El progreso del reino en Africa

Conferencia General Octubre 1994
El progreso del reino en África
Elder James O. Mason
De los Setenta

James O. Mason«El crecimiento de la Iglesia en África avanza seguro y constantemente, de acuerdo con un plan inspirado.»

Al entrar en la casa alquilada que utiliza la Rama Cuatro de Lagos, Nigeria, para efectuar las reuniones, escuchamos la música y las conmovedoras palabras de «Con valor marchemos». Los que cantaban—dieciocho élderes, dos hermanas y un matrimonio misionero—estaban preparándose Para la conferencia de zona. Nos impresionó ver las simpáticas sonrisas y las caras que brillaban de entusiasmo. Los misioneros solteros eran Ghana, Sierra Leona y Nigeria; el matrimonio, de Canadá, estaba cumpliendo su segunda misión.

Cantamos con convicción el primer himno de la conferencia:

Al mundo ve a predicar el plan del Salvador;
que Cristo Hijo es de Dios, anuncia con valor.
Al mundo ve con gran poder y firme corazón.
Anuncia que de Dios los hombres todos hijos son.
Al mundo ve a proclamar la gran Restauración;
que Cristo da eterna vida, santa bendición.
(«Al mundo ve a predicar», Himnos, # 169.)

Unos días antes, había yo presidido una conferencia de estaca que hubo en la ciudad de Benin, Nigeria. Sólo hacía un año que la estaca se había organizado y, durante ese período, el número de miembros había aumentado a doscientos sesenta, y casi todos eran familias. A pesar de que muy pocas familias de Benin tienen auto o teléfono, el porcentaje de familias que reciben visitas de orientación familiar en esa ciudad grande y esparcida es comparable al de las estacas organizadas de los países desarrollados.

No obstante los disturbios políticos y las interrupciones del transporte público, la nueva estaca tiene una elevada asistencia a la reunión sacramental. En la sesión del domingo por la mañana de la conferencia de estaca, había presentes más de un 50% de los miembros; muchas familias tuvieron que caminar distancias considerables para asistir; un coro hermoso y bien capacitado cantó con regocijo los himnos de Sión. En cualquier parte donde este establecida la Iglesia al sur del Sahara, se ve un nivel comparable de participación de un liderazgo dedicado y competente. África está presenciando el amanecer de un día más luminoso.

La primera estaca que se creó en el continente fue organizada en África del Sur, en 1970. En ese país hay ahora cinco estacas. El Templo de Johannesburgo se dedicó en 1985. En Nigeria y Ghana se han organizado cinco estacas más, la primera apenas una década después de haberse recibido en 1978 la revelación sobre el sacerdocio. Hay en el continente más de cincuenta distritos de la Iglesia que crecen dirigidos por inspirados líderes locales. La Iglesia está autorizada para realizar obra misional en veintiséis de los cuarenta y cuatro países que componen el Área de África.

El crecimiento de la Iglesia en África avanza seguro y constantemente, de acuerdo con un plan inspirado; en total, hay ochenta mil miembros, doce misiones, diez estacas, y cuatrocientos veinticinco barrios y ramas. En 1993, hubo más de nueve mil bautismos; y se podrían tener más si ese fuera nuestro único objetivo. Pero estamos deseosos de que todos nuestros hermanos africanos sean «nutridos por la buena palabra de Dios» y se haga «memoria de ellos» (Moroni 6:4). Por lo tanto, la Iglesia procede de manera ordenada y planeada. Los esfuerzos se dirigen a crear puntos de fortaleza; la meta es establecer líderes fuertes y bien capacitados que sean el cimiento de la futura expansión de la Iglesia.

La obra misional se concentra en la zona geográfica que rodea las capillas; los edificios se eligen donde puedan ser ocupados por dos o más unidades de la Iglesia. Los misioneros dirigen sus esfuerzos a convertir familias y posibles líderes, y se presta gran atención a la capacitación de los líderes locales. Todo esto es más fácil porque los miembros africanos están ansiosos de que se les enseñe y tienen buena disposición para aprender y para obedecer los principios del evangelio.

Casi la mitad de los novecientos sesenta misioneros regulares que hay en África son africanos; y el número va en aumento. Los matrimonios jubilados de los Estados Unidos y Canadá tienen una función muy importante en el progreso de la Iglesia en ese continente; dejando atrás con abnegación su hogar, sus hijos y nietos, estas devotas parejas son ángeles ministrantes para una gente agradecida y afectuosa. Ellos asumen con entusiasmo las tareas de encontrar personas a quienes enseñar, de testificarles, de bautizarlas y, sobre todo, de amarlas, y entienden en que pueden emplearse los años de jubilación. Estas parejas también imparten conocimientos básicos de lenguaje y aritmética y de salubridad, y rinden servicio humanitario tanto a los miembros como a los que no lo son.

Esos matrimonios obtienen grandes y eternas recompensas al llevar en brazos y sobre sus hombros (1 Nefi 22:6) a los que buscan la verdad, a quienes ellos han sido llamados para bendecir. A veces se requieren sacrificios el ser discípulo de Cristo nunca ha sido fácil—pero después de haber probado la dulzura y el gozo del servicio misional, la vida nunca vuelve a ser igual para un matrimonio. ¿Por que otra razón habría tantos que vuelven para cumplir una segunda y hasta una tercera misión? En la actualidad, se necesitan urgentemente muchos mas matrimonios en Africa y en todas partes. Mis hermanos, los que estén jubilados o acercándose a la jubilación, les ruego que consideren las grandes bendiciones del servicio misional y oren al respecto. Si «traéis aun cuando fuere una sola alma, ¡cuán grande será vuestro gozo con ella en el reino de mi Padre!» (D. y C. 18:15).

El profeta José Smith dijo, cuando la Iglesia estaba todavía en sus comienzos:

«Nuestros misioneros salen hacia diferentes naciones… Se ha levantado el estandarte de la verdad… Ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra… la verdad de Dios seguirá adelante valerosamente, noble e independiente, hasta que haya penetrado en todo continente, visitado toda región, abarcado todo país y razonado en todo oído, hasta que se cumplan los propósitos de Dios y el gran Jehová diga que la obra se ha concluido» (History of the Church, 4:540).

Efectivamente, a pesar de las dificultades, la obra en África avanza firmemente. Estoy profundamente agradecido por el llamamiento que tengo en calidad de Setenta y siento regocijo por esta oportunidad de servir al Señor. Siento gran amor por la gente de África. Estoy agradecido por el grato compañerismo de mi esposa y por las oraciones fieles de mis hijos y sus familias.

Hermanos y hermanas, sé que mi Redentor vive y que Él es el Salvador del mundo, que esta es la única Iglesia verdadera sobre la tierra y que el presidente Hunter es un Profeta de Dios. De esto doy solemne testimonio, en el nombre de Jesucristo. Amen.

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