Doctrinas Falsas y Apostasía Universal

Doctrinas Falsas y Apostasía Universal

por el apóstol LeGrand Richards

Tomado de «A Marvelous Work and a Wonder»


Una grande verdad fué revelada en las visitaciones del Padre y del Hijo al profeta José Smith por el anuncio hecho por el Salvador del mundo en contestación a la pregunta de José Smith, cuya pregunta fué a qué Iglesia debería unirse. A él le fué dicho que no debería unirse a ninguna de ellas porque todas estaban en error. El personaje que le habló le dijo:

Se me contestó que no debería unirme a ninguna, porque todas estaban en error; y el Personaje que me habló dijo que todos sus credos eran una abominación en su vista; que todos aquellos profesores se habían pervertido; que «con los labios me honran, más su corazón lejos está de mí; enseñan como doctrinas mandamientos de hombres, teniendo apariencia de piedad, más negando la eficacia de ella».

Esta declaración le sorprendió mucho a José Smith, pues nunca se le había ocurrido que ni una de las iglesias del mundo en aquel entonces era aceptable ante Dios o que sus credos eran una abominación en su vista. En la luz de la verdad revelada que José Smith recibió, es fácil entender por qué sus credos eran una abominación en su vista.

Una enseñanza errónea de muchas iglesias Cristianas es: Por la fe sola somos salvos. Esta doctrina falsa relevaría al hombre de la responsabilidad por sus hechos más allá de declarar una creencia en Dios, y enseñaría al hombre que no importa cuán grande fuese el pecado, una confesión le traería perdón completo y salvación. Lo que necesita el mundo es predicar más de la necesidad de abstenerse del pecado y de vivir útil y rectamente y menos predicación de la remisión de los pecados. Entonces este sería un mundo diferente. La verdad es que los hombres tienen que arrepentirse de sus pecados y dejarlos antes de que puedan esperar el perdón. Aun cuando nos sean perdonados nuestros pecados, Dios no puede premiarnos por lo bueno que no hemos hecho.

El profeta Mormón, el cual vivió sobre el continente de América aproximadamente 400 D.C., profetizó de la salida de las planchas de las cuales fue traducido el Libro de Mormón, y describió la condición de las iglesias que en ese entonces se encontrarían entre la gente:

Sí, esto ocurrirá en un día en que será negado el poder de Dios, en el que se hayan corrompido las iglesias, y sus miembros se hallen exaltados en el orgullo de sus corazones; sí, aun en un día en que los guías de las iglesias y sus maestros se enorgullecerán en sus corazones, hasta el extremo de envidiar a los mismos que pertenecen a sus iglesias. . .

Sí, porque llegará el día en que se habrán establecido iglesias que dirán: Venid a mí, que por vuestro dinero os perdonaré vuestros pecados. (Mormón 8:28-32).

También, hay la doctrina errónea de la predestinación, que sin hecho alguno por nuestra parte algunos son predestinados a vida eterna y algunos a condenación eterna, y que no importa en cual clase de estas nos encontramos, no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. Un análisis completo de esta doctrina nos fuerza a la conclusión de que, si es verdadera, Dios sería responsable por todo el pecado e iniquidad en el mundo pues que la creencia es que todos nuestros hechos fueron predestinados aun antes que naciésemos, fueran buenos o malos.

En su esfuerzo para destruir la verdad, Satanás no podría haber esperado engañar a los hombres más completa y eficazmente que, por enseñar tales doctrinas, quitarles el sentido de sus responsabilidades.

También, hay la enseñanza falsa de un cielo y un infierno, con el pensamiento que todos los que llegan al cielo participarán igualmente, y asimismo con los que son asignados al infierno.

La verdad, como fué restaurada por el profeta José Smith, hace hincapié en que todo hombre recibirá según sus obras; que hay una gloria como el sol, otra como la luna, y aun otra como las estrellas, y que la gloria a la cual será asignado se determinará por las cosas que hace y la vida que vive.

El cuerdo pensar le llevará a uno a la conclusión de que Dios no puede ser el autor de confusión; que dos organizaciones opuestas no podrían originar de Él, porque Dios no puede ser dividido contra sí. Según San Pablo:

Y él mismo dio unos, ciertamente, apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores.

Tara perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo;

Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida tic la edad de la plenitud de Cristo:

Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error:

Cuando José Smith comenzó su búsqueda de la verdad, pronto se hizo aparente que las iglesias Cristianas no habían «llegado a la unidad de la fe». Pablo indicó que eran «llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres». Por lo tanto hay la declaración del Salvador a José Smith, que todos sus credos eran una abominación en su vista.

Al leer las escrituras los hombres descubrían verdades que no se encontraban en las iglesias existentes. Juntaban un grupo de personas y organizaban una iglesia sin ordenación o llamado alguno directo de Dios. Así las sectas Cristianas se multiplicaron hasta que había cientos de ellas. Tales líderes acentuaban un cierto principio, y organizaban su iglesia sobre ese único pensamiento: por ejemplo, dones espirituales, apóstoles, adoración el día séptimo, etc.

La misión de la Iglesia verdadera, bajo inspiración y guía divina, debe ser traer juntas en una Iglesia todas las verdades que se puedan encontrar en todas las otras Iglesias Cristianas, tanto como las que han sido pasadas por alto o ignoradas, y eliminar todo error y doctrina de hombres. Eso es lo que hizo el Señor al restaurar al mundo Su Iglesia por la instrumentalidad del profeta José Smith.

La idea de que las iglesias se habían descarriado y perdido su vitalidad y autoridad, va de acuerdo con el juicio de algunos de nuestros pensadores más grandes, y con profecías de las Sagradas Escrituras, como las referencias siguientes mostrarán.

En una obra preparada por setenta y tres cleros y estudiantes de la Biblia, leemos:

No debemos esperar ver la iglesia de las Sagradas

Escrituras realmente existir en su perfección en el mundo. No se la puede encontrar así perfecta en todos los fragmentos de la Cristiandad, y aun menos en solamente uno de los fragmentos.

Así estos setenta y tres hombres doctos, efectivamente confirman la declaración de Jesús a José Smith — que todos sus credos eran una abominación en su vista.

Roger Williams, pastor de la primera iglesia Bautista de América en Providence, Edo. de Rhode Island, se negó a continuar como pastor por la razón de que no había—

…una debidamente constituida iglesia de Cristo en la tierra, ni persona alguna autorizada para administrar cualquier ordenanza de la iglesia, ni puede haber hasta que el gran caudillo de la Iglesia, por cuya venida espero, envíe nuevos apóstoles. Si Roger Williams hubiese sido privilegiado de vivir y conocer al profeta José Smith y oír su mensaje, hubiera encontrado lo que estaba buscando.

El doctor Harry Emerson Fosdick describió la condición decadente de la iglesia Cristiana en estas palabras:

Una reforma religiosa está en movimiento, y su base es el esfuerzo de recobrar para nuestra vida moderna la religión de Jesús en contraste a la inmensa, enredada, en grande medida inadecuada, y muchas veces positivamente falsa religión acerca de Jesús. El Cristianismo hoy día ha, en grande medida, dejado la religión que El enseñó, predicó y vivió, y ha substituido otro tipo de religión enteramente diferente.

Si Jesús volviera al mundo ahora, y oyera las mitologías acerca de él, viese los credos, las denominaciones, el sacramentalismo practicado en su nombre, ciertamente diría: «Si esto es el Cristianismo, no soy Cristiano». (Liahona, Vol. 23, No. 22, p. 424).

Estas y otras declaraciones semejantes de ministros de varias naciones ciertamente parecen corroborar la declaración del Salvador a José Smith, y deben motivar los que buscan la verdad a querer oír lo demás de la historia del profeta.

Ahora, consideremos las predicciones en las escrituras de que el tiempo y las condiciones que hemos considerado vendrían.

Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos;

Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes a los padres, ingratos, sin santidad,

Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno,

Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios;

Teniendo apariencia de piedad, más habiendo negado la eficacia de ella; y a éstos evita. (2 Timoteo 3:1-5).

Empero os rogamos, hermanos, cuanto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestro recogimiento a él,

Que no os mováis fácilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como nuestra, como que el día del Señor esté cerca.

No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,

Oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndele parecer Dios. (2 Tesalonicenses 2:1-4).

Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, Se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias,

Y apartarán de la verdad el oído, y se volverán a las fábulas. (2 Timoteo 4:3.4).

De lo ya citado se ve claramente que el apóstol Pablo tuvo el privilegio de ver nuestro tiempo y describir de antemano las mismas condiciones a las cuales el Salvador se refirió en su denunciación de las iglesias a José Smith, y como admitido por los ministros prominentes del día. El indicó que estas condiciones iban a existir en «los postreros días», y que los hombres tendrían «comezón de oír», y así levantarían maestros conforme a sus concupiscencias y apartarían de la verdad el oído. Además dice que los hombres no pueden esperar el prometido segundo advenimiento del Cristo a menos que haya antes una «apostasía», así es que todo lo que hemos dicho es nada más un anuncio que han acontecido los eventos predichos.

Cuando el apóstol San Juan fué desterrado a la Isla de Patmos, vio el poder que sería dado a Satanás:

Y le fué dado hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También le fué dada potencia sobre toda tribu y pueblo v lengua y gente. (Apocalipsis 13:7).

De eso es evidente que cada tribu y lengua y nación sucumbiría a ese poder maligno, lo cual entenderemos más completamente cuando encontramos que Juan vio la restauración del evangelio al mundo para ser predicado a cada nación, tribu, lengua, y gente. (Véase Apocalipsis 14:6-7).

Para entender esta escritura, debe recordarse que los seguidores de Cristo fueron llamados santos. (Véase Efesios 2:19; 2 Cor. 8:4; 1 Cor. 14:33).

Sabiendo cómo este apartamiento universal de la verdad debe ser, uno puede entender algunas de las profecías de los profetas antiguos que son recordadas en el Antiguo Testamento:

He aquí vienen días, dice el Señor Jehová, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír palabra de Jehová.

E irán errantes de mar a mar: desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallan. (Amos 8:11-12).

En la luz de las palabras de Jesús: «Buscad y hallaréis», no puede haber más que una explicación de porqué no podrían encontrar la palabra del Señor, aunque la buscaran «de mar a mar, desde el norte hasta el oriente». La contestación es, como Amos indicó, que el Señor iba a mandar una «hambre a la tierra», una hambre de oír la palabra del Señor.

El Profeta Miqueas vio el día cuando no iba a haber «respuesta de Dios». Describió él la condición apostata de Israel como signe:

Así ha dicho Jehová acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, que muerden con sus dientes y claman: Paz, y al que no les da de comer, declaran contra él guerra santa.

Por tanto, habrá para vosotros noche sin visión y oscuridad sin adivinación; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos.

Y serán avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos; y todos ellos se cubrirán los labios, porque no hay respuesta de Dios. . . .

Sus gobernantes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros. (Miqueas 3:5-7, 11).

Isaías tuvo una visión semejante de lo que iba a pasar con Israel:

He aquí que Jehová vacía la tierra, y la desnuda, y trastorna su haz, y hace esparcir sus moradores.

Y será como el pueblo, tal el sacerdote ; como el siervo, tal su señor ; como la criada, tal su señora; tal el que compra, como el que vende ; tal el que da emprestado, como el que toma prestado; tal el que da a logro, como el que lo recibe.

Del todo será vaciada la tierra, y enteramente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra:

— La tierra se lamentó, se marchitó; languideció, se marchitó el mundo; languidecieron los pueblos altivos de la tierra.

Y la tierra se contaminó bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, cambiaron la ordenanza, quebrantaron el convenio sempiterno.

Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron culpables; por esta causa fueron quemados los habitantes de la tierra, y quedaron pocos hombres. (Isaías 24:4-6).

Isaías comprendió el disgusto del Señor que descansaría sobre los habitantes del mundo por haber «traspasado las leyes, falseado el derecho, roto el convenio sempiterno», y en la luz de la recién descubierta bomba atómica y otros descubrimientos científicos semejantes, no es difícil entender la predicha destrucción que podría resultar en que «disminuyen los hombres».

Pablo también compartió con los profetas un pleno entendimiento del disgusto del Señor con aquellos que tratarían de cambiar las verdades del evangelio:

Más aun si nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema. (Gálatas 1:8).

Para explicar las condiciones del mundo Cristiano al contestar el Salvador la pregunta de José Smith acerca de qué iglesia era la verdadera, El repitió la declaración revelada a Isaías. (Véase Isaías 29: 33-14). Seguiría a esta condición un prodigio grande y espantoso hecho por el Señor entre los hijos de los hombres:

Dice pues el Señor: Porque este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, más su corazón alejó de mí, y su temor para conmigo fué enseñado por mandamiento de hombres:

Por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la prudencia de sus prudentes. (Isaías 29:13-14).

Puesto que este apartamiento del evangelio verdadero de Cristo iba a ser universal, como predijeron los profetas, y pues que tal apostasía universal fue confirmada por la declaración de Jesús a José Smith, seguiría que una restauración sería necesaria. Tal restauración es el mensaje de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

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