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Parábolas que Enseñan Sobre el Juicio
El evangelio de Cristo estableció los requisitos para entrar al reino de Dios. Proveyó leyes y ordenanzas por las cuales toda la humanidad sería juzgada y podría ser salva. No había ninguna duda que el juicio sería justo, porque todo juicio había sido confiado en Jesucristo. Las normas estaban bien definidas, y la entera población del mundo sería a fin de cuentas juzgado por ellas. Este capítulo trata con las parábolas que enseñaron sobre este juicio.
A los líderes de Israel Los Labradores Malvados
Mateo 21:33-41
33 Oíd otra parábola: Había un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a unos labradores y partió lejos.
34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para que recibiesen sus frutos.
35 Pero los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, y a otro mataron y a otro apedrearon.
36 Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros, e hicieron con ellos de la misma manera.
37 Finalmente les envió a su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.
38 Pero los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle y tomemos su heredad.
39 Y tomándole, le echaron fuera de la viña y le mataron.
40 Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?
41 Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo.
Contra-referencias
Marcos 12:1-9 Lucas 20:9-16
Esta es una de las pocas parábolas registrada en los tres sinópticos. Las tres versiones difieren ligeramente, debido a sus autores independientes, pero no están en desacuerdo en ninguno de los puntos significantes de la parábola. Los tres escritores están de acuerdo que Jesús estaba enseñando a la gente en presencia de los fariseos y de los gobernantes judíos. Estos hombres habían venido a Jesús y le preguntaron con qué autoridad Él enseñaba a la gente. Él, a cambio, les pregunta concerniente a la autoridad de Juan, y ellos se rehusaron a contestar si era de Dios o del hombre, pero sin embargo indicaron que no podían decir. Jesús igualmente se rehusó a declarar su autoridad, pero en vez de contestar les enseña sobre esta parábola.1
La parábola es histórica en naturaleza, en un sentido describe la relación de Dios con la gente escogida de Israel a Cristo, y en un sentido más amplio describe su relación con la entera familia humana desde Adán a la segunda venida.2 Es sentenciosa en su conclusión, y puede considerarse ser descriptivas de una situación existente y profética de un futuro.3 La historia se pronunció en una manera realista y pudiera haber sido reconocida y entendida por los gobernantes judíos, como lo atestiguan los tres sinópticos.
Las primeras palabras de la parábola son similares a aquellas de Isaías en su canción de la viña (Isaías 5), en donde la casa de Israel es descrita como una viña, o un viñedo (una analogía común en el Antiguo Testamento —Véase Salmos 80:8-16; Isaías 5:1-7’ 27:1-7; Jeremías 2:21).
El simbolismo de la parábola y sus partes principales es como se describe a continuación:
El padre de familia—el dueño de la viña representa a Dios.
La viña—puede considerarse generalmente como la familia humana, pero específicamente como la casa de Israel.
El embellecimiento de la viña (cerco de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre)—el convenio establecido entre Dios c Israel que convirtió a Israel distinto y separado de otras naciones y escogidos sobre todas las demás personas.4
Los labradores—pueden simbólicamente referirse a la nación de Israel y su responsabilidad para el resto de la humanidad, pero específicamente se refiere a los maestros espirituales o líderes eclesiásticos de Israel.5
El país lejano—Dios se aleja y deja la viña (o los hijos del hombre), en las manos de los líderes religiosos.
Los siervos—los profetas que vinieron a los hijos de Israel en el nombre de Dios.
El hijo—Jesucristo
Los frutos—las almas de los hombres traídos al reino de Dios por medio de la instrucción, arrepentimiento, y por el cumplimiento de los mandamientos.
Aunque la viña en esta parábola fue plantada por el padre de familia, fue arrendada a ciertos labradores (representando a los líderes de Israel). Se les dio la responsabilidad de cuidar la viña como parte de su comisión (Ezequiel 34:1-1; Miqueas 2:1-10).
El dueño de la viña, o el padre de familia, después se aleja y espera el crecimiento del fruto. Cuando es tiempo de la cosecha, el padre de familia manda a un siervo para que recibiese su fruto. Este representa los profetas que fueron mandados por Dios para que llamaran a los hijos de Israel al arrepentimiento, enseñarles los errores de su vida, y animarlos a regresar a su reino. Lucas indicó que los siervos fueron enviados tres veces, mientras que Marcos y Maleo agregan que muchos otros también fueron enviados. Pero más bien que estar contentos, los líderes de Israel recibieron a los profetas con desdén y odio. Los golpearon, hirieron, y vergonzosamente los humillaron, apedreando a unos y matando a otros.7
La paciencia del padre de familia está claramente descrita en esta historia parabólica. Aunque los siervos (o profetas), fueron malvadamente maltratados, el padre de familia, en su misericordia, continuó enviando a otros. Hizo esto por dos razones: primero, para que hubiera un tiempo adecuado para permitir recuperar a los hijos de Dios; y segundo, para demostrar que los hijos rebeldes y los oficiales eclesiásticos inicuos habían rechazado mía y otra vez el llamamiento de arrepentirse, y por hacer esto sufrirían las consecuencias de sus acciones.
Después que tuvo lugar el rechazo y abuso de los profetas, el padre de familia envió a su hijo, el tan esperado Mesías. Con seguridad Él dijo: “Tendrán respeto a mi hijo.” Pero en lugar de venerar al hijo, se revelaron abiertamente contra Él. El último esfuerzo de Dios en su divina misericordia fue rechazado y la viña maduró en el pecado. Los labradores dijeron: “Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad.”
Los labradores de la viña creyeron que podían derrotar el propósito de Dios al matar a su hijo; pero más bien que derrotar el propósito de Dios, ayudarían a que triunfara. Esta porción de la parábola es profètica, porque la muerte del Salvador aún no había ocurrido. Sin embargo, la suerte había sido echada para que él pudiera predecir que ellos en verdad echarían y matarían al hijo.
Después que Jesús terminó de decir la parábola, Él la aplicó directamente a los líderes judíos y dejó que se juzgaran públicamente ellos mismos. Él les pregunta: “Cuándo venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?” Los gobernantes judíos generalmente intentaban evitar las preguntas que les hiciera el Señor, y recientemente habían evitado la pregunta sobre la autoridad de Juan, pero no pudieron evitar esta pregunta. Estaban ante la gente, entonces contestaron de la mejor manera que pudieron. Le dijeron: “A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.”
El registro de Lucas nos dice que, inmediatamente reconociendo la aplicación de la parábola, ellos exclamaron: “¡Dios nos libre!” Ellos sabían que Dios estaba aplicando la parábola a ellos, que Él estaba prediciendo su rechazo y su eminente destrucción, y el final de la posición favorecida de Israel—que el reino se le daría a otra nación, una que diera los frutos que demandaba el padre de familia. Su iniquidad y desobediencia había sido gráficamente representada en la parábola. “Se les había confiado con una institución de mucho valor; una nación electa equipada con buenas leyes… generalmente hablando, habían perdido la visión del final del llamamiento de Israel… Habían ocupado su posición para gloria propia … habían descuidado la viña … pensando solamente del privilegio y olvidando su deber.”8
Para enfatizar a sus oyentes de que Él era el “hijo” de la parábola, al cual ellos rechazaron, el Señor contesta su exclamación con una reconocible escritura mesiánica. “La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo” (Mateo 21:42). Fue una cita del Antiguo Testamento refiriéndose específicamente al reclamo mesiánico (Salmos 118:22). Por su utilización, Jesús abiertamente se llamó Él mismo el Hijo de Dios, el esperado Mesías.
Él ahora advirtió a los gobernantes de los judíos de su inminente juicio. Él declaró que quien cayere sobre esta piedra sería quebrantado, y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. Él fue más allá de la analogía de la parábola, e hizo una abierta declaración de su mesianismo, al mismo tiempo enfatizando la malicia de los fariseos. Les dijo que no podían derrotar los propósitos de Dios. Él les advirtió que ya se habían tropezado con la piedra y estaban a punto de ser desmenuzados, porque ellos deliberadamente se habían opuesto a Él, sabiendo quien era Él. (Mateo 21:44).
No hay duda que los fariseos y los gobernantes de los judíos sabían y entendían la aplicación de esta parábola. Los tres sinópticos declararon que ellos sabían que Él hablaba de ellos. Su reacción claramente indica esto, porque ellos buscaron como echarle mano, ellos mandaron espías a fin de sorprenderle en alguna palabra, y también mandaron a los fariseos y herodianos para que le sorprendiesen en alguna palabra (Marcos 12:13).
Su furia por la sinceridad de Cristo concerniente a su iniquidad fue frustrada, porque la escritura anota que no pudieron echarle mano porque temían a la gente, porque éste le tenía por profeta (Mateo 21:46). Aunque habían entendido y percibieron el significado de otras parábolas, ellos ahora “miraban, mas claramente, la entera inclinación y significado de estas parábolas, y esperaban la hora de la venganza… Él había descrito la confianza y responsabilidad de su oficio, y había indicado la terrible retribución por su cruel y derrochador abuso.9
No podían reclamar ignorancia, porque habían reconocido su entendimiento. No podían reclamar misericordia, porque habían rechazado el arrepentimiento. No podían reclamar obediencia, porque habían apedreado y matado a los profetas. Sus maldades y desobediencia habían culminado en una abierta rebeldía contra Dios, y por esto serían desoladas.
A LA GENTE DEL CONVENIO
Dos de las parábolas entregadas por Jesús enseñaron a la gente del convenio sobre el inminente juicio: La parábola de la gran cena, y la parábola del matrimonio del hijo del rey. Tratan con el mismo principio, pero producen diferentes resultados.
La Gran Cena
Lucas 14:16-24
16 Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos.
17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya está todo preparado.
18 Pero todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda y necesito ir a verla; te ruego que me disculpes.
19 Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me disculpes.
20 Y el otro dijo: Acabo de casarme y, por tanto, no puedo ir.
21 Y volvió el siervo e hizo saber estas cosas a su señor. Entonces, enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y por las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los mancos, y a los cojos y a los ciegos.
22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste y aún hay lugar.
23 Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa.
24 Pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena.
El escenario de esta parábola es muy importante para su interpretación. Durante el ministerio Persa, Jesús había sido invitado a comer en un día de reposo en la casa de uno de los gobernantes de los fariseos. La escritura declara que los judíos lo invitaron para asecharlo (Lucas 14:1). (La curación del hombre hidrópico fue llevada acabo en esta ocasión).10 Como fue progresando la disputa, Jesús dio la parábola de los invitados a la boda como una reprimenda a los judíos por su costumbre de sentar a la gente de acuerdo a su estatus social.11 Él les reprendió por su auto agrandamiento, y por excluir al pobre y al afligido. Les enseñó a no invitar a los vecinos ricos (en un intento de escalar a la sociedad), pero invitar a los mancos, y a los cojos (aquellos de poca influencia o importancia). Al hacer esto, recibirán su compensación en la resurrección de los justos (Lucas 14:13-14).
Aparentemente, aquellos que escucharon al Señor, no comprendieron completamente la parábola de los invitados a la boda, o escogieron ignorar la reprimenda que contenía, porque por lo menos, uno de ellos todavía se glorificaba con la anticipación del reino del Mesías en donde los justos serían invitados a sentarse en la gran cena con Él.12 El hombre exclamó: “Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios” (Lucas 14:15). La gran cena, “con la cual se habría de inaugurar el reinado mesiánico era un tema favorito de jubilosa exposición tanto en las sinagogas como en las escuelas; y causaban gran regocijo las exposiciones rabínicas de que nadie más que los hijos de Abraham, serían contados entre los benditos participantes.”13
Pero Jesús no permitiría este malentendido sobre su milagro y su parábola; les dio a los fariseos y a otros invitados en la cena la parábola de la gran cena como su última enseñanza del día.
La parábola de la gran cena habla sobre cierto hombre que invitó a un gran número de invitados selectos para que vinieran y participaran de esta suntuosa cena. Las costumbres y tradiciones de ese tiempo estaban reflejadas en la historia. A los invitados se les dio el tiempo suficiente para responder a la invitación para que el anfitrión pudiera prepararse adecuadamente.14 Al llegar el día señalado, envió a su siervo a decir a los convidados, “Venid, que ya todo está preparado.” Aquellos que habían sido invitados y que habían aceptado podían ahora asistir a la cena propiamente, pero empezaron a dar excusas, cada uno a su tumo, que no podían asistir.
Los convidados representaban a la gente del convenio de Israel, y el siervo que fue mandado a convidarlos a la cena era el Señor, su tan esperado Mesías.15 Las excusas que los convidados dieron representaban el rechazo del Señor por la gente del convenio.
El primer invitado declaró que había comprado una hacienda y que tenía que ir a verla—una débil excusa, porque no tenía un deseo sincero de asistir a la fiesta y ninguna reverencia por el anfitrión. Las posesiones del mundo habían tomado precedencia ante su deseo de entrar al reino.
El segundo invitado había comprado cinco yuntas de bueyes y tenía que probarlos. Una vez mas, una excusa de escasa importancia. Este hombre puso sus tentativos negocios sobre el respeto de su anfitrión.
El último invitado se había casado y no podría venir. De esta manera, los placeres del mundo estaban representados, porque durante la celebración del matrimonio declararía su propia fiesta,16 anteponiendo sus propios placeres arriba de su propio compromiso con el anfitrión.
El Señor estaba presentando una analogía concisa. Avanzar al reino, aún para aquellos que habían sido previamente llamados y separados de la gente del mundo en general, requería dar aquello que ellos pensaban era necesario y deseable para su inmediato gozo personal.17
Las actividades de los invitados mencionadas como excusas no eran indecorosas y mucho menos pecaminosas, pero llegaron a serlo porque los invitados las pusieron en prioridad a sus responsabilidades del reino de Dios. Pablo quizás con esta parábola en mente, advirtió a la gente sobre escoger entre las cosas del mundo y el reino de Dios cuando dijo: “Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa.” (1 de Corintios 7:29-31).
Después que el siervo escuchó a todas las excusas que dieron los invitados, regresó a su amo y le informó lo que le habían dicho. El padre de familia se enojó e instruyó al siervo que fuera “por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.” El siervo hizo lo que se le mandó, pero todavía había lugar, y el padre de familia instruye al siervo nuevamente que fuera una vez mas “por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.” Nótese que aunque estas personas fueron invitadas, tuvieron que ser “compelidos” para que asistieran a la cena. Estos, aparentemente son las personas que verdaderamente piensan que son indignos de estar en la presencia del Señor. Por lo tanto, tuvieron que ser persuadidos a asistir y reconocer que la benevolencia y paciencia del padre de familia también estaban intencionadas para ellos. Este fue la puñalada más fuerte de la parábola, porque les hirió en uno de los más queridos perjuicios de los judíos.
La primera invitación se les dio a los pobres, a los parias, a los pecadores, a los publícanos, y a la multitud odiada quienes rechazaban las leyes rabínicas, pero que aún eran de la gente del convenio. Contentamente aceptaron la invitación del padre de familia. Pero más que eso, la segunda invitación a aquellos en los caminos y en los vallados indicaron que el convenio, tan querido por los judíos, les sería quitado y se le daría a los gentiles y a los paganos.18 Los espiritualmente enfermos y necesitados, aquellos aborrecidos por Israel por toda la historia, ahora recibirían el reino de Dios.
Esta fue una advertencia irrefutable sobre el juicio. El convenio que había atado a Israel mientras buscaban al tan anticipado Mesías se les sería quitado y se le daría a otro.
Fue la proclamación, una vez mas, una poderosa verdad que quizás fue muy difícil de entender para aquellos que primeramente la escucharon, porque aún es imperfectamente comprendida después de diecinueve siglos; que sus ritos externos y actos formales no son de ningún valor para Dios, que El mira solamente la conciencia; que ni la circuncisión, ni los sacrificios, ni las purificaciones legales, ni la estricta observancia del día de reposo, ni los ajamos, sino la condición del corazón lo que determinará la relación del hombre a Dios.19
El que se había sentado junto a Jesús y con júbilo exclamó la anticipada esperanza de eventualmente comer pan con el Mesías en el reino de Dios estaba equivocado. Jesús dijo que el ser invitado al reino de Dios era una cosa, y aceptar la invitación era otra, pero aún eso no era suficiente. La gente escogida tenía que ir a la cena en orden de comer con el rey y recibir su recompensa. La parábola les dijo que ellos abiertamente habían rechazado la invitación por sus deseos mundanos: La administración de sus bienes, la adquisición de riquezas, y la búsqueda de las comodidades sensuales de la vida. Todas estas cosas eran incompatibles con el deseo de asistir a la cena del Señor en el reino de Dios.
Pero se extendieron otras invitaciones. Se les dio a la gente que habían sido excluidas por los judíos en su rabínica sofistiques, y a aquellos que se habían excluido ellos mismos debido a sus pecados. A todos estos se les había ofrecido el reino, y basado en sus propios méritos, entrarían antes que aquellos que “le daban gracias a Dios por no ser como otros hombres.”20
Ahora Jesús concluyó la parábola. Para aquellos que rechazaron al Mesías, el anfitrión declaró que: “ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.” Los despreciativos convidados que inicialmente habían aceptado la invitación del Señor, pero que se rehusaron ir cuando se les pidió, se les advirtió que si continuaban rechazando al Mesías, otros tomarían su lugar y no entrarían a la cena a la que tan ansiosamente habían anticipado.
El Matrimonio del Hijo del Rey
Mateo 22:1-14
1 Y respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo:
2 El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo una fiesta de bodas a su hijo;
3 y envió a sus siervos para que llamasen a los invitados a las bodas, pero no quisieron venir.
4 Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los invitados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y mis animales engordados he hecho matar, y todo está dispuesto; venid a las bodas.
5 Pero ellos no hicieron caso y se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios;
6 y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron.
7 Y el rey, al oír esto, se enojó; y enviando sus ejércitos, mató a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
8 Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; pero los invitados no eran dignos.
9 Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a las bodas a cuantos halléis.
10 Y salieron los siervos por los caminos y reunieron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas estuvieron llenas de convidados.
11 Y entró el rey para ver a los convidados y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda,
12 y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció.
13 Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y de manos, y tomadle y echadle a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.
14 Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.
El Señor dio esta parábola en el tercer día de la última semana de su vida. Él estaba cerca de cerrar su ministerio público y dio sus últimas instrucciones a sus Apóstoles. Él sería traicionado en las manos de sus enemigos para ser crucificado ante la gente escogida. Él enseñó esta parábola en el templo en el tiempo en que los fariseos y los gobernantes judíos habían declarado abiertamente su hostilidad y habían hecho una determinación formal de matar a Cristo de una forma violenta.
En la parábola de la gran cena (una parábola comparada a esta), un hombre había preparado una gran cena; ahora el rey daría una celebración por el matrimonio de su hijo. Antes, el Cristo apareció como un siervo, siendo el último de un linaje de profetas y maestros. Ahora era el fundador de un nuevo reino, la persona central de ese reino, el Hijo del Rey (Salmos 72:1). Nuevamente las imágenes de la parábola involucraban llamar a los convidados a que vinieran a la fiesta, igual que la parábola de la gran cena. Grandes banquetes (Isaías 25:6; 65:13) y celebraciones de boda (Isaías 61:10; 62:5; Oseas 2:19) fueron temas favoritos de los rabinos judíos y maestros,21 y ambos de estos fueron utilizados en la parábola del matrimonio del hijo del Rey.
Los judíos daban tradicionalmente prominencia a la porción festiva del matrimonio, pero aquí ese énfasis es suplantado por la conducta de los convidados. La parábola estaba basada en la creencia que los judíos serían invitados a comer con el Salvador en el reino mesiánico, y que con esta gran festividad se acercaba mas la llegada del Mesías (Sofonias 1:7). Pero el reino no vendría pronto, como esperaban los judíos, porque su “invitación” se les había dado muchos siglos antes, y ahora el llamado de asistir a la celebración (o entrar en reino de Dios), se estaba extendiendo.
Que los judíos eran los elegidos de Dios no estaba en cuestión, porque esta posición había sido enfatizada por todos los profetas por toda la historia. Presumían ser dignos de entrar en reino de Dios durante todo este tiempo; esta parábola demostró que ellos llegarían a ser indignos, por que los convidados (que representaban a Israel), deliberadamente se rebelaron contra la autoridad del rey. Los convidados dieron razones poco convincentes para ser excusados del banquete, y por medio de sus propias acciones se excluyeron de lo que siempre habían esperado.
Al principio los convidados simplemente dijeron a los siervos que no vendrían. Pero en su gran paciencia, el Señor nuevamente envió otros siervos para avisarles que todo estaba listo. Había preparado la cena y matado a los toros y animales engordados y los invitó a que vinieran a las bodas. Pero ahora los convidados indicaron su total desprecio y rechazo hacia el rey. Hicieron caso omiso a la invitación y se pusieron a hacer sus tareas, considerando sus posesiones personales y asuntos más importantes que el reino de Dios. Algunos de los convidados dieron un paso mas y con rencor trataron a los siervos y los mataron, abiertamente se rebelaron contra aquel que había hecho el convenio.
Quizás el primero de estos siervos de “llamar a los convidados a las bodas” y proclamar el nuevo reino de Dios con su anticipado Mesías fue Juan el Bautista. Su misión se llevó acabo durante la vida de Dios aunque murió prematuramente. El Señor no recibió ningún maltrato al principio de su ministerio, pero como procedió a proclamar su mesianismo, la gente se declaró abiertamente, por su rechazo de él, la gente declaró no ser más la gente de Dios. Finalmente sus líderes lo crucificaron.
En este punto el rey se enojó y mandó a sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Como en la gran cena, los convidados que habían sido originalmente invitados fueron rechazados, pero ahora de una manera mas fuerte y permanente. El Señor estaba advirtiendo a los judíos que a menos que se arrepintieran y lo aceptaran, su rápido rechazo los llevaría a la destrucción y aún hasta la muerte.
Ahora el rey envió nuevamente siervos a los caminos para traer a otros a las bodas. “Malos y buenos” fueron convidados y las bodas fueron llenas de convidados (D&C 25:11). Una vez mas la doctrina tan odiada por los judíos fue declarada,—si rechazaban a Dios, el llamamiento iría a los gentiles (Romanos 11). Y así las bodas estuvieron llenas.
Pero ahora la parábola indicaba que un segundo juicio tomaría lugar. Como iban llegando los invitados se les iba dando una vestimenta especial, para que estuvieran apropiadamente vestidos dignos del Hijo del Rey (Isaías 61:10; Sofonias 1:7-8; Apocalipsis 19:7-9). No podían sentarse en las bodas sin estar propiamente preparados.22
Aquellos que habían sido propiamente vestidos (o propiamente se les había enseñado los principios de Cristo y su reino) habían, por medio del arrepentimiento, “creído en Cristo” y se adornaron como seres nuevos espirituales, por medio de la obediencia a sus requisitos. Pero un hombre se consideraba digno de presentarse ante Dios sin la propia preparación, y cuando fue descubierto, el rey le preguntó por qué estaba allí sin la correcta vestimenta.23 Aunque el Señor le dio la oportunidad de explicar su presencia y justificarse, el hombre se quedó mudo ante Él. Él sabía que no estaba propiamente preparado para estar en la presencia del Señor, y fue condenado.
El intruso fue atado de pies y manos, y echado a las tinieblas de afuera, en donde él, junto con los originalmente convidados a la boda, no podrían participar en la fiesta (o el reino de Dios). El Señor concluyó esta parábola al declarar. “Muchos son llamados, y pocos escogidos.” Toda la humanidad será llamada y eventualmente se le dará una oportunidad de entrar en el reino de Dios, pero la gente escogida son aquellos quienes están apropiadamente “vestidos” y han cumplido con todos los requisitos del arrepentimiento y la obediencia: De esta manera, su presencia es justificada ante el Señor.24
La advertencia sobre el juicio que estaba por venir a Israel, el cual había sido referido en la parábola de la gran cena, está ahora abiertamente declarada a la gente y a los gobernantes judíos en la parábola de la boda del hijo del rey. Los convidados habían rechazado el reino y abiertamente rechazado su odio hacia el hijo del rey (o el Mesías) matando a los siervos del rey. Después las escrituras apoyan este rechazo profètico (Hechos 4:3; 5:18, 40; 7; 58; 8:3; 12:3; 14:5; 19:24-31; 21:30-32; 23:2).
La parábola de la gran cena amenazó a los convidados con excluirlos de la boda, pero el matrimonio del hijo del rey les enseñó que serían destruidos por el rey por su rechazo hacia su hijo. Por su abierta enemistad hacia Él se condenaron. Aquellos que pensaron que eran dignos, habían probado ser indignos. Aquellos que pensaron solamente en ensalzarse, ahora serían humillados. El convenio que tan exclusivamente apreciaban, ahora sería ofrecido a toda la humanidad, para que por medio del arrepentimiento y obediencia pudieran ser apropiadamente vestidos y ser recibidos en la boda y comer con el Hijo.
Las advertencias del inminente juicio sobre la gente del convenio estaban terminadas, y los judíos reconocieron su aplicación. En la conclusión de esta parábola los fariseos “consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra” (Mateo 22:15). Hicieron esto para justificarse por haberlo matado.
Dios estableció su reino por medio de su Hijo, y se lo ofreció a la gente escogida. Ahora Él llamaría “a los gentiles para compartirlo con ellos, mientras que la gente de Israel, con sus líderes religiosos… habían rechazado sus repetidas invitaciones [y] no sería mas la gente escogida de Dios.”25
Conclusión
Por la similitud entre las dos parábolas (la gran cena y la boda del hijo del rey), hay una tentación de tratarlas como iguales. Aunque tienen referencia al mismo principio, hay diferencias significantes e importantes entre ellas.
Es interesante hacer comparaciones directas de la parábola en orden de tener sus similitudes y diferencias claramente en mente.
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La parábola de la gran cena: |
La parábola del hijo del rey: |
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Ubicación/ tiempo: Durante el ministerio persa. El ministerio persa se extendía desde la fiesta de los tabernáculos a la semana antes de la pascua y se acorto debido a la visita de Cristo, a Jerusalén durante la fiesta de dedicación. Fue un ministerio de seis meses a Peraea. Esta parábola tomó lugar durante los tres meses después de la fiesta de dedicación; fue en los meses entre diciembre y abril del último año del ministerio del Señor.26 |
Ubicación/ tiempo: Fue dada por Jesús en el templo en el tercer día de la última semana de su vida. |
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Anfitrión de la fiesta: Un hombre (aparentemente para él mismo) |
Anfitrión de la fiesta: Un rey para la boda de su hijo |
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Convidados: Todos los convidados habían sido previamente invitados y formalmente habían respondido, una costumbre normal de esos tiempos. |
Convidados: Todos los convidados habían sido previamente convidados y formalmente habían respondido. |
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Se manda a los siervos a declarar que todas las cosas están listas. |
Se manda a los siervos a declarar que la boda va a empezar. Los convidados no asistirán. |
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Se hacen excusas: a. Compra un terreno y debe de ir a verlo, b. Compra cinco bueyes y debe de probarlos, c. Se casó y no puede ir. |
Se manda al segundo grupo de siervos: Declaran que todo está listo para la cena y la boda estaba lista, piden a los convidados que asistan. |
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Se hacen excusas: a. Hicieron caso omiso a la invitación y se alejaron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; b. y otros tomaron a los siervos, los afrentaron y los mataron. |
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Se le comunica al hombre sobre el rechazo respondido, se enojó, pero no toma ninguna represalia. |
El rey se enoja por el rechazo y la violencia; manda ejércitos, destruye a aquellos que asesinaron a sus siervos, y quemó la ciudad. |
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Se manda a los siervos a declarar que todas las cosas están listas. |
Se manda a los siervos a declarar que la boda va a empezar. Los convidados no asistirán. |
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Se hacen excusas: a. Compra un terreno y debe de ir a verlo, b. Compra cinco bueyes y debe de probarlos, c. Se casó y no puede ir. |
Se manda al segundo grupo de siervos: Declaran que todo está listo para la cena y la boda estaba lista, piden a los convidados que asistan. |
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Se hacen excusas: a. Hicieron caso omiso a la invitación y se alejaron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; b. y otros tomaron a los siervos, los afrentaron y los mataron. |
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Se le comunica al hombre sobre el rechazo respondido, se enojó, pero no toma ninguna represalia. |
El rey se enoja por el rechazo y la violencia; manda ejércitos, destruye a aquellos que asesinaron a sus siervos, y quemó la ciudad. |
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El hombre les pide a los siervos que traigan a otros invitados de las calles y las plazas: al pobre, el cojo, mancos y a los ciegos. |
Los siervos indican que los convidados no son dignos. Se les manda traer otros invitados: a. Cuantos hallaren; b. Buenos y malos. |
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Mas lugar en la fiesta |
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Se les instruye a los siervos regresar a los caminos y plazas. Obligaron a más huéspedes para venir. |
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El rey inspecciona a los convidados y descubre al hombre sin ropa de boda. |
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El intruso fue interrogado, pero no pudo hablar. |
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Fue atado y echado fuera. |
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Declaración por el hombre: Ninguno probaría de la cena. |
Declaración por el rey: Muchos son llamados pero poco los escogidos. |
Debido a la parábola de la gran cena, fue claro que una advertencia se le había dado a la gente del convenio de Israel. Si no aceptaban la invitación de venir al reino de Dios y aceptaban al Mesías, serían excluidos y se traerían a otros para remplazados. En la parábola del hijo del rey, el Señor determinó que los hijos de la gente escogida lo habían rechazado, y más bien que simplemente dar una advertencia de un inminente juicio, El describió el resultado doloroso de ese juicio. Su exclusión de la cena y del reino de Dios sería definitiva. Porque habían abusado y matado a los siervos de Dios, serían completamente destruidos, y otros tomarían su lugar.
AL MUNDO
La Red del Evangelio
Mateo 13:47-50
47 Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces,
48 la cual, una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas y lo malo echan fuera.
49 Así será el fin del mundo: saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos,
50 y los echarán al horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
Debido a la red de los pescadores utilizada en la comparación, esta parábola debió haber tenido un gran significado para aquellos que la escucharon. La red fue emplomada en el fondo del mar para recoger toda clase de peces. Un corcho mantenía la parte de arriba en la superficie del mar para que todo lo que se acercaba a la red fuera capturado.27
Así como la red recogió toda clase de peces que estaban cerca de ella, de igual manera el evangelio recogerá a todos los hombres. No solamente los hombres buenos de la tierra estarán a su alcance y se les enseñara el evangelio, sino también los hombres de cualquier naturaleza serán afectados. Sin embargo, como reaccione la gente a las demandas del reino les causara, por medio de sus acciones y actitudes, pasar juicio sobre ellos mismos. Por lo tanto, el proceso del recogimiento no es selectivo, con la separación de lo bueno y lo malo al final de la cosecha.
Esta parábola parece indicar que inclusive dentro de la red (o dentro de la estructura del reino de Dios sobre la tierra), no es suficiente para garantizamos la rectitud. Eventualmente habrá una separación de lo bueno y lo malo.28 Así como hubo un Judas dentro de los Doce, también como se vaya integrando el evangelio por toda la humanidad habrá malos discípulos como buenos.
La última separación que tomará lugar en la parábola viene al final del mundo,29 después de todo a los hijos de Dios se les habrá dado una oportunidad de acercarse a la red (o recibir el evangelio), y enseñárseles que habrá un juicio final para todos los pecados. Esto nos enseña que aunque parezca que los malos prosperan en esta vida, no podrán escapar del examen del juicio final30 el cual vendrá a toda la humanidad.31
Los justos serán llevados al hogar, y los malos serán “echados a las tinieblas.”
El Siervo Vigilante
Lucas 12:36-48
36 y sed vosotros semejantes a hombres que esperan a que su señor vuelva de las bodas, para que, cuando venga y llame, enseguida le abran.
37 Bienaventurados aquellos siervos a quienes el Señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y les servirá.
38 Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos.
39 Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora habría de venir el ladrón, velaría ciertamente y no dejaría saquear su casa.
40 Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis vendrá el Hijo del Hombre.
41 Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?
42 Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente a quien el señor pondrá sobre su casa para que a tiempo les dé su ración?
43 Bienaventurado aquel siervo a quien, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
44 En verdad os digo que él le pondrá sobre todos sus bienes.
45 Pero si aquel siervo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir, y comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y a beber y a embriagarse,
46 vendrá el señor de aquel siervo el día en que no espera y a la hora en que no sabe, y le castigará y pondrá su parte con los incrédulos.
47 Porque aquel siervo que sabía la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad recibirá muchos azotes.
48 Pero aquel que no la sabía, e hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco, porque a todo aquel a quien se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que se le haya encomendado mucho, más se le pedirá.
Contra-referencia
Mateo 24:43-51
La ilustración utilizada por el Señor no es generalmente referida como una parábola, pero Pedro la interpretó como tal cuando le pregunta al Señor: “¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?” Aunque no está expresada en el verdadero estilo de una parábola, esta referencia tiene una aplicación a todos aquellos que estuvieran embarcados dentro del evangelio, como se describe en la parábola de la red del evangelio.
El amo de la casa se había alejado para disfrutar la celebración de la boda y no indicó la hora de su regreso. Los siervos del amo fueron dejados con la amonestación que deberían estar alertas y estar listos para su inminente regreso. La jomada del amo y su regreso no recibió ningún énfasis en la parábola. El énfasis recae en el siervo fiel, que llevan acabo sus deberes durante toda la ausencia de su amo y está totalmente preparado para su regreso.
Otros que están dentro del reino del amo traicionan su confianza por medio de su propia auto tolerancia. El Señor utiliza una analogía mas profunda en la parábola cuando Él indica que si un padre de familia supiera cuando un ladrón vendría a su casa, velaría ciertamente, y no permitiría que entrara en su casa. Por medio de esta analogía, una vez más Él amonesta a aquellos que están escuchando que esperen y busquen y que estén preparados para la venida del Hijo de Dios, porque no se sabe la hora ni el día de su venida.
Aquellos siervos que son fíeles, que observan y llevan acabo sus deberes sin importarles cuanto tiempo su amo esté alejado, serán recompensados. Aquellos que son infieles y no estén observando, pero que piensan que Dios está atrasando su venida, que maltratan a sus criados, y se entregan fielmente a aquellas cosas que los previenen de llevar acabo sus deberes, serán echados a las tinieblas por su amo en su regreso.
La parábola da una advertencia general a que aquellos que se consideran seguros dentro de la red del evangelio, a aquellos que se les a confiado el reino, no se les garantiza automáticamente la salvación. Cuando regrese el amo, Él sabrá quién son aquellos que han cuidado exitosamente su convenio.
Aquellos que han sido fieles recibirán una recompensa justa, pero aquellos que no han sido fieles, serán separados de los fieles y serán echados a las tinieblas de afuera con los incrédulos.
A LA IGLESIA
Las Diez Vírgenes
Mateo 25:1-13
1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio.
2 Y cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.
3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;
4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.
5 Y tardándose el novio, cabecearon todas y se durmieron.
6 Y a la medianoche se oyó un clamor: He aquí el novio viene; salid a recibirle.
7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.
8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.
9 Pero las prudentes respondieron, diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y comprad para vosotras mismas.
10 Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
11 Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos!
12 Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo que no os conozco.
13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
Contra- referencias
D&C 45:56-59; 63:54
Esta extraordinaria parábola es una culminación de aquellas parábolas dadas por el Señor concernientes al juicio que caería sobre la humanidad antes de la entrada al reino celestial. En las parábolas anteriores, Jesús dio advertencias a los líderes de Israel y a la gente del convenio. En las parábolas sencillas de la red y del siervo fiel, dio una advertencia general al mundo. Ahora que su reino había sido establecido en la tierra, Jesús también advirtió a sus miembros, para que no cayeran en el mismo pozo que Israel había caído antes que ellos. Simplemente por pertenecer a su Iglesia no nos garantiza entrar en su reino.32
Esta parábola abarca toda la doctrina enseñada en las otras parábolas sobre el juicio. La celebración de la boda es nuevamente utilizada como la analogía, y los convidados también juegan un papel. El periodo de demora entre la anticipación de la venida del Señor y su actual venida está claramente definido, y se enfatiza la necesidad para una constante preparación personal. La parábola hace hincapié en el hecho que aunque el juicio puede venir a diferentes tiempos en la vida del hombre, eventualmente habrá una final consumación de las cosas y un juicio final; que el depender de una membresía dentro del convenio no es suficiente, a menos que la persona se haya preparado propiamente, será dejado afuera del reino.
La parábola fue expresada en un escenario familiar a los judíos. Trataba con las costumbres y tradiciones de la ceremonia matrimonial, porque “en la tarde del actual matrimonio, la novia era llevada de la casa de sus padres a la de su esposo.”33 Todos alrededor estarían en jubilo de fiesta, y así procediera la procesión, se levantarían para saludar y honrar a la novia y al novio.
La parábola revela que en este ansioso grupo que estaba esperando en la ruta de la procesión, había diez vírgenes que llevaban unas lámparas. “De acuerdo a las autoridades judías, era la costumbre en el este, de llevar en la procesión de la novia diez lámparas… ya que de acuerdo, a la rúbrica, el diez era el número que se requería llevar en cualquier oficio o ceremonia, tales como las bendiciones que acompañaban las ceremonias matrimoniales.”34 Aún en este número seleccionado por el Señor, no fue accidental, porque una de las reglas de la ley de ese periodo, era que en donde quiera que hubiera diez judíos se debería de construir una sinagoga para que pudieran adorar.”35
Así, de esta manera, las diez vírgenes llevaron con ellas sus lámparas para encontrar al esposo. El esposo representaba al Hijo de Dios, Jesús el Mesías. Las vírgenes representaban a los “buenos” miembros de la Iglesia, aquellos que han aceptado el convenio, que tuvieron una fe pura, no eran culpables de la apostasía ante Dios, y que creían en sus corazones que tenían el derecho de estar allí anticipando la llegada del esposo.36
De las diez vírgenes, cinco eran calificadas como insensatas y cinco como prudentes. Todas las diez vírgenes llevaban lámparas y todas llevaban aceite en sus lámparas. Sin embrago, cinco de las diez vírgenes tuvieron el pensamiento de llevar aceite extra, en cambio las otras cinco llevaron aceite extra con ellas. Las lámparas que llevaban indicaban que pertenecían a la Iglesia y que habían sido suficientemente diligentes y obedientes para ser clasificadas como discípulos y miembros del reino en la tierra.37
Las vírgenes insensatas no eran hipócritas, solamente negligentes. No fueron diligentes a fondo en su preparación, y pueden ser comparadas a la tierra en pedregales que se encuentra en la parábola de las cuatro tierras, en donde la semilla brotó pronto, pero no tenía profundidad, pero cuando salió el sol se quemó. Estas vírgenes abiertamente manifestaron la profesión externa del evangelio, pero carecían del profundo cometido ejemplificado en la tierra buena.39
Las vírgenes prudentes, por otra parte, se dieron cuenta que se necesitaba mas que solamente la obediencia externa a los mandamientos y el tomar en cuenta los ocasionales buenos impulsos. Ambos aceites el que estaba en las lámparas y el aceite extra que llevaban las vírgenes prudentes, ejemplificaba y representaba la preparación personal espiritual que cada una de las diez vírgenes había adquirido al contemplar la entrada al reino de Dios.40 El aceite había sido acumulado gota a gota por medio de una vida recta y obediencia a los mandamientos.41
La llegada del esposo se atrasó, y las diez vírgenes se durmieron mientras lo esperaban. Habían hecho todo lo que pensaron era necesario para recibir al esposo, y no tenían idea de cuánto tiempo mas tenían que esperar. Quizás escucharon de su venida por tanto tiempo, que su llegada había llegado a ser insignificante para ellas, y entonces se durmieron.42
La tardanza del esposo, como la partida del hombre noble,43 representa el espacio de tiempo asignado antes del juicio final. El final de esta probación terrenal puede ocurrir en cualquier momento de nuestras vidas, como es evidenciado en la parábola del hombre rico insensato,44 pero eventualmente un final ajuste de cuentas tomara lugar en donde todo hombre dará cuentas.45 Finalmente, todos debemos enfrentar un juicio final.
Las vírgenes durmieron hasta la media noche cuando fueron despertadas por un clamor, “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” La media noche enfatizaba el no estar preparados para su venida.46
Las diez vírgenes se levantaron, encendieron sus lámparas, y se prepararon para recibir al esposo y ser admitidas a la boda. Las prudentes tuvieron suficiente aceite para alumbrar su camino a la boda, mientras que las insensatas se dieron cuenta que sus lámparas se habían apagado y no podrían recibir apropiadamente al esposo. No habían cumplido con la admonición dada por Amulek a la gente del hemisferio occidental cuando declaró: “Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra… Por lo tanto no demoréis el día de vuestro arrepentimiento hasta el fin; porque después de este día de vida, que se nos da para preparamos para la eternidad, os digo… entonces viene la noche de tinieblas en la cual no se puede hacer obra alguna.” (Alma 34:32-33).
No fue la carencia de perseverancia que había traído a las cinco insensatas a este estado, sino la ausencia de una preparación personal. Su obediencia abierta a los mandamientos del Señor había sido la misma que la de las diez vírgenes. Sin embargo, carecieron de cometido espiritual, y de motivación detrás de su obediencia.
Las vírgenes insensatas hicieron lo que muchos de nosotros haría en una situación similar. Ellas le pidieron a las cinco vírgenes prudentes que compartieran el aceite con ellas. Las vírgenes prudentes contestaron de la única manera que pudieron: Dijeron que no, “para que no nos falte a nosotras y a vosotras,” y le dijeron a las vírgenes insensatas que fueran y compraran aceite de aquellos que lo vendían.
No se puede considerar como falta de caridad que las cinco vírgenes prudentes se rehusaran a compartir con sus hermanas imprudentes, porque ese no era el propósito o la intención de la parábola. Justamente lo opuesto era verdad. Su rechazo de compartir su aceite enfatizaba la verdadera fuente del aceite. ¿Cómo puede uno compartir su testimonio, el estar dispuesto a pagar el diezmo, su conocimiento, el trabajo en el templo, o cualquier otro de los cometidos espirituales que se deben hacer propiamente en orden para prepararse para la venida del Salvador?47
Era demasiado tarde para las vírgenes insensatas. Se fueron a encontrar mas aceite, pero mientras estaban afuera vino el esposo, les dio la bienvenida a las vírgenes preparadas a la boda, y cerró la puerta. La preparación espiritual no puede compartirse en el último minuto, ni puede una simple petición recuperar el no estar preparado. Las cinco vírgenes insensatas regresaron y tocaron a la puerta, anticipando la misericordia del Señor para que les permitiera entrar. Pero igual que el intruso que no estaba apropiadamente vestido en la boda del hijo del rey, había terminado el tiempo de prepararse y el Señor no les permitió la entrada. Aquellos que pensaban que estaban cerca del reino de Dios se lo perdieron después de todo.
Tennyson capturó en poesía los pensamientos de las vírgenes que fracasaron en su preparación cuando escribió sobre Guinevere y su condición. Mientras su remordimiento se difundía, ella le pide a su atenta sirvienta que le cantara, y en ese momento ella dolorosamente reconoció su propia carencia de preparación mientras cantaba la sirvienta:
¡Tarde, tarde, demasiado tarde! Y oscura y fría la noche
¡Tarde, tarde, demasiado tarde! Pero aún podemos entrar
Demasiado tarde, demasiado tarde, no podemos entrar
No teníamos luz: Por eso nos arrepentimos;
Y sabiendo esto el esposo se compadecería
¡Demasiado tarde, demasiado tarde! Ya no podemos entrar
¡No hay luz; Demasiado tarde! ¡Y oscura y fría la noche!
¡O, déjenos entrar, para poder encontrar la luz!
¡Demasiado tarde, demasiado tarde; Ya no podemos entrar!
¿No hemos escuchado que el esposo es misericordioso?
¡O, déjenos entrar aún que sea tarde, para besar sus pies!
¡No, no, demasiado tarde! Ya no podemos entrar.48
La recompensa de las vírgenes prudentes era obvia, porque fueron recibidas en la presencia del esposo y en el reino de Dios. Se dice de ellas: “Porque aquellos que son prudentes y han recibido la verdad, y han tomado al Santo Espíritu por guía, y no han sido engañados… aguantarán el día.” (D&C 45:57).
El Señor concluye la parábola con esta advertencia solemne: “Por lo tanto observar, por que no se sabe ni la hora ni el día cuando vendrá el Señor.” Fue una advertencia sobre el juicio que puede llegar en cualquier día o a cualquier hora, y se nos requiere que estemos preparados, porque “aquello que debió ser la obra de toda una vida no puede ser apiñadas en un momento.”49
Todas las vírgenes pensaron que estaban preparadas apropiadamente y que serían aceptadas por el esposo. ¿No prometía la membresía de la iglesia tal recompensa? Pero en ese día la tardanza de su venida agotar la paciencia de los miembros de la Iglesia, porque nadie sabe la hora ni el día de su venida. El “vendrá como ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 5:2), y aquellos que lo esperan podrán llegar a cansarse y “dormirse.”
Las cinco vírgenes se durmieron con la paz adquirida por mediob5e una constante “actitud de arrepentimiento, buscando el perdón de sus pecados ambos grandes y pequeños, y de esta manera estar más cerca de Dios. Para los miembros de la Iglesia, esta es la esencia de su preparación, el estar listo para encontrarse con el Salvador cuando Él venga. Cualquier otro curso las pondrá de igual manera que las vírgenes insensatas en la parábola del amo.”50
























