Parte Cinco
Enseñado Advertencia y Sobre el Juicio
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Parábolas que Enseñan Advertencias
El Señor quiere que todos vivamos los requisitos del evangelio y adquirir sus prometidas bendiciones. Pero Él advirtió sobre un potencial fracaso. Los judíos pertenecían a una raza favorecida, la gente de Israel. Está estimada posición los llevó a creer que ellos automáticamente tenían derecho al reino prometido. Pero no iba ha hacer así.
Las cosas del mundo pueden cegar a una persona a tomar decisiones espirituales. Y aun cuando se vive dentro de los parámetros de las enseñanzas del evangelio, todos los hijos del Señor deben ser cautelosos para que su humildad y mansedumbre no sean vencidas.
El Rico Insensato
Lucas 12:13-21
13 Y le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que divida conmigo la herencia.
14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o partidor sobre vosotros?
15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
16 Y les refirió una parábola, diciendo: Las tierras de un hombre rico habían producido mucho;
17 y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete.
20 Pero le dijo Dios: Necio, esta noche van a pedir tu alma; y lo que has guardado, ¿de quién será?
21 Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios.
El capítulo doce de Lucas es una unidad de enseñanza basada en el tema de creer en Dios en contraste con las cosas mundanas. (Estos mismos conceptos aparecen ampliamente en diversas secciones en los otros evangelios).1 Como en muchas otras partes del evangelio de Lucas, esta parábola esta fija en situaciones reales de la vida y aumenta el entendimiento en el carácter del Señor y su reputación. Lucas no identifica en dónde se encontraba Jesús en esta ocasión, pero el Señor estaba enseñando a sus Apóstoles y a otros cuando fue interrumpido por un hombre en la multitud. El intruso esta aparentemente totalmente desinteresado en las verdades espirituales que el Señor estaba enseñando, y lo interrumpió con una egoísta y secular pregunta.
El hombre le pregunta al Señor que intervenga en el problema de herencia entre él y su hermano. La ley judía sobre las herencias estaba claramente definida, y se puede asumir que el hombre no-tenía un reclamo legal justo o no hubiera solicitado ayuda de Jesús.2 Pero el hecho que él lo hizo da un entendimiento en el puesto que el Señor había obtenido para este tiempo en su ministerio.
El Salvador trató la pregunta del hombre con completa franqueza, declarando que Él no actuaría como juez entre el hombre y su hermano. Él advirtió al hombre y ha aquellos que se habían acercado a Él, sobre su naturaleza codiciosa, poniendo sus corazones en las cosas mundanas. Después de esta amonestación, Jesús enseñó la parábola del hombre insensato para advertir al individuo sobre la relación entre las cosas mundanas y las cosas del espíritu.
El Señor empezó la parábola declarando que durante la cosecha, las tierras de cierto hombre produjeron una abundancia imprevista de frutos. El hombre se preguntaba qué haría con su nueva riqueza. Siempre se había obsesionado con acumular las cosas del mundo, y estaba preocupado como debía preservar su enorme cosecha. Esta reacción es característica de un hombre codicioso.3 Veía su gran abundancia principalmente como el medio de lograr su comodidad personal y satisfacciones sensorias.4 Su corazón era orgulloso, egoísta, y se permitía excesos, y consideraba su futuro cuidadosamente planeado como si fuera un resultado inevitable.
El Señor a propósito incorporó en este hombre rico las propensiones egoístas de las que estaba previniendo. El hombre, por sus declaraciones, admitió que los pensamientos más íntimos de su corazón estaban puestos en las provisiones de la carne.5 Engreído con su prosperidad material, no sólo había hecho caso omiso de reconocer la mano de Dios, sino que aun contaba los años como propios.6 Había puesto las cosas del mundo arriba de la adoración a Dios, por lo tanto, había quebrado el primer gran mandamiento. Además de esto, había decidió utilizar su abundancia para sus deseos personales, egoístas y lujuriosos, mas bien que en el servicio de sus semejantes, así quebrando el segundo gran mandamiento. Aunque estaba acumulando en abundancia las cosas del mundo, era pobre espiritualmente (Mateo 6; 20-21).7 Entonces el Señor dio la advertencia de la parábola cuando le dijo al hombre, “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma.”
Esta es una utilización interesante de la palabra necio. El salmista lo había registrado siglos antes, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1), así enfatizando el significado del significado bíblico de la palabra necio “como uno que prácticamente niega la existencia de Dios.”8
El énfasis de la parábola hasta entonces había sido sobre la relación entre lo espiritual contra los tesoros mundanos, y la competencia entre ambos. Ahora cambió de dirección a una advertencia, sobre el tomar decisiones incorrectas. No fue sobre la inminente muerte del individuo, pero sobre el inminente juicio del cual el Señor le advirtió. El hombre había cuidadosamente calculado su situación personal y consideró sus necesidades, pero había decidido incorrectamente. “Y lo que has previsto, ¿de quién será?”
Preguntó el Señor en la parábola. Todo lo que el hombre había considerado tan querido, todo lo que él había determinado que sería una ganancia para él, de nada le serviría. El autor de Eclesiastés advirtió, “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no saciará fruto. También esto es vanidad.” El hombre rico había adquirido todas las cosas equivocadas (riquezas personales mundanas), y se le habían olvidado todas las correctas (Dios, su prójimo, y el necesitado).
La relación era perfectamente clara: “El hombre cuyo tesoro es terrenal lo deja todo al morir; aquel cuya riqueza se halla en los cielos va a lo que es suyo, y la muerte no es sino la puerta que lo conduce a su caudal.”9 El Talmud registra que “un rabino le dijo a sus discípulos: ‘arrepiéntete el día antes de tu muerte;’ y cuando sus discípulos le preguntaron: ‘¿Conoce el hombre el día de su muerte?’ Él contestó que en ese mismo instante se debían de arrepentir, no vaya hacer que mañana mueran. Así entonces todos los días deben de ser de arrepentimiento.”10
Nuestro camino personal al reino de Dios es uno de elecciones, y la parábola enérgicamente advierte que seremos juzgados de acuerdo a esas elecciones. “Que breve, sin embargo rica en significado, es esta pequeña parábola la cual Él les entregó, sobre el rico insensato, quién en su codicia, se olvida de Dios, presumido egoísta, hacia esto y aquello . . . quién . . . pensaba que ‘mis frutos,’ ‘mis bienes,’ y ‘mis graneros,’ y ‘comer, beber y regocijar,’ podría hacerlo por muchos años … podría sostener lo que aún le quedaba de alma, pero para quién desde el cielo repiqueteaban como un terrible eco a sus palabras, la declaración de terrible ironía, ‘ ¡Vos tan necio, esta noche!’”11
Después de entregar esta parábola, Jesús terminó con sus instrucciones al concluir, “Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”. (Lucas 12:331).
Pablo, a los Romanos, extendió la advertencia cuando declaró, “sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:14), una fuerte advertencia para los hijos de Dios.
Parábola del Fariseo y el Publicarlo
Lucas 19:9-14
9 Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham.
10 Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.
11 Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén y porque ellos pensaban que el reino de Dios había de ser manifestado inmediatamente.
12 Dijo, pues: Un hombre noble partió a una provincia lejana para recibir un reino y volver.
13 Y llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: Negociad entretanto que vuelva.
14 Pero sus conciudadanos le aborrecían y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros.
Esta es otra pequeña parábola entregada como una advertencia y amonestación directa. En la parábola del rico insensato el Señor declaró su advertencia en lo que se refiere a las elecciones del individuo entre lo mundano y lo espiritual. Ahora el Señor, en forma parabólica, advirtió a aquellos del convenio que “confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros.”
Los personajes en la parábola son un fariseo y un publicano. Aunque el Señor seleccionó a estos personajes para utilizarlos en la parábola, no se dirigió particularmente ni a los fariseos ni a los publícanos.12 La parábola fue una advertencia general a todos aquellos en el convenio, y se aplica hoy como en el tiempo que Jesús la entregó. El mensaje de la parábola es descrito por medio de la oración del fariseo y el publicano, pero no es el principio de la oración que sé está enseñando. Las oraciones son simplemente herramientas utilizadas por el Señor para enseñar principios y advertencia contra la autarquía dentro del reino.13
El fariseo se puso de pie mientras oraba. Esta era una posición utilizada por los judíos e israelitas de la antigüedad. (1 de Reyes 8:22; Mateo 6:5). Algunas veces, quizás en los momentos de más grande humildad y suplica, ellos se arrodillaban (Daniel 6:10; 2 Crónicas 6:13; Salmos 95:6). Los primeros momentos de la oración del fariseo demostraba promesa, pero el dar gracias rápidamente se deteriora. Él ofreció solamente un orgulloso, y frio agradecimiento por sus propios méritos mientras que emulaba la formalidad exánime de los rabinos de ese entonces. “La religión de entonces era grandemente mecánica, que estaban en peligro de equivocar lo exterior con la sustancia.”14
En su “recta observancia” de la ley, el fariseo busca solamente auto justificarse en su entusiasmo y su confianza excesiva de que a él se le separaría de los pecadores. Le da gracias a Dios por no ser como aquellos, los cuales él pensaba que eran menos que él, no sentía más que desprecio por aquellos que eran de una clase inferior que la de él. Quizás mientras oraba él puso sus ojos en el publicano y ahora, junto con los otros que él despreciaba, él lo menciona en su oración como un ser despreciable.
Él declara su rectitud abiertamente. Ayunaba dos veces por semana, mientras que la ley rabínica demandaba que solo se hiciera una vez al año (Levíticos 16:29). Diezmaba todo lo que tenía, mas bien que lo que ganaba anualmente, como requería la ley.16 (Deuteronomio 14:22, Levíticos 27:30). Él tenía a Dios como deudor, y no confesaría ninguno de sus pecados o sus incapacidades ante Él.
Él pone al publicano en contraste directo con el fariseo. El publicano se mantiene alejado, no queriendo acercarse al santo lugar, aún cuando como judío tenía derecho de hacerlo. En reverencia se golpea el pecho, una señal de su dolor interior, e implora la misericordia de Dios. Bajo la ley judía su llamamiento lo pone a él y su familia en una posición sin esperanza, aunque su oración indica que estaba en un proceso de arrepentimiento.17
Después de pronunciar esta parábola, el Señor rápidamente concluye dando una advertencia la cual completamente pudo haber abrumado a su público. La parábola revela que el publicano, más bien que el fariseo, se retira a su casa justificado. Aquellos que se exaltaban bajo la ley serian humillados, y aquellos que se humillaran serian exaltados. 8 El fariseo se retira justificado solamente ante el hombre más orgulloso que nunca de su altanera observancia de una muerta y fría ley. El publicano descendió a su casa justificado delante de Dios.19
La gente del convenio que utilizaban la ley simplemente para cumplir sus necesidades sociales, para obtener gratificación personal, o para ser visiblemente justificados habían sido advertidos. Dios rechazaría a los que sé auto justifican, pero su misericordia sería sin límite para aquellos que vengan a Él con un corazón quebrantado y un espíritu contrito.
La Higuera Estéril
Lucas 13:6-9
6 Y dijo esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no lo halló.
7 Y dijo al viñador: He aquí hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo; córtala, ¿para qué ha de seguir ocupando el terreno?
8 Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone.
9 Y si da fruto, bien; y si no, la cortarás después.
Esta fue la última de las parábolas de advertencia y fue dirigida a Israel como nación. La esencia de esta parábola era que la sal se había perdido su sabor y por lo tanto era buena para nada y debía ser echada fuera y hollada por los hombres (Mateo 5:13).
Antes de enseñar esta parábola, a Jesús se le había informado sobre una terrible calamidad que les había acontecido ha algunos galileos. Su sangre había sido mezclada con los sacrificios paganos por Pilato, y Jesús respondiendo les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, son mas pecadores que todos los galileos? (Lucas 13:1-2).Después, Él pronunció el ejemplo de los dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé (Lucas 13:4-5). Él anotó que estas eran simplemente calamidades de la vida, y que aunque el pecado y sufrimiento pueden estar generalmente relacionados, no siempre era posible conectar el pecado individual a cierto desastre. Más bien, los desastres eran usualmente el resultado de las circunstancias de la vida.
El enfoque de esta parábola no debería estar en los pecados de otros pero en los nuestros, y en la calamidad eterna que nos acontecerá si no nos arrepentimos. Concierne ha ambos el eterno sufrimiento y la severidad de Dios.
Cuando empieza la parábola, cierto hombre (representando a Dios) era dueño de una higuera. Cuando viene ha ver cuánto fruto su árbol había producido, no halló nada. Aparentemente esto había ocurrido por un periodo de tres años y el dueño del viñedo instruye a su viñador que corte el árbol para que no inutilice la tierra. Esto se lleva acabo de acuerdo con la ley tradicional de la gente, “la higuera estaba en tres maneras en desventaja: no daba ningún fruto, ocupaba un espacio de mucho valor, en el cual otro árbol que diera fruto pudiera ocupar, he innecesariamente deterioraría la tierra. De acuerdo con esto, ya que era prohibido destruir cualquier árbol fructuoso, sería en los términos antes mencionados, esta era su deber de cortar la higuera estéril.”21
En la parábola, la higuera estéril, un emblema de la nación judía (Joel 1:7; Jacobó), representaba a Israel. Las acciones y actitudes del hombre (sus obras) hacia el reino de Dios eran frecuentemente comparadas a la producción de fruta (Salmos 1:3; Juan 15:2-5; Romanos 7:4). Tres clases de acciones, o obras, eran comúnmente referidas: Primero las buenas obras por que el árbol que daba buen fruto representaba a aquellos que eran clasificados como los que hacían buenas obras. Segundo eran las obras muertas, las personas actuaban con conformidad a la ley pero solamente en apariencia, y no para la gloria de Dios. Tercero, eran las obras malas, en donde un árbol corrupto producía fruta corrompida.23
Al ordenársele que cortara la higuera, el viñador de la viña (representando al Salvador) pide que se le diera un año mas para determinar si la higuera fuera a dar buen fruto. Dijo él que “cavaría alrededor de él, y lo abonaría” durante este periodo de tiempo, para ver si el árbol produciría. Tal petición de retrasar el juicio de Dios no era descomunal (2 de Pedro 3:9). De esta manera, tiempo adicional sería dado y el castigo prescrito en la parábola sería diferido en orden de otorgar un periodo adicional de tiempo para el arrepentimiento.
La suplica del viñador de la viña describe a Jesús en su rol como nuestro intercesor con el Padre. Pero estuvo de acuerdo en que si el árbol no daba fruto en periodo de tiempo, seria cortado y destruido.
El simbolismo de la parábola no podría dejarse pasar desapercibido por aquellos que la oyeron. La declaración de un juicio y después la suspensión de la sentencia para permitir un intento mas al arrepentimiento fue un proceso familiar para los líderes de los judíos. Noé había predicado y profetizado antes de la inundación, otros destacados profetas se aparecieron antes de las grandes catástrofes sufridas por Israel. La impaciencia de Dios había sido gráficamente descrita ante sus ojos.
Aunque los israelitas habían sido escogidos como los electos por Dios, esa elección no les garantizaba el reino; era simplemente un medio para ese final. Si el árbol no daba buen fruto, sería cortado y desechado. El tiempo había venido para que Israel determinara si aceptaría a Dios o su inevitable destrucción. Aunque se daría tiempo para el arrepentimiento, la destrucción del árbol que no daba buen fruto fue decretado. La advertencia a la gente escogida había sido dada.24
























