Qué es un maestro?

Conferencia General Octubre 1971

¿Qué es un maestro?

Paul H. Dunn

por el presidente Paul H. Dunn
del Primer Consejo de los Setenta


Bien se nos ha enseñado en esta gran conferencia, mis hermanos y hermanas, y he estado pensando bastante en la enseñanza y los maestros ilustres. Anoche el élder Marión D. Hanks nos habló acerca de su primo fallecido, el hermano Ivan Frame, quien tuvo un gran impacto en la humanidad. Mencionó que uno de los tributos más maravillosos que se rindieron en su funeral, fue que todo joven debía tener en su vida la influencia de un hermano Frame.

He meditado en esto, y le agradezco a Dios repetidamente porque tuve a tal individuo en mi vida. Era un hombre de 78 años de edad que fue asignado como asesor de presbíteros a seis de nosotros, jóvenes que luchábamos en nuestra adolescencia y afrontábamos los desafíos del futuro. Se llamaba Charles B. Stewart; su hijo es actualmente presidente del gran Coro del Tabernáculo.

No sé lo que pensaríais de un hombre de 78 años de edad cuando teníais 16 años, pero algunos de nosotros dudábamos de la sabiduría de nuestro obispo, ya que pensábamos que literalmente había traído de vuelta a Moisés.

Recuerdo el primer día que me presenté a mi clase en el deteriorado cuarto superior del Barrio Hollywood.

Ahí estaba para recibirme ese hombre amable y tierno; me tomó de la mano como lo había hecho con los otros muchachos y dijo:

— Eres hijo de Harold Dunn, ¿no es así?

—Sí, señor—respondí.

Habló brevemente acerca de mí y mi familia, demostrando un gran interés personal. Luego dijo:

—Paul, uno de los requisitos para ser miembros de esta clase es recitar un nuevo pensamiento diariamente. ¿Tienes uno esta mañana?

Por años no había tenido un nuevo pensamiento, y viendo mi aprieto, dijo:

—Muy bien, te enseñaré uno. Escucha con cuidado. «La atención es la madre de la memoria.»

¿Ahora puedes repetírmelo?

Traté y por fin se lo repetí, permitiéndome entrar.

Tuvimos una clase maravillosa; terminó, y al salir dijo:

—Olvidé decirte, que antes de que te vayas tienes que decirme otro pensamiento.

Pensé que no me iría a casa ya que no sabía ninguno, de manera que dijo:

—Escucha con cuidado y te enseñaré uno que siempre recordarás. «Oh, qué telar tan enredado tejemos, cuando primero practicamos para engañar.»

Nunca lo he olvidado. Pasó otra semana, y tuvimos una experiencia similar. Yo todavía no tenía un nuevo pensamiento, y me dijo:

—Escucha atentamente. «Siempre a nuestro interior habla una rara vocecita, que nos impele al deber y a no pelear nos invita; y lo más extraño es como se hace oír, sin hacer el menor ruido y sin palabra decir.»

Me dispuse irme a casa y descubrí que no me dejaría ir hasta que le recitara otro. Al no poder hacerlo, dijo:

—Escucha con cuidado. «Un sabio buho en un roble posaba; cuanto más oía, menos hablaba; cuanto menos hablaba, más podía oír. ¿Por qué no puedes, Paul, su ejemplo seguir?»

Desde aquel entonces he pensado mucho en esto. Pasó otra semana y otro gran pensamiento. Me dijo:

—Ten presente, jovencito, un rayo genial el ejemplo imparte muy buscado por la gente; procura, pues, hoy mejorarte y a tu amigo al día siguiente.

Y tampoco he olvidado ese concepto.

El tiempo no me permitirá mencionar otros. Dos años más tarde me encontraba reclutado en las fuerzas militares de nuestro país. Fue en la isla de Okinawa donde recibí una carta de la señora de Stewart, donde me comunicaba la triste noticia de que mi querido amigo y asesor había fallecido. Me enviaba una carta que el hermano Stewart había empezado y estaba dirigida a mí, en la que decía: «Estimado Paul, he estado pensando en ti en ese lejano país, desalentado, y estoy seguro que un tanto deprimido; y a fin de levantarte el ánimo he incluido algunos pensamientos adicionales.» Había 25 ideas nuevas que nunca he olvidado.

Gracias a Dios por personas que se preocupan, por los Frame y los Stewart. Desde entonces he podido contar cinco maestros similares que influyeron en mí para bien. Estoy de acuerdo con el élder Hanks; debe haber un hermano Stewart y un hermano Frame en la vida de todo joven.

¿Qué es un maestro? El maestro es un profeta; pone los cimientos del mañana.

El maestro es un artista; trabaja con la preciosa arcilla de la personalidad.

El maestro es un amigo; su corazón responde a la fe y la devoción de sus alumnos.

El maestro es un ciudadano; es seleccionado y nombrado para el progreso de la sociedad. El maestro es un intérprete; de su vida madura y más extensa, trata de guiar a los jóvenes. El maestro es un edificador; trabaja con los más altos y mejores valores de la civilización.

El maestro es un portador de la cultura; abre el camino hacia los gustos más dignos, actitudes más sanas, modales más corteses y una mayor inteligencia.

El maestro es un planificador; considera las vidas que tiene a su cargo como parte de un gran sistema que se fortalecerá en la luz de la verdad.

El maestro es un colonizador; siempre está interpretando y tratando de lograr lo imposible, y por lo general llevándolo a cabo. El maestro es un reformador; trata de mejorar las imposibilidades que debilitan y destruyen la vida.

El maestro es un creyente; tiene una fe firme en Dios y en la capacidad de mejorar que tiene la humanidad. Fue James Trusíow Adams1 que dijo: «Obviamente hay dos educaciones; una debe enseñarnos cómo ganarnos la vida, y la otra a cómo vivir.»

Nosotros tenemos la obligación de enseñarle a otra gente cómo vivir.

Elbert Hubbard2 dijo: «No se le puede enseñar a nadie nada; únicamente se le puede ayudar a encontrarse a sí mismo.»

Tal fue el ingenio del Salvador; nos enseñó principios divinos que podíamos aplicar por nosotros mismos y de este modo resolver nuestros problemas personales. El Salvador no tuvo parangón como maestro.

Permitidme llevaros por un momento a través del capítulo 15 de Lucas, donde este gran maestro nos dice cómo resolver los problemas que afrontamos. Lucas registra que se acercó a él una gran multitud: los publícanos, los pecadores, los fariseos, los saduceos, y les habló en esta parábola diciendo: «¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas no deja las noventa y nueve…  y va tras la que se perdió?»

Entonces relata el momento de regocijo cuando encuentra a la oveja. Después, casi sin detenerse, relata una parábola semejante, que dice: «¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?» Y ella también se regocija con sus vecinos. (Lucas 15:4,8).

Entonces introduce la parábola de las parábolas: el hijo pródigo: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: ‘padre, dame la parte de los bienes que me corresponde.’ «Y reconocemos como con su libre albedrío la gastó pródigamente. (Véase Lucas 15:11-32.)

Solía preguntarme, cuando era maestro, por qué el Salvador dedicaba tiempo a citar tres parábolas acerca de cosas que se habían perdido. Entonces un día me di cuenta. Las personas se pierden en diversas formas, y aquí, en este gran capítulo de Lucas, encontramos al Salvador dando consejos sobre cómo rescatarlos.

Permitidme hacer esta observación: Si el Salvador fuese nuevamente a enseñarnos esta parábola hoy día, podría decirnos que las ovejas (o las personas que se pierden) no son básicamente pecadores por naturaleza o por selección, sino que la gente, al igual que las ovejas, se confunden con lo que es más importante. En otras palabras, han confundido sus valores. Y estoy seguro de que el Salvador le diría al maestro de la clase, al asesor: «Si deseáis recobrar a esta clase de persona, colocad un valor más elevado en el lugar del que ahora elije.» La familia, el servicio y la hermandad son todos campos más verdes para las ovejas de hoy día. La alimentación que aquí se encuentra los hace volver a casa.

En seguida, habla acerca de las monedas perdidas. Toda esta conferencia ha tratado acerca de las preciosas monedas que se han perdido: los jóvenes. Y muchos de nosotros somos los agentes responsables que, al igual que la mujer de esta gran parábola, dejamos que estas gemas de incalculable valor se escapen de nuestras manos. Ciertamente no recobramos esta clase de artículos perdidos de la manera que recobraríamos una oveja. Diría que el amor, el cuidado y la atención sería el proceso utilizado para recobrar las monedas perdidas (o las personas).

Y luego la gran parábola del hijo pródigo; con el Salvador diciendo que hay aquellos que se pierden por elección; y al concluir la parábola, dice: «Y volviendo en sí (el hijo pródigo), dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan . . .» (Lucas 15:17).

Hay personas que se pierden porque su libre albedrío los lleva por senderos equivocados. En ocasiones no hay mucho que podamos hacer para recobrar a esta clase de personas, excepto tener nuestros brazos y las puertas de la Iglesia abiertas, y hacerles saber que son bienvenidos. En esta situación, la ayuda de los maestros y asesores se necesita grandemente. Pero tomad nota: volvió en sí; se arrepintió; buscó el perdón y volvió a casa. Muchas personas son como el hijo pródigo.

Permitidme decir como último pensamiento que este es un evangelio positivo. Debemos ser las personas más felices en el mundo. El evangelio de Jesucristo es una gran fuerza edificadora; le enseña a ser feliz a la gente. Pero algunas veces descuidamos las cosas sencillas que tienen más significado. Muchas personas, en el ímpetu de la vida moderna, nunca conocen la verdadera amistad y el sentimiento cálido que el evangelio, y tan siquiera una sonrisa pueden brindar.

Recientemente, mientras caminábamos por la calle, un conocido mío me hizo un comentario al notar a un hombre con una expresión agria: «Parece que hubiera sido destetado con jugo de limón y encurtidos.»

Oí también acerca de una madre y su hijita que se encontraban escuchando a un orador público, y ésta le dijo a su madre: «¿No es feliz ese hombre?» La madre contestó: «Me imagino que sí.» A lo que la niña replicó: «¿Por qué no lo demuestra en la cara?»

Creo que nuestro Padre Celestial se sentiría desilusionado si viera las expresiones de algunos de nosotros, que tenemos todo lo que el mundo contiene y no lo incorporamos en nuestras vidas y lo compartimos con otros. Para mí, el propósito del evangelio de Jesucristo significa brindar gozo, felicidad, paz y contentamiento.

Todos tenemos problemas; el mundo está enfermo con problemas. Y no obstante, en estas sagradas palabras, en los libros canónicos, se encuentra la respuesta a los problemas que afrontamos. Alentemos al mundo para que conozca la palabra de Dios.

En el Nuevo Testamento se encuentran otras 43 parábolas que nos enseñan cómo ayudar a la gente. Escudriñad las Escrituras, porque en ellas encontraréis el camino a la vida eterna.

Mi testimonio es que el evangelio es verdadero y que da buenos resultados.

De mi abundancia di a un pobre limosnero.

Un poco de oro, que entonces fue y gastó luego, e igual de hambriento y frío que antes

volvió una vez tras otra con su mismo ruego.

Un pensamiento di y por ese medio él pudo verse en su aspecto verdadero,

un hombre, de su Padre Celestial creación suprema,

y desde entonces ya no fue más limosnero.

(Adaptado de «El verdadero don», autor anónimo)

Tal es el evangelio de Jesucristo, del cual doy solemne testimonio en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. Adams, James Truslow—(1878-1949), historiador norteamericano.

2. Hubbard Eibert—(1356-1075), escritor, editor y pintor norteamericano.

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2 Responses to Qué es un maestro?

  1. Avatar de Cesar D. Martinez Cesar D. Martinez dice:

    Gracias por compartir estos maravillosos mensajes que me ayudan a valorar cuanto mi Padre Celestial me ama, y tambien a darme cuenta que Él, siempre esta pendiente de sus hijos.
    Gracias por ayudarnos a aprender. Nuestro Padre Celestial les bendiga

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  2. cada dia de nuestra vida constantemente buscamos la felicidad ,mas sinembargo advertimos en cada enseñanza esa humildad,adelante Dios esta,estemos nostros tambien al edificar elevar alentar aprender y enseñar el amor puro de Cristo

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