Aumentemos nuestra fe

Conferencia General Abril 1994logo 4
Aumentemos nuestra fe
Patricia P. Pinegar
Consejero de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Patricia P. Pinegar«Siempre habrá distracciones… pero si elegimos acudir al Señor, creer en Él, seguirle, podremos aumentar nuestra fe.»

Tres de mis nietas son jovencitas que piensan que es sorprendente que yo me acuerde de cuando tenía la edad de ellas. En verdad recuerdo muchas cosas, algunas de ellas difíciles y otras muy buenas. Recuerdo especialmente una ocasión en que me sentí feliz. Tenía entonces diecisiete años. Mis amigas y yo asistimos a una charla fogonera en donde el discursante nos enseñó acerca del amor de nuestro Salvador. Nos dijo que podíamos confiar en el Salvador, que Él nos guiaría, que nos escucharía, que nuestra fe en Él podría aumentar y llegaríamos a sentir más felicidad que nunca.

Pero era necesario que hiciéramos nuestra parte; era necesario que escogiéramos creer en el Salvador y en Su amor; teníamos que pedir Su ayuda y luego tratar de pensar en Él durante todo el día.

El discursante nos sugirió que, para ayudarnos a recordar pensar en el Salvador, podríamos escuchar la campana de la escuela que sonaba varias veces al día. Cada vez que oyéramos la campana, debíamos ofrecer mentalmente una oración, incluso sin cerrar los ojos, o al ir caminando por el pasillo. Podríamos darle gracias a nuestro Padre Celestial por nuestras bendiciones, especialmente por nuestro Salvador; podríamos expresarle nuestro amor y pedirle Su ayuda. Nos enseñó que con sólo unos segundos, varias veces durante el día, podíamos acostumbrarnos a pensar acerca de nuestro Padre Celestial y el Salvador.

El discursante también sugirió que casi inmediatamente dejáramos de orar por nosotros y que oráramos por alguna otra persona: un amigo, un maestro u otra persona desconocida, y pedirle a nuestro Padre Celestial que bendijera a esa persona.

Nos advirtió que tal vez al principio todo eso nos pareciera un tanto raro, pero que si decidíamos ponerlo a prueba, verdaderamente podríamos sentir Su amor, que nuestra fe aumentaría y que sentiríamos gozo.

Eso me pareció una idea fantástica y decidí intentarlo. No podía creer las muchas veces que la campana sonaba todos los días. Cuando la oía, me detenía y decía: «Padre Celestial, gracias, y por favor bendíceme a mí y a Dorene porque tiene problemas». Al principio era algo incómodo, pero al poco tiempo empecé a pensar más en mi Padre Celestial y el Salvador, no sólo cuando sonaba la campana, sino muchas otras veces durante el día. Recuerdo que una mañana, mientras atravesaba un terreno fangoso, me encontré una florecita amarilla, que probablemente era de una mala hierba, pero a mí me pareció bella y sentí que el Señor la había creado para mí; lo amaba tanto. Mi fe había aumentado y me sentía feliz.

Elegir aumentar nuestra fe en el Salvador no es cosa fácil, requiere trabajo; pero los sentimientos de paz, gozo y amor que sentimos bien valen la pena.

Algunas veces, cuando nos esforzamos por hacer cambios —cambios buenos— se interponen grandes distracciones y obstáculos.

Uno de mis relatos favoritos de las Escrituras es acerca de Pedro. Mientras les leo esta historia, piensen en Pedro y en lo que ocurrió cuando se distrajo.

Jesús y Sus discípulos acababan de dar de comer a cinco mil personas con cinco hogazas de pan y dos pescados. Jesús pidió «…a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él…

«Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
«Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
«Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
«Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
«Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
«Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
«Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
«Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: iSeñor, sálvame!
«Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» (Mateo 14:23-31).

Ése es un relato maravilloso.

Pedro eligió creer en Jesús; le pidió que le ayudara llegar hasta El, y en verdad caminó sobre las aguas; pero cuando empezó a preocuparse más por las cosas que sucedían a su alrededor, «el fuerte viento», empezó a hundirse.

¿Cuáles son los fuertes vientos en nuestra propia vida? ¿Cuáles son las cosas que nos distraen del Salvador, que alejan de Él nuestro corazón y nuestra mente? Tal vez sea el preocuparnos más por complacer a nuestros amigos y demás personas que complacer a Dios (Juan 5:44); quizás sean las voces estrepitosas y confusas que oímos en la televisión, los videos y la música; otras veces simplemente no nos importa; nuestro corazón se ha endurecido (Juan 12:37). Siempre habrá distracciones, fuertes vientos, pero si elegimos acudir al Señor, creer en Él, seguirle, podremos aumentar nuestra fe.

Cuando Pedro empezó a hundirse, se volvió al Señor y exclamó: «¡Señor, sálvame!», y Jesús inmediatamente extendió la mano y «asió de él». El hará eso por ustedes, por cada una de nosotras.

¿Qué podemos hacer para volvernos al Salvador? ¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra fe en Él? Hay muchas cosas, pero he elegido sólo tres:

  • Podemos elegir creer.
  • Podemos suplicar ayuda, y luego escuchar.
  • Podemos poner en práctica el acudir a Él.

En las Escrituras dice lo siguiente: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios»; y para agradarlo debemos creer «que le hay» (Hebreos 11:6).

Un paso importante para aumentar nuestra fe en el Salvador es elegir creer; tiene que ser nuestra propia decisión; nadie puede tomaría por nosotras. Si me paro enfrente de un espejo y me miro a los ojos y digo: «Elijo creer en el Salvador», eso me ayuda, de modo que siempre que me mire al espejo me recordará la elección que hice.

Otra cosa que podemos hacer es suplicar ayuda, y luego escuchar. Nuestro Padre y nuestro Salvador desean que tengamos más fe. La fe es un don, pero tenemos que procurarla, y eso lo podemos hacer suplicando a Dios en nuestras oraciones, que nos la dé. Podríamos decir: «Padre Celestial, por favor ayúdame a tener más fe».

Aún más difícil que pedir es escuchar. Podemos escuchar en nuestro corazón y oír Su voz; podemos escuchar en las Escrituras y oír Su palabra; podemos escuchar a nuestros profetas y líderes y oír sus testimonios de fe. Podemos aumentar nuestra fe al oír «la palabra de Dios» (Romanos 10:17).

Por último, podemos recordar poner en práctica el acudir a Él, practicar pensar en ÉL El aumentar nuestra fe requiere más que elegir creer y suplicar; requiere cierta «acción física y mental»; requiere práctica, diligencia, paciencia y obediencia. Debemos ser «hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores» (Santiago 1:22). Podemos poner en práctica el vivir rectamente al acudir a Él, pensar en El y seguirle. Y luego debemos ayudarlo en Su obra al prestar servicio a los demás.

Una campana me ayudó a pensar en mi Salvador. ¿Tienen ustedes campanas en su vida?

Mi esposo solía meterse una moneda en un zapato para recordar que él era en realidad un hijo de nuestro Padre Celestial. A ustedes tal vez una moneda en el zapato les haría decir: ¡ay!, y también: «Gracias, Padre Celestial; te amo a Ti y a mi Salvador. Pensaré en Ti y te seguiré». En realidad no importa lo que utilicemos para ayudarnos a recordar a nuestro Salvador; lo importante es que lo pongamos en práctica.

Puedo percibir los tiernos sentimientos que albergan en su corazón; yo también los tengo. Tengo la seguridad de que deseamos seguirle, confiar en Él, agradarle, vivir rectamente, aumentar nuestra fe en Él. Creo que podemos lograrlo si elegimos creer, pedir y escuchar, además de practicar, practicar y practicar. Testifico que El nos ama mucho, que nos comprende, y que Su luz nos consolará y guiará a medida que nos acerquemos a Él. Siento mucho amor por ustedes, en el nombre de Jesucristo. Amén.

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1 Response to Aumentemos nuestra fe

  1. Avatar de María María dice:

    Un mensaje muy interesante! Quería consultar algo. En Romanos 10:17 dice la fé viene por el oír; y el oír, por la palabra de Dios! Entonces para aumentar mi fé debo oír, pero Jesús dijo que teníamos oídos y no oímos , por eso primero debo aprender a oír ! Por seines la coma después de Y ÉL OÍR, Entonces el aprender a oír viene al leer la palabra de Dios . Es así????? Entonces si debo oír la palabra de Dios debo leer Mateo, Marcos, Lucas Juan?? Ya que en el libro de hechos dice : Dios ha hablado de muchas maneras y en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de SU HIJO!!! También dice en el Nuevo Testamento: Este es mi hijo amado , a ÉL OÍD!!!!

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