Viviendo según el Evangelio

Capítulo 32
LA VIDA FAMILIAR DE
LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DIAS


Para los santos de los últimos días no hay ordenanza relacionada con el evangelio de Jesucristo que sea de mayor importancia, o más solemne, o de naturaleza más sagrada, o más necesaria para el gozo eterno del hombre, que el matrimonio. Es por medio de este convenio y otras ordenanzas sagradas que ayudamos a realizar y llevar a cabo la Voluntad Divina,

Consideraremos ahora brevemente la teoría social que prevalece actualmente concerniente a la familia. Por supuesto, debe tenerse presente que las teorías sociales del día no siempre van de acuerdo con las tendencias y prácticas sociales de la actualidad. De hecho, el que lee los libros sobre sociología se convence de que los mejores escritores en este campo importante lamentan las tendencias prevalecientes y en realidad están amonestando a la sociedad a que se arrepienta.

La importancia de la familia como unidad social es reconocida casi universalmente, no sólo por los escritores en el campo de la religión, sino por los sociólogos en general. La reducción en el número de los hijos y la degeneración del carácter de la familia son para ellos asuntos que deben considerarse debidamente todos aquellos que sinceramente están interesados en preservar la sociedad. El divorcio, las familias sin niños, los hijos irreverentes y la decadencia del sistema antiguo de la vida familiar manifiestan claramente los ideales olvidados, los motivos perdidos y la insuficiencia de propósitos.

Muchas son las familias que fracasan completamente porque no consideran el hogar en términos de sacrificios y servicio. La raza humana necesita revivir su idealismo para hacer frente al problema de la familia. Los jóvenes que se están casando deben establecer sus hogares principalmente para enriquecer el mundo con otras vidas y procurar que éstas sean del máximo valor posible al mundo. No importa cuánto hagamos por el niño o hijo, en cuanto a lo material, el grupo familiar no constituye un hogar verdadero a menos que aquel hijo llegue a ser una persona de altos ideales, amante de la verdad y esté acostumbrado a manifestar su buena voluntad hacia otros. En otras palabras, la familia debe considerar como su tarea principal la producción de personas espirituales. El carácter de sus miembros es la medida más segura del éxito de cualquier familia, En esto es donde la calidad es de mayor valía que cualquier otro asunto, aunque también se precisa la cantidad a fin de inculcar la cualidad más deseable en todos los miembros de la familia. Es difícil que el que sea el único hijo desarrolle dentro de sí una sensación muy fuerte de responsabilidad social.

El motivo religioso que requiere el sacrificio, y a veces el sufrimiento, es el que mejor sirve de fundamento a la familia ideal, según el concepto sociológico. Es nuestra mejor defensa y arma, si vamos a hacer frente a las tendencias y prácticas comunes de los días modernos, y escapar del desastre que inevitablemente viene a aquellos que no hacen sino obedecer los impulsos de menor categoría.

Un rasgo sobresaliente de las muchas buenas cosas que provienen de las enseñanzas de la Iglesia de Cristo, es la vida de familia de los santos de los últimos días. Muchos hogares mormones son verdaderamente ideales, y en muchos otros, que todavía no alcanzan esa condición, los fieles miembros de la Iglesia se están es forzando por llegar a ese estado. En estos tiempos a muchos les parecerá fuera de moda, pero la Iglesia de Cristo aún enseña que el hogar constituye el fondeadero más seguro y es lo que más impulsa a los miembros de la familia hacia lo bueno. En ninguna otra unidad organizada de la sociedad existen oportunidades tan buenas para el desarrollo de un carácter digno, ni tan reales o tan numerosas y extensas como en el hogar bien ordenado, donde predomina el espíritu del evangelio. Es el mejor lugar para el temprano desarrollo de las virtudes cristianas tan necesarias como lo es la industria, economía, veracidad, lealtad y castidad; y en ningún otro sitio se puede recalcar el espíritu del servicio verdadero con mayor propiedad que en el hogar. El padre, la madre y un buen número de hijos, nuestra «herencia del Señor» (difícilmente podríamos hablar de una “familia” u “hogar” si no hubiera hijos), que viven y trabajan juntos con mutua confianza, unión, armonía y devoción el uno para el otro. Tal es el ambiente en que se pueden practicar los atributos que constituyen un carácter noble.

Dijimos practicar? Sí; porque es la única forma en que los jóvenes y adultos pueden adquirir estas cualidades. No pueden heredarse ni recibirse directamente de otra persona; se convierten en rasgos de carácter solamente por el constante y frecuente ejercicio de llevarlos a la práctica en un ambiente social importante; y para este propósito no existe ninguna unidad social mejor organizada que el hogar. Toda actividad física, educacional, social y religiosa, a fin de lograr los mejores resultados, debe tener su centro en el hogar.

El hogar ideal.

El 3 de octubre de 1940 el presidente J. Rubén Clark, hijo, pronunció un discurso en la conferencia de la Sociedad de Socorro al que dio por título “Nuestros Hogares”. Reproducimos en seguida la parte que describe el hogar terrenal perfecto.

“Debe haber en él el amor verdadero, ese amor verdadero que bendice y santifica todo pensamiento y hecho. Lo que es meramente pasión sexual no sirve. Igual que la llama, pronto se apaga no dejando más que cenizas para que sean juguete del viento. El divorcio, no el destino divino de una familia celestial, es lo que espera al final de ese camino corto.

“Debe haber castidad en este hogar. La mujer infiel destroza el corazón mismo del hogar. ‘La mujer virtuosa corona es de su marido: más la mala, como carcoma en sus huesos’, dice el proverbio (Prov. 12:4). La madre incasta pone el estigma de la deshonra en sus hijos, El padre deshonesto trae al hogar una úlcera que lo consume y no deja sino la escoria.

“En este hogar debe haber respeto y honor.

“Paciencia en abundancia y una medida completa de caridad deben existir allí.

“No debe haber lugar en él para la discordia, ni la desconfianza debe pisar sus umbrales.

“La lealtad en pensamientos, palabras, y hechos debe morar allí; la deslealtad apaga el fuego sagrado de la vida de la familia.

“En él debe haber bondad; la confianza amorosa debe ceñirlos con sus robustos brazos.

“La esperanza más fuerte debe anidar allí; la desesperación debe ser desterrada.

“Los niños deben ser bienvenidos; la maternidad y la paternidad traen la mayor felicidad y son nuestro destino más elevado.

“La modestia debe habitar siempre en el seno de las hijas, y el respeto hacia la mujer debe llenar el corazón de los hijos.

“Debe observarse la Palabra de Sabiduría de Dios; entonces la salud impregnará el aire como un incienso sagrado.

“La ociosidad no debe entrar por la puerta; la industria y la economía deben regir sin impugnación.

“La fe debe cubrir el hogar como una luz benigna; no debe darse la entrada a la incredulidad.

“La justicia debe cubrirlos como manto; sus pies deben siempre marchar por el sendero del deber.

“La oración debe ascender a nuestro Padre Celestial como si fuera de un altar sagrado; la paz y bendición de Dios los protegerá de todo mal.

“La obediencia a los mandamientos de Dios debe guiarlos y animarlos; Satanás debe ser excluido de su presencia.

“La prudencia siempre debe guardar la entrada; así sus idas serán por el camino del progreso eterno, y sus venidas serán colmadas de justicia.

“La honradez debe ser preciada como una joya; la verdad debe llevarse como una corona.

“Deben expulsar de su hogar el orgullo del mundo; y hollar la vanidad bajo sus pies.

“Deben echar por la puerta al egoísmo, y nunca permitir que entren la avaricia y la envidia.

“Los pobres no deben pedirles en vano; un corazón insensible es el precursor de la destrucción.

“Lo virtuoso y bello debe anhelarse; se deben buscar las cosas que gozan de buena reputación o son dignas de alabanza.

“Deben rendirse el honor y el respeto al Santo Sacerdocio de Dios; ningún hogar celestial se puede edificar sobre otro fundamento” (Relief Society Magazine, diciembre de 1940).

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario