Honremos a nuestros muertos
(Tomado de the Church News)

Con frecuencia recordamos el terror que provocó la última guerra, y los valerosos hombres y mujeres que en ella murieron. Actualmente estamos amenazados por la guerra otra vez, y si se declarara un nuevo conflicto, existe la posibilidad de una aniquilación total.
También debemos recordar que en caso de guerra, Dios protegerá a los justos si tienen fe verdadera. Es un consuelo para los Santos de los Últimos Días saber que Dios ha hecho tales promesas. ¿Quién puede leer el último capítulo de Primer Nefi sin experimentar una profunda gratitud por un Padre Celestial tan comprensivo? Sus promesas son de gran importancia. Hablando de los últimos días, en los cuales estamos viviendo, el Señor dice:
«. . . Y todos los que combatan contra Sión serán destruidos. Por lo tanto, protegerá a los justos con su poder, aunque tenga que venir la plenitud de su cólera y serán preservados aun hasta la destrucción de sus enemigos por fuego. Así pues, los justos no deben temer; porque así dice el profeta: Se salvarán, aun cuando tenga que ser como por fuego. Pues he aquí, los justos no perecerán; porque ciertamente vendrá el tiempo en que todo el que combata contra Sión será talado.» (1Nefi 22:14,17,19)
Pero los justos no deben fomentar la guerra. Se les ha indicado, en cambio, que vuelvan la otra mejilla —hasta cierto punto— si quieren recibir la protección del Todopoderoso. Decimos «hasta cierto punto», pero no olvidemos que el Salvador aconsejó perdonar hasta setenta veces siete—si los demás se arrepienten. El Señor habla en forma diferente de quienes atacan repetidamente sin muestras de arrepentimiento. La Sección 98 de Doctrinas y Convenios habla claramente al respecto, Nos aconseja apartarnos de la guerra y buscar la paz; pero si después de repetidos intentos de hacer la paz con un vecino perturbador, es necesario recurrir a la guerra, el Señor nos justificará porque actuaremos en defensa propia.
Luego dice: «. . . Yo, el Señor, os justifico, así como a vuestros hermanos de mi iglesia, por apoyar la que fuera la ley constitucional del país.» (D. y C. 98:6)
Es alentador saber que nuestras familias podrán reunirse en la eternidad, y que nuestros seres queridos que han muerto, ya sea en la guerra o en la paz, podrán volver a reunirse con nosotros.
El Señor nos ha demostrado su amor al proveer un feliz futuro para los que guarden sus mandamientos. La preservación de la familia a través de la eternidad es una de sus bendiciones más grandes.
¿Cómo podría el cielo ser realmente un cielo, si nuestros seres queridos no estuvieran a nuestro lado? ¿Qué es lo que hace de nuestro hogar el lugar más querido en la tierra? La familia y nuestros seres queridos. Esto es lo que nos induce a pensar en el cielo como un lugar tan deseable.
Es un incentivo muy grande para todos los que vivimos en la tierra, saber acerca de estas bendiciones.
En los aniversarios de nuestros muertos deberíamos hacer la decisión de dedicarnos a las cosas verdaderamente importantes en la vida. En esos momentos más que nunca, deberíamos proponernos ser sinceros con Aquel que nos concede todas estas bendiciones, y dar los pasos necesarios para ser dignos de ellas.
También debemos proponernos ser más fieles a los gobiernos que Dios nos ha, dado aquí en América, y defenderlos si la necesidad lo requiere.
























