Cuando un hombre dice: “No Soy Religioso”
Por LeGrand Richards
Obispo General de la Iglesia
Discurso pronunciado en la Conferencia General de la Iglesia en octubre de 1950.
Mis hermanos y hermanas, desde el fondo de mi alma doy gracias al Señor por el privilegio de estar aquí para adorar con vosotros en esta conferencia. Pienso de las palabras del Maestro cuando fué tentado a hacer pan de una piedra para probar que era el Hijo de Dios. Él respondió, ‘‘Mas él, respondiendo, dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4.) Y estoy seguro que nos ha sido dado pan de vida eterna durante las sesiones de esta conferencia.
El Presidente Smith ya ha indicado que soy un hijo de Jorge F. Richards. Quisiera tomar esta oportunidad, representando su familia, para expresar nuestro agradecimiento a los que han dado tributo a nuestro padre durante las sesiones de esta conferencia y los muchos amigos que han escrito sus tributos desde su muerte. Muchos de ellos dijeron que creían que era uno de los mejores hombres que ha vivido. Como su hijo, quisiera deciros que no conozco a ningún hombre que ha vivido tan cerca del Señor como mi padre. Cuando hablaba en oración, en verdad hablaba con el Señor. Y cuando él me hacía una promesa era como si el Señor la hubiera hecho. Él nos ha dejado una grande herencia y una grande responsabilidad, y espero que su posteridad no le falte.
Quisiera también mencionar al Hermano Roscoe Eardley, El Hermano Roscoe y yo tuvimos mucho en común. Los dos cumplimos dos misiones en Holanda; ambos presidimos sobre esa misión. Roscoe era un gran misionero, y la gente holandesa le amaba. Él amaba a la Iglesia y fué leal a ella en todo. También trabajé al lado del hermano Frank Evans en las oficinas de la Iglesia, y creo que era uno de los mejores hombres que ha sido mi privilegio conocer. Y doy gracias a Dios por la presencia del Hermano Thomas E. McKay en este servicio. Hemos estado orando por usted, Hermano McKay, por muchos meses, y damos gracias al Señor que usted está aquí para adorar con nosotros en esta ocasión.
Mientras viajaba a mi conferencia el sábado antepasado, uno de mis compañeros me dijo, “Obispo, ¿qué es la cosa más importante que se debe decir a los santos?” Le contesté: “La cosa que se les debe decir es cuán buenos son en pagar sus diezmos y sus ofrendas, en ayudar en la construcción de casas de oración, en enviar a sus hijos al campo misionero, en ayudar con el gran plan de bienestar de la Iglesia, en la compra de proyectos y en ayudar con el presupuesto en el mantenimiento de sus barrios y ramas, y en las otras cosas que se les ha pedido hacer, tal como el Hospital para los Niños de la Primaria, el edificio de la Sociedad de Socorro, y el gimnasio de la Universidad de Brigham Young”. Os digo que mi corazón está lleno de admiración, y de acción de gracias a Dios por la fe de los Santos de los Últimos Días, y los amo. Por más de doce años ya he tenido que ver con los asuntos financieros de esta Iglesia, y no pasa ni un solo año que no han pagado los miembros un diezmo más grande que en el año anterior. Ya pasamos mucho este año de lo del año pasado. Y no creo que estén haciendo sacrificios excesivos, a causa de la fe que tengo de que el esfuerzo que hacen para la edificación del reino de Dios será en las palabras del profeta, como el pan que es echado sobre las aguas el cual después de muchos días será devuelto.
Cuando era niño, mi padre dijo, “Hijo mío, no hay organización ni corporación ni institución en este mundo que te pagará dividendos tan grandes por la inversión de tu tiempo y talentos y dinero que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”. Después de casi cincuenta años desde que mi padre me hizo la promesa, me paro ante vosotros para decir que lo he visto verificado en las vidas de los Santos de los Últimos Días y en las vidas de mi propia familia, y de mis seres queridos. Y por lo tanto digo, que Dios bendiga a los santos por su fe y por su integridad.
El Hermano Benson acaba de hablar de los sacrificios maravillosos que se están haciendo para llevar a cabo la gran obra misionera de la Iglesia; entonces hay también la construcción de las casas de oración. Tenemos como cuatrocientas en construcción en la actualidad, y la manera en que los santos se sacrifican para obtener su parte del dinero, para mí, es una cosa maravillosa. Mi hija me llamó hace unas cuantas noches después que me había acostado. Ella me dijo, “Papá, pensaba que quizá te habías acostado, pero acabamos de regresar de nuestro barrio, y obtuvimos hoy en la noche quince mil dólares para hacer el último pago por nuestra casa de oración”. Y entonces añadió, “para terminar, el obispo dió otros mil”. Digo, que Dios bendiga a santos y líderes como esos.
Esta misma hija fué enviada para colectar fondos. Fué a la casa de un estudiante. Él ya había dado su parte pero se necesitaba más. El edificio costó más de lo que habían anticipado. Dijo él, “Pues, ahora, no sé de donde lo podré obtener esta noche, pero espere unos cuantos días, y entonces regrese”. Juntó sus libros que había terminado de estudiar y los llevó a la Universidad y los vendió para obtener dinero para pagar otra contribución para la casa de oración.
La Hermana Richards y yo estuvimos en Idaho hace unas pocas semanas para dedicar una casa de oración. Cuando oímos los relatos de esos santos, de cómo se habían sacrificado, fuimos muy emocionados. Una buena hermana nos contó de cómo había matado su vaca, y había vendido lonches de carne de res en una esquina en un pequeño pueblito para obtener su parte para esa casa de oración. No hay tiempo para relatarles más de estas historias. Pero quiero decir que mientras que el Señor dé esa clase de fe a los corazones de los Santos de los Últimos Días, será imposible evitar que crezca el reino. Ningún poder debajo del cielo lo puede hacer. Y doy gracias a Dios por vuestra fe.
Ahora, como amo a los santos por su fidelidad, también siento remordimiento y tristeza por los que no tienen esa clase de fe, por los que no están dispuestos a hacer su parte, por los que han dejado de asistir a sus servicios. Brigham Young dijo que cuando dejamos de asistir a nuestros servicios sacramentales y de observar nuestras oraciones, el Espíritu del Señor se apartará de nosotros, y vendrá sobre nosotros el espíritu de tinieblas. Ahora, hay muchas personas entre nosotros que han cesado de asistir a sus servicios, y que no observan sus oraciones. Algunos de ellos están cerca de nosotros, algunos de ellos son nuestros seres queridos, pero el Señor sí retira su Espíritu de ellos.
Durante la semana pasada vino una hermana a mi oficina y me explicó cómo su esposo había dejado de hacer sus deberes y cómo el Señor había retirado su Espíritu. Ella dijo, “A veces pienso que casi está poseído por Satanás”. Bueno, el Señor sabía que no podríamos desobedecer sus mandamientos y todavía gozar de su Espíritu. Quiero leeros el versículo doce de la sección noventa y cinco de las Doctrinas y Convenios.
Si no guardáis mis mandamientos, no permanecerá con vosotros el amor del Padre; por tanto, andaréis en tinieblas.
Y cuando las personas andan en tinieblas, no pueden amar a los hermanos; no pueden amar al Señor; no pueden amar al pueblo; no pueden amar esta grande obra de los Últimos Días, el movimiento más grande que jamás ha conocido el mundo, exceptuando la gran expiación del Señor y Salvador, Jesucristo. A lo menos eso es mi concepto de ello. Creo que eso es lo que el Señor tenía en mente cuando dijo en una revelación al Profeta José Smith:
Mas, he aquí, de cierto os digo, hay entre vosotros muchos que han sido ordenados, a quienes he llamado; pero sólo unos pocos han sido escogidos.
Los que no son escogidos han cometido un pecado muy graves, pues andan en tinieblas al mediodía. (D. & C. 95:5-6.)
El mediodía es el período más brillante del día, y con toda esta verdad gloriosa que tenemos, algunos andan en tinieblas.
Cuando el Señor ha retirado su Espíritu, y uno anda en tinieblas, dice: “Pues, yo no soy religioso”.
Nosotros representamos el grupo adulto del Sacerdocio de Aarón, muchos de quienes son indiferentes. Un hermano nos escribió y preguntó: “¿Cómo puede un hombre efectuar una destrucción completa de su alma y su cuerpo?” ¿Por qué lo hizo? Porque no ha observado los mandamientos de Dios. No estaba asistiendo a sus servicios. No oraba, por tanto el Espíritu del Señor se retiró de él y le dejó andando en las tinieblas; y cuando un hombre anda en tinieblas, tiene poca esperanza del futuro.
Cuando un hombre dice que no es religioso, ¿significa eso que cree que cuando muere, eso terminará todo? En las palabras del Salvador, hablando de los días de Noé, dijo: “Habrá muchos que dirán: Comed, bebed y divertíos, porque mañana moriremos”. ¿Significa eso que él cree que al morir se terminará todo? Pablo dijo que “Si solamente en esta vida tenemos esperanza en Cristo, somos los más dignos de lástima de todos los hombres”. (1 Cor. 15:19.) Y dijo el Salvador:
Porque, ¿qué aprovechará al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Marcos 8:36-37.)
Oh, hermanos y hermanas, os digo que el evangelio glorioso que tenemos es de más valor que todas las riquezas en todo el mundo.
Cuando un hombre dice que no es religioso, ¿significa eso que no se interesaría si la religión le podría decir de dónde vino, por qué está aquí, y a dónde va? ¿Significa que no está interesado en estas cosas cuando dice que no es religioso? Suponga usted que jamás había visto a su padre, no obstante podría comunicarse con él en Europa o en donde quiera estuviere, y él había sido bondadoso para con usted, pero las condiciones no le habían permitido visitarle. ¿No desearía visitar a su propio padre? ¿No le gustaría algún día conocerle y gozar de su asociación?
Pablo nos dice que
…tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? (Hebreos. 12:9.)
Cuando la religión nos puede enseñar que en realidad somos los hijos de Dios el Eterno Padre, ¿cómo sería posible para cualquiera de nosotros no esperar con anhelo ese día cuando nos tomará él por la mano y nos dirá, “…Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor?” (Mateo 25:21.)
Si es cierto lo que leemos en la Perla de Gran Precio, que los que fueron fieles en guardar su primer estado les sería añadido, (y no hay tiempo para discutir cuán maravillosamente les ha sido añadido a los que han guardado su primer estado) pero que aún más bendito es aquél que guarde su segundo estado, porque recibirá aumento de gloria para siempre jamás, ¿Quiere decir un hombre cuando dice, “No soy religioso”, que no le gustaría recibir aumento de gloria para siempre jamás? Hay una vida eterna, y nos espera ese derecho si vivimos por ello.
¿Quiere decir un hombre, cuando dice que no es religioso, que no le importa si su esposa y sus hijos no le pertenecen por todas las edades innumerables de la eternidad, que no significan nada para él?
Hace poco estuve en el Templo de Arizona. Estuvimos allí por un día, y las maestras de la Primaria de uno de los barrios trajeron sus niños para hacer la obra bautismal para los muertos. Mientras que los niños estaban haciendo esta obra, tuvimos un culto de testimonios con las maestras, y en ese culto una hermana tras otra se levantó (sus esposos no eran activos en la Iglesia), y con lágrimas en sus ojos, dieron sus testimonios y dijeron que el deseo más grande de sus corazones era que viniera el día en que sus esposos pudieran llevarles al templo de Dios y ser sellados a ellas por tiempo y toda la eternidad, para que pudieran tener derecho sobre ellos y sus hijos.
¿Queremos decir cuando decimos que no somos religiosos que no nos importan tales cosas?
¿Cómo vamos a saber de estas cosas? Os recordáis del cuento del rico y Lázaro, cómo murió Lázaro y fué recibido en el seno de Abraham y el rico fué al tormento. Llamó al padre Abraham y dijo: “Ten misericordia de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama. Padre Abrahán le explicó que había una grande cima entre ellos. Los pensamiento del rico entonces tornaron a sus cinco hermanos que aún estaban sobre la tierra, y dijo, “Ruégote pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre; porque tengo cinco hermanos; para que les testifique, porque no vengan ellos también a este lugar de tormento”.
Abrahán le dijo, “A Moisés y a los profetas tienen: Óiganlos”.
Y dijo el rico: “No, padre Abrahán mas si alguno fuera a ellos de los muertos, se arrepentirán”.
Padre Abrahán le dijo: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos”. (Véase Lucas 16:22-31.)
Ruego que Dios toque los corazones de nuestros seres queridos y aquellos de los Santos de Sión quienes no son tan fieles como lo deberían ser, quienes creen que no son religiosos, para que comprendan que no sólo tenemos a Moisés y a los profetas sino también a los profetas de Dios que ahora viven quienes son enviados para demostrarnos el camino; para que escuchen a ellos. Cuando pienso de todo lo que el Señor ha revelado en el establecimiento de su Iglesia y reino sobre la tierra en estos últimos días, para mí es todo lo que el Profeta Isaías lo describió ser cuando dijo que el Señor procedería a hacer una obra maravillosa, un prodigio grande y espantoso, y que perecería la sabiduría de sus sabios, y se desvanecería la prudencia de sus prudentes. Que Dios nos ayude a tocar los corazones de los que no pueden ver y están andando en tinieblas, y que Dios bendiga a vosotros los fíeles Santos de los Últimos Días por vuestra integridad y vuestra devoción a esta gran obra, ruego humildemente en el nombre del Señor, Jesucristo. Amén.
Esta es nuestra obra, nuestro trabajo, y nuestro llamamiento —el crecer en gracia y en conocimiento día por día y año por año. —Brighain Young.
























