8
Señales y Poderes
Calmando la Tempestad
Marcos 4:35-41
35 Y les dijo aquel día cuando anochecía: Pasemos al otro lado.
36 Y despidiendo a la multitud, le llevaron así como estaba en la barca; y había también con él otras barcas.
37 Entonces se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.
38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
39 Y levantándose, reprendió al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! Y cesó el viento y se hizo grande bonanza.
40 Y a ellos les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41 Y tuvieron gran temor y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?
Contra-Referencia
Mateo 8:23-27 Lucas 8:22-25 TJS Lucas 8:23
Este capítulo trata con cuatro milagros dirigidos a los Apóstoles para enseñarles mas sobre Jesús e instruirlos sobre su autoridad. Como en todos los milagros, la enseñanza esta dirigida hacia Jesús, y contiene evidencia especifica que él es el Hijo de Dios. Pero en estos milagros, el poder personal de Jesús es revelado.
La calma de la tempestad, así como el caminar en al agua, son milagros que pueden aumentar la fe en los milagros. A través de los siglos, ningún milagro a creado mas consternación para aquellos que explicarían los milagros que estos dos milagros.1 La reacción de los Apóstoles a cada uno de estos extraordinarios milagros, sin embargo, testifica de su autenticidad.
La calma de la tempestad no puede ser explicada por ninguna de las leyes conocidas, y no hay ninguna ley de teoría que aplique. Proyectarla como fabricación trae sospecha en todos los milagros, y puede destruir la validez del entero texto de escritura. Debe ser creída o rechazada, por lo tanto causando aceptación o rechazo en aquel que los llevo acabo.
Los tres sinópticos registraron la calma de la tempestad. Ellos dan narraciones divergentes, pero tal divergencia puede ser atribuida a las impresiones individuales de los escritores, especialmente con respecto a la orden de eventos alrededor del milagro. Todos los escritores están de acuerdo sobre las circunstancias descriptivas del milagro.
Jesús, posiblemente después de un largo y arduo día, había decidido “pasar al otro lado” del lago Genesaret. Marcos enfatiza que ninguna preparación en particular se había hecho para el viaje, lo cual provee una potencial explicación para alguna de las enseñanzas que Jesús había entregado. Cuando ellos embarcaron, algunos miembros de la multitud le preguntan si lo pueden acompañar. Primero vino un escriba, al cual Jesús le responde, “Las zorras tienen guardias y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” (Mateo 8:20). Otro pregunta que quiere ir, pero indica que primero debe ir a enterrar a su padre. El Señor le responde, “deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8:22).
Estas enseñanzas son mejor entendidas si se asocian con las instrucciones de Cristo de partir inmediatamente sin hacer ninguna preparación. Seguirlo significaba ir a su mandato y poner las necesidades del reino encima de las necesidades personales mundanas. No significa que uno literalmente tenga que irse inmediatamente y forzar que otros entierren a un padre muerto y ser obligado a deambular. Pero que los requisitos del reino eran más importantes que los problemas mundanales. Estos conflictos deberían ser siempre satisfactorios a favor del reino de Dios, no a las necesidades mundanas de esta vida.2
Cuando el barco se aleja de la playa, el Señor se reanima del cansancio.3 Físicamente exhausto, se queda dormido, y se encontraba dormido en la parte de atrás de la barca cuando la tormenta se levanta en el lago.
No era inusual que las tormentas se levantaran rápidamente en el lago de Genesaret, y “un repentino y violento chubasco se levantó, tal como pequeños mares en el interior, rodeados de montañosos barrancos, están notoriamente expuestos.”4 Pero esta no era una ordinaria tormenta. El viento era tan grande que “echaba las olas en la barca de tal manera que ya se anegaba.” Estos hombres eran marineros y pescadores y habían estado en el lago muchas veces, pero esta tormenta causo que la barca fuera difícil de manejar. Las olas eran altas, inundando la barca. En medio de las oscuras nubes, el feroz viento, y el tumulto y confesión de la tormenta, Jesús dormía.
Muchos años antes, una tormenta similar se había levantado en el mar Mediterráneo. Jonás había sido llamado por el Señor para ir a Nínive para predicar el arrepentimiento y de prevenirlos de una destrucción inminente si no escuchaban su llamado. Temeroso de su propia vida, él intenta escapar del Señor. El consiguió pasaje en un barco que iba hacia Tarsis. Pero el “Señor levanta un gran viento,” y una gran tempestad se levanto y “se pensó que se partía la nave.” Aunque todos los marineros en la barca estaban aterrorizados y temían la muerte, Jonás donnía. Despertado por los marineros, él reconoce la posición peligrosa en el que se encontraba la barca y reconoció que él era la causa. El sugiere que lo echen al mar para que la tormenta se termine. Vacilando por un momento, los ansiosos marineros con gusto aceptaron la sugerencia y complacientemente echan a Jonás al mar.
El resto de la historia de Jonás es bien conocida y de ninguna importancia a este milagro, pero el resultado de haber echado a Jonás al mar. La escritura registra que, “lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.” (véase Jonás 1:1-15). Tan pronto como las necesidades del Señor se cumplieron, la tormenta se calmo.
Aunque ambos Jonás y el Señor dormían durante la tormenta, lo hicieron con diferentes estados de animo. No había paz en el corazón de Jonás, y la analogía termina con la calma de la tempestad. Pero los Apóstoles debían conocer la historia de Jonás desde la niñez y se les debe haber enseñado el poder de Dios sobre estos elementos. Ahora estaban en una situación similar, y despertaron al Señor y le dijeron, “Maestro: ¿No tienes cuidado que perecemos?”
Y levantándose, reprendió ai viento, “dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.” Su poder sobre los elementos una vez mas ñie revelado, su mesianismo fue atestiguado. Los elementos obedecieron a Jesús porque él era su Maestro. Como el Creador, él los creó para esta tierra, y ellos obedecían su voluntad.
Cuando Jehová calma el mar en el tiempo de Jonás, aun los marineros paganos reconocieron su poder (véase Jonás 1:16). Ahora, encarnado, Jehová una vez mas expuso su poder sobre los elementos. Esta autoridad poderosa que Cristo poseía estaba adjunto a la autoridad que él investio a los Apóstoles cuando él los ordena (véase Juan 15:16).
Durante la tormenta los Apóstoles habían buscado la ayuda del Señor para aliviar su peligro inmediato, y no los deja sin su ayuda. Pero en su búsqueda, el Señor encuentra un momento de enseñanza. El suavemente los reprende diciéndoles, “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” No era que no tenían “ninguna” fe, porque su llamado por ayuda al Señor significaba que ellos creían que él podía y que los ayudaría. Su error había estado en el gran temor que habían expuesto, como si una tormenta pudiera destruir al Hijo de Dios.5 También tenían la autoridad del sacerdocio (véase Marcos 3:14), y por medio de él, podían haber calmado la tormenta y aliviar sus temores, pero aun estaban aprendiendo.
La respuesta de los Apóstoles a este milagro es interesante. Estaban asombrados del Señor y preguntaron, “¿Quién es éste?”
Ellos entendieron su poder, él había demostrado eso; pero aun trataban de entender al hombre. Como la gente de Nazaret, quizás todavía lo miraban como un hombre, todavía no como el Mesías.
Este milagro también contiene enseñanzas simbólicas concernientes a las tempestades dentro del alma de cada uno. Isaías dijo, “Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.” (Isaías 57:20-21; también Judas 1:13). Así como El Señor calma el mar, también como el alma atribulada lanzada por la tempestad de un mundo pecaminoso, encuentra paz en el Señor, y la tranquilidad como resultado testificara de su poder.6
El salmista dice, “Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová, Y tu fidelidad te rodea. Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.” (Salmos 89:8-9). Los Apóstoles habían obtenido una mejor comprensión del Mesías. Habían fortalecido su testimonio de él como el Hijo de Dios y tenían un más grande entendimiento del poder que él les había dado. Pero lo más importante, él indudablemente confirma en sus corazones que él era el Príncipe de Paz.
Caminando en el Agua
Mateo 14:24-33
24 Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario.
25 Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar.
26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
27 Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo! ¡Yo soy, no tengáis miedo!
28 Entonces le respondió Pedro y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29 Y él dijo: Ven. Y descendió Pedro de la barca y anduvo sobre las aguas para ir a Jesús.
30 Mas al ver el viento fuerte, tuvo miedo y, comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
31 Y al momento Jesús, extendiendo la mano, le sujetó y le dijo: ¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32 Y cuando ellos subieron a la barca, se sosegó el viento.
33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
Contra-referencias:
Marcos 6:47-51 Juan 6:16-21 TJS Marcos 6:50
Este milagro esta registrado en tres de los cuatro evangelios, pero no en los tres que escribieron sobre la calma de la tempestad. Lucas no registra este milagro, sin embargo, Juan lo hace. Las historias recontadas por los tres son muy similares. Como esta registrado en la discusión de la calma de la tempestad, Jesús, como Jehová, había puesto en la tierra los elementos y las leyes gobernándolas que ahora él estaba milagrosamente “desafiando.” No hay ninguna contradicción en esto, porque claramente el Dios que estableció la ley la puede poner en suspenso para sus propósitos.
Todos los escritores de los evangelios están de acuerdo en las circunstancias precedentes al milagro. La alimentación de los cinco mil justo se había llevado acabo. Los acontecimientos del milagro, del cual los Apóstoles eran participes, eran particularmente judios en espera del Mesías (véase capítulo 2). Quizás los Apóstoles estaban en peligro de ser atrapados en la emoción y los deseos mundanos de la multitud. De cualquier manera, Jesús “hizo” que sus discípulos “entraran en la barca, e ir delante de él a la otra ribera.” Él les pide que se alejen “entre tanto que él despedía a la multitud.” Después Jesús subió a “la montaña” a orar, (véase Mateo 14:22-23). Él se queda solo por algunas horas las cuales él seguido deseaba pero que muy rara vez podía obtener.
Mientras tanto, los Apóstoles habían llevado la barca al otro lado de la ribera. Ellos intentaban cruzar y esperar a Jesús como él les había instruido, pero “el viento era contrario.” Mientras ellos “remaban arduamente,” Jesús, todavía en tierra, los miro. La barca estaba incontrolable, y él determina ir en su ayuda. Habían estado remando por horas pero no habían progresado nada, aunque estaban en la cuarta vigilia, o entre las 3:00 u.m. y las 6:00 a.m.7 Jesús se les acerca, caminando en el agua. Los Apóstoles lo vieron sobre el agua y temieron, de la misma manera que habían estado en la calma de la tempestad. Este no fue un milagro público con intenciones de recibir aplausos de una multitud asolada y asombrada. Este era el Mesías dando testimonio a los Doce escogidos que él era el Hijo de Dios, y reafirmando que él tenia un poder total sobre el cielo y la tierra. Era él, el que había reunido las aguas y las llamo mares, y dijo que era bueno (véase Génesis 1:10).
Aunque el Señor había dado autoridad a Moisés de partir el Mar Rojo (véase Exodo 14:21-22), y a Elias y a Elíseo (utilizar su manto) para partir él rió Jordán (véase 2 Reyes 2:8,14), ninguno había caminado en tierra seca. Eliseo también lleva acabo un milagro interesante involucrando el mismo principio que Jesús ahora ejercitaba. La historia debería ser conocida para los Apóstoles. Eliseo había ido con otros a la ribera del rió Jordán a cortar madera. Uno del grupo “derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua.” El hombre expresó preocupación a Eliseo, por que el “hacha” era prestada. Eliseo pregunta en donde cayo el hacha en el rió, y el hombre le muestra el lugar. Eliseo entonces corta un palo y “lo echó allí; e hizo flotar el hierro.” El hombre toma la cabeza, y le fue restaurada. La historia es única, por no decir más. Eliseo utiliza el poder del sacerdocio para localizar la cabeza del hacha. Traerla a la superficie del rió, y provocar que se mueva hacia el hombre para que él pueda sacarla. La cabeza del hacha era de hierro, y por lo tanto no podía “flotar” por sí sola. Pero por el poder que Eliseo ejercita provocó que “desafiara” la ley de gravedad y llegara a flotar, y que fuera movible, para que pudiera “nadar” hacia él que la perdió, (véase 2 Reyes 6:4-7).
El mismo principio es utilizado en este milagro. No hay una ley natural que pueda ser citada en un intento de explicar este milagro. ¿Estuvo el cuerpo de Jesús exento a la ley de gravedad, o el agua se hizo sólida bajo sus pies? No lo sabemos. Como en el caso de la cabeza del hacha de acero, las leyes normales llegaron a hacer inoperantes y un poder mas alto las reemplazo. Al ver al Señor caminar hacia ellos por el agua, los Apóstoles tuvieron miedo y se “turbaron,” y ellos “dieron voces de miedo.” Ellos pensaron que él era “un espíritu” o un fantasma. No estaban preparados para lo que estaban viendo. Pero Jesús había venido a ayudarlos, no para provocar mas problemas a los cansados Apóstoles, e inmediatamente los calmo al decirles, “¡Tened buen ánimo; yo soy, no temáis! Los Apóstoles lo debieron haber reconocido inmediatamente, porque ninguna otra preocupación de su parte esta registrad.
Enseguida él les enseña a los Apóstoles la lección del milagro. Una vez mas, como en tantos ejemplos, fue Pedro quien desea experimentar con las palabras y hechos del Salvador. “Señor, si eres tú,” él declara, “manda que yo vaya a ti sobre las aguas.”
En la calma de la tempestad, Jesús reprimió a los Apóstoles por su falta de confianza o por sus sentimientos de temor. Ahora Pedro desea superar ambos. La respuesta de Jesús aprobó este deseo. “Ven,” dijo él. Él anima a Pedro para que caminara sobre el agua con él.
El escenario debió ser electrizante con entusiasmo. Uno no puede dejar de imaginarse a Pedro mientras él cuidadosamente se desliza al lado de la barca y empieza a caminar sobre el agua. “Andaba sobre las aguas para ir a Jesús.” Pero el viento vino “fuerte.” Aunque Pedro ya casi alcanzaba al Señor, el viento revolviendo las aguas lo asusto. Fue entonces que él perdió confianza en su habilidad de caminar en el agua. Empezó a hundirse y dio voces diciendo, “¡Señor, sálvame!” Jesús inmediatamente extendió su mano y se asió de él. Después sigue la enseñanza del Señor y su leve reprimenda: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” La reprimenda fue solamente con propósitos instructivos. Al tratar de hacerlo, aunque fracaso, Pedro en parte había triunfado. Él ahora sabía por medio de su experiencia que el poder que él había visto en el Salvador podía sé ejercitado por otros en circunstancias apropiadas.8
De este milagro también puede obtenerse una distintiva enseñanza de fe. El intento de Pedro de caminar en el agua fue de gran éxito; solamente cuando su fe se debilita su habilidad de ejercitar el poder fracaso. Si Jesús hubiera prohibido a Pedro caminar en el agua, hubiera grandemente disminuido su confianza. La experiencia claramente demuestra a Pedro que por medio de la fe aun el ser mortal puede hacer funcionar las fuerzas que rigen la materia, y estar seguro de obtener resultados transcendentales. Mas allá, que la fuente de este poder (fe) era Jesús el Mesías.9
Como en la calma de la tempestad, el milagro de caminar en el agua podría aplicarse a las circunstancias generales de la vida. El tuerte viento y el mar inquieto ponen en igualdad las tentaciones de un tempestuoso y pecaminoso mundo. El temor de Pedro de la lucha y peligro de los vientos contrarios y del mar inquieto supera su habilidad, y él pide ayuda. La misma situación existe en la vida. Muchas luchas y peligros confrontan nuestros esfuerzos de “venir” al Salvador. Muchas veces demoramos pedir ayuda. Muchas veces parece ser no escuchada. Pero el ejemplo es claro. Así como los miedos y dudas de Pedro estaban por dominar su fe, el Señor extiende su mano en darle seguridad para que Pedro no se hunda.10 Los Apóstoles sabían que ellos, también, podían utilizar y ejercitar el poder del Señor, y ellos reconocían mas ampliamente que el Señor era la fuente de su poder.
Jesús entra a la barca con Pedro, y el viento se calma. Juan registra que “ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó enseguida a la tierra donde iban.”11
Este milagro enseña a los Apóstoles muchas cosas. Nunca mas mirarían al Señor como un hombre mortal. El les había enseñado desde el principio que el era el Maestro de todos. Era el Hijo de Dios, el Mesías prometido, y ahora ellos le reconocían como tal. Por medio de la experiencia de Pedro ellos aprendieron que si su voluntad estaba en armonía con Cristo, ellos podían realizar todos los milagros que él hizo.
La Resurrección de la Hija de Jairo
Marcos 5:22-24, 35-43
22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y cuando le vio, se postró a sus pies
23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está al borde de la muerte; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y viva.
24 Y fue con él, y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
35 Y mientras él aún hablaba, vinieron de la casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al Maestro?
36 Pero Jesús, oyendo lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.
37 Y no permitió que nadie fuese con él sino Pedro, y Jacobo y Juan, hermano de Jacobo.
38 Y vino a la casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y gemían mucho.
39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.
40 Y hacían burla de él; mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la muchacha.
41 Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talita cumi; que interpretado es: Muchacha, a ti te digo, levántate.
42 Y al instante la muchacha se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron con gran espanto.
43 Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer a la muchacha.
Contra-Referencias:
Mateo 9:18-19; 23-26 Lucas 8:41-42; 49-56 TJS Mateo 9:25
Este es la segunda resurrección de los muertos discutida en los evangelios. Lucas narra la resurrección del hijo de la viuda (véase Lucas 7:11-17) antes de este milagro. La resurrección de la hija de Jairo esta anotada por todos los sinópticos y no es anotada por Juan. Hay algunas diferencias aquí entre Mateo y los otros dos escritores del evangelio. Mateo, como es usual, anota los hechos. Su narración se enfoca en los partidos, las circunstancias, en el milagro que se lleva acabo, y en lo que el Señor tuvo que ver. Para Mateo, el detalle parece ser de una importancia secundaria. Su opinión esta dirigida a la enseñanza y al testimonio de la divinidad de Cristo. Por ejemplo, Mateo anota a la hija como muerta, pero en los otros dos ella se estaba “muriendo” cuando Jairo viene a Jesús. Sin embargo, Marcos y Lucas ambos describen a Jairo como un hombre que cree que su hija esta muriéndose y que ella puede morir antes de que regrese al hogar. Quizás para Mateo, su condición no les importaba cuando Jairo se le acerca a Jesús, porque ella ya estaba muerta cuando Jesús llega a la casa. Otros detalles divergentes de este milagro son similarmente insignificantes y pueden ignorarse.
A lo que se refiere a las circunstancias alrededor de este milagro, Marcos y Lucas están de acuerdo, pero Mateo es completamente diferente y no puede conciliar con los otros dos. Se debe siempre recordar que ninguno de los escritores intentaron anotar las actividades diarias del Maestro.12 Por lo tanto, la ubicación de este milagro quizás no refleje las circunstancias alrededor del milagro en ninguno de los evangelios y no deben preocuparnos.
Este milagro, quizás mas que en ningún otro, enfatiza el amor puro de Cristo. Por medio de él, los Apóstoles aprenderían del inmenso amor de Cristo y de su interminable paciencia en traer a almas a él. También serian testigos de su poder sobre la muerte.
Las enseñanzas de este milagro están aquí revisadas temáticamente.
Jesús y los gobernantes de los judíos. Jairo era un gobernante en la sinagoga de Capernaum. Él quizá13 o quizás no14 fue uno de los que vino a Jesús por parte del centurión (véase capítulo 9). Quizás estuvo presente cuando él echa el demonio de uno en su sinagoga.15 Pero cual fuera la razón, es obvio que Jairo demostró fe en la habilidad de Cristo para ayudarlo, no importa que tan frágil o limitada fúe esa fe.
Sin embargo, hay un significado mas profundo aquí. Una lectura superficial de las escrituras puede dejar la impresión que ninguno de los gobernantes aceptaba o creía en Jesús, con la posible excepción de Nicodemo.16 De este milagro, sin embargo, aparentemente parece que algunos (y quizás muchos) de los gobernantes creían en él, no necesariamente como el Mesías pero por lo menos como uno que tenia poderes de Dios. Al venir a Jesús, Jairo demuestra confianza en el hecho que él podía y que lo ayudaría. Él se acerca a Jesús con una apelación desesperada. Su hija se estaba muriendo, y el dolor y angustia de su inminente muerte supera la presión de sus amistades y avivo su fe. Fue a Jesús con una razón especifica: Quería que el Señor sanara a su hija.
El desarrollo de la fe. Una gran enseñanza de fe es evidente en este milagro. Viene de la manera en que el Señor nutre la fe de Jairo y ayuda en su crecimiento. Los sinópticos narran que Jairo implora a Jesús con todo empeño que viniera con él para que sanara “a su pequeña hija.” El Señor trata la petición con gran compasión. Inmediatamente él va con él, confortando a Jairo, porque él quizás pensó que Jesús no vendría.
Mientras Jesús viaja a la casa de la enferma hija de Jairo, otro milagro toma lugar. Una mujer con un flujo de sangre (Véase capítulo 13) tienta a Jesús y demora la procesión. Jairo espera pacientemente mientras Jesús se toma el tiempo para extender su poder de sanación a la mujer. Esto, también, aumentaría su creencia de que Jesús lo ayudaría y lo haría. Pero ahora el acontecimiento que Jairo tanto temía había ocurrido: recibió noticia que su hija estaba muerta.
A pesar de su anterior creencia en el Señor, estas noticias podrían haber destruido su esperanza y su creencia. Aun el mensajero expresa su desesperanza. “Tu hija a muerto,” reporta el mensajero. “¿Para qué molestas más al Maestro?” Lucas lo narra mas definitivamente: “Tu hija a muerto; no molestes más al Maestro.”
Aparentemente la muerte había conquistado. Pero Jesús no dejaría que la fe de Jairo fuera tan fácilmente destruida. “No temas, cree solamente,” le dijo a Jairo. En Lucas esta narrado como “No temas; cree solamente, y será salva.” Aunque la muerte momentáneamente había quitado la razón inicial de su misión, Jairo estaba seguro de que su hija seria salva. Su fe renovada y fortalecida, aparentemente no demuestra impaciencia o ingratitud por la demora del Señor.
Cuando llegan a su hogar, las ceremonias fúnebres ya habían comenzado. Jairo no puso objeción cuando Jesús les pide a los dolientes salieran y declara que la niña “duerme.” No había duda que la niña había muerto, pero para el Señor, la muerte no tenia ningún poder. Todo en completo silencio, en la casa solamente estaba Jairo, su esposa, el Señor, pedro, Santiago, y Juan. Jesús toma a la niña por la mano y le dice, levántate. Del mundo de los espíritus él la regresa, y ella responde.
Asombrados y llenos de jubilo, Jairo y su esposa recibieron a su hija. Su fe había sido nutrida y engrandecida. Su petición había sido otorgada. Ya no se menciona mas a Jairo, y no se sabe que hizo después de esto, pero ¿puede haber duda alguna que él glorifica a Dios y lo adora a que dio tan grande bendición a su casa?
Concerniente a este milagro, Jesús instruye a Jairo “que a nadie dijesen lo que había sucedido.” ¿Pero como podía ser esta instrucción obedecida? Algunos fueron testigos de este milagro, pero muchos sabían de su muerte. Seria imposible no decirle a nadie. Quizás Jesús da esta instrucción porque no quería que los padres se glorificaran en el milagro. Él cuidadosamente había cultivado y desarrollado la fe exhibida por Jairo. No quería que se jactara del milagro y se desparramara en el extranjero. Él quería que Jairo lo tuviera como un tesoro escondido (después se refiere a esto en una forma de parábola, véase Mateo 13:44) que una vez encontró, y que todos podían obtener. En verdad, el transmitir tal milagro en ese tiempo hubiera también obstaculizado su misión, porque sus enemigos siempre estaban observando.
Este fue un milagro privado, destinado para Jairo, su familia, y para Pedro, Santiago, y Juan. Había generado una fe y creencia verdadera de la semilla de fe que había traído a Jairo a Jesús en primer lugar.
Incredulidad. Cuando Jesús llega a la casa de Jairo, los ministeriales y dolientes habían comenzado con los servicios. Jesús les habla a ellos también, para que ellos también pudieran creer. La niña no estaba muerta pero “duerme,” dijo él. El resultado fue iluminante. “Ellos se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta.” Aunque existen diferencias de poca importancia en el fraseo entre los tres sinópticos, los tres están de acuerdo en este punto: la gente sabia que la niña estaba muerta. Ellos habían esperado este momento, quizás esperando que Jesús llegara a tiempo, pero cuando ella murió, ellos perdieron toda esperanza. Se burlaban de sus palabras. Como podía estar en desacuerdo Jesús; justo él había llegado. ¡Ella estaba muerta! Su espíritu de incredulidad estaba claramente en contraste con la creencia de Jairo. Jairo había estado totalmente flexible en las manos de Jesús, esperando su voluntad. Pero de los dolientes él solamente había recibido desdén.
Jesús, “echando a todos fuera,” ya no los necesitaba. Él no dejaría que su incredulidad contagiara a los demás. Su desesperación por la muerte de la joven muchacha no fue nada comparada con lo que indudablemente sentirían cuando ellos se dieran cuenta de lo que se habían perdido debido a su incredulidad.
Él es la vida. Las comparaciones entre las resurrecciones de los muertos en el Antiguo Testamento y aquellas que Jesús había llevado acabo ya han sido discutidas (Véase capitulo 2) y no necesitan ser examinadas nuevamente. Pero el énfasis es nuevamente narrado. Jesús levanta a la niña por el mandato de su voz. Él no pasa por las contorsiones de Elias y Elíseo. Él era la vida, y la muerte no tenia poder sobre él. Esto asombra a Jairo y a su esposa. Ellos fueron testigos de las señales de la divinidad. Él era el Hijo de Dios.
El efecto en los Apóstoles. Este fue un tiempo de enseñanza para los Apóstoles. Todos probablemente siguieron a Jesús a la casa de Jairo. Ellos observaron la compasión y bondad por la cual él nutre la fe que Jairo necesitaba para recibir tal bendición. Pero él escoge a Pedro, Santiago, y Juan para ser testigos de la real resurrección de los muertos. En este ejemplo solo ellos fueron testigos del poder develado del Señor. Ellos habían sido privados del milagro de la primer pesca milagrosa al tiempo de su llamamiento como Apóstoles, y estarían con él en su transfiguración y en su ultima oración a su Padre. Ellos, como otros pocos, serian testigos del milagro de la ultima pesca. Por medio de su testimonio, ellos fortalecerían a sus hermanos. Que ellos relacionaban su experiencia era obvio, pero Juan, el único testigo que escribe el evangelio, no lo menciona. Fue un testimonio especial para los Apóstoles. Influenciado por este y otros milagros, Juan después escribiría, “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4).
Este milagro fue personal para Jairo y su esposa y les trajo la oportunidad de salvación. También proveyó un tiempo de enseñanza para los Doce, particularmente para Pedro, Santiago, y Juan, para que ellos supieran que Jesús era el Cristo, el Salvador del mundo, el tan esperado Mesías.
La Higuera Estéril
Marcos 11:12-14, 20-24
12 Y al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
13 Y viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, se acercó para ver si hallaba en ella algo; y cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.
14 Entonces Jesús habló y dijo a la higuera: ¡Nunca jamás coma nadie fruto de ti! Y lo oyeron sus discípulos.
20 Y por la mañana, al pasar, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Y respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.
23 Porque de cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: Quítate y échate al mar, y no dude en su corazón, sino que crea que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
24 Por tanto, os digo que todo lo que pidáis en oración, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
Contra-referencias:
Mateo 21:18-22 TJS Mateo 21:20
Este milagro fue él ultimo testimonio de Jesús que esta registrado para los Apóstoles antes de su resurrección. Hasta ahora, los milagros anotados de Jesús eran para vida y el gozo de su recompensa. Aquí era para muerte, y la seguridad de un juicio y un castigo eventual.
Hay por lo menos cuatro enseñanzas importantes implicadas en este milagro:
- Jesús es el Cristo, el prometido Mesías.
- El verdadero principio del juicio
- Hipocresía y el Judaismo
- El poder de la fe
Una vez mas hay discrepancias entre Mateo y Marcos. La diferencia principal concierne al tiempo que tomo para que la higuera se secara y muriera. Mateo registra que la higuera murió inmediatamente (o por lo menos da esa impresión). Marcos registra que un día intervino entre la maldición y la muerte. Aun en la narración de Mateo, un día pudo haber intervenido. Noten que Mateo registra, “Y luego se seco la higuera.”
El Señor se estaba quedando en Betania durante la última semana de su ministerio y todos los días viajaba a Jerusalén. Las escrituras reportan que en este viaje, esa mañana en particular, él tenia hambre. Él mira a la distancia una higuera solamente con hojas. En el propio tiempo de la cosecha esto no hubiera sido inusual. Pero no era “tiempo de higos.” Sin embargo, esta higuera parecía indicar que si era. La fruta de la higuera aparece antes que las hojas, y para el tiempo que el árbol este frondoso, la fruta es comible.17 Jesús se acerca a la higuera, aparentemente anticipando que la fruta pudiera saciar su hambre, pero la higuera no provee ninguna fruta. Demostraba la promesa de que tendría mucha fruta, pero no había producido nada.
Aquel que podía percibir los pensamientos del hombre sabía que no habría fruta en la higuera. Pero uno de las más grandes lecciones de este milagro se debía aprender por medio de la anticipación que él expresó cuando él y los Apóstoles se acercan a la higuera.
Jesús era el Maestro. Él había sacado enseñanzas morales de cada faceta de la vida por tres años. Ahora utilizaría esta higuera y la anticipación que causaba para enfatizar una experiencia de enseñanza parabólica cuando él y los Apóstoles nunca olvidarían.
Jesús maldice la higuera, ordenando que “nunca jamás coma nadie fruto de ti.” Esta no fue una respuesta de enojo que surgió de su desilusión personal. Fue una experiencia de enseñanza, ilustrando vividamente a los Apóstoles las consecuencias de rechazarlo, sus enseñanzas, y su reino. La siguiente mañana Pedro recuerda la maldición y atrae la atención de Jesús a la marchita y muerta higuera. Ahora empieza el orden de enseñanza.
Jesús es el Cristo, el prometido Mesías. Hay mas maneras efectivas de demostrar el poder que Jesús tenia sobre la vida y la muerte que en este ejemplo. Los Apóstoles habían estado con el Señor por tres años. Habían sido testigos de casi todas las penas que abrumaban a los humanos, aliviadas por su grande compasión. Su paciencia y amor habían restaurado la salud, habían corregido las incapacidades y deformidades, y había resucitado a los muertos. Ahora ellos vividamente miraron ante ellos el poder de su cólera y juicio, y de este ejemplo, de su control sobre la vida ellos sabrían que él dio su vida voluntariamente; nadie se la podía quitar.
El enseña el verdadero principio del juicio. Jesús enseña abiertamente a los fariseos que el Padre le había dado todos los derechos del juicio (véase Juan 5:22). El indudablemente había instruido a los Apóstoles en privado sobre la utilización y significado de su poder. La higuera había prometido fruta, de acuerdo a su representación. Cuando llega el tiempo de la cosecha, no había fruta. El Señor maldice bajo juicio la higuera, debido a su hipocresía y fracaso, y recibe su justa recompensa. La analogía es clara. El Señor tenia poder sobre todas las cosas y ejecutaría juicio “y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (Juan 5:29).
Hipocresía y Judaismo en sus tiempos. La higuera era una verdadera hipócrita. Pretendía algo que no tenia. Pero fue maldecida no por que no tenia higos, pero porque falsamente representa que sí los tenia. Esta era la condición del judaismo en el tiempo de Cristo.18 La higuera, como el emblema de Israel, fue utilizada muchas veces por los rabinos en sus enseñanzas. Los judíos tenían todas las vestiduras de una profesa religión, pero ellos, como el árbol de higos, no daban fruto. El pecado del judaismo no era que eran parte de la gente escogida no que se les había dado la verdadera religión; pero que ellos habían pennitido que se degenerara en un religiosismo artificial. Ellos gritaban fuertemente al mundo de la verdad, aun así eran meros fingidores ellos mismos. Con exactitud, ellos rigurosamente vivían la ley exteriormente, e interiormente rechazaban al que la dio. El árbol exponía la letra de la ley con sus hojas frondosas pero ramas sin fruta. Su destrucción fue una representación de Israel de su juicio final si persistían en su presente curso. Au no era tiempo para el juicio final sobre Juda. Porque habían rechazado al Mesías, el reino se les seria quitado por un tiempo, pero antes del final, otro esfuerzo mas será hecho para salvarlos (véase 2 Nefi 25:15-18).
Pablo, utilizando esta analogía, definió este principio a los Romanos. Los judíos se habían jactado de su favorable condición pero habían fracasado de aprender ellos mismos. Se habían declarado rectos debido a la ley, sanados y seguros por medio de su observancia ritualistica. Creyendo ellos mismos que eran justos y uno con Dios, ellos rechazaron al Mesías (véase Romanos 2:17- 27; 10:3-4). Al rechazarlo, fueron dejados estériles, solamente las hojas de su profesa creencia escondían la desnudez de su espectáculo fingido.
El poder de fe. Jesús ahora enseña a los Apóstoles directamente por fe y autoridad. Una vez mas Pedro expresa su reconocimiento del poder que Jesús había ejercitado. “Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.” La respuesta del Señor aleja a Pedro de la aparente venganza del milagro.
“Tened fe en Dios,” contesta Jesús. Los Apóstoles podían ordenar que las montañas se movieran y ellas se podían mover, pero ellos deberían creer. “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” El los previene de no dudar, pero que crean con todo el corazón y que oren con empeño. Ellos, también, tenían la autoridad sobre la naturaleza, la vida, y la muerte. La llave para que funcionara era la fe. Con la fe podían hacer todo lo que Cristo habia hecho.
Por medio del milagro personal, los Apóstoles podían ver que Jesús era el Señor de todo. Podía bendecir y salvar, maldecir o destruir. Ellos mas bien deberían de adaptar el simbolismo del árbol, no solamente para el judaismo, pero también para ellos mismos. La misericordia y esperanza que Jesús les enseña debería gobernar el uso de su autoridad y poder.
El ministerio estaba frente a ellos. En su Mesías, podían ver el perfecto ejemplo de lo que deberían llegar a ser.
Resumen
Los milagros discutidos en este capítulo fueron milagros de poder, exponiendo a los Apóstoles a la autoridad de Jesús como el Hijo de Dios. Él les demuestra que él es el Señor sobre toda la tierra. Los elementos y leyes de la naturaleza estaban a su mandato y para que los utilizara para sus propósitos. Él levanta a los muertos y probo que la muerte no tenia poder sobre él. Él maldijo la higuera y enseña que él tenia poder sobre la vida y muerte, aquí y en la eternidad. Todas estas evidencias fueron dadas como testigos personales a los Apóstoles que él era el Hijo de Dios.
Por medio de su ordenación, Cristo dio poder y autoridad a los Apóstoles, y los instruye en como utilizarlos. En Ellos solamente podían ejercitar as poder solamente por fe, porque el no dudar en el Señor era la fuente de su autoridad.
























