Las grietas espirituales

Conferencia General Octubre 1986logo 4
Las grietas espirituales
élder David B. Haight
del Quórum de los Doce Apóstoles

David B. Haight«Confiad en Dios para evitar las grietas del pecado y la maldad. Aferraos al salvavidas del evangelio.»

¡Que vista conmovedora se aprecia en esta vasta audiencia de hombres y jóvenes! Puedo visualizar a abuelos, padres, obispos, diáconos, maestros y presbíteros sentados juntos, algunos como familia o quórumes; también misioneros regulares, estudiantes y nuevos conversos -todos ellos poseedores del Sagrado Sacerdocio de Dios. Y mas allá de este histórico Tabernáculo de Salt Lake City hay cientos de otras reuniones de poseedores del sacerdocio, quienes esperan ansiosamente recibir aliento e instrucción de nuestro profeta y sus finos consejeros.

El verano pasado, Clarence Neslen, hijo, llevo a su familia al Parque Nacional de Jasper, en Alberta, Canadá. Disfrutaron explorando las extensiones heladas de Columbia y saltando las grietas del famoso Glaciar Athabasca. Fue una experiencia entretenida, hasta que el pequeño Cannon, de once años de edad, que trataba de saltar una de las grietas, no lo logró y cayó en el profundo abismo, atorándose entre los muros de hielo. Cuando su padre miró hacia los 10 metros de profundidad a donde estaba su hijo, se alarmó aun mas al ver un río de agua helada que corría por debajo de la grieta.

Había varios jóvenes que también estaban explorando el glaciar. Oyeron los gritos de auxilio y llegaron corriendo. Tenían una pequeña cuerda, pero pronto se dieron cuenta de que no era lo suficientemente fuerte. Si se rompía, Cannon con toda seguridad caería al turbulento río.

La hermana Neslen y otros corrieron a un hotel cercano en busca de ayuda. El campamento de guardabosques mas cercano estaba a 110 kilómetros de distancia. Por teléfono se enteraron que dos guardabosques andaban cerca de esos campos nevados. Se les ubicó por radio y pronto llegaron al rescate. Quedaba poco tiempo, era urgente tomar una decisión y en silencio se elevaron Oraciones a los cielos.

El hermano Neslen trató de calmar a su hijo y mitigar su temor. La hipotermia se empezaba a presentar. La camisa del niño se le había subido al caer y su piel desnuda estaba apretada contra las frías murallas del glaciar. Con el objeto de mantener consciente a su hijo, el padre le hablaba y le decía que siguiera orando, que moviera los dedos de las manos y los pies y que cantara sus canciones favoritas. Una y otra vez  Cannon cantó: «Soy un hijo de Dios, por El enviado aquí. Me ha dado un hogar y padres caros para mí». Todos se sintieron fortalecidos por la fe y determinación de Cannon, pero este empezó a debilitarse. Su padre continuó asegurándole que pronto llegaría ayuda y que nuestro Padre Celestial escucharía sus oraciones.

Llegaron los dos guardabosques.

Enterraron estacas en el hielo, amarraron las cuerdas y empezaron a bajar a uno de los guardabosques para rescatar al niño, pero el espacio entre los muros no era suficiente y no cabía. La única esperanza era echarle una cuerda con un lazo y rogarle al Señor que el niño estuviera lo suficientemente alerta para agarrarlo, y que luego tuviera las fuerzas para aferrarse a ella mientras lo tiraban.

El hermano Neslen ofreció la oración más ferviente de su vida. Le rogó al Señor que salvara la vida de su hijo. «Me sobrevino un sentimiento de seguridad y calma», dijo, «y supe que se salvaría».

Para entonces Cannon estaba inconsciente. El padre le gritaba para animarlo, espabilándolo lo suficiente para que sus congelados dedos se aferraran a la cuerda. «¡Aférrate con todas tus fuerzas!», le gritó su padre. Luego lo fueron subiendo cuidadosamente trecho a trecho, metro por metro-durante esos diez largos metros. Cuando por fin llegó a ellos, estaba inconsciente. Los dedos milagrosamente se le habían congelado alrededor de la cuerda y tuvieron que forzarlos para abrirlos.

Inmediatamente lo abrigaron con frazadas y lo llevaron rápidamente a una ambulancia que esperaba, pero no habla suficiente calor para elevarle el nivel de temperatura necesario. Uno de los ambulancieros desvistió a Cannon, luego se sacó su propio abrigo y camisa y apretó a Cannon contra su pecho desnudo a fin de que el calor de su cuerpo irradiara al del niño. Cannon respondió lentamente al amoroso cuidado de sus bienhechores. Las oraciones de todos se habían contestado.

El joven Cannon Neslen, un diácono recién ordenado, se encuentra entre nosotros esta noche. Agradecemos a nuestro Padre Celestial que haya conservado su vida. Fue conservado para un propósito. Le dijo a su padre que mientras estaba atorado contra el hielo, sintió la tranquila seguridad de que se salvaría. El sabe que Dios lo ama y que tiene una misión especial que cumplir en la vida.

Al igual que Cannon Neslen, que cayó accidentalmente en una hendedura, algunos de vuestros amigos-y quizás algunos de vosotros que me escucháis-os habéis resbalado y habéis caído en grietas espirituales.

Las grietas espirituales simbolizan las tentaciones y las trampas que tantos de nuestros jóvenes están enfrentando trágicamente: el alcohol con sus vinos livianos y las fiestas con cervezas, la experimentación y dependencia de drogas, las películas y videos para adultos que a menudo terminan en inmoralidad. Al borde de esas nefastas grietas están los padres y otras personas quienes, con oraciones fervientes, ruegan por socorro y ayuda. Al igual que el padre de Cannon, ellos también ruegan que su hijo o hija se aferre al salvavidas que se les ofrece. Su amor y las enseñanzas de las Escrituras y la certeza de las bendiciones eternas de la expiación del Salvador son salvavidas que conducen a la seguridad.

Los jóvenes no son los únicos que resbalan y caen en esas grietas.

Recientemente, un presidente de estaca me dijo que un respetado miembro de la Iglesia que había servido en cargos importantes había sido tentado por sus amigos del trabajo a probar la droga de cocaína llamada «crack». Los hombres estaban deprimidos; su compañía estaba casi en quiebra, y sucumbieron ante la tentación de las drogas ilegales.

Este hermano desperdició 18.000 dólares comprando la droga «crack», perdió su trabajo, sufrió un cambio de personalidad y finalmente fue hospitalizado. A través de todo esto, su esposa estuvo a su lado. Ella encontró un trabajo y juntos empezaron la tarea de poner la vida de el en orden. Sus amigos de la Iglesia le ayudaron a conseguir otro empleo.

Su mente esta seriamente afectada. Todavía depende en cierta manera de algunas drogas. La esperanza de su familia es que el pueda aferrarse al salvavidas.

Cuando Satanás fue liberado en la tierra con sus innumerables huestes, llegó a ser »el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos . . . a cuantos no quieran escuchar mi voz» (Moisés 4:4).

Uno de los métodos de Satanás es distraernos y tentarnos para que no veamos las grietas peligrosas. Ha tenido tanto éxito que muchos ya no reconocen el pecado como pecado. Las películas, los programas de televisión y las revistas han glorificado el pecado hasta convertirlo en lo que ellos estiman que es un estilo de vida aceptable. »La fornicación, el adulterio, el incesto . . . los matrimonios en serie, el abuso de las drogas, la violencia y la improbidad en cada una de sus variedades, [que] a menudo se representan como un comportamiento [normal]; donde la gente que hace el bien no . . . recibe recompensa, y aquellos que hacen el mal no son castigados». Así lo declaró un autor del Los Angeles Times. (Salt Lake Tribune, 9 de ago. de 1986, pág. C7.)

Ciertamente vivimos en la época de la que hablo Isaías cuando los hombres «llamarían a lo malo bueno y a lo bueno malo» (Isaías 5:20).

Si alguno de vosotros esta caminando en campos de hielo cerca de hendeduras, ¿podéis ver los avisos de advertencia: «Peligro-no se acerque a la orilla»? No juguéis con la maldad porque perderéis. Rogamos que no toméis la actitud un tanto arrogante de algunos que dicen: »¡Yo me se controlar!» o «¡Todos lo hacen!»

Un amigo que visitaba a sus familiares en otro estado para asistir a una graduación notó que unos alumnos mascaban tabaco. Cuando le preguntó a su sobrino al respecto, el joven contestó: «¡Todos lo hacen!»

El sobrino de mi amigo no masca tabaco, pero creía que la mayoría de los chicos lo hacia. Aun en las escuelas donde en realidad sólo unos cuantos alumnos consumen drogas, o alcohol, o fuman, los que no lo hacen a veces creen que la mayoría de sus compañeros lo esta haciendo.

No todos lo están haciendo. ¡Vosotros no lo hacéis! Y sois una influencia para vuestros amigos y otras personas os observan. Vosotros ayudáis a establecer las normas para los demás.

Vosotros, jóvenes, sois una hermandad real -no porque seáis mejores que cualquier otro- sino porque el Señor os ha bendecido con privilegios y responsabilidades especiales

Fuisteis preordenados para venir a la tierra cuando la plenitud del evangelio estuviera sobre la tierra. Fuisteis preordenados para recibir su sacerdocio. El profeta José Smith dijo: »Todo hombre que ha sido llamado para ministrar a los habitantes del mundo, fue ordenado para ese propósito en el gran concilio de los cielos antes de que el mundo fuese» (Enseñanzas del profeta José Smith, sel. José Fielding Smith Salt Lake City: Deseret Book Co., 18751, págs. 453454).

Vosotros sois el medio especial del Señor para enseñar el evangelio a sus demás hijos. Sois diferentes de otros adolescentes que no comprenden lo que vosotros comprendéis y que no tienen las responsabilidades que vosotros tenéis.

Sois hijos espirituales de Dios. con un llamamiento especial. Sabemos que El os ama. Tenéis el don dei Espíritu Santo y podéis discernir entre lo bueno y lo malo. Y tenéis el poder del sacerdocio -la autoridad para representar a vuestro Padre Celestial.

Ahora, mis hermanos, los que habéis recibido esta preciosa responsabilidad del santo sacerdocio, levantémonos, como dijo el padre Lehi, y ciñámonos «con la armadura de la justicia» (véase 2 Nefi 1:2123).

Para evitar que caigamos en las trampas o grietas de la vida, el Señor nos ha proporcionado el salvavidas de las preciosas verdades contenidas en las Escrituras, las cuales. si nos aferramos a ellas, nos permitirán escapar, tanto física como espiritualmente, de los peligros.

La Palabra de Sabiduría se dio para que pudiéramos tener mentes claras y cuerpos sanos; el Sermón del Monte, para hacernos mas sensibles a la necesidad ajena; y los Diez Mandamientos -escritos en la roca por el dedo de Dios-, para prohibirnos pecar.

Os exhorto a todos a hacer de las Escrituras vuestro compañero personal.

El presidente Spencer W. Kimball leyó la Biblia cuando tenia 14 años de edad -leyó los 66 libros y las 1.519 paginas: «Si yo pude hacerlo con una lampara de aceite», dijo, «vosotros podéis hacerlo con la luz eléctrica». (Teachings of Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball [Bookcraft, Salt Lake City, Utah, 1982l, pág. 131.)

El presidente Kimball fue un maestro muy especial para todos nosotros. No tuvo auto ni bicicleta, pero tenía nueve vacas a las que tenia que ordenar cada madrugada y cada noche.

El dijo: »Pensé, ¡que pérdida de tiempo sentarse en un banco de tres patas! Quizá haya algo que pueda hacer mientras ordeno.» Colocó una copia de los Artículos de Fe en el suelo, a su lado, y los repasó una y otra vez, hasta que los memorizó. Luego repitió los Diez Mandamientos una y otra vez hasta que se los aprendió. Mientras ordenaba las vacas, memorizó pasajes importantes de las Escrituras que le ayudarían en la misión. No tenia tiempo que perder; tenia cosas que hacer con su vida. (Véase Teachings of Spencer W. Kimball, pág. 131.)

Sería maravilloso que vosotros, jóvenes, utilizarais vuestro tiempo sabiamente, aprendiendo las cosas de Dios.

El presidente Ezra Taft Benson nos ha dado el desafío de que leamos el Libro de Mormón -el libro mas correcto que cualquier otro libro en la tierra y la clave de nuestra religión. Sabemos que miles de jóvenes han aceptado el desafío y están leyendo el Libro de Mormón.

Cuando el ángel Moroni selló las planchas de oro, estuvo inspirado a prometer a las generaciones futuras (o sea, nosotros) que bajo ciertas condiciones Dios manifestaría la verdad de esos registros por el poder del Espíritu Santo, y escuchad cuidadosamente- »por el poder del Espíritu Santo conoceréis la verdad de todas las cosas» (véase Moroni 10:4 5).

Imaginaos tal promesa. Si lo deseáis con un corazón sincero, con fe en Cristo, podréis entender todas las cosas.

Jeffrey Holland, presidente de la Universidad Brigham Young, mientras trabajaba para recibir su doctorado en una prominente universidad del Este de los Estados Unidos, llegó a conocer bien a una de las bibliotecarias que le había ayudado con ciertas investigaciones.

Un día le dijo:

-Ilene, necesito saber cuantos libros tenemos en la biblioteca de la universidad que afirman haber sido entregados por un ángel.

Como os podéis imaginar, la bibliotecaria le echó una mirada muy extraña y dijo:

-No se de ningún libro que haya sido entregado por ángeles. Espadas quizás, o carros de guerra, pero no se de ningún libro.

-Bueno, ¿podrías averiguarlo? Puede tomarte un poco de tiempo, pero realmente necesito saber.

La bibliotecaria responsablemente hizo algunas averiguaciones con respecto a los nueve millones de libros que contenía la biblioteca. Durante varios días no encontró nada, pero un día. sonriendo dijo:

-Señor Holland, tengo un libro para usted. Encontré uno que se afirma fue entregado por un ángel -y le alcanzó un ejemplar del Libro de Mormón.

-Me han dicho que lo puede comprar por un dólar -respondió el hermano Holland.

-No es posible -continuó ella-, ¡un libro de un ángel por un dólar! Uno pensaría que los ángeles cobrarían mas, pero pensándolo bien -dijo-, ¿dónde lo gastarían? (Véase Pat Holland, President’s Welcome Assembly. Universidad Brigham Young, 9 de sept. de 1986. )

Pensad en eso -un libro ha sido entregado por un ángel y enseña acerca de la salvación eterna ¡y cada uno de vosotros tenéis un ejemplar!

Que el Señor os bendiga a cada uno en las oportunidades que tengáis en la vida. Confiad en Dios para evitar las grietas del pecado y la maldad. Aferraos al salvavidas del evangelio. Podéis hacer elecciones correctas -las que sabéis en vuestros corazones que serán para vuestro beneficio. Os amamos y testificamos de la veracidad del evangelio de Jesucristo, en el nombre de Jesucristo. Amén.

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