Conferencia General Octubre 1978
Cumplamos con nuestra preparación personal y familiar
Elder H. Burke Peterson
Primer Consejero en el Obispado Presidente
Hermanos, el presidente Kimball ha bosquejado hoy para nosotros normas de conducta de acuerdo con el tema titulado: «Preparación personal y familiar». Cada uno de los principios presentados, es básico, y debe tener aplicación directa en la vida de cada persona y miembro de la familia en la Iglesia. Las necesidades individuales varían de acuerdo con las circunstancias de cada uno de nosotros, las situaciones personales cambian con el correr de los años. Por lo tanto, debemos evaluar constantemente nuestras necesidades y enmendar nuestro rumbo cuando sea necesario. Nuestra habilidad para evaluar y fortalecer nuestros puntos débiles determina en gran parte, nuestro progreso eterno. Lo que constituye una necesidad para una persona, no necesariamente se aplica a otra. Ahora quisiera daros algunos ejemplos de lo que quiero significar.
Mi esposa y yo tenemos cinco hijas. Para fortalecer nuestra preparación espiritual, durante años hemos tenido la costumbre de leer las Escrituras diariamente en nuestro hogar. Hace quince años, cuando nuestras hijas todavía estaban en casa, nos levantábamos a las 6:15 de la mañana, cuando todo estaba tranquilo, y estudiábamos las Escrituras. Hoy continuamos nuestro estudio con nuestra hija de trece años, sólo que nuestro sistema ha cambiado. Además de leerlas juntos durante nuestra noche de hogar y los domingos, ahora tenemos un nuevo programa de lectura diaria.
En el costado del refrigerador hemos colocado una gráfica con los números del I al 30. Cada número representa días consecutivos para leer las Escrituras, y cada miembro de la familia es responsable de leer un capitulo diariamente y anotar su progreso en dicha gráfica, que está a la vista de todos; si a alguien se le pasa un día sin leer, es necesario que empiece de nuevo a hacer las anotaciones de lectura para poder tenerlas en forma consecutiva. Con este plan, uno es más responsable de sus propias acciones; y además, todos sabemos que si toda la familia tiene éxito en este plan durante un periodo de treinta días consecutivos, nos aguardara a todos una feliz sorpresa. Ninguno de nosotros quiere ser el causante de negar a los demás esa recompensa especial, y esta unión es particularmente motivadora para una niña de trece años.
En el lugar donde conservamos nuestro abastecimiento para un año, hay un cartel que dice:
»Almacén de la familia Peterson». Sin embargo, nuestro programa de abastecimiento para un año no es el mismo de hace quince años, cuando éramos dos adultos y cinco hijas; ahora, nuestro almacenamiento refleja las necesidades de una familia que se compone de dos adultos, una hija y varios visitantes.
Nuestro programa de salud física también ha cambiado. Antes, cuando nuestras hijas eran más jóvenes y estaban juntas, se hallaban involucradas en muchos programas de educación física. Ahora es importante que unos padres ya mayores, logren que su hija de trece años participe en deportes. En aquellos tiempos nuestras hijas competían entre sí; ahora el partido de tenis se realiza con el padre de un lado y la madre con la hija del otro lado.
Mi compromiso de salir a correr diariamente, que ha sido un hábito por quince años, sigue siendo parte de mi vida, aunque me es cada vez más difícil.
Al cambiar las condiciones familiares y al ir madurando, nos damos cuenta de que todavía existe una gran necesidad de las expresiones de cariño. Todavía existe la necesidad de tener entrevistas regulares entre padres e hija. Un padre y su hija de trece años todavía necesitan salir alguna vez durante el verano, a divertirse juntos en un parque de diversiones. Aun la comunicación entre esposos debe ser vigorizada. Todas estas cosas existirán para siempre y se debe cumplir con ellas. Entonces, este es mi mensaje: No podemos progresar sin cumplir con nuestra propia preparación personal y familiar. La preparación no es estática, sino que es algo que esta constantemente cambiando. No conozco ninguna situación en la vida en la que no sea necesaria la preparación. Espero que este programa sea para el beneficio y bendición de nuestras familias. El poco tiempo que nos queda para prepararnos para las eternidades es de mucho valor y no podemos malgastarlo. De esto doy testimonio en el nombre de Jesucristo. Amen.
























