¿Porque a veces se llama Jesús, El Cristo, El Eterno Padre?

¿Porque a veces se llama Jesús,
El Cristo, El Eterno Padre?

Por John A. Widtsoe
Evidencias y Reconciliaciones

Tres personas distintas, El Padre, El Hijo, y el Espíritu Santo, constituyen la Deidad, o el Concilio que preside en los cielos. Esta es doctrina establecida de la iglesia. En la primera visión de José Smith, él vió “dos personajes”. El Padre y El Hijo. Cada uno habló al joven. No había confusión en la sustancia de su forma. Dos individuos distintos se pararon ante él. En las revelaciones siguientes, siempre existe una distinción clara hecha entre los tres miembros de la Divina Trinidad.

En numerosas referencias del Libro de Mormón, los miembros de la Deidad sobresalen como personajes distintos. La Biblia, si se lee plena e inteligentemente enseña que la Santa Trinidad se compone de Dioses individuales.

La temprana iglesia Cristiana en su camino a la apostada se alejó de esta verdad. Varios concilios de la iglesia, en los cuales los hombres lucharon por implantar sus propias teorías, introdujeron sin razón a la iglesia la doctrina incomprensible y artificial de “uno en tres y tres en uno”. Torcieron la doctrina de unidad de naturaleza y propósito entre la Trinidad a una unidad de personalidad. Han citado la oración de Jesús hecha a su Padre, que sus discípulos “sean una cosa: como tú oh Padre, en mí, y yo en tí”. (Juan 17:21). No obstante al mismo tiempo ignoraron la clara evidencia de la Oración que Jesús estaba en la tierra en esa ocasión, hablando a un Ser existente en otro lugar; y el igual significado claro de la oración que no propuso fundir a sus discípulos en un personaje, pero que debieran ser de un propósito con él y su Padre. Esta doctrina falsa, que ha sido alimentada por siglos, es un ejemplo excelente de error y tontería filosófica y teológica. Los Santos de los Últimos Días prefieren pegarse a la palabra revelada y leer la palabra de Dios inteligentemente. Solamente lo que entendemos puede usarse seguramente por los hombres mortales; lo que es incomprensible es inútil.

Un propósito definitivo, respecto al género humano emana de la Deidad. Le fué claramente declarado a Moisés: “…He aquí ésta es mi obra y mi gloria, traer a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”. (Moisés 1:39). Para efectuar este propósito, un plan, el plan de la salvación fué propuesto por el Padre.

En conformidad con la eterna ley del libre albedrío el plan no sería practicado sin el apoyo de los interesados. Por consiguiente un gran concilio fué celebrado en los cielos. Una “obra” tan grande sería amplia y de múltiples requisitos. Se hacía necesario un personaje que dirigiera y llevara a cabo el plan divinamente formulado. Organización pertenece en los cielos tanto como en la tierra. El episodio principal de ese famoso evento, después que hubo sido propuesto el plan, se haya sencillamente declarado en las palabras del Señor a Moisés: “…Satán… vino ante mi diciendo —He aquí estoy yo, envíame, yo seré tu hijo, y redimiré a toda la Humanidad, que ni un alma se pierda, y ciertamente lo haré; por eso dame tu honra. Pero, he aquí mi Hijo Amado que era mi Amado y Escogido desde el principio, me dijo —Padre, sea hecha tu voluntad, y la gloria tuya para siempre”. (Moisés 4:1, 2).

Así, por la voluntad del Padre, la dirección del plan fué entregado a Jesús. Fué nombrado director de la obra en la tierra. Debería organizar la tierra, colocar al hombre en ella, expiar por los errores humanos, y llevarlos nuevamente ante Dios, todo esto según el plan. Por este nombramiento llegó a ser el creador de la tierra, el salvador y el redentor del género humano, nuestro abogado para con el Padre — en cortas palabras, el miembro de la Deidad directamente encargado de la gente y los asuntos de la tierra.

Las escrituras declaran esta comisión de Jesucristo. En los antiguos días de los nefitas se declaró que Él es el creador de los cielos y la tierra. (Mosíah 3:8). Cuando visitó el continente americano declaró: «He aquí, yo soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Yo creé los cielos y la tierra, y todas las cosas que en ellas hay». Al Profeta José Smith le dijo: «Yo soy Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, que creó los cielos y la tierra». (DyC. 14:9). Jesús es la figura central en el plan de salvación. Fué Jesús el Cristo quien en diversas ocasiones se reveló a profetas antiguos y modernos…

Necesariamente, todo lo que ha hecho Jesucristo y todo lo que hará en favor de la tierra y sus habitantes está de conformidad con el plan de salvación aprobado y bajo la dirección del Padre. Jesús no puede elevarse sobre su Padre: Jesús es, en estos asuntos de la salvación del hombre, no solamente uno con el Padre, sino en un sentido su agente. Tiempo vendrá, cuando se haya terminado el plan, en que Jesús, con su misión terminada, rendirá los resultados de su mayordomía al Padre, la Máxima autoridad en el concilio de la Deidad.

La comisión, así dada a Jesús explica por qué, por ejemplo, oramos al Padre en el nombre de su Hijo. También explica por qué las revelaciones hechas a José Smith, después de la primera visión, fueron hechas por medio de Jesús el Cristo; es decir, Él hablaba. Esto explica los muchos pasajes en las escrituras, que de otra manera serían difíciles de entender. Aclara por qué al ejecutar su llamamiento puede ser llamado el Padre de la Tierra y todo lo que hay sobre ella.

Cuando y dondequiera en la historia del mundo, que el evangelio haya sido enseñado en su plenitud, ha sido entendido el lugar que ocupa Jesucristo en el plan de salvación. Con este conocimiento ante ellos, a menudo los escritores han hablado de El como el Eterno Padre, o el Dios de este mundo. Por consiguiente Isaías en su profecía famosa de la venida de Jesucristo dice: » Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.» (Isaías 9:6). Los antiguos profetas nefitas que entendían muy bien la misión de Jesús, le llamaban «el Hijo del Eterno Padre» (1 Nefi 13:40). También hablando de la Misión de Jesús ellos le dieron el título de Eterno Padre. Eter habla de él como «el Dios del país» (Éter 2:12). Mosíah dice que Él es el «Padre de todas las cosas» (Mos. 7:27) y el «mismo Padre Eterno» (Mos. 16:15). Alma relata que Zeezrom le preguntó a Amulek, «; Es el Hijo de Dios el mismo Eterno Padre?» Amulek le contestó: «Sí, Él es el mismo Eterno Padre del cielo y de la tierra, y de todas las cosas que en ellos hay». (Alma 11:38, 39).

En uso del título Padre significando Dios, el Padre de Jesús y de todos nosotros, la autoridad suprema de la trinidad, y en el uso del mismo título denotando Jesús, con referencia a su misión en la tierra, no hay confusión. Solamente se necesita entender de quien de los dos se habla. Entonces la palabra puede usarse propiamente tanto en relación a uno como al otro. La palabra eterno significa, por supuesto el grado de Deidad, y la naturaleza sempiterna del plan de salvación.

En la luz de la misión de nuestro Hermano Mayor, la denominación que le es dada por los antiguos profetas, con el título de «El Eterno Padre» se entiende, y se encuentra plenamente justificada. Solamente los que no conocen la plenitud del Evangelio fracasan al tratar de comprenderlo.

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