Conferencia General Octubre 1975
Depositemos nuestro amor en el Señor
Por el élder Gene R. Cook
Del Primer Consejo de los Setenta
Viernes 3 de octubre Sesión de la tarde
Hermanos, mi corazón rebosa, y siento que lo que deseo más que cualquier otra cosa en este momento, es expresar sinceramente ante vosotros el amor que siento por mi Padre Celestial.
Durante todo el día han revoloteado en mis pensamientos las palabras que me dirigió mi esposa temprano esta mañana: «¿Estás preparado para hoy?»
No he podido dejar de pensar en esto al darme cuenta de que si no estoy preparado, ya es demasiado tarde. El hecho de que los treinta y cuatro años de mi vida representan el tiempo de la preparación ha comenzado a adquirir forma más concreta para mí. Al mirar hacia atrás en mis recuerdos, han desfilado por ellos todas las personas que han ejercido influencia sobre mí, aquellas que me rodearon en los años de mi infancia y mi juventud, mis familiares, los líderes del sacerdocio, los presidentes de misión, estos buenos hermanos del Primer Consejo de los Setenta para quienes he trabajado durante algunos años. Al pensar en todo esto, comprendo que ha sido en los días pasados, en sus largas horas, en sus muchas mañanas, cuando he trabado mis mayores luchas y he ganado.
Esta tarde, hermanos, me gustaría compartir con vosotros el mensaje de una escritura que no se ha apartado de mi mente, una escritura de Alma que mencionó el élder Sill, que se encuentra en el Libro de Mormón y dice lo siguiente:
«Predícales el arrepentimiento y la fe en el Señor Jesucristo: enséñales a humillarse, y a ser mansos y humildes de corazón; enséñales a resistir toda tentación del diablo, con su fe en el Señor Jesucristo.
Sí, y pide a Dios todo tu sostén; sí, sean todos tus hechos en el Señor, y dondequiera que fueres, sea en el Señor; sí, dirige al Señor tus pensamientos; sí, deposita para siempre en el Señor el afecto de tu corazón.
Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te dirigirá para bien; sí, cuando te acuestes por la noche, acuéstate en el Señor, para que él te cuide mientras duermes; y cuando te levantes en la mañana, rebose tu corazón de gratitud hacia Dios; y si haces estas cosas, serás exaltado en el postrer día.» (Alma 37:33, 36-37.)
Hermanos, doy testimonio ante vosotros de que esta es la Iglesia de Jesucristo, que Él está a la cabeza de ella, que es la roca de nuestra salvación, y que debemos depositar en El todo nuestro amor. Os testifico además, que si lo depositamos primero en cualquier otra persona o casa, no recibiremos la bendición de la promesa de ser exaltados en el postrer día. Os testifico con una certidumbre imposible de describir con palabras, que esta es la Iglesia verdadera de Jesucristo, la única sobre la faz de la tierra, porque el Señor así lo ha declarado. Doy testimonio de que el presidente Kimball es un Profeta de Dios, y quisiera decir a estos buenos hermanos que integran las Autoridades Generales de la Iglesia, que de todo corazón dedico al Señor todos mis esfuerzos, mi tiempo, mis recursos, mis talentos y todo lo que tengo, para servirle en lo que El desee. Os dejo este testimonio en el nombre de Jesucristo. Amén.

























