El único camino que conduce a la felicidad

Conferencia General Octubre 1979
El único camino que conduce a la felicidad
Por el élder Richard G. Scott
Del Primer Quórum de los Setenta

Elder Richard G. Scott¿Qué opinaríais de un hombre que destrozara a hachazos un hermoso piano de cola para hacer leña, o que empleara una calculadora cara para abrir un cajón que está atascado? Tal abuso increíble de objetos valiosos es totalmente ilógico; sin embargo, hay muchos en el mundo que abusan en forma más lamentable aun de invalorables riquezas del cuerpo, la mente y el espíritu.

Si la vida os parece sin sentido ni satisfacciones; si las cosas a las cuales más aspiráis os parecen inalcanzables, o la desesperación os ha guiado por el camino equivocado, en un esfuerzo frenético por encontrar felicidad y amigos, os ofrecemos un mensaje de esperanza y consuelo.

Como este se basa en principios religiosos que actualmente no podríais comprender completamente os suplico que no lo desechéis, porque con cada fibra de mi ser sé que os traerá lo que más anheláis.

El Señor inspiro a un profeta a declarar: «Existen los hombres para que tengan gozo» (2 Ne. 2:25), es decir, para que sean felices ahora y siempre. Pero tal vez repliquéis «¿Cómo se puede encontrar la felicidad? Son muchos los consejos que se dan, pero estos son confusos, por ser expresados en términos y conceptos que no entiendo.»

Dios sabía que sus hijos se enfrentarían con esa dificultad, por lo tanto nos proveyó de una manera infalible por medio de la cual podemos reconocer el verdadero plan que debemos seguir para encontrar la felicidad.

Quisiera ilustrar este concepto por medio de un simple ejemplo. Digamos que la caja que tengo en la mano, representa el mundo. En ella escondidos imanes, uno de ellos representa la verdad y el otro el error. Estos imanes irradian una poderosa fuerza magnética que no podemos ver ni palpar, del mismo modo que no podemos ver o palpar la diferencia entre la verdad y el error. Pero si empleo otro imán que actúe como un detector, puedo identificar sin equivocarme el imán que representa la verdad puesto que estos se atraen entre sí. De igual manera puedo hallar el imán que representa el error porque en este caso se rechazan.

Cada individuo que nace en esta tierra recibe un detector o la capacidad para discernir: un don divino otorgado para ayudar a distinguir entre la verdad y el error. Lo llamamos la conciencia. Dios lo denomina el Espíritu de Cristo. Cuando nos valemos debidamente de este don, somos atraídos instintivamente hacia la verdad y apartados del error.

Satanás no quiere que hagamos uso de este don divino y por lo tanto cubre sus intenciones maléficas detrás de tentaciones difíciles de resistir. Su propósito es que nos obsesionemos con nosotros mismos y. nos compenetremos tanto en nuestro afán de satisfacer nuestros apetitos y deseos carnales, que perdamos la capacidad de discernir entre la verdad y el error. Este estilo de vida no puede ni jamás podrá proporcionarnos felicidad.

Si coloco una barrera alrededor de este imán detector, ya no puedo distinguir entre la fuerza magnética del imán que representa la verdad y  del que representa el error. Asimismo si cedemos a las tentaciones del mundo o no obedecemos los mandamientos de Dios, ya sea por la falta de fe o por la apatía, estamos construyendo barreras alrededor de la conciencia que hacen disminuir la eficacia de esta a tal grado, que se nos hace difícil y luego imposible discernir entre la verdad y el error. El Señor dio su vida para que cada uno de nosotros, mediante el milagro del arrepentimiento, pudiéramos derribar las barreras del pecado y así permitir que de nuevo nuestra conciencia recobrara la sensibilidad y otra vez pudiera discernir entre la verdad y el error.

Ahora quisiera familiarizaros con otro don divino que tiene la capacidad de ser mucho más sensible y poderoso que la conciencia. Mediante este don podemos recibir la verdad en toda su pureza para guiarnos en la vida, el consejo de Dios para resolver nuestros problemas y hasta su poder para vencer obstáculos. Me refiero al don del Espíritu Santo. Quisiera explicaros como se obtiene este valioso don, o como podéis aumentar su utilidad si ya lo poseéis. El Señor dijo:

«Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá.» (D. y C. 4:7.)

Cuando pedimos con sinceridad recibimos impresiones que no podemos desechar y que nos conducen a una verdad mayor. Se nos darán oportunidades, como la de escuchar los discursos inspirados de esta conferencia, y así encontrar y reconocer la única Iglesia verdadera de Jesucristo.

Si llenamos los requisitos mediante el estudio, la oración y la obediencia, podemos ser bautizados miembros de la Iglesia de Jesucristo, y recibir el don del Espíritu Santo.

El Salvador dijo:
«Más en todo se os manda pedir a Dios, quien da dadivosamente, y lo que el Espíritu», o sea el Espíritu Santo, «os testificare, aun eso quisiera yo que hicieseis con toda santidad de corazón, andando rectamente ante mí, considerando el fin de vuestra salvación, haciendo todas las cosas con oración y acción de gracias, para que no seáis seducidos por espíritus malos, ni doctrinas de diablos, ni los mandamientos de hombres…» (D. y C. 46:7.)

Dios no nos puso aquí en la tierra para que fuéramos víctimas de las circunstancias, y nos dio un plan para seguir, a fin de que tuviéramos el éxito asegurado. Me refiero a Su evangelio, que es el plan perfecto para lograr la felicidad.

Tenemos que aprender a juzgarnos a nosotros mismos no por lo que somos sino por lo que podemos llegar a ser bajo la influencia del Señor. No tenemos por qué estimar nuestro futuro éxito basándonos únicamente en nuestra capacidad actual: podemos contar con el poder y la influencia que Dios puede ejercer en nuestra vida. Podemos estar seguros de que nuestra habilidad y fuerza pueden magnificarse para enfrentar cualquier problema que se nos presente.

Cuando recibimos el don del Espíritu Santo, debemos esforzarnos por ser, cada vez más sensibles a su especial influencia. La oración es el eslabón que establece la comunicación con Dios. Él contesta las oraciones sinceras mediante el Espíritu Santo el cual nos proporciona inspiración, orientación y poder.

Por lo general siempre vemos las indicaciones en el camino de nuestra vida con más claridad después de haberlas pasado, y cuando desde un punto más elevado ya tenemos otra perspectiva. Sin embargo si nos mantuviéramos atentos a las indicaciones de] Espíritu Santo, podríamos verlas antes de alcanzarlas y seriamos guiados más fácilmente. Este proceso requiere autodominio disciplina, y la disposición de aceptar cambios.

La salvación es una meta que alcanzamos mediante un proceso continuo de superación. La duda es un veneno espiritual que trunca el progreso eterno. Antes de poder ver el camino con claridad, debemos dejarnos guiar por nuestros sentimientos. Nos acreditamos ante Dios tomando decisiones correctas sin tener un conocimiento perfecto, y es después y no antes de ser probados, que recibimos un conocimiento y una seguridad mayores.

La felicidad se crea; el amor es su centro. La componen la fe y el arrepentimiento sinceros, la obediencia total y el servicio desinteresado.

Como el imán de mi ejemplo era atraído por el que representaba la verdad, también vosotros mediante la fe y la oración podréis ser atraídos para llegar a identificar sin lugar a dudas, el reino de Dios en la tierra.

Buscad a un miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a un mormón, y preguntadle con respecto a la verdad restaurada. Conseguid luego un ejemplar del Libro de Mormón; leedlo, meditad sobre él, poned en práctica sus principios y encontraréis la felicidad ahora y para siempre.

Con toda la sinceridad de mi alma y con profunda humildad testifico solemnemente que Dios, el Padre Eterno, mediante su Hijo Jesucristo, ha restaurado la plenitud de la verdad sobre la tierra. Restauro Su sacerdocio, la autoridad para llevar a cabo, en Su nombre, las ordenanzas necesarias para obtener la salvación. El presidente Spencer W. Kimball es su Profeta. Yo lo amo y apoyo con todas las fuerzas de mi corazón, y testifico que esta, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es el único lugar sobre la tierra donde se pueden encontrar la plenitud de la verdad y la autoridad del sacerdocio. En el nombre de Jesucristo. Amén

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