Cuando el profeta habla

Cuando el profeta habla

N. Eldon Tannerpor el presidente N. Eldon Tanner
Primer Consejero en la Primera Presidencia

En una conferencia especial realizada para las mujeres de la Iglesia en septiembre de 1978, la Presidenta de las Mujeres Jóvenes, Elaine Cannon, hizo la siguiente declaración: “Cuando el Profeta habla… el debate se da por terminado” (Liahona, febrero de 1979).

Esa sencilla declaración me impresionó; pues encierra un significado espiritual muy profundo para todos nosotros. Dondequiera que voy, mi mensaje a la gente es éste: ¡Seguid al Profeta! ¿Para qué más el Señor ha puesto profetas en la tierra a través de las dispensaciones? En su sabiduría infinita y como parte del plan de vida y salvación para sus hijos, Él nos ha dado un plan para seguir, los líderes para dirigimos y mantenernos en la vía y la organización de la Iglesia para ayudarnos a establecer el cimiento y desarrollar nuestra capacidad, o, en otras palabras, prepararnos, para llevarnos de regreso a nuestro hogar eterno.

No tiene sentido suponer que el ser humano pueda quedar a la deriva y aun así lograr los propósitos de Dios; eso es tan irrazonable como sería dejar a un bebé recién nacido librado a su propia suerte y esperar que aprenda a caminar, hablar, alimentarse y vestirse, sin ayuda de parte de quienes son responsables de su atención y enseñanza. La criatura dejada en esas condiciones pronto perecería.

Así sucede con nosotros. Sin el conocimiento y la comprensión del evangelio, el plan de Dios para sus hijos, no podemos vivir de acuerdo con la ley que resulta necesaria para nuestra salvación; y, por lo tanto, quienes olvidan su entrenamiento espiritual, o dejan de escuchar y obedecer la voz de amonestación de los profetas, sufrirán una muerte espiritual.

Es difícil entender la razón por la que tantas personas luchan contra el consejo del Profeta y en pro de la preservación de aquellas cosas que les acarrearán la desgracia y aun la muerte. Como ejemplo consideremos la Palabra de Sabiduría. Poco después de la restauración del evangelio y de la organización de la Iglesia, el Señor dio a José Smith, el Profeta, una revelación a la cual nosotros llamamos la Palabra de Sabiduría, que nos advierte que el té, el café, el alcohol y el tabaco, entre otras cosas, no son buenos para el hombre y que no deben ser ingeridos por los santos.

En aquella época esto fue bastante sorprendente, pues el consumo de esas cosas no era considerado dañino para la salud. Durante muchos años después que se recibió la revelación, la gente consideraba que los mormones eran singulares porque se abstenían de dichas substancias aparentemente inofensivas. Luego los científicos comenzaron a descubrir muchos efectos dañinos del tabaco y hoy en día se nos advierte, cada vez con más insistencia, en cuanto a los riesgos que encierra para la salud el consumo de tabaco, té, café y alcohol, además de los peligros que implican para el hijo en gestación cuando la madre los ingiere.

Los Santos de los Últimos Días deberían tener la disposición de aceptar las palabras de los profetas sin esperar que la ciencia dé fe de la validez de sus consejos. Somos sumamente afortunados al tener un Profeta viviente a la cabecera de la Iglesia para guiamos. Todos los que sigan su consejo serán partícipes de las bendiciones prometidas que no estarán al alcance de los que se nieguen a aceptar sus mensajes.

Hoy en día se discute sobre muchos temas por causa de las controversias que nos rodean. Ya que quienes sostienen esas controversias parecen incapaces de llegar a soluciones aplicables y apacibles, debería resultar evidente para todos la necesidad que tenemos de recibir guía divina. Ciertamente resulta triste que el mundo no sepa o acepte el hecho de que en medio de nosotros hay un Profeta, mediante el cual Dios puede enviar la solución a los problemas del mundo.

Los verdaderos Santos de los Últimos Días no tienen ese dilema, puesto que saben que los mensajes del Profeta han venido del Señor y tienen el acuerdo de todas las Autoridades Generales, hombres de visión e integridad y que tratan de mantenerse en comunión con El. Los miembros no están como algunos sugieren, obedeciendo ciegamente y actuando sin emplear el libre albedrío para hablar y pensar por sí mismos. Mediante la oración a nuestro Padre Celestial, cada uno de nosotros puede tener la seguridad de que el camino que elegimos tiene su aprobación divina.

¿Por qué debe haber debate en cuanto a los principios morales que hoy día confunden al mundo? Desde el comienzo Dios ha aclarado muy bien su posición con respecto al casamiento, el divorcio, la vida familiar y el amor a los hijos, la inmoralidad, la castidad, la virtud y el papel elevado y santo de la mujer; y mediante su Profeta reitera constantemente las enseñanzas de la Biblia, que son claras en cuanto a estos asuntos.

La historia y la experiencia han demostrado que siempre y dondequiera que alguien se desvíe de la palabra del Señor, ocurre una calamidad. Han caído civilizaciones; ha habido destrucción general e individual, dolor, lamentos y gran pesar; ha habido hambre y pestilencia. Solamente Satanás y sus secuaces han quedado para regocijarse; él es el autor de los debates sobre los principios morales; él ha jurado torcer los propósitos de Dios; él es quien engaña y se pone al acecho para llevar adelanté sus proyectos astutos, prometiendo las riquezas de este mundo como recompensa a quienes lo sigan.

Para obtener estas riquezas muchos participan en los mencionados debates. Los que se dedican a la industria del tabaco y del alcohol y los que comercian con la pornografía, están acumulando grandes riquezas a costa de la gente y para detrimento de la salud de muchas personas. Con toda la evidencia que existe sobre la existencia de la pornografía infantil, es deplorable que cualquier padre permita que sus hijos sean explotados en esa forma. Algunos niños sufren por la negligencia y el abuso de parte de la madre que busca placeres mundanos, o una carrera fuera del hogar; y muchos hombres están más interesados en su éxito financiero que en el bienestar de su esposa e hijos.

Debemos invertir completamente todo esto; no podemos servir a Dios y a las riquezas. ¿De parte de quién estamos? “Cuando el Profeta habla, el debate se da por terminado.”

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