Indiferentismo

Indiferentismo

(Tomado de the Church News)

En la sección 76 de las Doctrinas y Convenios se encuentra una escalofriante frase, una que todo seguidor de Cristo debería leer y meditar.

Esta sección trata sobre los varios grados de gloría del mundo venidero, y hace referencia a aquellos que serán asignados a cada una de ellas.

Al referirse a la gloria terrestre, habla de personas que tienen el testimonio de Jesús, pero no fueron «valientes» en cuanto a él, y dice:

«Estos no son valientes por el testimonio de Jesús; así que, no obtienen la corona en el reino de nuestro Dios.» (Doc. y Con. 76:79)

Por tanto, el mero hecho de ser miembros de la Iglesia no puede garantizar la gloria celestial; tampoco lo puede hacer el «testimonio de Jesús» si no somos valientes en él.

El diccionario define la palabra valiente de esta manera: «fuerte, esforzado, animoso, que tiene brío y valor; excelente, primoroso, grande.»

Aplicad estas acepciones a la escritura antes citada y meditadlas.

El Señor tiene sus propias definiciones en cuanto a esta enseñanza. Para hacer su significado bastante claro, dice:

» . . . Oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en el último día.» (Doc. y Con. 4)

Y también añade:

«Porque, he aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas; porque aquel que es compelido en todo, es un siervo flojo y no sabio; por lo tanto, no recibe ningún galardón.

«Mas el que no hace nada hasta que se le manda, y recibe un mandamiento con corazón dudoso, y lo cumple desidiosamente, ya es condenado.» (Doc. y Con. 58:26-29)

El «indiferentismo», como se le ha llamado, puede robarnos nuestra felicidad aquí en la tierra, y nuestra salvación en el mundo venidero.

No podemos ser indiferentes hacia el Señor y esperar recibir sus bendiciones. ¿Qué padre aquí en la tierra ofrece numerosos regalos al hijo que es indiferente y desobediente y que no sigue sus consejos?

Nos olvidamos de que el evangelio es un plan mediante el cual podemos aprender a ser como Dios; para hacerlo, debemos no sólo SABER sus enseñanzas, sino que al mismo tiempo debemos PRACTICARLAS. Pero no sólo debemos ponerlas en práctica, sino que debemos hacerlo «ansiosamente», para usar su propia expresión; debemos hacerlo con entusiasmo y con nuestro corazón, alma, mente y fuerza.

Esto es lo que forma en nosotros esos atributos divinos que nos hacen como El. Las actitudes de indiferencia nunca nos harán grandes o permitirán que alcancemos el éxito en alguna cosa. ¿Qué otra cosa puede ser mejor o más deseable que ver el cumplimiento del mandamiento: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto»?

Tal meta requiere la dedicación y devoción más grandes. La actitud de indiferencia nunca puede lograrlo sino que nos conducirá por el camino opuesto.

Es cierto que el Señor es misericordioso y bondadoso, pero no permite que la misericordia le robe a la justicia. No es ningún beneficio para nosotros el recibir recompensas para las cuales no estamos preparados.

El evangelio es para nuestro desarrollo personal; no es sólo una diversión para nuestras almas. La Iglesia es su vehículo «para el perfeccionamiento de los Santos» como lo describió Pablo, no una institución social para proporcionar diversión gratis.

El alcanzar el cielo es estrictamente un asunto de desarrollo personal mediante el cual incorporamos en nuestro interior rasgos característicos de Cristo. El ser salvos no es llegar a un sitio en el espacio; es ser como Dios en lo que decimos, hacemos y pensamos.

Esta es la razón por la que Dios requiere perseverancia en nuestro servicio hacia Él; más entusiasmo y devoción. Nadie puede ser como Dios mientras sea indiferente hacia las buenas cosas de la vida; nadie puede ser considerado como Dios mientras esté dominado por una actitud de indiferencia. Tampoco y de ninguna manera es divino el prestar un esfuerzo a medias.

Preguntad a cualquier estudiante si las altas calificaciones en la escuela las obtuvo con esfuerzos mediocres; preguntad a cualquier general si en las batallas que ganó obtuvo la victoria con ejércitos y oficiales indiferentes.

Por tanto, ¿puede el más grande de todos los logros—el llegar a ser como Dios—obtenerse mediante la indiferencia o esfuerzos a medias?

Debemos ser valientes en el testimonio de Jesús.

Esta entrada fue publicada en Articulo y etiquetada , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario