La obediencia

Conferencia General Abril 1981
La obediencia
por el élder Teddy E. Brewerton
Del Primer Quórum de los Setenta

Teddy E. BrewertonA su regreso, luego de haber presidido sobre las misiones europeas, se le preguntó al presidente Tanner cuál era, según su opinión, el atributo más importante de una persona cualquiera o de un misionero que tiene éxito.  Luego de una corta pausa en la que meditó la importancia de la pregunta, respondió tan sólo con dos palabras: «La obediencia».  Si no obedecemos, el poder de obedecer disminuye y nuestra capacidad para reconocer lo bueno se debilita.

En la sección 93 de Doctrina y Convenios el Señor dice:

«Y aquel inicuo viene y despoja a los hijos de los hombres de la luz y la verdad por medio de la desobediencia . . .» (D. y C. 93:39.)

Aristóteles dijo que los hombres inicuos obedecen por temor mientras que los buenos lo hacen por amor. (Véase Useful Quotations, ed. Tyron Edwards, New York: Grosset and Dunlap, 1933, pág. 428.)

Harry Ward Beecher dijo que las «leyes están para servirnos y no para subyugamos, y el que las obedece las gobierna» (Proverbs from Plymouth Pulpit, ed.  Wm. Drysdale, New York: D. Appleton and Co., 1887, pág. 65).

¿Por qué debemos obedecer Porque existe un Dios que nos ama y desea bendecirnos.

El élder Mark E. Petersen dijo:
«Nuestra religión está basada completamente en la certeza de la inmortalidad.  Vinieron mensajeros celestiales para efectuar la restauración del evangelio, incluso Dios vino a esta tierra personalmente.  Primero vino el Padre y Jesucristo, su Hijo amado, y visitaron a José Smith en la Arboleda Sagrada cerca de Palmyra, Nueva York; le hablaron cara a cara y dieron respuesta a sus inquietudes.

Moroni también vino en reiteradas ocasiones y en cada visita instruyó al joven Profeta; luego vino Juan el Bautista, el de la época del Nuevo Testamento; Pedro, Santiago y Juan le siguieron; Moisés también se apareció en el Templo de Kirtland, y luego Elías…

Cada uno de ellos fue una evidencia física de la inmortalidad, trayendo consigo algo más que una prueba de que existe la vida después de la muerte; cada uno de ellos vino con un gran propósito, aún mayor que el de blindar una prueba de la inmortalidad.  El Padre y el Hijo iniciaron esta dispensación y proporcionaron el conocimiento de la verdadera naturaleza de Dios —que es una persona—- y de que el hombre fue creado a Su imagen y semejanza.»

El Padre presentó a su Hijo a José corno su Unigénito.

«Moroni reveló el lugar donde se encontraban las planchas que, traducidas, se conocerían como el Libro de Mormón; Juan el Bautista trajo el Sacerdocio Aarónico, y Pedro, Santiago y Juan, el Sacerdocio de Melquisedec; Moisés trajo las llaves para el recogimiento de tribus de los judíos en Palestina y el de las tribus de Efraín y Manasés; y Elías… ¿qué fue lo que él trajo?  El poder para sellar.» (Discurso pronunciado ante el Departamento de Genealogía.)

¿Para qué sirve el poder para sellar?  Para permitir que la unidad familiar continúe después de esta vida. ¿Quién desea que la unidad familiar termine con la muerte?  Nuestra felicidad y gozo yacen en el seno familiar; pero, ¿cómo logramos obtener estas grandes bendiciones?  Mediante la obediencia a los requisitos de la Iglesia restaurada de Jesucristo.

En la Misión de Sáo Paulo, Brasil, sirvió un élder de apellido Malheiros que no podía leer ni escribir muy bien; incluso tenía temor de dar una oración en público; sin embargo, de acuerdo con lo dicho por su presidente de misión, Wilford Cardon, este joven llegó a ser uno de los misioneros de más éxito.  Casi al término de su misión el presidente le preguntó: qué era lo que lo había convertido en un misionero tan dinámico y cómo había alcanzado tanto éxito.  Había bautizado a más de doscientas personas teniendo servicios bautismales todas las semanas por 52 semanas consecutivas.  Muy humildemente el élder Malheiros contestó: «Presidente, nunca lo puse en tela de juicio; usted me dijo que se podía bautizar a alguien todas las semanas, de modo que supe que podría bautizar todas las semanas; nunca dudé.  No siempre fue fácil, pero traté de obedecer.»

¿Qué le hizo tener tanto éxito como misionero al hermano Saraiva, presidente de la rama de Guaratingatá?  Había escuchado al élder Hinckley pedir a la congregación en una conferencia de estaca en Brasil que ese año llevaran cien personas a las aguas del bautismo, de modo que se dijo: «¿Por qué no?  Si un miembro del Consejo de los Doce Apóstoles dice que se puede hacer, lo haré».  La última vez que hablé con el hermano Saraiva, había bautizado a más de doscientas cincuenta personas.

¿Por qué el hermano Floriano Oliveira, miembro del sumo consejo de una estaca en Brasil, tuvo tanto éxito como misionero?  Porque obedeció el consejo del Señor de abrir la boca y compartir el evangelio.  Un día, mientras conducía por las congestionadas calles de Sáo Paulo, en un momento de descuido chocó con el automóvil que iba delante del suyo.  Rápidamente bajó de su coche y se dirigió al que había chocado, abrió la puerta y dijo: «¡Cuánto siento lo que ha sucedido!  Tengo toda la culpa y pagaré todos los gastos.  No fue mi intención hacerlo, así que le ruego me perdone.  Sin embargo, de no haberle chocado, quizás nunca hubiera recibido el mensaje que tengo para usted, y que ha estado esperando toda su vida».

Le explicó al hombre, quien era un médico, sobre la restauración del evangelio; y dos semanas más tarde, éste se unió a la Iglesia. ¿Por qué tuvo el hermano Oliveira tanto éxito para bautizar a más de doscientas personas?  Porque obedeció la petición del Señor.

En el capítulo 57 del libro de Alma, leemos de los 2.060 hijos de Helamán que pelearon valientemente en muchas batallas, dando muerte a cuantos se opusieran a ellos y a la Iglesia.  Sin embargo, ninguno perdió la vida por motivo de que sabían que «si no dudaban, Dios los libraría» (véase Alma 56 y 57).

En Alma 57:21 leemos:
«Sí, y obedecieron y procuraron cumplir con exactitud toda orden.» (Cursiva agregada.)

Ellos obedecieron en forma total.  Por lo tanto tuvieron un éxito y protección increíbles.

Repasemos por unos momentos algunos ejemplos de desobediencia, incluso de hombres que tenían deseos justos, pero que sin embargo desobedecieron.  Uno de los ejemplos es el de Uza que se encuentra en 1 Crónicas 13:7-10.  A la gente se les había advertido no tocar el arca o símbolo del convenio.  Sin embargo, cuando los bueyes tambalearon y pareció que el arca se iba a caer, Uza extendió la mano para enderezarla y cayó sin vida, fulminado inmediatamente por el Señor.  Parecería que el acto de Uza fuera justificado, y pensamos que su castigo fue muy severo; sin embargo, el presidente David 0. McKay especificó que este incidente contiene una lección: debemos obedecer totalmente.

Permitidme daros el ejemplo de un gran hombre, escogido de Dios, el rey Saúl, que por desobedecer un poco perdió todo lo que era de importancia.  El Señor le asignó una tarea en particular, la de destruir el pueblo de Amalec.

«Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.» (1 Samuel 15:3.)

Saúl tenía un ejército poderoso de 210.000 hombres y lo llevó para destruir a los amalecitas.

«Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir.» (1 Samuel 15:9.)

Saúl fracasó.  Enojado por esta desobediencia, el Señor envió nuevamente a Samuel para amonestar al rey.

«Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos?

Y Saúl respondió: De Amalee los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para saciarías a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos.

Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?  Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios…

Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.» (1 Samuel 15:14-15; 22-23; cursiva agregada.)

Hoy en día el presidente Kimball es la voz del Señor sobre la tierra y cuando él dice que debemos hacer ciertas cosas, incluso cosas pequeñas, ¿cuál debe ser nuestra respuesta?  Por ejemplo, si él nos dice que limpiemos nuestros patios, hagámoslo; si dice que tenemos que pintar nuestras verjas, hagámoslo; si dice que hagamos más obra vicaria en los templos, debemos hacerlo; si dice qué mandemos al campo misional por lo menos una pareja más de misioneros por barrio, debemos hacerlo; si dice que evitemos ir de compras los domingos, debemos evitarlo. ¡Cuántas bendiciones estamos perdiendo al no obedecer completamente! y ¿por qué debemos obedecer?  En Deuteronomio leemos:

«Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre.» (Deuteronomio 4:40; cursiva agregada.)

Y también en Doctrina y Convenios el Señor nos dice:
«Y de nuevo os digo, si procuráis hacer todo lo que os mando, yo, el Señor, apartaré toda ira e indignación de vosotros, y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de vosotros.  » (D. y C. 98:22; cursiva agregada.) Citemos un ejemplo más del cuidado y protección que el Señor brindó a los santos en la Iglesia: Se encuentra en la historia de la Iglesia:

«Surgieron amenazas por parte del populacho, el 19 de junio de 1834.  Cuando los mormones estaban armando su campamento, cinco hombres llegaron cabalgando y les gritaron que ‘antes del amanecer se irían al infierno’.  Les dijeron que un grupo armado de hombres de los distritos de Richmond, Ray y Clay se estaba organizando para unirse al populacho del distrito de Jackson en el río Fishing y que destruirían totalmente el campamento.  Mientras estos cinco hombres aún estaban en el campamento profiriendo amenazas y palabras de venganza, comenzaron a aparecer señales de una tormenta.  No bien los hombres habían abandonado el campamento cuando la tormenta se desató con toda su furia.

Mientras que los árboles se retorcían desde sus raíces por la fuerza del viento, el granizo de gran tamaño quebraba las ramas de los árboles, las que a su vez caían alrededor del campamento.  La tierra tembló y se estremeció, los arroyos se convirtieron en rápidos torrentes, y el populacho disperso trataba de encontrar refugio inútilmente.  Un hombre del populacho fue muerto por una descarga eléctrica, mientras que a otro la mano se le arrancó violentamente del brazo al tratar de detener un caballo desbocado.  Temerosos, se dieron a la fuga diciendo que si ésa era la manera en que Dios peleaba las batallas de los ‘mormones’, ellos los dejarían en paz.

En la mañana del 21 de junio (exactamente dos días después de este incidente), el coronel Sconce, junto con dos compañeros, visitaron el campamento para saber cuáles eran las intenciones de los hermanos.  El dijo: ‘Veo que hay un poder inmenso que protege a esta gente, porque partí de Richmond, distrito de Ray, con una compañía de hombres armados, con la determinación de destruirles; sin embargo, no pudimos avanzar por motivo de la tormenta’.  El Profeta relató al coronel Sconce los sufrimientos de los santos, y más tarde él y sus hombres abandonaron el campamento ofreciéndoles su ayuda.» (History of the Church, 2:103-106.)

Los miembros del campamento fueron protegidos de la furia de la tormenta. ¿Por qué fueron protegidos?  Porque todos obedecieron al Señor.  Que ésta sea nuestra decisión: «Nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos (Deuteronomio 5:27).

Mis verdaderos sentimientos con respecto a la Iglesia son que yo sé definitivamente y sin ninguna duda que Jesús es nuestro Redentor.  El vive, al igual que el Padre, y el presidente Kimball es su siervo viviente.  Prestemos atención al Profeta, escuchémosle, y sigámosle para que nunca seamos desviados.  Esta es la única Iglesia verdadera de Jesucristo sobre la faz de la tierra, lo cual testifico en el nombre de Jesucristo.  Amén.

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