Los convenios y la fe

1977 Conferencia de Área en la ciudad de Lima, Perú
Los convenios y la fe
por el élder Robert D. Hales
del Primer Quorum de los Setenta
Sesión General de la tarde

Robert D. HalesMis queridos hermanos y hermanas, hoy es el futuro. Hace 26 años, el presidente Kimball y el élder Bruce R. McConkie vinieron a Perú; 30 años atrás, el presidente Kimball tuvo una visión donde se le manifestó el glorioso futuro del pueblo lamanita en esta parte de América del Sur. Hoy esta visión es toda una realidad; hoy el élder McConkie nos ha dicho que Perú es Sión. Sí, hoy es el futuro.

El presidente Kimball dijo que la edificación de un templo sería posible para Lima en el futuro, y si tos miembros viven cumpliendo los mandamientos de Dios, esta promesa se cumplirá, ya que es muy importante que tengamos templos para realizar en ellos las ordenanzas para la investidura que Dios ha instituido.

Hace un tiempo leí un artículo que mencionaba a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Este artículo declaraba que nuestra creencia en Jesucristo es diferente del resto de las iglesias cristianas del mundo. Y así es: nosotros creemos en el Jesús que presentó el plan de salvación, plan que no fue establecido por El, sino por su Padre.

Nosotros conocimos y aceptamos este plan antes de venir a este mundo. Este plan ya había sido puesto en práctica en otros mundos, y cuando Jesucristo nos lo presentó y lo aceptamos, nos comprometimos a vivir los principios del Evangelio. Debemos amar a Jesucristo. El presentó el plan y dos terceras partes de las huestes celestiales lo aceptaron, tal como se describe en la Perla de Gran Precio. Por esta razón es que ahora estamos en la tierra.

En la preexistencia vivimos con Dios el Padre y el Hijo, y en el plan se comprendía que existiría un velo que no nos permitiría recordar esta experiencia, por tres razones principales.

Primero, para que viviéramos y aceptáramos este plan por la fe.

Segundo, para probarnos, disciplinarnos, y acatar lo que Dios nos mandare a hacer, sabiendo que en este mundo habría oposición en todas las cosas.

Tercero, venimos a esta tierra sabiendo que el adversario está entre nosotros y que debemos poner en acción tas enseñanzas de este gran plan del evangelio.

Hay siete pasos necesarios para regresar a la presencia del Padre y vivir con Él y Jesucristo. Después del nacimiento, el primero es el bautismo; luego debemos recibir el Espíritu Santo, y éste, constituye el segundo paso que tenemos que tomar; el tercero, después de ser bautizados, es recibir el Espíritu Santo por la imposición de manos por los que tienen la debida autoridad; después de recibir el Espíritu Santo, es que obedezcamos sus mandamientos, y entonces el Espíritu morará en nosotros.

El cuarto paso es poseer el sacerdocio; con estos cuatro principios sencillos, estamos listos para ir al templo, para los tres próximos pasos; primeramente, tenemos que recibir nosotros mandamientos; segundo, tenemos que recibir nuestra investidura; entonces viene el tercer y último paso que nos preparará para regresar al reino celestial, esto es, que tenemos que sellarnos en el templo por esta vida y por la eternidad.

Recordad que por salvación vinimos a esta vida, este es el propósito de nuestra existencia.

Hace más de 2500 años el gran profeta Nefi pronunció estas palabras: “…y aconteció que vivimos de una manera feliz…” (2 Nefi 5:27), ¿qué es esa manera feliz de que habla Nefi? ¿Hay alguien aquí que no desee ser feliz? En el mundo actual hay millones de los hijos de Dios que afanosamente andan buscando la felicidad, pero no logran más que sentirse desanimados y frustrados, porque andan buscando en lugares errados. La felicidad no se encuentra en los placeres mundanos. Se halla por medio de la obediencia a los principios del evangelio de Jesucristo,

El Profeta José Smith dijo: “La felicidad es el propósito de nuestra existencia; y también será el fin de ella, si seguimos el camino que nos conduce a la felicidad; y este camino es la virtud, justicia, fidelidad, santidad y obediencia a todos los mandamientos de Dios.” (DHC tomo 5, págs. 134, 135. Cursiva agregada.)

Debemos considerar los mandamientos que recibimos de nuestro Padre Celestial como un gran don, ya que es por ,1a obediencia a sus mandamientos que recibimos las bendiciones. El Señor nos ha dicho:

“Porque todos los que quisieren recibir una bendición de mi mano han de cumplir con la ley que rige esa bendición, así como con sus condiciones, cual quedaron instituidas desde antes de la fundación del mundo.” (D. y C. 132:5.)

Quisiera hablar hoy con vosotros más particularmente acerca de la gran felicidad que viene cuando uno es obediente a los mandamientos del nuevo y sempiterno convenio del matrimonio. El Señor quiere que estemos con nuestra familia, no sólo en esta vida, sino en la vida venidera. A fin de lograr esta felicidad debemos aceptar y regirnos por las ordenanzas y condiciones que hacen posible esta felicidad.

En una revelación dada por conducto del profeta José Smith el Señor lo dijo claramente:

“Porque he aquí’, te revelo un nuevo y sempiterno convenio; y si no cumples con él serás condenado, porque nadie puede rechazar este convenio y entrar en mi gloria.” (D. y C. 132:4.)

En el mismo sentido que el arrepentimiento y el bautismo son esenciales a nuestra salvación, en igual manera es1 esencial a un estado de exaltación y plenitud de gozo en el mundo celestial el ser unidos en el Orden del Sacerdocio, conocido como el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio, que frecuentemente llamamos matrimonio en el templo.

Aquellos de vosotros que aún no habéis recibido esta gran bendición debéis prepararos para recibirla. En vista de que todas las bendiciones que se nos prometen en un matrimonio en el templo dependen de nuestra obediencia, se hace necesario que nosotros demostremos nuestra obediencia a los principios del evangelio antes que se nos permita entrar en el Santo Templo.

Antes de entrar en el templo, será necesario que recibáis lo que se llama una recomendación. A fin de obtener esta recomendación tendréis una entrevista con vuestro obispo primero, y luego con el presidente de estaca.

Primero os preguntarán: “¿Tiene usted un testimonio del evangelio?” La segunda pregunta será: “¿Apoya usted a sus directores locales y Autoridades Generales? ¿Sostiene usted al Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días como Profeta, Vidente y Revelador?” Tercera: “¿Acepta usted y sigue las enseñanzas y programas de la Iglesia? Con esto queremos decir, ¿se esfuerza usted sinceramente por vivir de acuerdo con las reglas y doctrinas de la Iglesia?” Cuarta: “¿Guarda usted la Palabra dé Sabiduría, absteniéndose del té, el café, el tabaco y el uso de drogas nocivas?” Quinta: “¿Se halla usted moralmente limpio? ¿Se halla libre de adulterio, fornicación, homosexualidad y todas las demás transgresiones morales que tiene usted que encarar en esta vida?” Sexta: “¿Paga usted un diezmo completo entregando la décima parte de sus ingresos anuales al Señor?” Séptima: “¿Es usted enteramente honrado en sus tratos con sus semejantes?” Octava: “¿Usará, y usa usted con regularidad los garments del templo, si es que ya ha entrado en el templo?” Novena: “¿Es usted un miembro digno de la Iglesia? Con esto queremos decir: ¿Se esforzará sinceramente por cumplir con su deber en la Iglesia, asistir a su reunión sacramental, su reunión de sacerdocio y otras, y se esforzará por obedecer las reglas, leyes y mandamientos de la Iglesia de Dios?” Luego: “¿Hay alguna falta en su vida que no se ha resuelto en forma completa con sus autoridades correspondientes del sacerdocio, y que debe aclararse en esta ocasión?” Décima: “¿Se encuentra usted libre de enredos legales?” Undécima: “¿Se considera usted digno en todo respecto de ir al templo?”

Después de recibir la recomendación, vais al templo y recibís una investidura. Antes que una persona se pueda casar o ser sellada en el templo, ha de recibir las ordenanzas de la investidura. ¿Qué es la investidura del Templo?

En los Discursos de Brigham Young, leemos:

“Vuestra investidura consiste en recibir en la Casa del Señor todas esas ordenanzas que son necesarias para vosotros después que hayáis salido de esta vida, que os permitirán regresar a la presencia del Padre.”

Después de recibir la investidura, podréis entonces participar en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio que os da el derecho de ser una familia eterna. La felicidad viene a un matrimonio que es sellado por el poder del sacerdocio y se basa en una profunda y permanente fe en Dios.

Esforcémonos por recibir esta gran bendición de llegar a ser una familia eterna. Aquellos de vosotros que habéis sido sellados en el templo ahora debéis esforzaros aún más por guardar los mandamientos y vivir de tal manera que seáis dignos de las bendiciones prometidas. Los que aún estáis por recibir esta bendición, debéis prepararos. Os traerá una gran felicidad. Por medio de un matrimonio en el templo podréis vivir sobre la tierra de acuerdo con leyes celestiales, a fin de prepararos para vivir en la presencia de Dios.

Mis queridos hermanos, deseo expresaros mi testimonio: desde el fondo de mi corazón, yo sé que Dios vive; sé que Jesucristo es el Hijo de Dios; sé que el presidente Spencer W. Kimball es el Profeta de Dios quien hoy guía la Iglesia a través de revelación; sé que el Espíritu Santo mora en nuestro corazón si cumplimos los mandamientos de Dios. El cumplimiento de sus mandamientos nos protege y nos permite participar de la Santa Cena cada domingo, y así su Espíritu estará con nosotros siempre. Que todos cumplamos con sus mandamientos, es mi oración en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario