La Tierra Santa: habla la Primera Presidencia

La Tierra Santa:
habla la Primera Presidencia.

James R. Clark

El doctor Clark ha escrito o recopila­do varios libros, incluyendo History of the Pearl of Great Price (Historia de la Perla de Gran Precio) y Messages of the First Presidency (Mensajes de la Primera Presidencia). Es profesor de escrituras antiguas en la Universidad de Brigham Young, y miembro del Primer Barrio de Oak Hills, Esta­ca Sharon East.

Liahona, Febrero 1973


Los temas centrales de la restau­ración han sido el recogimiento de la semilla dispersa de Abraham y la redención de sus Tierras Santas.

Cuando los Santos de los Últimos Días, una porción de Israel moderno, fueron expulsados de sus hogares y tierras en 1845, el Quorum de los Doce Apóstoles, que presidía la Iglesia, expidió una circular que marcó semejanzas entre la situación de Israel antiguo y moderno; decía, en parte:

«Desde hace mucho, el espí­ritu de profecía ha descrito en el Libro de Mormón lo que podría ser la conducta de esta nación ha­cia el Israel de los últimos días . . . La misma iniquidad que premeditó contra Mardoqueo acechaba igual­mente a todas las familias de su nación . . . Dos no pueden andar juntos a menos que estén de acuer­do. Jacob tuvo que ser expatriado mientras Esaú poseía el dominio. El hijo de la promesa fue sabio en alejarse de aquel que deseaba su sangre. Aun el heredero de reinos universales huyó precipita­damente a un país distante hasta que murieron los que trataban de asesinarlo.»1

Antes de la restauración, Moroni, que fue un mensajero enviado de la presencia de Dios, visitó a José Smith en 1823 y citó profecías del Antiguo Testamento, incluyendo este versículo de Joel:

«Y todo aquel que invocare el nom­bre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado» (Joel 2:32).

Diez años después de la visita de Moroni y tres años después de la organización de la Iglesia, José Smith escribió, por medio de mandamiento, una epístola de amonestación a todos los pueblos. La epístola contiene esta declara­ción:

«Por fin ha llegado el tiempo en que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob ha puesto su mano por segunda vez para recobrar las reliquias de su pueblo que han quedado, de Asiría, de Egipto, y de Patros, y de Etiopía, y de Persia, y de Caldea, y de Amat, y de las islas del mar, y con ellos traer la plenitud de los gentiles, y esta­blecer con ellos el convenio prometido cuando les sean borrados sus pecados. Véase Isaías 11; Ro­manos 11:25-26 y 27; también Jeremías 31:31, 32, y 33. Jamás se ha establecido dicho pac­to con la casa de Israel, o con la casa de Judá; porque para hacer un convenio, debe haber dos partes y ambas deben estar de acuerdo o no puede hacerse ningún convenio.

«Tero la tribu de Judá volverá a la Jerusalén antigua. . . Judá recibirá liberación en Jerusalén. Véase Joel 2:32; Isaías 26:20-21; Jeremías 31:12; Salmos 1:5; Ezequiel 34:11,12 y 13. Estos son testi­monios de que el Buen Pastor re­conocerá a sus propias ovejas y las conducirá de entre todas las na­ciones donde fueron esparcidas en un día obscuro y tenebroso; y las llevará a Sión y a Jerusalén. . 2

Las llaves «de la congregación de Israel de las cuatro partes de la tierra» fueron conferidas sobre José Smith por Moisés, antiguo Profeta y legislador de Israel, du­rante su aparición en el Templo de Kirtland, el 3 de abril de 1836.

El 6 de abril de 1840, la Primera Presidencia expidió una carta de credenciales para Orson Hyde como misionero a Palestina. Se le indicó que visitara las ciudades de Lon­dres, Amsterdam, Constantinopla y Jerusalén y que conversara «con los sacerdotes, gobernantes y élderes de los judíos.» La misión de Orson Hyde fue lograda, y la Tierra Santa fue dedicada.

El 6 de abril de 1843, el profeta José Smith dijo en la Conferencia General de la Iglesia: «Judá ha de volver, Jerusalén ha de ser reedi­ficada, junto con el templo, y debe salir agua de debajo del templo y han de ser sanadas las aguas del Mar Muerto. Se precisará algún tiempo para reedificar las murallas de la ciudad, el templo, etc., y todo esto debe hacerse antes que el Hijo del Hombre aparezca. Habrá guerras y rumores de guerras. . ,»3

Dos meses más tarde, el 11 de junio de 1843, se reunió una nu­merosa concurrencia de los santos en el sitio del templo en Nauvoo, y el Profeta, tomando su texto de Mateo 23:37, declaró que se le había hecho la pregunta: «¿qué objeto podrá tener el recogimien­to de los judíos o el pueblo de Dios, en cualquier época del mun­do?»

Respondió: «El objeto principal fue edificar una casa al Señor, en la cual podría revelar a su pueblo las ordenanzas de su casa y las glorías de su reino, y enseñar a la gente el camino de la salvación; porque hay ciertas ordenanzas y principios que, para poder enseñarse y practi­carse, deben efectuarse en un lugar o casa edificada para tal propó­sito.»4

Brigham Young y el Consejo de los Doce, que tenían las llaves de la presidencia después de la muerte de José Smith, enviaron a Wilford Woodruff a Inglaterra con una carta de salutación para los élderes y los santos en Gran Bretaña. La carta contenía estas ins­trucciones: «El Dios de Israel les comunicará a sus discípulos todas las cosas necesarias para la edi­ficación de su reino sobre la tierra hasta que Israel sea congregado, sí, aun toda la sangre de Abraham esparcida sobre toda la tierra, Sión establecida, Jerusalén reedificada y toda la tierra sea llena con la gloria y el conocimiento de Dios.»5

Después del éxodo mormón hacia el oeste, la Primera Presi­dencia expidió en 1849 estas ins­trucciones a los santos: «. . . jun­tad a los errantes de Judá y el resto de Efraín de los cuatro cabos de la tierra al lugar de su herencia; a fin de que Sión sea edificada, Jerusalén restablecida y la gloria del último día llene la tierra.»6

En su quinta epístola general a la Iglesia, publicada en abril de 1851, la Primera Presidencia es­cribió: «El recogimiento de Israel ya ha comenzado; Judea está reci­biendo a sus antiguos habitantes, y la Ciudad Santa se está reedi­ficando; lo cual es una de las seña­les prominentes de la próxima venida del Mesías.»7

En 1884, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días estableció una misión en Turquía. El 22 de septiembre de 1889, los primeros conversos árabes en la mi­sión fueron bautizados en Aintab. En 1897, el presidente Wilford Woodruff y sus consejeros escri­bieron lo siguiente a sus «Queridos hermanos» de Turquía:

«. . . no discutáis inútilmente la venida de Cristo; hay una hora señalada, y solamente Dios la sabe. Él no la ha revelado; pero ese tiem­po seguramente vendrá mucho antes de que la mayoría de las per­sonas estén preparadas. Una cosa sí sabemos, y es que no está muy distante, porque las señales de su venida son ahora bastante claras; pero todavía hay mucho que hacer para prepararnos para ese grandio­so acontecimiento. Muchas personas honradas no se han enterado de su grandiosa obra de los Últimos Días. Sión debe ser plenamen­te establecida, Jerusalén debe ser reedificada por los judíos, las diez tribus deben volver desde el norte, los indios americanos, que son de la Casa de Israel, deben convertirse y ser obreros en su causa. Y mu­chas más de las diversas ramas de la Casa de Israel, deben volver a las tierras prometidas y estar pre­parados para conocerle y recibirle; porque cuando El vuelva, será su Rey.»8

Fue difícil de establecer un ho­gar nacional judío en Palestina, como se propuso en la Declara­ción de Balfour, del gobierno bri­tánico, el 2 de noviembre de 1917. Cuando los árabes y los judíos se encontraban aun luchando para dominarlo en 1921, el presidente

Heber J. Grant dijo en la Confe­rencia General de abril de ese año:

«Por la autoridad del Santo Sa­cerdocio de Dios, que ha sido nuevamente restaurado a la tierra, y por la administración, bajo la di­rección del Profeta de Dios, los Apóstoles del Señor Jesucristo han ido a la Tierra Santa y han dedi­cado ese país para el regreso de los judíos; y creemos que en el debi­do tiempo del Señor, estarán nueva­mente en la grada de Dios. Y ningún Santo de los Últimos Días sea culpable de tomar parte en ninguna cruzada en contra de este pueblo.»9

El 2 de marzo de 1959, la Pri­mera Presidencia envió una carta a los presidentes de estaca y los presidentes de las misiones de estaca en la que elogiaban los es­fuerzos del élder LeGrand Ri­chards, del Consejo de los Doce, que, bajo su dirección, hizo un esfuerzo diligente para traer al pueblo judío a una investigación del evangelio restaurado. La carta también inauguró un programa misionero de estaca entre los judíos de las grandes ciudades que contaban con un gran número de éstos. Algunas de las instruc­ciones de esta carta son quizás una conclusión apropiada:

«Consideramos pertinente acon­sejar a los misioneros de estaca así como a otros grupos dentro de la misma, a no fomentar o tratar de promover movimientos concer­nientes a la tan discutida pregunta: Tro – o Anti – Semitas,’ Pensamos que, generalmente hablando, la gente mormona ha comprendido a los judíos, y probablemente han sido más amigables hacia ellos que cualquier otra gente, y con nuestro concepto de la hermandad uni­versal, es insostenible que noso­tros, como pueblo, demos lugar al prejuicio y mala voluntad contra cualquiera de los hijos de nuestro Padre. La manifestación de cual­quier asunto de este carácter con toda probabilidad sería acompa­ñado de malos entendimientos y pugnas, y sin ganancias substan­ciales para ninguno. Tenemos un mensaje para los judíos; nos complacerá mucho brindárselo si lo escuchan.

«En relación con el tema de esta carta, deseamos aprovechar la oportunidad de recordarles a nuestros misioneros la impruden­cia de cualquier intento de estable­cer fechas y tiempo para el cumpli­miento de profecías… Aceptamos las revelaciones, creemos en las profecías. El tiempo de éstas queda en la impenetrable sabiduría del Señor. Es bueno enseñarles a las personas a estar preparadas para el cumplimiento de las profecías, y dejarle todo lo demás a Él.»10

De manera que vemos que por casi ciento cincuenta años, la Pri­mera Presidencia ha enseñado las doctrinas del recogimiento de la simiente esparcida de Abraham y su regreso a sus Tierras Santas.


  1. Dacamentury Histary of the Church, vol. 7, págs. 478-79:
  2. Enseñanzas del Profeta José Smith, págs, 10, 13.
  3. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 347.
  4. Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 375-376.
  5. Matías F, Cowley, Wilford Woodruff, págs. 231-32,
  6. Millennial Star, vol. 11, pág. 231.
  7. Millennial Star, vol, 13, pág. 209.
  8. Documento on la oficina del Historiador de la Iglesia.
  9. lmprovemént Era, vol. 24, págs. 747.
  10. Documento en la Oficina del Historiador de la Iglesia.
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