Conferencia General Octubre 1987
Y tu todavía estas allí
por el élder Neal A. Maxwell
del Quórum del los Doce Apóstoles
»Jesús ya conoce nuestros pecados, enfermedades y dolores. ¡Él puede llevarlos sobre sí ahora porque ya los sufrió antes con éxito!»
Lo que escribieron Juan y Pablo sobre las creaciones de Dios y la pluralidad de mundos. Lo afirma rotundamente el evangelio restaurado declarando que se han creado »incontables mundos». (Moisés l: 33; Juan l: 3; Hebreos 1:2; 11:3; D. y C. 93:10.) Estas verdades del evangelio son importantes confirmaciones para nosotros, que nos hallamos en esta pequeña «partícula» situada en el borde de una galaxia menor llamada la Vía Láctea. Sin la plenitud del evangelio, parecería que viviéramos sólo un segundo de la cronología terrenal y en medio de una incomprensible vastedad.
No obstante, nuestro interés debe ser este planeta, como lo dijo el Señor a Moisés:
Pero solo te doy un relato de esta tierra y sus habitantes. Porque he aquí, hay muchos mundos que. . han dejado de ser. . . y son incontables para el hombre: pero para mi todas las cosas están contadas, porque son mías y las conozco. (Moisés l :35)
Enoc, a quien el Señor le reveló tanto, alabó a Dios entre sus vastas creaciones, y afirmó con tranquilizadoras palabras: Y tu todavía estas allí» (Moisés 7:30; véase también Jeremías 10:12)
Esta seguridad especial puede ayudarnos a través de todas las experiencias y circunstancias de la vida. ¡Dios, que es universal, se interesa en nuestras experiencias individuales! En medio de sus vastos dominios, Él nos tiene en cuenta, nos conoce y nos ama con amor perfecto. (Véase Moisés 1:35; Juan 10:14)
Además de saber que Dios esta allí, es igualmente vital que sepamos cómo es y conozcamos sus atributos perfectos de justicia y misericordia. Hay más mortales que mueren ignorando el verdadero carácter de Dios que los que mueren rebelándose en contra de Él. El creer en la bondad y el poder de Dios es mucho más fácil si se entiende su plan de salvación con la crucial concesión del libre albedrío del hombre, un albedrío real, con errores reales y consecuencias reales. Su plan se compone de pruebas, problemas, angustias y gozos, todos muy reales.
Aunque sabia que había sido llamado personalmente por Dios. Enoc se sentía inseguro porque se creía incapaz de cumplir (Moisés 6:31). También lloró por la condición de los humanos, pero se le dijo: «Anímese tu corazón, regocijaste y mira» (Moisés 7:44). Si no hubiera mirado y recibido conocimiento, habría visto la condición humana aislada de la realidad. Si Dios no hubiera estado allí. Las preguntas de Enoc se habrían convertido en gritos vanos de desesperación.
Al principio rehusó el consuelo (Moisés 7:44), pero al fin vio el plan de Dios. La venida del Mesías en el meridiano de los tiempos y el triunfo de los propósitos de Dios: vio que el trono de Dios representa justicia y misericordia (véase Moisés 7: 41).
Se le explicaron a Enoc las consecuencias de emplear mal el libre albedrío del hombre; aunque se había dado a los mortales el mandamiento de «‘amarse el uno al otro» los de su tiempo eran un pueblo sin afecto, que aborrecían «su propia sangre» (Moisés 7:33)
Nosotros también podemos rehusar el consuelo. Erróneamente podemos culpar a Dios de esa gran parte de la desdicha humana causada en realidad por el hecho de que los mortales no obedecen Sus mandamientos. O, como Enoc, podemos ser intelectualmente humildes, lo que nos permitirá mirar y aceptar la verdad de que Dios esta «allí», y la de su personalidad y sus planes.
¡Qué pena que cuando el Señor nos da «línea sobre línea» y «precepto sobre precepto» acerca de El y sus planes, muchos hacen caso omiso de esos grandiosos dones! En vez de líneas, algunos exigen párrafos y hasta paginas. Cuando Dios da «un poquito aquí, otro poquito allá» (Isaías 28:10). ¡Algunos quieren mucho y ahora mismo!
Aun así, las Escrituras están llenas de confirmaciones, como estas tiernas palabras dirigidas a Abraham:
»Y él me dijo: Hijo mío, hijo mío (y tenia extendida su mano), he aquí, te mostraré todas estas. Y puso su mano sobre mis ojos, y vi aquellas cosas que sus manos habían creado, las cuales eran muchas; y se multiplicaron ante mis ojos, y no pude ver su fin». (Abraham 3:12.)
Sea cual sea la dimensión de las cosas, el Señor esta allí. Ya se hable de como el sol, la luna y las estrellas muestran a Dios «obrando en su majestad y poder» (D. y C. 88:47), o se describan los lirios del campo diciendo que son más hermosos que Salomón con toda su pompa, ¿quién esta mejor calificado que el Creador para hacer esas descripciones de los cielos y esas comparaciones entre vestimentas y flores? (Mateo 6:28-29.)
Una mujer samaritana fue una de las primeras personas que oyó de labios de Jesús que Él era el Mesías, y se maravilló diciendo: «(Él) me ha dicho todo cuanto he hecho» (Juan 4:29). Él la había conocido, había «estado allí», formando parte de su vida durante mucho tiempo. Para que lo reconocieran pronto, el Jesús resucitado le dijo a Pedro donde debía echar las redes para encontrar un cardumen (véase Juan 21: 6-8) El Señor llamó por su nombre de pila a Samuel, María Magdalena, Saúl y José Smith (I Samuel 3:4; Juan 20:16: Hechos 9:4: José-Smith Historia 17.)
¡Tan inmenso amor en manifestaciones tan pequeñas!
Dios no sólo esta en las manifestaciones más sencillas de su presencia, sino también en las expresiones aparentemente ásperas. Por ejemplo, cuando la verdad «hiere hasta cl centro» (I Nefi 16:2) del ser, quizás sea una indicación de que ya ha comenzado la cirugía espiritual, y de que ya se esta extirpando dolorosamente el orgullo del alma.
El también esta allí cuando las palabras duras pero verdaderas rompen la puerta cerrada de una mente que está devorada por una obsesión. A veces, mis hermanos, en lugar de que la mente se apodere de una idea, es la idea que se apodera con fuerza de la mente, o sea, otra manera en que la soberbia [nos] corona» (Salmos 73:6).
Verdaderamente el Señor esta allí para corregir a los que ama, aun a los más espirituales. El hermano de Jared había dejado de orar por mucho tiempo (Eter 2:14). Aun los buenos pueden descuidarse si el Señor no esta allí para corregirlos. Pero más adelante (después de corregido) ¡el hermano de Jared vio al Señor! (Eter 3: 13-16.)
Lo que nos parece imprevisto a nosotros, los mortales, Dios ya lo ha visto: por ejemplo, la manera en que los depósitos de petróleo de esta tierra causarían conflictos entre las naciones. De Dios es «la mano extendida sobre todas las naciones» (Isaías 14:26). Asimismo, Él vio todas las terribles hambres, algunas provocadas por la erosión imprudente, innecesaria de las preciosas tierras fértiles. Y sin duda, previó la espantosa persecución de los judíos. Habiendo creado la tierra, Él sabía el impacto que tendría el movimiento continental en la frecuencia e intensidad de los terremotos de nuestros días. Él, que comparó a «los impíos» con »el mar en tempestad, que no puede estarse quieto» (Isaías 57:20), también sabe donde y cuando, en los últimos días, las grandes marejadas se alzarán salvajes mas allá de sus limites (véase D. y C. 88: 90).
Sin embargo, si no tuviéramos las revelaciones, las respuestas al «porque» de nuestra existencia y del sufrimiento humano escaparían aun a los mayores esfuerzos intelectuales:
«¡He aquí, grandes y maravillosas son las obras del Señor! ¡Cuán inescrutables son las profundidades de sus misterios; y es imposible que el hombre pueda descubrir todos sus caminos! Y nadie hay que conozca sus sendas a menos que le sean reveladas: por tanto, no despreciéis, hermanos, las revelaciones de Dios» (Jacob 4:8).
El summum de los interrogantes humanos consiste en realidad en las preguntas que empiezan con »¿por qué?». El evangelio abunda en respuestas a estas preguntas con respecto al propósito de la vida. Sus verdades son vitales y unificadoras, y dan un orden a la vida, hablándonos no sólo «de las cosas como realmente son» sino también como realmente serán»‘ (Jacob 4: 13).
Hay motivo de sobra para vivir cada día en acción de gracias» (Alma 34: 38), porque »todas las cosas indican que hay un Dios, si, y aun la tierra y todo cuanto hay sobre ella, sí, y su rotación, si y también todos los planetas que se mueven en su orden regular testifican que hay un Creador Supremo» (Alma 30:44).
Mas aun, »todas las cosas que han sido dadas de Dios al hombre, desde el principio del mundo son la representación de [Cristo]» (2 Nefi 11:4).
El oxigeno adecuado para respirar en este planeta es una forma en que Dios nos da aliento, como lo dice el rey Benjamin. Él mantiene habitable la tierra y nos está »preservando de día en día». Con todo lo que ha hecho, no es extraño oír que somos, hasta cierto punto, servidores inútiles» (Mosíah 2:21).
Y a pesar de esa inutilidad, nuestro Redentor todavía esta ‘ allí». De hecho, el servicio trascendental que Jesús nos rindió empezó en la vida premortal. Cuando Dios nos presentó su plan de salvación, Jesús estaba allí, ofreciéndose mansa y humildemente: »Heme aquí: envíame» (Abraham 3:27), y diciendo: ‘Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre» (Moisés 4:2). El Padre siempre deseando dar a todos la libre elección, le dio a Lucifer la oportunidad de presentarse:
«Y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y rescataré a todo el genero humano, de modo que no se perderá una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra» (Moisés 4: 1; véase también Abraham 3:27; Isaías 6:8).
Fijaos en el egoísmo de esas palabras: heme», ‘a mí», seré» y ‘haré». Un orgullo tal supone generalmente una rodilla que no se doblara, porque los orgullosos, como dice la parábola de Jesús, [confían] en sí mismos como justos, y [menosprecian] a los otros» (Lucas 18:9).
Y hace mucho tiempo, fue también el Jesús manso, amante y redentor, quien previo la necesidad de llevar el evangelio a los que se hallaban en la prisión espiritual, incluso a los inicuos del tiempo de Noé: el «escogido ha abogado ante [la] faz» de Dios (Moisés 7:39). Jesús ha »estado allí» a través de las épocas como sufrido Pastor.
No tenemos por que estar en lo alto de una montaña ni en una arboleda sagrada para que Dios este con nosotros. Él esta »allí», aun en las manifestaciones más sencillas de su presencia.
La conciencia permite que el Señor este presente, ya sea en las advertencias tempranas o en las finales, al darnos una súbita comprensión o un resquemor en la memoria, salvándonos del mal o inspirándonos a hacer lo bueno. Además, puede advertirnos que cuando insistimos en la revancha sólo caemos mas bajo, o que no hundamos demasiado los pies en la mullida alfombra de lo mortal, que es peligrosamente fugaz.
De mil maneras la Deidad siempre estará presente, como testificó Enoc, aun en nuestros padecimientos.
Algunos, gravemente enfermos conocen la soledad de un cuarto de hospital de noche cuando los familiares se han ido o duermen a causa de la tristeza» (Lucas 22:45) incapaces de »velar» otra hora» (Mateo 26:40) La noche profundiza el silencio de los corredores, mientras ellos están rozando el velo de la muerte. Aun así estén o no señalado[s] para morir», estos fieles están en Sus manos. Y pueden saber y saben que Dios «todavía esta allí».
Los viudos cuya pérdida se alarga con los años cuando la caricia de los recuerdos difusos es insuficiente, a veces sollozan porque no ven el propósito de lo que les acontece. Pero conocerán después esos momentos en que el Señor «enjugará…toda lágrima de todos los rostros» (Isaías 25:8). Entretanto, pueden testificar: «Y tú, todavía estas allí»
Los hombres y mujeres cuya vida está destrozada por la traición del compañero que los ha abandonado quizás se sientan desamparados o aplastados por la in justicia. Pero ellos también pueden saber que Él «está allí» si aceptan la invitación de Jesús «Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados» (Mateo 11:28).
Los padres que luchan por influir y rescatar al joven insolente, sufriendo desilusión tras desilusión y preguntándose cuando va a terminar todo, pueden decir seguros: «Y tu todavía estás allí».
A los que sufren así y no obstante así perseveran y así testifican con la elocuencia de su ejemplo, ¡os saludamos en Cristo! Perdonad a los que tratamos torpemente de consolaros. Sabemos de dónde recibís el consuelo certero: Dios «está allí» para que nos apoyemos en Él.
La paz que Jesús prometió en una forma especial de calma en medio de la agitación. Aun cuando todo esté «en conmoción», sus discípulos permanecerán (D. Y C. 45:26, 32). Sus discípulos saben que Él está presente en los últimos días: «Soy el que conduje a los hijos de Israel de la tierra de Egipto; y mi brazo está extendido en los postreros días para salvar a mi pueblo Israel». (D. Y C. 136: 22)
Podemos echar sobre el Señor nuestras preocupaciones porque, mediante los angustiosos sucesos de Getsemaní y el Calvario, Jesús ya conoce nuestros pecados, enfermedades y dolores (véase 1 Pedro 5:7; 2 Nefi 9:21; Alma 7:11-12). ¡Él puede llevarlos sobre sí ahora porque ya los sufrió antes con éxito! (Véase 2 Nefi 9:21.)
Si, las creaciones de Dios están extendidas, ¡pero también lo está su brazo redentor! (véase Éxodo 6:6; Salmos 136:6)
Aquel que siempre «está allí» es también perfecto en su amor. Mas aun «Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman» (I Corintios 2: 9 véase también Isaías 64:4)
Así vemos que la Restauración está llena de estas confirmaciones de Dios, de la vida, del universo y de nosotros.
Mientras nos precipitamos a través del prodigioso panorama de la Restauración, admirando y observando, no nos debe sorprender que nuestras primeras impresiones no siempre sean exactas. No es de extrañar que algunos confundamos una parte con el todo o que en algunas de nuestras gozosas exclamaciones haya algo de exageración involuntaria.
Al andar errantes entre los gigantescos arboles de la verdad inevitablemente nos llega su penetrante aroma; nos llenan los bolsillos con recuerdos y sentimos una alegría pueril. Pero no podemos examinarla toda ni en una visita ni en muchas. Además cuanto más la conozcamos más aumentará nuestro asombro. Después de todo, Uno que no es dado a la exageración empleó la palabra «maravillosa» para describir la Restauración.
De hecho un examen más minucioso causa una muda expectativa porque un día los fieles lo tendrán todo:
«Y vendrá el día en que . . . se revelarán a los hijos de los hombres todas las cosas habidas entre ellos jamas, y cuantas habrá jamas hasta el fin de la tierra» (2 Nefi 27:11)
Como Moisés, Nefi estuvo en »montañas muy altas» y vio «grandes cosas demasiado grandes para el hombre» (2 Nefi 4:25) Como Enoc, Nefi habló de los atributos de Dios y de que Él »está allí» en medio de incontables mundos diciendo:
»¡Oh cuan grande es la bondad de nuestro Dios!» (2 Nefi 9:10)
«¡Oh la grandeza de la misericordia de nuestro Dios!» (2 Nefi 9:19)
»¡Oh cuan grande es el plan de nuestro Dios! (2 Nefi 9:13)
Gozosa y firmemente agrego mi pequeña voz de testimonio a estas maravillosas declaraciones de adoración en el nombre de Jesucristo Amén.
























