Invitemos a los demás a «venir a cristo»

Conferencia General Octubre 1988logo 4
Invitemos a los demás a «venir a cristo»
por el élder Gene R. Cook
del Primer Quórum de los Setenta

Gene R. Cook«Quisiera sugeriros siete practicas de las Escrituras (Alma 31:10) las que, si las empleáis con humildad, invitarán al Espíritu de inmediato a vuestro corazón y al de los demás.»

Mis queridos hermanos del sacerdocio, os saludo en el nombre del Señor Jesucristo con el sagrado precepto de »Venid a Cristo» (Moroni 10:32).

La divina misión de traer almas a Dios

Testifico que el Señor espera que traigamos almas a Él invitando a todos los hombres a venir a Cristo y, al hacerlo, nosotros mismos vendremos a Él. Es » . . . la cosa. . . de máximo valor para ti» (D. y C. 15:6). En verdad, vuestra mismísima ordenación, dice el Señor, es «predicar fe y arrepentimiento y la remisión de pecados, según mi palabra » (D. y C. 53:3), »a fin de que [podáis] traer almas a mí». Es la ofrenda mas sublime que el hombre puede ofrecer a Dios. (D. y C. 15:6; D. y C. 29:7; Alma 17:11; 29:9.) De hecho, vosotros recibisteis vuestras »primeras lecciones en el mundo de los espíritus, y [fuisteis] preparados para. . . obrar. . . en bien de la salvación de las almas de los hombres» (D. y C. 138:56) y no podéis tallar. Ese consejo se aplica tanto a los varones jóvenes como a los mayores.

Tal vez estemos en el momento de nuestro ministerio, en preparación para la segunda venida del Señor, en que, con renovado esfuerzo y con amor, debemos llamar a los hombres al arrepentimiento (D. y C. 6:9; 11:9, 18:14). Debemos invitarles a »venir a Cristo» testificando con valentía en su nombre para efectuar »un potente cambio» en el corazón de nuestra gente (Mosíah 5:2; Alma 5: 14).

La finalidad de visitar la casa de cada miembro

Como poseedores del Sacerdocio Aarónico y de Melquisedec, se nos ha delegado el deber de »visitar la casa de cada miembro» (D. y C. 20:47):

-»y exhortarlos a orar vocalmente, así como en secreto» (D. y C. 20:47);

-» . . para despertar en ellos el recuerdo» de Dios (Alma 4: 19), y

-«[para tornarlos] al Señor con integro propósito de corazón» (Mosíah 7:33).

No visitamos a los activos solo para «charlar», ni a los menos activos solo para lograr que vayan a la Iglesia, aun cuando ello sea parte de la visita. Esencialmente, hacemos las visitas para ayudar al cabeza de familia, sea hombre o mujer, a ser el líder espiritual de su hogar, a guiar a su familia a Cristo, a orar, a ayunar y a leer las Escrituras juntos. Si hacemos eso al visitarles, haremos lo debido.

Una preparación para oír la palabra de Dios

¿Cómo podemos hacer las visitas con poder y autoridad, como se describe en las Escrituras, sobre todo a los menos activos? Lo más importante de nuestra preparación es que nos humillemos hasta el polvo ante el Señor, que seamos creyentes (D. y C. 90:24; Mormón 9:27). No debemos dudar ni temer (D. y C. 6:36).

Oremos con fervor al hacer las visitas, pues el Señor nos ha dicho:

». . . expresad los pensamientos que pondré en vuestro corazón, y no seréis contundidos delante de los hombres; porque os será manifestado. . . en el momento preciso, lo que habéis de decir. . . [aun] la porción que le será medida a cada hombre» (D. y C. 100:5-6; 84:85).

Los resultados de esa clase de visitas testifican de sí mismos. Por ejemplo:

-En una primera visita, un hombre deja de fumar después de veinticinco años y pregunta a Dios en oración que debe hacer en seguida.
-Un hermano menos activo dice: «Les he estado esperando».
-Una esposa cuenta del sueno que ha tenido su marido menos activo de que »se les enviarían mensajeros» y dice: »Creeremos lo que ustedes nos digan».
-Se hace un llamado telefónico imprevisto en un momento critico y ello conmueve el alma de una hermana que se iba alejando de la Iglesia.

Alguien dijo: »Esas coincidencias son los pequeños milagros de Dios en los que Él desea conservar el anonimato».

Las visitas: Sugerencias para preparar el corazón de los hombres

Recordemos que no solo el que enseña sino también el que aprende debe tener el Espíritu del Señor. Vosotros, como los maestros, debéis hacer todo lo que podáis por preparar el corazón de los hombres a fin de que el Espíritu pueda enseñarles. Quisiera sugeriros siete practicas de las Escrituras (Alma 31: 10) las que, si las empleáis con humildad, invitaran al Espíritu de inmediato a vuestro corazón y al de los demás. Si lo deseáis, podéis anotarlas.

  1. Orad. Pedid la ayuda del Espíritu. Pedid a los que enseñéis que oren por vosotros y por ellos mismos mientras vosotros enseñéis. Pedid discernimiento para comprender las necesidades de los que visitéis (véase 3 Nefi 17:2-3; 20:1; D. y C. 136:29. 32). Por ejemplo:

-Durante una visita, dos poseedores del sacerdocio ruegan, de rodillas, que una hija desobediente sea bendecida. Los padres, conmovidos por esa oración, se arrepintieron en esa misma ocasión, empezaron a ir a la Iglesia y a un seminario de preparación para ir al templo, y ahora se han sellado como familia.

-Un niño de siete años, ante su padre menos activo que indica que no quiere orar, dice: »Papa, ora, por favor. Llévanos a mama y a mí al templo». Esa familia también se ha sellado.

  1. Usad las Escrituras. Estas son las palabras del Señor a nosotros, y el Espíritu del Señor hablara mediante ellas a todos, a los jóvenes y a los mayores (véase 2 Nefi 32:3; Alma 31:5; D. y C. 32:4). Por ejemplo:

-En una de las visitas, se da un testimonio sobre un versículo referente al bautismo. Un investigador dice: »Sí, creo que el Señor le ha enviado. Me bautizare».

-Se lee un pasaje de las Escrituras tocante a multiplicarse y henchir la tierra. Un matrimonio joven con un solo hijo confiesa humildemente su injusta decisión de no tener mas hijos.

  1. Testificad. Si seguís la inspiración del Señor. El os indicara que habéis de testificar con frecuencia durante las visitas. Testificad que »el Señor os ha enviado» y. al hacerlo. «. . .el Espíritu Santo. . . lo llevará al corazón de los hijos de los hombres». (2 Nefi 33:1; Alma 5:44-47, 4:19.) Permitidme ilustrarlo:

-Al dar testimonio, un líder del sacerdocio cita palabra por palabra parte de la bendición patriarcal de una hermana.

-Otro testifica de la vida después de la muerte y cita las Escrituras y se entera de que ese matrimonio acaba de perder a su hijo pequeño.

  1. Utilizad la música. El hacer escuchar himnos grabados o el cantar los himnos de Sión con los miembros en sus casas, si os sentís inspirados a hacerlo, siempre atraerá el Espíritu del Señor (véase D. y C. 25:12; Mateo 26:30; Colosenses 3:16; 1 Samuel 16:23). Por ejemplo:

-Un líder del sacerdocio, sonriendo, dijo: «Nunca había cantado; tengo una voz muy fea; pero sentimos que debíamos hacerlo. Mi voz sonó como la de un ángel». El hermano menos activo lloró y volvió a la Iglesia.

-Un maestro orientador dijo: «Cante con los hijos de aquel hombre áspero; impresionado por el canto, lloró y se mostró humilde de corazón por primera vez en años».

  1. Expresad amor y gratitud a Dios v al hombre. Expresad abiertamente vuestro amor por Dios y por los hijos de Dios, y el Espíritu del Señor se sentirá potentemente (véase Juan 13:34-35; I Nefi 11:21-23; Moroni 7:47-48). Veamos ejemplos: -Conmovido por el espíritu de la visita, un adolescente no muy activo expresa su amor por sus padres gracias a cuyo amor ha vuelto su corazón a Dios.

-Un líder del sacerdocio expresa amor a un grupo disidente de miembros menos activos y veinte de ellos vuelven a la reunión sacramental ese mismo día.

  1. Contad experiencias espirituales. Las experiencias espirituales producen un gran impacto en el alma de los hombres. Contadlas si el Espíritu os lo indica (D. y C. 50:21-22: Lucas 10:25-37; Hechos 26: 1-32). Por ejemplo:

-Un hermano jefe de familia menos activo cuenta a dos lideres del sacerdocio un sueno que ha tenido. Se arrepiente esa misma noche al relatar la experiencia.

-Dos lideres del sacerdocio cuentan un edificante relato misional. Como resultado, dos hijos menos activos están ahora en el campo misional.

  1. Efectuad ordenanzas del sacerdocio. En las »ordenanzas se manifiesta el poder de Dios» (D. y C. 84:20). Bendecid a los miembros. Bendecid a los enfermos. Bendecid el hogar de los santos. Instad a los demás a buscar las bendiciones del sacerdocio (3 Nefi 20:2-9). Por ejemplo:

-En una visita inesperada del director de un instituto de religión, una joven universitaria que ha cometido transgresión recibe una bendición. Se le hace recordar a Dios y vuelve al instituto de religión.

-Otro hermano postrado en cama es sanado y se levanta de su lecho de enfermo.

-Una hija recibe una bendición del sacerdocio y halla la paz que no habla encontrado desde la muerte de su padre.

Hermanos, esas siete sugerencias -una o más según la ocasión- siempre llevaran el Espíritu del Señor a vuestras visitas. ¿No son acaso esos algunos de los dones espirituales que dio Cristo y que prepararon el camino para que el Espíritu Santo testificara y cambiara el corazón de los hombres? Dad de vosotros espiritualmente y vuestras visitas no serán una rutina, porque podréis discernir las necesidades de los santos. Por el poder del Espíritu, ellos querrán cambiar; se arrepentirán y vendrán a Cristo.

Sí, es cierto, hay unas cuantas ovejas que no obedecerán a la voz del Maestro, que no están dispuestas por ahora -repito: por ahora- a obedecer, porque Jesús enseñó que El sólo puede traer a todos los hombres a Él, »con la condición de que se arrepientan» (D. y C. 18:12; cursiva agregada).

A esas almas, sigamos dándoles amor fraternal y volvamos a acercarnos a ellas mas adelante cuando tengan el corazón más penitente y obedezcan al Espíritu (3 Nefi 18:32).

Las visitas de las hermanas

Quisiera contar una experiencia que tuvo mi esposa. Al ir conmigo a una conferencia de estaca a la cual se me habla asignado, acompañó a una presidenta de la Sociedad de Socorro a hacer visitas. Como pastoras y siervas del Señor, tuvieron mucho éxito.

Entonces, alrededor de un año después, cuando yo enseñaba a algunos hermanos del sacerdocio cómo hacer dichas visitas, un hermano de unos 35 años me dijo que mi esposa le había visitado cerca de un año atrás y agrego: »¿Le cuento un secreto’? Toda mi familia había decidido el día antes de que su esposa nos visitara que dejaríamos la Iglesia porque nos habían ofendido y no volveríamos más. Le testifico a usted que sentimos que el Señor nos hablaba por medio de ella al hacernos recordar a Dios y sus ordenanzas. Ahora soy miembro de un obispado y hoy no estaría aquí si no hubiera sido por ella».

Sonriendo, añadió: »¡Cuánto desearía haberla observado mas detenidamente en aquella ocasión en que ella invitó al Espíritu del Señor a venir a mí y a mi familia ahora que yo tengo que hacer mi primera visita a una familia!»

Si, hermanos, las hermanas también pueden ayudar en esta obra.

Para resumir: la motivación divina

Entonces, para resumir:

  1. Tenemos que ser instrumentos en las manos del Señor para traer almas a Cristo. Tal vez ese sea el mayor de los dones que un hombre puede otorgar a otro.
  2. Debemos aprender con mayor eficiencia a invitar al Espíritu del Señor para esa obra, aun humillándonos «hasta el polvo» (D. y C. 138:56; Alma 34:38).
  3. El proceso que he descrito resulta bien a todos los hombres, jóvenes y viejos, que tengan fe, esperanza, caridad y amor, con la única mira de glorificar a Dios (véase D. y C. 4:5). Vosotros, los varones jóvenes, instad a vuestros padres y a vuestros compañeros a hacer visitas así. Vosotros tenéis derecho a que se os enseñe a hacerlas, como también a motivarnos y enseñarnos.
  4. Recordad que dichas sugerencias no tienen por objeto cambiar el procedimiento de la orientación familiar, ni de las maestras visitantes, ni las visitas de las organizaciones auxiliares, sino que constituyen el medio de llevar el Espíritu del Señor a esas visitas.
  5. El proceso que he descrito para invitar al Espíritu da buenos resultados lo mismo con:

-un hijo rebelde,
-una persona desanimada,
-un compañero de labores,
-uno mismo y
-también al visitar familias.

  1. Dediquémonos con el fervor del líder que dijo: ‘No habrá en mi quórum ni en mi clase ningún miembro menos activo que se haya alejado de Dios. Haré todo lo que pueda por que se realice un gran y potente cambio en su corazón».

Para terminar, quisiera recordar a todos que nuestra motivación no debe nacer solo por motivo del deber, ni por la Iglesia, ni por el llamamiento que tenemos, sino que nuestra motivación divina debe nacer de nuestro amor a Dios. Solo entonces ocurrirán milagros.

Doy testimonio del Libro de Mormón de que por nuestra obra,

-«nos fortaleceremos en el Espíritu»,
-«enseñaremos con poder y autoridad de Dios»,
-«recibiremos la gracia de Dios» (Mosíah 18:26) y
-seremos restaurados a gracia por gracia(véase Mosíah 18:26; Helamán 12:24), y entonces,
-con esa gracia, o poder de Dios, podremos tener caridad (Eter 12:36, 34) o «el amor puro de Cristo» (Moroni 7:47).

Ruego que ese don de la caridad sea nuestro, que demos a los espiritualmente necesitados los dones espirituales que Cristo dio. No sé de mayor regocijo que pueda experimentar el hombre que el que siente por «el alma que se arrepiente» (D. y C. 18:13-16). Que el Señor nos bendiga para que aprendamos a traer a las personas a Cristo y, para que, al hacerlo, también nosotros encontremos a Cristo, ruego humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amén.

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