La obra por los muertos

La obra por los muertos

por John A. Widtsoe
Teoloquia Raciales

La doctrina de la hermandad del hombre y el principio de cooperación muestran la necesidad que tenemos de darnos al bien común. El más profundo deseo de la Iglesia para servir a todos, en hermandad humana, está mejor demostrado en la obra por los muertos, que en parte alguna.

Todos deben salvarse. — La obra del templo descansa en el principio del Gran Plan que todos deben salvarse o al menos darles la oportunidad de salvación. A las personas que en la tierra no tuvieron la oportunidad de aceptar las ordenanzas del evangelio, no pueden negárseles los privilegios de asociación en la Iglesia ni las bendiciones que vienen a aquellos que aceptan la verdad. Para tales personas muertas, debe hacerse la obra vicaria con todas las ordenanzas esenciales de la Iglesia; las que pueden ser aceptadas o rechazadas por el muerto. La obra vicaria no es nueva porque ha sido practicada en varias formas desde el principio. En la vida diaria a un hombre le es conferido, por poder, la autoridad legal para oficiar por otro. La obra de Jesucristo fué principalmente vicaria.

Ordenanzas terrenales. — El plan del Evangelio está compuesto de grandes verdades eternas. Todos los requisitos para la guía terrenal del hombre tienen su duplicado espiritual y eterno. Las ordenanzas terrenales del evangelio son reflejos de ordenanzas celestiales. Por ejemplo, el bautismo, el don del Espíritu Santo, y la obra del Templo son realmente símbolos terrenales de realidades universales, y verdades que deben ser reconocidas si es que el Gran Plan debe cumplirse. La aceptación de estos símbolos terrenales es parte de la vida correcta y siendo ellos exclusivamente de la tierra no pueden ser ejecutados en otra parte. Para que una imparcialidad absoluta pueda prevalecer y la eterna justicia cumplirse, todos los hombres deben aceptar estas ordenanzas terrenales para poder obtener la plenitud de su gozo.

No hay bautismo de agua en el otro estado, ni tampoco el otorgamiento del Espíritu Santo por la imposición de manos terrenales. Existen, sin duda, los equivalentes de estas ordenanzas en todos los estados; pero, solamente, como son dadas en la tierra pueden ayudar, en su progreso, a los que han morado en ella. Por esta razón, para aquellos que han partido de esta vida sin haber aceptado las ordenanzas terrenales, que constituyen en parte las condiciones de ingreso a la Iglesia, debe hacerse la obra vicaria. Por «poder» deben ser bautizados en agua, recibir la imposición de manos y aceptar las ordenanzas del templo. Por este método el camino hacia la vida eterna que todos debemos andar, es hecho en invariable equidad. De haber cualquier desviación de este orden, los hombres, en poco tiempo, tomarían sobre sí la autoridad de trazar métodos por los cuales podría obtenerse el gozo eterno. Esto sería antinatural porque el orden prevalece en la naturaleza.

Una obra de amor. — Hacer la obra por los muertos implica mucho sacrificio de parte de los vivos. Deben buscarse genealogías; obtenerse datos exactos de nacimientos y muertes y usar la mayor parte del día para recibir los «dotes» por cada persona— y todo esto, por uno que hace muchísimo que ha fallecido y de quién, la persona que hace la obra, no tiene más conocimiento que el nombre y el tiempo en que ha vivido. Dedúcese que sola mente, por amor al prójimo tal obra puede hacerse. Jóvenes y viejos pueden hacer en los templos la obra por los muertos; y jóvenes y viejos están en verdad haciéndola. En el ocaso de la vida, cuando el tiempo es más abundante para tal obra, muchas personas se dan completamente a ella por amor. Un resultado de la obra del templo para los muertos, a la cual miles de personas dan su tiempo y dinero, es una abundancia de amor hacia la humanidad.

La necesidad de registros. — Antes que la tierra pase a su próximo estado de existencia tiene que hacerse en los templos la obra para todos los vivos y los muertos. Cuando esto sea hecho, se levantará el telón y será dada al hombre una visión completa de su existencia. Hacer la obra para los muertos quienes en vida no aceptaron el evangelio requerirá genealogías completas de la raza humana. Conseguir éstas es una labor gigantesca. Las diversas condiciones de la vida humana y las vicisitudes de la raza han sido tales, que a veces las genealogías no fueron escritas y otras se perdieron. La búsqueda del hombre, por cuidadosa que ésta sea, no podrá descubrirlas a todas. Aunque, como ya ha sido explicado, en un universo inteligente nada está completamente perdido. Los registros de todos los hombres existen y por algún medio serán encontrados antes que la obra en la tierra sea completada. Mientras tanto y hasta que el hombre haya usado todos sus propios esfuerzos no recibirá ayuda externa, lo que hace necesario que el hombre busque las genealogías existentes de la raza humana. Cuando esto haya sido hecho, en años futuros, podrá el hombre descansar en la seguridad que el poder que gobierna la tierra vendrá al rescate de esta importante parte de la obra de salvación. Por consiguiente, hay en la Iglesia un intenso interés en todos los asuntos genealógicos. Toda persona está empeñada en la búsqueda de su propia genealogía y cuando ésta está completa busca la de otros.

Tal obra intensifica los lazos familiares y la devoción, de donde emanan muchas virtudes. Por lo que se deduce también, que la Iglesia registra y preserva con el mayor cuidado la historia genealógica de sus miembros. Muestra la historia sagrada que en todos los tiempos que la Iglesia ha estado en la tierra, las genealogías han sido registradas y guardadas cuidadosamente.

Resultados. — La obra por los muertos tiene resultados de mucho alcance. Primero: establece una estrecha comunión entre aquellos que han vivido y los que ahora viven en la tierra. Los corazones de los hijos se vuelven hacia los padres y los de los padres hacia los hijos. Esto, en verdad, es el espíritu del principio vital del Gran Plan — que todos trabajen unidos para el gozo de cada uno. El principio infinito de amorosa hermandad entre los hombres como es ejemplificada en la obra por los muertos, puede y debe ser aplicado entre los vivos.

Si tanta obra es hecha y tanto cuidado puesto en la salvación de los muertos, cuanto más debemos amar y ayudar a los vivos. Estos deben ser de primera importancia para el hombre. Este principio, llevado a nuestras vidas diarias, significa que, continuamente y con nuestro sacrificio, debemos ayudarnos el uno al otro. Solamente entonces, será completamente justificado el sacrificio por los muertos. La obra por los muertos es sin duda el simbolismo de la gran ley que las cosas universales ascienden juntamente y no individualmente. Tan vivificante es este principio en su diaria aplicación entre los vivos que ha llegado a ser una de las mayores concepciones que contribuyen a la hermandad humana y al amor fraternal.

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2 Responses to La obra por los muertos

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Excelente discurso, ojalá y tradujeran otros del hermano John Andrea Widtsoe

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  2. Avatar de mercedes pereddo caceres mercedes pereddo caceres dice:

    Esto a sido lo mas hermoso esta OBRA DE AMOR solo nos queda esperar y eperaremos

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