Abril de 1972
Más de lo que imaginamos
por el élder Marion D. Hanks
Ayudante del Consejo de los Doce
Anoche, mientras viajaba al hospital para visitar a mi hermana que estaba muy enferma, tenía en mi subconsciente la asignación que se me había dado de preparar este artículo y me di cuenta de que ya había llegado la fecha para entregarlo.
En el hospital gocé de una humilde aventura espiritual que le agregó significado a lo que quisiera deciros. En una de las habitaciones encontré a una maravillosa familia reunida alrededor de la cama de la madre sumamente enferma, efectuando su noche de hogar. Uno de sus buenos hijos, que acababa de regresar de una misión, relataba los acontecimientos de la misma, y a la vez mostraba diapositivas utilizando la pared del cuarto como pantalla. Me sentí privilegiado al unirme a ellos.
Al llegar a casa, mi propia familia se reunió para efectuar la noche de hogar que habíamos pospuesto mientras me encontraba en el hospital. Hablamos, cantamos juntos y leimos las escrituras, y luego, habiendo ayunado para tal ocasión, nos arrodillamos uniendo nuestra fe para procurar las bendiciones del Señor para nuestro ser querido que tan desesperadamente necesitaba su ayuda.
Había tenido la intención de expresaros mis convicciones en cuanto al tema del matrimonio y las asociaciones que llevan al mismo, el carácter y las cualidades que son vitales para ¡levarlo a cabo, y el amor que debe existir para hacer de él lo que Dios y nosotros deseamos que sea. La experiencia que tuve en el cuarto del hospital y durante mi noche de hogar están tan íntimamente ligadas con esto que quisiera ofreceros mi testimonio respecto a esos dos temas y su relación. Al hacerlo, me pregunto si al haber empezado a leer habréis empezado también a ver la conexión: ¿Qué tiene que ver la experiencia en el hospital y la noche de hogar con nuestro amor, o con nuestro matrimonio? Permitidme explicarlo.
Cuando los jóvenes empiezan a pensar o a sentir el amor que conduce al matrimonio, deben también pensar—y hacerlo detalladamente— en el hogar y la familia de su futuro. El matrimonio significa cierta clase de hogar y cierta clase de familia. Un buen matrimonio significa un buen hogar y una familia feliz.
El mensaje que desesperadamente deseo comunicaros es que tal matrimonio es sumamente importante (sería difícil imaginar una decisión más significativa) y que no sucede por casualidad; lo llevan a cabo dos personas maduras que realmente desean un matrimonio feliz, que son capaces y están dispuestos a aprender cómo edificar ese matrimonio, y que hacen el esfuerzo. Como veis, el matrimonio es una empresa para adultos; algunos que ya han entrado a tal empresa no han alcanzado todavía esa estatura; ellos, y todos los otros que buscan la verdadera felicidad marital, deben aprender los principios requeridos y aplicarlos, si es que desean ver sus sueños hechos realidad.
Naturalmente, existe la «química” que atrae el uno hacia el otro, dos personas que provienen de un mundo alejado, o que son de casas vecinas. Esta atracción es un elemento muy importante en el amor, un elemento bello, dulce y recto, pero que no es en realidad el completo significado del amor. Es una flor bella y delicada que debe nutrirse en un jardín de cualidades tales como el respeto, la lealtad, la consideración, la sensibilidad, la responsabilidad y la madurez. Estas deben alimentarse en los lazos firmes del afecto—el afecto que desecha la actitud egoísta y centra los intereses de ambas personas en una unión que es de suma importancia para ellos, y sin la cual no puede haber felicidad para ninguno de los dos.
Daniel Webster1 habló de la libertad y la unión, un ideal político que tiene directa aplicación en el matrimonio. Cuando dos personas jóvenes, motivadas por el amor se sienten dispuestas a considerar el matrimonio, un hogar y una familia, cuando se asocian en el afecto y el cortejo que puede conducir a estas bendiciones sagradas, necesitan estar pensando en la libertad y la unión. Abraham Lincoln comprendió esta combinación con respecto a la nación; sabía que no podía haber una verdadera libertad a menos que se preservara y prevaleciera la unión.
Lo mismo sucede con el matrimonio. En la obra de Ibsen2, Casa de Muñecas, hay una conversación entre marido y mujer que ilustra el fundamento de la libertad en la unión del matrimonio. El le dice a su esposa que ante todo es esposa y madre, y la respuesta de ella es que piensa que ante todo, es un ser humano.
El matrimonio es una sociedad en la cual cada uno se compromete a proveer un ambiente gozoso, considerado y compasivo en donde el otro pueda vivir y progresar.
El matrimonio es una amistad que aparta la cáscara y acepta la semilla; que dice “te acepto como una persona única, te amo y respeto en tu personalidad, y te protegeré y escucharé.”
El matrimonio es un asunto de amor que debe mejorarse todo el tiempo, progresando desde la época del enamoramiento hasta amar, crear y sostener en todas las maneras posibles.
El matrimonio es una ordenanza, que une a dos hijos de Dios que se juntan en la manera en que Dios lo ordenó y que, fortalecidos por su gracia al buscarla y pedirla, bajo cualquier condición de tensión o visicitudes, honran las sagradas promesas que lo han hecho a El, y el uno al otro.
La experiencia en el cuarto del hospital, la pena, el dolor y la dulzura forman parte de lo que constituye el matrimonio. Tratad de imaginaros todo el panorama: amor, hogar, familia. Preparaos para los tres aspectos. Buscad y tratad de desarrollar un amor que escuche pacientemente, que dé libremente y perdone generosamente. Aprended el significado de “refrena todas tus pasiones para que puedas estar lleno de amor.” El amor verdadero se interesa por la persona, y la vida entera y el futuro del otro. Creed que el tesoro más importante de la vida se encuentra, como dijera un gran hombre, “escondido debajo del fogón de nuestro propio hogar.” Creed, como otro hombre nos ha enseñado, que «en el hogar, la familia y el amor yacen los recursos espirituales que llenan la vida del individuo, la de! hogar y la comunidad, de cierto, los recursos que redimirían a nuestro mundo afligido y traerían una paz duradera.”
Preparaos y seguid esa clase de matrimonio, hogar y familia.
Nada es más importante que ser esposa y madre, pero ninguna mujer puede serlo a menos que su amado la considere y la trate como un ser humano. A fin de que haya felicidad en el matrimonio, la personalidad, individualidad y singularidad de cada compañero se deben aceptar, proteger y preservar; pero esta libertad se debe gozar en el espíritu de una dedicación profunda a la edificación de esa unión, el matrimonio, y no principalmente en el espíritu de la auto- preocupación y autosatisfacción. Alguien ha dicho que los compañeros en un matrimonio se asemejan a las cuerdas de un laúd, hechas de diferentes materiales, estiradas a diferentes tensiones, que suenan en diferentes tonos, pero que juntas, producen armonía. El amor que conduce a un matrimonio feliz y a una buena familia encontrará a cada compañero capaz de dedicarse plenamente a esta estrecha e íntima relación de la vida, preservando al mismo tiempo el derecho y necesidad de cada uno de seguir siendo una persona estimada, protegida y apreciada a su manera especial.
Por tanto, dondequiera que os encontréis con respecto a vuestro matrimonio: muy lejos de él, cerca de él, o dentro de él, sed sabios, sed cuidadosos en vuestras decisiones, en vuestras preparaciones, en vuestras oraciones, porque esta es la dedicación más íntima y total que uno hace en su vida. El estar enamorado lleva al matrimonio, y éste significa un hogar y una familia. Con nosotros, el matrimonio es un convenio eterno, que encierra promesas que nos unen permanentemente. El casamiento en el templo es mucho más que la experiencia en sí, la ceremonia sagrada, la autoridad por medio del cual es efectuado, las maravillosas promesas que son selladas sobre nosotros. Comprende nuestra actitud hacia el matrimonio, nuestra preparación para el mismo, nuestra dignidad para entrar en él y nuestra habilidad para aprender y madurar dentro del mismo.
Esto demanda una preparación y selección cuidadosa y devota.
El matrimonio es una sociedad en la cual cada uno acepta grandes responsabilidades así como enormes privilegios.
1. Webster, Daniel, 1782-1852, Estadista y orador norteamericano.
2. lbsen Enrique, 1828-1906. Dramaturgo y poeta noruego.
























