La imagen de la madre

27 de Octubre 1978. Conferencia de Área en Montevideo, Uruguay
La imagen de la madre
por el presidente N. Eldon Tanner
de la Primera Presidencia

N. Eldon TannerMis queridas hermanas, estoy seguro de que si tenéis siempre presente lo que habéis escuchado esta noche y lo lleváis a la práctica en vuestro diario vivir, no es preciso añadir nada más, ya que lo que se ha dicho es todo lo que debéis hacer en lo que a aprestaros para la exaltación se refiere.

Tanto las hermanas como los hermanos que nos han hablado en esta sesión, nos han inspirado con sus buenos discursos y palabras de consejo. Además, la interpretación del coro ha sido hermosísima.

Hermanas, debo deciros que es inmenso el respeto, así como el afecto, que merece a mis ojos la mujer, la madre de los hombres; y no me cabe la menor duda de que el Señor dispensa grandes gracias a todas las mujeres, y en especial, a aquellas que viven de acuerdo con las enseñanzas del evangelio.

Cuando yo era consejero del presidente David O. McKay, y después que él tuvo el ataque de parálisis, me encomendó que en todos los lugares a que yo fuera, recordara a los miembros de la Iglesia que son hijos espirituales de Dios, y que vivieran de conformidad con ese conocimiento, sin olvidar que éste envuelve una responsabilidad individual. Esta noche se nos ha repetido esta verdad, y quisiera hacer hincapié en el hecho de que como tales, es decir, como hijos espirituales de Dios, nuestras posibilidades son infinitas; El anhela que progresemos constantemente y está siempre presto a contestar nuestras oraciones, así como a guiamos por el sendero de la verdad y la rectitud. Si como miembros de la Iglesia de Jesucristo tenemos esto siempre presente, y vivimos en conformidad con dicho conocimiento día a día, de hecho, nuestra influencia se desplegará sobre nuestros familiares, repercutirá en la comunidad en que vivimos y se extenderá por el mundo entero.

Con el fin de ilustrar más claramente la importancia de lo que acabo de deciros con respecto a nuestra responsabilidad individual, os relataré una experiencia referente al tema que venimos tratando: Un joven ex misionero, entusiasmado por lo que la obra misional había significado para él, al reanudar sus estudios en la Universidad de Utah decidió continuar en la obra proselitista como misionero de estaca; por lo tanto, él y otros jóvenes fueron llamados a servir como tales. En una ocasión en que él y su compañero se encontraban enseñando las charlas misionales a una familia, al llegar ellos al punto de exponerles la aparición del Padre y el Hijo a José Smith, el jefe de la familia los interrumpió, diciendo: “Eso es ridículo, absurdo, les ruego que no nos hablen más del asunto”. Desde luego, dada tal petición, ellos no regresaron; pero aquel señor tenía una hija de unos diecinueve años de edad que sí creyó lo que los misioneros les habían enseñado y que solicitó a su padre permiso para ser bautizada. Como podéis imaginar, aquél le negó la autorización, alegando que no se la daría y que tendría que esperar a ser mayor de edad para decidir por sí misma. Por aquel entonces la muchacha acostumbraba salir con un joven, el cual no era miembro de la Iglesia, y al que comenzó a hablarle del evangelio. Una noche, él le dijo “. . .quisiera pedirte que no me hablaras más de tu Iglesia; y más aún, de una vez por todas, quiero que escojas entre tu Iglesia y yo”. Desde luego, la muchacha debe de haber sentido que el mundo se le venía al suelo ante semejante encrucijada. Continuaron hablando del tema durante unos momentos, hasta que por fin, la muchacha le dijo en tono categórico: “Escojo la Iglesia, porque sé que es la Iglesia verdadera”. Cuando la joven llegó a su casa, llorosa y visiblemente alterada, al verla el padre, le preguntó qué le había sucedido, a lo cual ella contestó: “Nada, papá”; él insistió: “Vamos, sé que algo desagradable te ha ocurrido porque nunca te he visto así”. Y de ese modo, ella lo puso al tanto de todo lo ocurrido. Entonces, él le dijo: “Hija, si esa Iglesia significa tanto para ti como lo has demostrado, te doy mi permiso para que te bautices en ella”.

Unas semanas más tarde, la jovencita se bautizaba, y acudieron a presenciar su bautizo nada menos que sus padres, y el muchacho que la había cortejado hasta que ella optó por elegir la Iglesia. Tiempo después, todos ellos se unieron a la misma, los referidos jóvenes se casaron y hoy forman un matrimonio feliz. Os confieso que muchas veces me he preguntado qué hubiera ocurrido si aquella joven hubiera escogido al muchacho que amaba y dejado a la Iglesia de lado, aun sabiendo que ésta es verdadera.

Mis queridas hermanas, somos en verdad sumamente afortunados al contar con las enseñanzas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, las que nos brindan la pauta para guiar nuestro vivir. Entre muchas otras, tenemos la palabra de Sabiduría, de la cual me gustaría hablaros durante unos momentos. Hay muchas, muchísimas gentes en el mundo que consideran ridículo el que nos abstengamos del uso del tabaco, las bebidas alcohólicas, el té, el café; y la tentación de violar este mandamiento puede ser muy grande, si no es contrarrestada por las enseñanzas del evangelio, afianzadas y ejemplificadas en el hogar.

Os contaré un suceso que tal vez pueda serviros para comprender mejor la importancia primordial de guardar la Palabra de Sabiduría y de que los padres enseñen a sus hijos a observarla en la debida forma. Se trata del triste relato de una pareja de jóvenes que murieron en un accidente automovilístico. Cuando el padre de la muchacha llegó al sitio del accidente, al ver el coche volcado y una botella de whisky todavía con la mitad de su contenido, que yacía junto a los cuerpos sin vida de los jóvenes, cegado de ira, dijo: “¡Mataría al individuo que dio esa botella de licor a estos jovencitos!” Aquella noche, cuando llegó a su casa, al abrir la vitrina en que guardaba el licor, encontró dentro de aquélla una nota escrita del puño y letra de su hija, la cual decía: ‘ ‘Papá, espero que no te enfades porque esta noche me he llevado tu botella de whisky”. Podréis imaginar los sentimientos que habrá experimentado aquel hombre. Una tragedia de esa magnitud no podría suceder nunca en una familia de miembros fieles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de las Últimos Días.

Cuando yo presidía las misiones occidentales de Europa, habré entrevistado a unos dos mil varones jóvenes que salían a la misión, y recuerdo que la mayoría de ellos me hacían la misma pregunta: “Presidente, ¿qué clase de profesión me recomendaría usted que siguiera yo una vez que termine mi misión?” Mi consejo era invariablemente el mismo: “Elder, en realidad, la carrera que siga no es tan importante como el que tenga usted siempre presente que en todo lo que haga busque ‘primeramente el reino de Dios y su justicia’ ” (véase Mateo 6:33).

En esta oportunidad, mis hermanas, quisiera instaros a todas las que me escucháis, a que busquéis primeramente el reino de Dios y su justicia, lo cual no es ni más ni menos que vencer el mal y guardar los mandamientos de Dios.

Cuando yo presidía una rama en Alberta, Canadá, un día fue a verme una hermana joven que hacía un año había contraído nupcias; pero su casamiento no se había efectuado en el templo porque no había sido digna de entrar en la Casa del Señor. En aquella ocasión fue a verme porque deseaba saber si podría para entonces entrar en el templo, y ser allí sellada a su marido. Puesto que la joven provenía de una muy buena familia, le pregunté, curioso, por qué razón había caído en tan triste transgresión. A mi interrogación, ella contestó lo que sigue: “Presidente Tanner, le diré que si bien mis padres me enseñaron a observar la Palabra de Sabiduría así como a cumplir con mis deberes para con la Iglesia, nunca me recalcaron la importancia de que me conservara moralmente limpia… y no culpo a mis padres, ya que yo sabía lo que era correcto y lo que no lo era; pero sucumbí a la pasión, porque no estaba preparada para controlar mis instintos”. Después añadió: “Presidente Tanner, puede usted relatar esta lamentable experiencia mía a todas las personas que desee, a fin de que pueda servir de ayuda a las jovencitas que lleguen a conocerla, y se preparen para resistir la tentación”.

Vosotras, madres, vivid en estrecho contacto y comunicación con vuestras hijas, manteniendo conversaciones personales con ellas, valiéndoos de las noches de hogar para enseñarles la forma de resistir las tentaciones del mundo. La madre debe darse cuenta de que todos sus actos, todo lo que ella dice, así como todas las respuestas que proporciona, todos sus movimientos, aun su apariencia personal y su modo de vestir, afectan la vida de sus hijos en el hogar. De hecho, la madre, lo es todo. Y para corroborar esto, os narraré la siguiente anécdota: Una maestra de escuela, después de haber enseñado a sus alumnos de segundo año de primaria una lección sobre el magnetismo, a fin de repasar lo enseñado repartió entre los niños copias de mimeógrafo en las cuales aparecían frases para completar, tales como: ‘‘Mi nombre comienza con “M”, y tengo la propiedad de atraer.. . ¿sabes quién soy?”

Y para la gran sorpresa de esa maestra, diez de los alumnos escribieron como respuesta la palabra “mamá”.

La mujer goza del grandioso privilegio de ser copartícipe con Dios, por el papel que le toca de traer los hijos espirituales del Padre Celestial a esta vida mortal; por lo tanto, es de suma importancia que las jovencitas entiendan qué gran bendición y privilegio significa ser madre, y se preparen consiguientemente, siendo puras y dignas para cuando lleguen a serlo.

Tal como se ha mencionado dos o tres veces esta noche, las gentes del mundo ridiculizan muchas de las cosas que significan tanto para nosotros. Y en base a esto, yo os digo: no os avergoncéis jamás de lo que os enseña la Iglesia de Jesucristo.

Vosotras, jovencitas, tomad la firme determinación de vivir de tal manera, que cuando lleguéis a ser madres podáis mirar a vuestras hijas a los ojos y hacerles saber que sois limpias y puras.

Satanás se ha propuesto destruimos y frustrar el Evangelio de Jesucristo, y en estos tiempos está desplegando sus esfuerzos con mayor empeño que nunca; no olvidéis jamás que él puede lograr sus propósitos si consigue haceros ceder a las tentaciones por medio de las pasiones y el orgullo. Más que cualesquiera otros males, el alcohol y las pasiones humanas han arruinado la vida de millares de personas jóvenes, constituyendo la causa de la pérdida de la virtud. El Señor ha dicho: “No cometerás adulterio… y la fornicación es una abominación a mi vista”. Por esto, hermanas, aun cuando las gentes del mundo puedan mofarse de nosotros por lo que creemos, lo que enseñamos y la forma en que vivimos, recordad en todo momento que sois hijas de Dios, y que sois miembros de la Iglesia de Jesucristo.

Mis queridas hermanas, sois muy afortunadas porque contáis con las enseñanzas de Jesucristo, ya que ellas os guiarán en la vida. Ruego humildemente que siempre recordéis quiénes sois y que tengáis la fortaleza y el valor, el deseo y la determinación de vivir dignamente. Vosotras pertenecéis a la Iglesia de Jesucristo, la cual tiene el verdadero plan de vida y salvación; recordad constantemente la escritura que dice:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16.)

Que el Señor os bendiga para que os deis cuenta con mayor claridad de quiénes sois, así como para que viváis como El anhela que lo hagáis, de manera que os preparéis para volver a Su presencia con vuestros seres queridos, los cuales habrán sido sellados a vosotras en el Templo de Dios, y gocéis todos de la vida eterna; lo ruego humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amén.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario