Viviendo según el Evangelio

Capítulo 26
UNA PALABRA DE
SABIDURIA PARA LA ACTUALIDAD


¿Hay mayor necesidad de guardar la Palabra de Sabiduría en estos días que algunos años atrás? Ciertamente no puede haber menos motivo para ello. En primer lugar, todavía existen todas las razones que se han expuesto. Necesitamos las bendiciones que vienen de guardar la Palabra de Sabiduría tanto en esta época como en las anteriores. Además, en estos días hay mayor razón para vivir de acuerdo con esta ley. Por ejemplo, estamos constantemente bajo la influencia de una campaña intensa y sutil que no tiene más objeto que convertirnos en consumidores regulares de licor y tabaco. Algunas de las personas más inteligentes del día tratan con la mayor persistencia, y valiéndose de la radio, televisión, los periódicos, revistas y aun el cinematógrafo, de convencernos del valor y beneficio que vienen de usar regular y copiosamente el producto particular que están anunciando. Por todos lados vemos una distribución y consumo cada vez mayores del licor, tabaco y bebidas calientes. Por otra parte, los santos de los últimos días viven hoy, más que en otras épocas, entre los que no son de nuestra Iglesia, aquellos que ninguna obligación sienten de abstenerse de las cosas prohibidas en la Sección 89 de Doctrinas y Convenios. Aun en los centros mormones, así llamados, están estableciéndose más y más personas que no son de la Iglesia, Esta combinación resultante de persuasión insistente y ejemplos diarios ejercen una fuerza que para muchos es difícil de resistir.

Los que piensan seriamente en el problema y analizan los anuncios y propaganda que constantemente están leyendo y escuchando, no tienen mucha dificultad en percibir lo falso y aun ridículo que son las afirmaciones hechas a favor de estos productos. Por ejemplo, una compañía tabaquera estuvo anunciando por varios meses que todos deberían fumar los cigarros que producía como deber patriótico. ¿Por qué? Porque esta compañía estaba pagando anualmente al gobierno una suma fabulosa por concepto de impuestos, y en este respecto beneficiaba en gran manera al país. Sin saberlo, toda la propaganda a favor del tabaco apoya la aserción hecha en la Palabra de Sabiduría, de que el tabaco no es bueno para el hombre; porque hemos de observar que jamás se afirma que esta o aquella marca es beneficiosa por tal o cual motivo, sino más bien que determinada marca es menos perjudicial que las otras. Causa verdadera admiración que tantos de nosotros interpretemos esto como prueba de que podemos participar de ese producto con cierta confianza. La Palabra de Sabiduría nos asegura que el tabaco no es bueno para el hombre; y lo mismo se puede decir del tabaco y las bebidas calientes.

Cada uno de nosotros tenemos al mismo tiempo la oportunidad y responsabilidad de conservar y proteger nuestro bienestar físico, que es seriamente perjudicado por el uso del tabaco y las bebidas alcohólicas. Es de lamentarse que los numerosos testimonios de los que usan estas cosas y saben que ningún beneficio les deja, no reciben la misma publicidad que los desorientadores anuncios de los vendedores y agentes.

Posición social.

A veces se oye el argumento de que si no fumamos en una reunión social, todos nos señalan y aun ridiculizan. El fuerte testimonio de literalmente miles de hombres y mujeres, miembros así como no miembros de la Iglesia, es que este ostracismo social del que no fuma es mucho más imaginario que real. La sensación de malestar o inquietud social suele sobrevenir al que no fuma por la sencilla razón de que su sistema físico se enferma con el humo del tabaco. Convendría hacer mayor hincapié en la falta de consideración del fumador hacia el que no usa el tabaco, que en las posibles desventajas sociales del que no fuma. Aun cuando concediésemos que el uso del tabaco proporciona cierto placer o gusto a muchas personas, no puede pasarse por alto el hecho de que es definitivamente molesto para muchos otros que merecen igual consideración que el fumador, o por lo menos son tan importantes para el mundo cómo éstos.

En vista de que todos los miembros saben que la Iglesia decididamente prohíbe el uso del tabaco y el alcohol, aquellos que fuman y beben se sienten incómodos cuando están con los demás miembros. El fumador sabe que de distintos modos causa ofensa a los miembros que no fuman, aunque la mayor parte de ellos usualmente tienen suficiente paciencia y cortesía para no mencionárselo. Los que beben sienten igual incomodidad, aunque nunca se les acusa directamente.

Condiciones actuales.

Los grandes disturbios políticos, económicos y sociales de nuestros días constituyen otra razón porque debemos estar más resueltos que nunca a guardar la Palabra de Sabiduría. Como resultado de los enormes cambios nos hallamos la mayor parte del tiempo en un estado de tensión nerviosa. Esto a su vez produce una inquietud general, de la cual con demasiada frecuencia se busca alivio en la manera popular; usando el tabaco y el licor. La incertidumbre que parece afectar toda esfera de actividad humana, aun la vida misma, produce un descuido y falta de estabilidad e interés en un grado que hasta ahora no se había conocido. Como no parece haber mucha seguridad en cuanto a lo futuro, muchos individuos han descartado todo sentido de responsabilidad, y por lo tanto, poco les importan las consecuencias. Viven por lo del momento únicamente, y como la manera más fácil de obtener alivio y escapar de estas realidades molestas es por medio de los “estimulantes”, el uso de estos artículos aumenta anormalmente.

Las condiciones extrañas e innaturales en que se ven obligados a vivir miles de jóvenes al ingresar a las fuerzas armadas, especialmente las de los países que están en guerra, también ayudan al incremento de estas prácticas perjudiciales. Lejos de las influencias protectoras del ambiente del hogar y persistentemente expuestos a una manera de vivir inferior a la suya, muchos jóvenes llegan a ser fácil presa de estos hábitos perniciosos a menos que tengan una fuerte determinación de conservar las normas que le fueron inculcadas en su juventud. Esto indica desde luego la gran obligación que tienen los padres de instruir a sus hijos y mostrarles, desde pequeños, la manera de vivir, tanto por el precepto como por el ejemplo. Las vidas ejemplares de los padres probará ser la fuente más segura de fuerza para el joven o señorita que se halla lejos de casa y tiene que vivir en condiciones desfavorables y extrañas.

Debe señalarse aquí que si vamos a obedecer la Palabra de Sabiduría, debemos resolvernos, mucho antes que se presente la tentación de violarla, a lo que haremos y no haremos en determinadas circunstancias. En otras palabras, más o menos debemos tratar de prever estas posibles tentaciones y acechanzas, porque la tensión emocional que viene con la tentación nos impide pensar con calma y decidir del momento asuntos importantes. Por otra parte, cuando nuestras decisiones son el resultado de seria reflexión y previsión, realmente no habrá necesidad de hacer una elección cuando seamos tentados, porque la decisión habrá sido hecha de antemano. (Léase lo que se dice sobre esto en el Capítulo 23).

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