Conferencia General Octubre 1985
Respuesta al llamamiento
élder M. Russell Ballard
del Quórum de los Doce Apóstoles
“Cada uno de nosotros aprende obedientemente que responderá cuando lo llamen y tratara de hacer lo mejor que pueda dentro de su llamamiento, ya sea como maestro orientador, como presidente de estaca o como Autoridad General.”
Mis queridos hermanos, me siento muy humilde ante la demostración de confianza del Señor y de mis hermanos, y os prometo que cumpliré de la mejor manera que soy capaz. En los últimos nueve años y medio, durante los que recibí la comisión del Señor de ir a diversos lugares de la tierra, pude darme cuenta de que Su Iglesia esta llena de hombres justos, buenos y dedicados. Cada uno de nosotros aprende obedientemente que responderá cuando lo llamen y tratara de hacer lo mejor que pueda dentro de su llamamiento, ya sea como maestro orientador, como presidente de estaca o como Autoridad General.
Entiendo el origen del llamamiento. Durante estos últimos nueve años y medio, he aprendido que esta es la Iglesia de nuestro Padre Celestial. Las asignaciones que he cumplido, de actuar en el nombre del Señor, me permiten hoy testificaros que yo se, así como se que estoy ante vosotros, que Jesús es el Cristo, que El vive. El esta muy cerca de esta obra y muy cerca de todos aquellos de nosotros a quienes se nos ha pedido llevar a cabo la obra en Su nombre por toda la tierra.
También quisiera testificaros que, en mi caso particular, el velo que nos separa del mas allá es algo fino. Reconozco que ha sido una gran bendición en mi vida haber nacido de buenos padres, buenos abuelos y buenos bisabuelos que han dado todo lo que se les ha pedido dar para edificar el reino de Dios sobre la tierra.
Ahora, mis queridos hermanos, quisiera suplicaros que me apoyéis con vuestra fe y vuestras oraciones. Expreso mi cariño a mi esposa y a mis hijos, que me apoyan en todo lo que el Señor me pide que haga. Estoy agradecido por esta gran bendición y ruego humildemente que pueda serviros a vosotros, los miembros de esta Iglesia, en una forma que sea agradable y aceptable ante nuestro Padre Celestial, y lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.
























