Capítulo 25
NUESTRO PROGRAMA DE SALUD
La preservación de la salud física y la eficiencia mental es de importancia suprema a la felicidad y bienestar de todo individuo y es, por consiguiente, de la incumbencia de la religión. Toda religión que es digna de ese nombre ha tratado de velar por la salud física y mental de sus adherentes, porque reconoce la relación que existe entre la salud y la felicidad. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días siempre ha considerado como requerimiento religioso la fomentación de la salud física por medio del cuidado propio del cuerpo y la mente. Se ha convertido en tema favorito de los predicadores del evangelio restaurado, y los santos de los últimos días han llegado a ser conocidos y a distinguirse más entre sus semejantes por su observancia de su “Palabra de Sabiduría” que por cualquier otra cosa.
Por creer que el cuerpo del hombre constituye la morada terrenal de su espíritu eterno y que, después de todo, el espíritu eterno e imperecedero sólo puede expresarse por medio de ese cuerpo, todo santo de los últimos días tiene que estar interesado en la preservación de su salud. Además, comprende que el cuerpo mismo, en cierto sentido, es tan eterno e imperecedero como el espíritu, y que está destinado a ser el compañero del hombre para siempre, y que toda experiencia personal por la que se pasa en esta tierra dejará una impresión perdurable en el cuerpo y el espíritu, Además, es razonable suponer que la espiritualidad de una persona aumenta al paso que su fuerza de voluntad se fortalece y su habilidad crece para dominar los apetitos, impulsos y deseos de su naturaleza física.
Una revelación notable.
La manera más directa en que los santos de los últimos días velan por su salud es por tratar de vivir de acuerdo con la revelación que fue dada a la Iglesia por conducto del profeta José Smith el 27 de febrero de 1833, y que entre ellos es conocida como la “Palabra de Sabiduría”. Esta notable revelación, que anticipó el concepto general sobre la dieta por lo menos unos 75 años, se divide entre tres partes distintas: en la primera se explica lo que no debemos incluir en nuestra dieta; en la segunda nos dice lo que podemos comer, y en la tercera promete ciertos resultados benéficos a aquellos que observaren sus enseñanzas. Para algunos, estas promesas han sido la parte más atractiva de la Palabra de Sabiduría mientras que los miembros en general tanto por su manera de pensar como de obrar, dan mayor énfasis al aspecto prohibitivo de esta revelación. Nos parece que los beneficios que vienen por observar la Palabra de Sabiduría, recibidos ya por los miembros de la Iglesia, podrían aumentar notablemente si en forma general se hiciera más hincapié en el aspecto positivo de la revelación.
Por medio de la Palabra de Sabiduría se instruye a los miembros de la Iglesia a no usar bebidas alcohólicas, bebidas calientes o tabaco. Explica que “los licores no son para el vientre, sino para el lavamiento de vuestros cuerpos”. Se declara positivamente que estas cosas no son buenas para el hombre. La frase “bebidas calientes”, que usó el Profeta, se refiere al café y al té, bebidas que en su época se acostumbraban. (Véase la discusión sobre el asunto en el Capítulo 11 de esta obra). Sin embargo, en la actualidad debe incluir todas las bebidas que son de la misma clase. Cualquier bebida que contenga substancias estimulantes deben ser suprimidas de nuestra dieta. “No son buenas para el cuerpo”. El tabaco tampoco “es para el cuerpo” en otras palabras no debe ingerirse en ninguna forma. “Es una hierba para magulladuras y todo ganado enfermo”, pero aún en estos casos «se ha de usar con juicio y destreza”.
La revelación no explica detalladamente en qué sentido no son buenas para el cuerpo las bebidas alcohólicas, el tabaco y las bebidas calientes. Seguramente el hombre puede descubrir por sí mismo cómo lo perjudican estas cosas. Además, así estará mejor prevenido para cuidarse de cualquier nueva forma o clase de cosas igualmente nocivas que aparezcan en el mercado para despertar en él un nuevo apetito tan innatural como el deseo de beber, fumar y tomar bebidas calientes.
Las enseñanzas positivas de la Palabra de Sabiduría también tienen principalmente que ver con lo que el hombre come y bebe. Recomiendan el uso regular de toda clase de legumbres y frutas en su sazón. Los estudios científicos más modernos concuerdan con este consejo en todo sentido, así como con el concepto de que la carne de los animales y las aves del aire se ha dispuesto para el uso del hombre. Se advierte, sin embargo, que se debe comer carne limitadamente, y más bien en tiempo de frío y escasez de alimentos. Indican que todo grano es bueno para el hombre y los animales, pero que el trigo es el cereal principal para el hombre. Se pueden utilizarla cebada y otros granos para hacer bebidas moderadas, si se desea.
Moderación.
No debe pasarse por alto el hecho de que la prudencia es el asunto principal en lo que respecta a nuestros alimentos. El tema de la Palabra de Sabiduría infiere que hemos de tratar de hallar la clase y cantidad de alimentos que necesitamos más bien que la clase y cantidad de comida que deseamos. No importa qué sea lo que comamos o bebamos, por bueno que sea, debemos participar de ello con moderación.
Si se estudia imparcialmente la Palabra de Sabiduría, no puede llegarse a otra conclusión sino que esencialmente no es difícil de obedecer. La cosa principal es resolverse uno a guardarla y perseverar en su determinación. No cabe duda que la observancia de los principios estipulados en la Sección 89 de Doctrinas y Convenios se ha adaptado a la capacidad “del más débil de todos los santos”, como tan claramente lo indica el lenguaje de la revelación. La mayor parte de las dificultades que nos impiden observarla son más bien imaginarias, usualmente las conclusiones de una mente ya más o menos predispuesta desde el principio a no guardar la Palabra de Sabiduría.
Promesas.
Se ha prometido a todos los “que se acuerden de guardar y hacer estas cosas”, así como de “rendir obediencia a los mandamientos”, que gozarán de salud y entendimiento. En cuanto a su salud física, “correrán sin cansarse, y no desfallecerán al andar”, y “el ángel destructor pasará de ellos, y no los matará”. En lo que respecta a su salud mental y espiritual, “hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, aun tesoros escondidos”. Estas promesas son lógicas. Si observamos la Palabra de Sabiduría por completo, cumpliendo con sus enseñanzas positivas así como absteniéndonos de las cosas que prohíbe, nuestros cuerpos se hallarán en la mejor condición física posible y nuestras mentes estarán más despejadas y puras para entender todas las cosas, las de los hombres así como las de Dios.
El presidente Brigham Young claramente comprendió el gran beneficio que vendría a los santos de los últimos días si cumplían en todo sentido con la Palabra de Sabiduría. Dijo en una ocasión: “La exhortación de esta Iglesia y reino no es que nos preparemos para morir, sino que nuestro consejo es que nos preparemos para vivir, y mejorar cuanto podamos en la vida venidera, donde podremos disfrutar de una condición más exaltada de inteligencia, sabiduría, luz, conocimiento, poder, gloria y exaltación. Procuremos, pues, extender la vida actual hasta donde se pueda, observando todas las leyes de la salud, trabajando, estudiando, descansando y divirtiéndonos con juiciosa proporción, y prepararnos de este modo para una vida mejor. Enseñemos estos principios a nuestros hijos para que, en sus primeros días aprendan a echar los cimientos de la salud y fuerza y constitución y poder de vida en sus cuerpos” (Discourses of Brigham Young, pág. 186).
¿Por qué se observa la Palabra de Sabiduría?
“La letra mata, más el espíritu vivifica”. El significado de este pasaje se aplica a la Palabra de Sabiduría como a cualquier otra ley, mandamiento o amonestación que se ha dado para nuestro beneficio. Algunos creen que la observancia de la Palabra de Sabiduría se concreta principalmente a observar ciertas reglas, prohibiciones que se nos han impuesto más o menos arbitrariamente. No puede haber cosa más incorrecta. El cumplimiento de la Palabra de Sabiduría tiene que ver esencialmente con un principio. No se precisa más que reconocer que es un régimen dietético detallada y cuidadosamente preparado, el cual ha llegado a nosotros por revelación a causa del interés que nuestro Padre Celestial tiene en el bienestar completo de sus hijos, por lo que debemos procurar desarrollar una determinación inquebrantable de hacer que nuestra manera de vivir esté de acuerdo con ese sistema en toda circunstancia. La persona que después de cuidadosa reflexión y estudio comprende lo que verdaderamente es la Palabra de Sabiduría, cómo se recibió y los resultados que vienen por observarla, realmente no tiene problema en cuanto a si debe obedecerla o no. Es precisamente porque muchos no han tomado el tiempo, ni mostrado la inclinación para pensar detenidamente en este asunto, que desgraciadamente todavía no se han resuelto a vivir de acuerdo con lo que enseña la ley de salud dada por el Señor. Si podemos aceptar como principio el hecho de que es cosa buena conservar nuestros cuerpos en condición física tal que podremos correr sin fatigarnos, y guardar nuestras mentes, por medio de prácticas higiénicas aceptadas, en condición tal que podremos hallar sabiduría y adquirir tesoros ocultos de conocimiento, trataremos de aprender lo que es bueno y con gusto conformaremos nuestras vidas a lo que vamos aprendiendo. En una palabra, si no hubiera ninguna otra razón, sería buen sentido común obedecer la Palabra de Sabiduría.
























