Conferencia General Octubre 1979
Los misioneros de los Servicios de Bienestar
Por el élder James E. Faust
Del Consejo de los Doce
«¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?» (Salmos 37:4.)
En todas las épocas incluyendo la nuestra, el mensaje del Señor ha sido llevado a tierras lejanas y extrañas para los mensajeros, donde ellos se han esforzado por establecer una Sión, teniendo al Señor como su Dios.
Desde el principio de la historia de nuestra dispensación, y a través de las revelaciones sucesivas que se encuentran en Doctrinas y Convenios, el Señor ha buscado establecer su Iglesia, «dando línea tras línea, precepto tras precepto; un poco aquí y un poco allí; consolándonos con la promesa de lo que está para venir, confirmando nuestra esperanza» (D. y C. 128:21).
Afirmamos que este proceso todavía continua, y sabemos que al allegarnos a todas las naciones del mundo, tal como el Señor mismo nos lo ha sugerido y mandado, tendremos ante nosotros cometidos especiales en el establecimiento de la Iglesia del Señor. Cientos de millones de los hijos de nuestro Padre Celestial se enfrentan a la pobreza, al analfabetismo y a un sinnúmero de problemas de carácter tanto temporal como espiritual, que van más allá de nuestra propia comprensión. Hablando de tales personas, el presidente Kimball dijo:
«Dadnos esta gente y les abriremos los ojos para que puedan tener una visión de lo eterno, y al hacerlo puedan ascender hasta lo infinito.» (Diciembre de 1974.)
Reconocemos que el proceso de establecer la Iglesia del Señor encierra mucho más que el hecho de bautizar personas. En el primer capítulo de Alma, en el Libro de Mormón, encontramos una secuencia instructiva de eventos que bosquejan la forma en que se estableció la Iglesia del Señor. Comenzando con el versículo 26, leemos:
«…los sacerdotes dejaban su trabajo manual para propagar la palabra de Dios entre el pueblo. . . Y después que el sacerdote les había comunicado la palabra de Dios, todos volvían diligentemente a sus ocupaciones… Y así todos eran iguales y todos trabajaban, cada cual según su fuerza.
Y de conformidad con lo que cada uno tenía, repartía de sus bienes a los pobres, a los necesitados y a los enfermos y afligidos; y no usaban vestidos costosos, no obstante, eran aseados y atractivos.» (Alma 1:26-27.)
Fijémonos en este procedimiento:
Primero, se enseña la doctrina. (26)
Segundo, los miembros estiman a otros como a sí mismos. (26)
Tercero, todos trabajan para ganar lo que reciben. (26)
Cuarto, imparten de sus bienes a los desafortunados: se sirven los unos a los otros. (Versículo 27)
Quinto, dominan sus propios apetitos, mientras que a la vez proporcionan lo necesario para satisfacer sus propias necesidades. (27)
Ahora, escuchad la declaración del Profeta:
Y así dispusieron los asuntos de la Iglesia. . .
Y debido a la estabilidad de la Iglesia, empezaron a enriquecerse en gran manera, teniendo en abundancia cuanto necesitaban. . .» (Alma 1:28-29.)
Tan poderoso cambio ocurrió, no porque a la gente se le dieran todas las cosas, sino porque se les enseñó y empezaron a ayudarse a sí mismos y a preocuparse por los desafortunados. Su condición empezó a mejorar cuando empezaron a dar de sí.
Este proceso para establecer la Iglesia se puede aplicar en cualquier lugar. Sin embargo, en áreas del mundo donde los recursos humanos y económicos son inadecuados, los líderes del sacerdocio pueden usar conocimientos técnicos para ayudar a sus miembros a ser independientes. Actualmente, se recibe esta ayuda de un grupo dedicado de personas que sirven espléndida y desinteresadamente, tienen capacidades técnicas y profesionales, y cuya misión es servir como Cristo lo ha hecho. Ellos son los llamados misioneros de bienestar. En la actualidad, hay más de 7W de estos misioneros sirviendo en casi 60 misiones en todo el mundo, con el fin de ayudar a los líderes locales a establecer la Iglesia.
Una función importante de los misioneros de los Servicios de Bienestar es ayudar a los líderes locales del sacerdocio a enseñar los principios fundamentales de bienestar.
También pueden, bajo la dirección del sacerdocio, enseñar a los miembros las formas de mejorar su manera de vivir. Aunque en todas partes no tenemos almacenes del obispo y proyectos de producción, debemos tener principios básicos de bienestar, que se puedan enseñar y aplicar aun en las ramas más pequeñas. Los siguientes seis principios del evangelio forman la esencia del programa de bienestar: el amor, el servicio, el trabajo, la autosuficiencia, la mayordomía y la consagración (esta última incluye el sacrificio). Estos principios fortalecen 7 los demás principios fundamentales del bienestar que son: la ley del ayuno, el servicio que se presta en los quórumes, el servicio caritativo de la Sociedad de Socorro, la preparación familiar y personal y los comités de Servicios de Bienestar en función.
La participación en actividades básicas de bienestar da a los miembros la oportunidad de incorporar en su vida principios fundamentales del evangelio. Por ejemplo, al observar la ley del ayuno, los miembros aprenden el amor y la abnegación.
Cuando un maestro orientador ayuda a una familia a arreglar la cerca de su casa, o cuando una hermana de la Sociedad de Socorro prepara alimentos para un vecino enfermo, experimentan el significado del servicio. Cuando los miembros luchan por prepararse, tanto individualmente como a nivel familiar, aprenden a ser autosuficientes y productivos. El comité local de los Servicios de Bienestar coordina el papel de la Iglesia en estos aspectos del bienestar básico.
Los misioneros de los Servicios de Bienestar sirven bajo la dirección de los presidentes de misión, como personas «recursos» para los líderes locales del sacerdocio, quienes están encargados de llevar la obra hacia adelante. Por medio de sus experiencias y conocimiento, los misioneros de bienestar son una fuente que los líderes y los miembros pueden utilizar para identificar maneras en que estos pueden ayudarse a sí mismos. Esos líderes, a la vez, ayudan a los miembros a adoptar un estilo de vida que se centre en el evangelio.
Así que los misioneros de bienestar no solo enseñan y practican los principios de bienestar, sino que forman una parte importante en el procedimiento de establecer la Iglesia.
El élder L. Tom Perry regreso de Tonga el mes pasado y nos dio el siguiente informe:
«Quede muy impresionado con las parejas que sirven como misioneros de bienestar en Tonga. Incluyo una fotografía de los hermanos Thorn, de pie junto a unos hornos construidos de metal. El hermano Thorn ha construido cientos de ellos, y su esposa enseña a las mujeres a usarlos para hornear el pan. Es la primera vez que muchas de estas familias han tenido la oportunidad de hacer algo semejante. También ha hecho tinas o piletas para que las mujeres puedan lavar la ropa y as mejorar la sanidad.
Otra pareja de apellido Spencer ha realizado un trabajo maravilloso al idear la manera de mejorar las cosechas de las granjas en Tonga. E1 hermano Jay Spencer invento y enseñó a los de la localidad a usar varias máquinas, incluyendo una de corteza de árbol que les ha ahorrado muchas horas de trabajo difícil. Esta máquina también intereso al Rey, lo cual ha hecho que el hermano se haya convertido en su amigo íntimo; durante el próximo mes viajara con el Rey y su séquito a todas las islas, haciendo demostraciones agrícolas donde él será el invitado de honor.
Ambas parejas regresaran a su casa dentro de un mes.»
El hermano Spencer ha enseñado a otros para que la práctica de estas habilidades continúe. Que toda la ayuda que se preste sea dada de acuerdo con las enseñanzas del Señor y bajo la dirección del sacerdocio, como ocurrió en los días de Alma. Nuestra religión es una religión práctica basada en el evangelio del trabajo, el cual eleva tanto al cuerpo como al espíritu.
El trabajo de los misioneros de los Servicios de Bienestar es una obra continua; así que, permitidme repasar a continuación algunas informaciones importantes.
Primero, aquellos que son elegibles para servir como misioneros de los Servicios de Bienestar incluyen parejas y mujeres solteras que llenen los requisitos para una misión regular.
Segundo, deben poseer habilidades profesionales y vocacionales, y experiencia en asuntos prácticos. Entre algunas de las habilidades que necesitamos, están oficios tales como: visitadores sociales, granjeros, consejeros vocacionales, comerciantes, peritos en economía doméstica, enfermeras, etc.
Tercero, los obispos o presidentes de estaca deben pedir a las parejas y a las hermanas solteras que ya cumplen con los requisitos para una misión regular, que adjunten a los respectivos formularios un bosquejo breve de su educación, su experiencia, pasatiempos y otros talentos. Debéis saber que en la actualidad existe gran necesidad de parejas que tengan habilidad y conocimiento en idiomas, y en estos momentos la necesidad más grande es de parejas que hablen español.
Cuarto, para obtener misioneros de bienestar, los líderes del sacerdocio identifican entre los miembros los problemas temporales que no pueden resolverse por medio de recursos o fuentes locales, y así establecer la ayuda específica que desean de los misioneros de los Servicios de Bienestar. Después consultan con el representante regional y el presidente de misión respectivamente, y estos envían al Departamento Misional las solicitudes aprobadas por el Administrador Ejecutivo. Entonces, los misioneros que tienen habilidades determinadas se asignan, según las necesidades de la respectiva área.
Quinto, el sistema de bienestar de la Iglesia está designado para desarrollar el carácter y para enseñar a la gente a ayudarse a sí misma. La Iglesia debe estar constantemente enterada de la necesidad de edificar y ayudar a las personas, tanto temporal como espiritualmente. Paradójicamente, la manera de obtener mayor éxito al ayudar a una persona necesitada, es guiándola a prestar servicio a los demás. Una figura clave que puede asegurarse de que esto suceda es la Autoridad General que actúa como Administrador Ejecutivo. Durante el consejo de área es su responsabilidad repasar regularmente con los Representantes Regionales que representan a los presidentes de estaca, con los presidentes de misión y con los líderes que trabajan en las oficinas de asuntos personales, el progreso obtenido por medio de los esfuerzos de los mencionados misioneros.
En esta reunión de consejo, el trabajo de los misioneros de los Servicios de Bienestar puede incorporarse al plan principal de los Servicios de Bienestar. Esta propuesta unificada y planeada asegurara el orden y la constancia, a medida que procedemos a establecer la Iglesia.
Hemos recibido una gran cantidad de testimonios de los líderes del sacerdocio, quienes han experimentado los beneficios de tan valioso recurso. Un presidente de rama escribió lo siguiente:
«. . .Sé que en un futuro cercano no tendré necesidad de misioneros de bienestar, porque con el correr de los días estoy aprendiendo a ser más y más autosuficiente. Solo tengo que buscar la guía del Señor y depender del Él.
Sé que siempre han existido los principios de bienestar; lo que pasa es que no les hemos dado la importancia que se merecen.» (Angel Mejía Ruiz, Presidente de la Rama de Huacho, Misión de Perú-Lima, Norte.)
Además es evidente que el entusiasmo y la confianza que han adquirido los líderes locales han beneficiado la obra misional. A medida que los miembros experimentan en su vida los beneficios de las actividades fundamentales de los Servicios de Bienestar, son impulsados a querer compartir su gozo con otros.
Recientemente en un pueblo pequeño de Ubon, Tailandia, la familia Tan, de miembros de la Iglesia, se vio acosada con un sinnúmero de problemas. El padre había perdido su trabajo, no tenían dinero y los hijos estaban enfermos y malnutridos. Se vieron obligados a abandonar su casa, que estaba edificada en terreno del gobierno, y no tenían a donde ir. Tal era su situación cuando un líder del sacerdocio, que estaba usando como recurso a los misioneros de los Servicios de Bienestar, se interesó en el problema de esta familia y ayudo en la solución de lo que hubiera podido ser una situación trágica. Bajo su dirección, y con la ayuda de todos los miembros de la rama, se adquirió un pedazo de terreno para que la familia Tan pudiera edificar su casa.
El hermano Tan empezó a labrar la tierra e inicio un negocio que en la actualidad está progresando. La dedicación, el amor v el trabajo fuerte de parte de los líderes y miembros de la localidad, fueron los ingredientes necesarios para que las sugerencias dadas por los misioneros de bienestar obraran un milagro para esta familia, y fue una gran experiencia de aprendizaje para toda la rama.
A vosotros, parejas y hermanas solteras que estéis dispuestos a ayudar en el futuro, os decimos:
Preparaos profesionalmente.
Estudiad un idioma, pues aunque no seáis llamados a trabajar donde ese idioma se hable, os será de gran beneficio en el futuro.
Poned en orden vuestros asuntos personales para que podáis ser considerados dignos.
A vosotros, obispos y presidentes de estaca que presidís sobre aquellos que son dignos y en posición de servir, os decimos:
Invitadles a que se preparen y apliquen sus talentos para que como misioneros de bienestar, puedan ayudar en el gran esfuerzo de establecer la Iglesia.
Aumentad vuestros esfuerzos, entrevistando y recomendando a los que pueden ser llamados por el Profeta de Dios para el servicio del Señor.
A los Administradores Ejecutivos, presidentes de estaca y misión, y a los líderes encargados de los asuntos temporales en las áreas donde impera la necesidad, os decimos:
Daos cuenta de los recursos valiosos que son los misioneros de bienestar.
Identificad los problemas temporales que impiden la prosperidad espiritual de vuestros miembros; y en forma sistemática, proceded a ayudarles a buscar las formas en que puedan vencer tales dificultades y disfrutar de una vida de amor y de una actitud cristiana.
Que el Señor os bendiga a medida que buscáis establecer su Iglesia. Que podamos aprender a entonar «el cántico» del Señor en tierras extrañas, y ayudar a los desafortunados a «abrir sus ojos y a tener una visión de lo eterno para que así puedan ascender al infinito»; lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

























