Capítulo 31
Promesas a los Lamanitas
La Maldición Sobre los Lamanitas
EL término “lamanitas” fue aplicado por primera vez a los seguidores a Larnán y de Lemuel que se habían rebelado contra su hermano Nefi y los compañeros de éste, después que arribaron a la Tierra de Promisión. Más tarde, por este nombre (“lamanitas”) eran conocidos todos los que se unieron a los descendientes de Lamán y de Lemuel.
La primera advertencia y promesa dada a esta gente, está contenida en la bendición que el patriarca Lehi pronunció sobre sus nietos, los hijos de Lamán, y que fue luego repetida a los hijos de Lemuel:
. . .He aquí, mis hijos e hijas, vosotros que sois los hijos e hijas de mi primogénito, quisiera que escuchaseis mis palabras.
Porque el Señor Dios ha dicho: En tanto que guardéis mis mandamientos, prosperaréis en el país; pero si no guardáis mis mandamientos, seréis desechados de mi presencia.
Más he aquí, mis hijos e hijas, no puedo descender a la tumba sin dejaros antes una bendición; porque he aquí, sé que si sois instruidos en la senda que debéis seguir, no la abandonaréis.
Pero si fuereis maldecidos, he aquí, os dejo mi bendición, para que os sea quitada la maldición, y caiga sobre la cabeza de vuestros padres.
Por tanto, el Señor no os dejará perecer, a causa de mi bendición; sino que tendrá misericordia de vosotros y de vuestra posteridad para siempre. (2 Nefi 4:3-7.)
Así, no obstante el amor que sentía por su familia, Lehi bendijo a sus nietos y a los hijos de éstos, porque tenía buenas razones para preocuparse acerca de las instrucciones y enseñanzas que ellos habrían de recibir de sus progenitores. Estos últimos, aun cuando un ángel les reprendió por haber maltratado a Nefi, su hermano menor, apenas el mensajero celestial hubo desaparecido de su vista, volvieron a zaherirle por motivo de los celos que de él tenían.1
Las Falsas Tradiciones
A pesar de las amonestaciones de Lehi, los descendientes de Lamán y Lemuel, y los que a ellos se unieron, no se preocuparon por cumplir con los mandamientos del Señor. Los celos de los hermanos mayores causaron una profunda división entre las familias de los hijos de Lehi:
Y aconteció que después de haber hablado de esta manera a toda su casa, según las percepciones de su corazón y el Espíritu del Señor que había en él, mi padre envejeció. Y aconteció que murió y fue enterrado.
Y aconteció que a los pocos días de su muerte, Lamán, Lemuel y los hijos de Ismael se enojaron conmigo a causa de las amonestaciones del Señor. (2 Nefi 4:12-13.)
Esta rivalidad se hizo tan aguda que los hermanos de Nefi trataron de quitar la vida de éste. Nefi oró al Señor por su liberación e intentó toda clase de actitudes y procederes a fin de conservar en unión a la familia, pero finalmente, y habiendo sido advertido por el Señor, Nefi y sus seguidores huyeron hacia el desierto.2 El devoto joven se llevó consigo los anales de su pueblo, la brújula (“liahona”) que el Señor preparó para Lehi y los que estuvieron dispuestos a servirle, y la espada de Labán.
Cuando los nefitas abandonaron a los lamanitas, los celos de éstos se convirtieron en abierto odio, y comenzaron a enseñar a sus hijos y descendientes que Nefi y sus compañeros les habían despojado de legítimas pertenencias, y los incitaron a destruirles. Así fue que los lamanitas llegaron a ser. . .
… un pueblo salvaje, feroz y sanguinario, llevado de la tradición de sus padres, que era ésta: Creían que habían sido echados de la tierra de Jerusalén a causa de las iniquidades de sus padres, y que sus hermanos los perjudicaron en el desierto, y que también los agraviaron mientras cruzaban el mar.
Y más aún, que los habían tratado injustamente mientras se hallaban en la tierra de su primera herencia, después de haber atravesado el mar; y todo esto porque Nefi fue más fiel en guardar los mandamientos del Señor. Por tanto, fue favorecido del Señor, porque el Señor oyó sus oraciones y las contestó; y él tomó mando de su viaje por el desierto.
Y sus hermanos se enojaron con él porque no entendían las vías del Señor; y también se habían airado contra él sobre las aguas, porque endurecieron sus corazones contra el Señor.
Y además, se llenaron de ira contra él cuando llegaron a la tierra prometida, porque decían que él les había quitado el mando del pueblo, y trataron de matarlo.
Y además se habían irritado con él porque salió para el desierto como el Señor le había mandado, llevando los anales que estaban grabados en las planchas de bronce, porque decían ellos que él los robó.
Por consiguiente, han enseñado a sus hijos a aborrecerlos, y asesinarlos robarlos y despojarlos, y hacer cuanto puedan para destruirlos; por tanto, sienten un odio eterno hacía los hijos de Nefi. (Mosíah 10:12-17.)
De esta manera los celos degeneraron en odio, y éste les llevó a desobedecer los mandamientos de Dios, por lo que descendió entonces sobre ellos la maldición advertida años antes por el patriarca Lehi, cuando dijo;
Mi corazón se ha sentido agobiado de dolor de cuando en cuando, pues he temido que por la dureza de vuestros corazones, el Señor vuestro Dios os visitase con la plenitud de su ira y fueseis talados y destruidos para siempre,
O que cayera sobre vosotros alguna maldición por el espacio de muchas generaciones; y fueseis castigados por la espada y por el hambre, y fueseis despreciados, y llevados según la voluntad y cautividad del diablo.
¡Oh hijos míos, que no os suceda esto, sino, más bien, que seáis un pueblo escogido y favorecido del Señor! Más he aquí, hágase la voluntad del Señor, porque sus vías son para siempre justas.
Y él ha dicho: En tanto que guardéis mis mandamientos, prosperaréis en el país; pero si no los guardáis, seréis desechados de mi presencia.
Y ahora, para que mi alma pueda regocijarse en vosotros, y mi corazón salga de este mundo con gozo por causa vuestra, y no sea yo llevado con pena y dolor a la tumba, levantaos del polvo, hijos míos, y sed hombres, y estad de acuerdo en un mismo parecer y con un solo corazón, unidos en todas las cosas, para que no descendáis al cautiverio;
Para que no seáis maldecidos con alguna terrible maldición ni provoquéis, tampoco, el desagrado de un Dios justo sobre vosotros para condenación, sí, la eterna condenación del cuerpo y del alma. (2 Nefi 1:17-22.)
Habiendo entonces caído dicha maldición sobre los lamanitas, el Señor declaró a Nefi:
… Si ellos no escuchan tus palabras, serán desechados de la presencia del Señor. Y he aquí, fueron excluidos de su presencia.
Y había hecho caer la maldición sobre ellos, sí, una penosa maldición, a causa de su iniquidad. Porque he aquí, habían endurecido sus corazones contra él, de modo que se habían vuelto como el pedernal; y por ser ellos blancos y sumamente bellos y deleitables, el Señor hizo que los cubriese un cutis obscuro, para que no atrajeran a los de mi pueblo.
Y así dice el Señor Dios: Los haré repugnantes a tu pueblo, a no ser que se arrepientan de sus iniquidades.
Y malditos sean los descendientes de aquel que se mezcle con la posteridad de ellos porque serán maldecidos con la misma maldición. Y el Señor lo dijo, y así fue hecho. (2 Nefi 5:20-23.)
Promesas del Señor a los Lamanitas
Muchos de los profetas nefitas suplicaron al Señor en favor de sus hermanos los lamanitas. Nefi nos dice lo siguiente:
He aquí, sucedió que yo, Nefi, clamé mucho al Señor mi Dios, por motivo de la cólera de mis hermanos.
Pero he aquí, su ira aumentó contra mí, a tal grado que trataron de quitarme la vida. (2 Nefi 5:1-2.)
Con anterioridad, Nefi había obtenido del Señor la promesa de que los lamanitas no serían destruidos por los gentiles, cuando éstos arribaran al país.3 Y Nefi entonces nos informa:
. . .Aconteció que vi el resto de la posteridad de mis hermanos, y vi también que el libro del Cordero de Dios, que había salido de la boca del judío, venía de los gentiles al resto de la posteridad de mis hermanos.
Y después de haber llegado a ellos, vi otros libros que vinieron por el poder del Cordero, de los gentiles a ellos, para convencer a los gentiles y al resto de la posteridad de mis hermanos, y también a los judíos que se hallaban esparcidos sobre toda la superficie de la tierra, que los escritos de los profetas y de los doce apóstoles del Cordero son verdaderos. (1 Nefi 13:38-39.)
El profeta Enós, habiendo suplicado a Dios en favor de los lamanitas, nos cuenta de su experiencia personal:
Y después que yo, Enós, hube oído estas palabras, empecé a tener una fe inmutable en el Señor; y le rogué con muy asiduo empeño por mis hermanos, los lamanitas.
Y aconteció que después que hube rogado y obrado con toda diligencia, me dijo el Señor: Por tu fe, te concederé conforme a tus deseos.
Y he aquí, éste era el deseo que anhelaba de él: Que si acaso mi pueblo, el pueblo nefita, caía en transgresión, y era de algún modo destruido, y los lamanitas no lo eran, que el Señor Dios preservara la historia de mi pueblo, los nefitas, aun cuando fuera por el poder de su santo brazo, para que algún día futuro fuese llevado a los lamanitas, para que tal vez pudieran ser conducidos a la salvación;
Porque hasta ahora nuestros esfuerzos para restablecerlos en la verdadera fe han sido en vano. Y han jurado en su cólera que, si podían, destruirían nuestros anales junto con nosotros, y también todas las tradiciones de nuestros padres.
Por tanto, sabiendo yo que el Señor podía preservar nuestros anales, le suplicaba continuamente, pues él me había dicho: Cualquiera cosa que pidieres con fe, creyendo que la recibirás en el nombre de Cristo, la obtendrás.
Y yo tenía fe, y le rogué al Señor que preservara los anales; e hizo pacto conmigo que los daría a los lamanitas en su propio y debido tiempo.
Y yo, Enós, sabía que se haría según el convenio que se había hecho; por tanto, mi alma quedó tranquila.
Y díjome el Señor: Tus padres me pidieron también lo mismo, y les será concedido según su fe; porque su fe fue semejante a la tuya. (Enós 11-18.)
Por su parte, Alma hace recordar a su pueblo las grandes promesas hechas por el Señor a los lamanitas:
Porque muchas son las promesas que se han hecho a los lamanitas; y es por causa de las tradiciones de sus padres que han permanecido en su estado de ignorancia; por tanto, el Señor les será misericordioso y prolongará su existencia en el país.
Y algún día llegarán a creer en su palabra, y a saber que las tradiciones de sus padres son erróneas; y muchos de ellos se salvarán, porque el Señor será misericordioso con todos los que invocaren su nombre. (Alma 9:16-17.)
Cada vez que los nefitas lograban convertir a los lamanitas al evangelio, se juntaban con ellos en reuniones libres. Así leemos que “. . . se trataban unos a otros como hermanos, y se regocijaban unos con otros y eran muy gozosos.”4
El Señor prometió que habría de llegar el día en que los lamanitas recibirían los anales de los nefitas y aceptarían a Cristo. Moroni, pensando en el día en que aquéllos habrían de recibir el Libro de Mormón, agregó a los escritos de su padre “unas cuantas cosas más, que tal vez serán de valor a mis hermanos los lamanitas en algún día futuro, según la voluntad del Señor.”5
Y finalmente cierra el volumen con aquella notable promesa, dirigida especialmente a ellos:
He aquí, quisiera exhortaros, al leer estas cosas, si Dios juzga prudente que las leáis, a que recordaseis lo misericordioso que el Señor ha sido hacia los hijos de los hombres, desde la creación de Adán hasta el tiempo en que recibáis estas cosas, y a que lo meditaseis en vuestros corazones.
Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntaseis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo. (Moroni 10:3-4.)
1 1Nefi 7:8-12.
2 2 Nefi 5:5.
3 Nefi 13:31.
4 Helamán 6:3.
5 Moroni 1:4.

























Gracias por tan importante altura Gracias bendiciones saludos
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Gracias por este bello mensaje Gracias excelente explicacion
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