apocryphon of James», en The Nag Hammadi Library in English, comp. James M. Robinson, San Francisco: Harper and Row, 1978, pág. 31.)
Semejante es lo que el Señor dijo a José cuando este padecía en la cárcel: «Hijo mío,. . . tu adversidad y tus aflicciones no serán mas que por un breve momento» (D. y C. 121:7).
Por tanto, esta vida es breve en comparación con la eternidad, como si nuestros padres nos hubieran traído por un día a la escuela. ¡Pero que día!
No obstante, aun ahora hay muchos que «tropiezan en la palabra» (1 Pedro 2:8). Pero, como lo dijo Pablo, si combinamos «paciencia y doctrina» (2 Tim. 4:2),los «murmuradores» de la situación humana «aprenderán doctrina» (Is. 29:24; 2 Ne. 27:35) al permitir que esta «cual rocío, que destila» del cielo les «revive al cumplirse Tu propósito real». (Himnos de Sión, núm. . 223. )
Entre tanto, el adversario, implacable, se vale de la ausencia o incredulidad de esta verdad para achicar la perspectiva del hombre. Aquel cuya visión del mundo es de una sola dimensión sin duda sólo vera las inquietudes de este mundo y cederá a la presión del momento.
Los Santos de los Ultimos Días, desde luego, no pedimos a la gente que acepte esta ni cualquiera de las demás verdades del evangelio en contra de su voluntad; sólo pedimos tolerancia, y confiamos en que las escudriñe y aun que las critiquen. Nos reservamos la misma libertad con respecto a las creencias de los demás, pero con mutua buena voluntad.
La verdad de la vida premortal no abre paso a la pasividad, ya que todos tenemos decisiones que tomar, interminables y difíciles tareas que realizar, infortunios que sobrellevar, tiempo y talentos y dones que emplear bien. El haber sido escogidos «allí y entonces» no significa en modo alguno que podamos ser indiferentes «aquí y ahora». Ya sea la reordenación del hombre o la predestinación de la mujer, aquellos que son «llamados y preparados» deben ahora probar que son ‘escogidos y fieles». (Apoc. 17: 14; D. y C. 121 :34-36.)
En realidad, la obediencia en el primer estado tal vez nos haya asegurado tan sólo un riguroso segundo estado, ¡con mas deberes y sin exenciones! Instrucción y padecimiento adicionales parecen ser la medida de los mas aptos discípulos del Señor. (Mos. 3: 19; 1 Pedro 4:19 )
Si bien esta verdad da a nuestra vida identidad, también supone gran responsabilidad. Destaca singularmente la realidad de la Paternidad de Dios y la hermandad del hombre.
También nos recuerda que no contamos con todos los datos. En muchas ocasiones debemos abstenernos de juzgar y confiar en Dios aun en medio de ‘todas estas cosas». Sólo con la ayuda de esta doctrina, podemos empezar a comprender las cosas como en verdad fueron, son y serán. (Jacob 4:13; D y C 93:24.)
Acceder a entrar en este segundo estado fue, por tanto, como acceder de antemano a un anestésico del olvido. Los médicos no quitan el anestésico a un paciente en medio de lo previamente autorizado para preguntarle, de nuevo, si se debe continuar. Consentimos en venir aquí a pasar por ciertas experiencias bajo ciertas condiciones.
El élder Orson Hyde dijo: «Aunque tenemos un velo de olvido, nuestro olvido no puede cambiar los hechos». (Journal of Discourses, 7:315.) Pero a veces vislumbramos vagamente. El presidente Joseph F. Smith dijo que a veces percibimos una chispa de los recuerdos del alma inmortal, la cual ilumina todo nuestro ser como con la gloria de nuestra morada anterior. (Véase Doctrina del Evangelio, págs. 13-14.)
Puede haber momentos fugaces de percepción inmortal en que nos parece haber vivido ya lo que se nos presenta por primera vez. Un fogonazo en el espejo de la memoria puede llamarnos hacia ese lejano hogar lleno de «sempiternos esplendores» y seres resucitados. C. S. Lewis escribió: «No podemos asociarnos con los esplendores que vemos. Pero todas las hojas del Nuevo Testamento susurran y dicen que no siempre será así». (C. S. Lewis at the Breakfast Table and Other Reminiscences, comp. James T. Como, New York: Collier Books, 1985, pág. 34.)
Gracias al profeta José Smith, cientos de hojas mas de las Escrituras susurran, resuenan potentemente para todos los que tengan oídos para oír.
Así, al decir ahora «lo sé», ese saber es redescubrimiento; en realidad estamos diciendo «¡lo sé otra vez!»
Debido a su larga experiencia, Sus ovejas conocen su voz y sus doctrinas. Mientras tanto, el largo proceso de tejer el alma continua tal como lo describen estas estrofas anónimas:
Mi vida es un tejido
entre el Señor y yo.
No puedo escoger los colores
que el labra sin descanso.
Muchas veces teje penas,
y yo, en tonto orgullo,
olvido que el ve el lado de arriba,
y yo, el que esta debajo.
Solo cuando el telar quede quieto,
y las lanzaderas dejen de volar,
Dios desenrollara la tela
y el porque va a explicar.
Los hilos obscuros son tan necesarios,
en las manos del tejedor,
como los hilos de oro y plata
en el diseño de mi Señor.
(En Sourcebook of Poetry, comp. Al Bryant, Grand Rapids, Mich: Zondevan Publishing House, 1968, pág. 664. Traducción libre.)
Que lo comprendamos y actuemos conforme a ello, ruego en el nombre de Aquel que es el «Señor de la puerta estrecha y del ojo de la aguja», el Señor Jesucristo. Amén.

























Yo se que el Presidente dice es verdad,debemos seguir nutriendonos para no desmayar en los dias dificiles de la vida gracias al profeta jóse Smith hoy podemos conocer más del plan de Dios y de nuestro progreso eterno y le agradezco por haberme considerado en su plan y tener una identidad divina junto con mi familia,testifico que todo su mensaje es verdadero lo se por mi misma porque he experimentado esas verdades en mi vida.
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Empecé a estudiar el manual para el alumno de La Perla de Gran Precio, y ya en la página 3 nos invita a leer este discurso, que bueno que lo encontré acá ya que no está en la Biblioteca del evangelio. Hay muchas verdades inspiradas en este discurso, me gustó mucho cuando dijo que «Si no alimentan su fe, puede ocurrir les que se cansa su ánimo hasta desmayar, vencidos por las circunstancias»
ya decía el presidente Russel M Nelson, que no debemos depender de las circunstancias de nuestra vida para ser felices. El evangelio de Jesucristo y su doctrina nos traen gozo, plenitud y paz.
-Rafaela Bueno (🇧🇷🇺🇾)
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