Oh, jóvenes herederos de la noble primogenitura

Conferencia General Octubre 2024

Oh, jóvenes herederos
de la noble primogenitura

Por el hermano Bradley R. Wilcox
Primer Consejero de la Presidencia General de los Hombres Jóvenes

Dios confía en ustedes, los hijos del convenio, para ayudarle en Su obra de llevar a todos Sus hijos a salvo de regreso a casa con Él.


Élder Stevenson, esta es una conferencia inolvidable.

A nuestra familia siempre le ha gustado un librito titulado Children’s Letters to God [Cartas que los niños escriben a Dios]. Estas son algunas de ellas:

“Querido Dios: En lugar de dejar que las personas mueran y tener que crear otras nuevas, ¿por qué no te quedas simplemente con las que tienes ahora?”.

“¿Cómo es que Tú solo tienes diez reglas y en mi escuela hay miles?”.

“¿Por qué nos pusiste las amígdalas si luego nos las vas a quitar?”.

Hoy no tenemos tiempo para responder todas esas preguntas, pero hay otra pregunta que a menudo oigo que se hacen los jóvenes y que quisiera tratar. Desde Ulán Bator, Mongolia, hasta Thomas, Idaho, EE. UU., la pregunta es la misma: “¿Por qué? ¿Por qué los Santos de los Últimos Días debemos vivir de un modo tan diferente al de otras personas?”.

Sé que es difícil ser diferente, en especial cuando eres joven y quieres tanto agradar a los demás. Todo el mundo desea encajar, y ese deseo aumenta hasta proporciones insanas en el mundo digital actual, lleno de redes sociales y ciberacoso [cyberbullying].

Entonces, con toda esa presión, ¿por qué los Santos de los Últimos Días viven de una manera tan diferente? Hay muchas buenas respuestas: Porque ustedes son hijos de Dios. Porque han sido reservados para los últimos días. Porque son discípulos de Jesucristo.

Pero esas respuestas no siempre los diferencian de los demás. Todos son hijos de Dios. A todas las personas que hay sobre la tierra en este momento se las envió aquí en los últimos días, y sin embargo, no todos viven la Palabra de Sabiduría ni la ley de castidad como ustedes se esfuerzan por hacerlo. Hay muchos valientes discípulos de Cristo que no son miembros de esta Iglesia, pero ellos no sirven en misiones ni efectúan ordenanzas en la Casa del Señor a favor de antepasados como lo hacen ustedes. Debe haber algo más; y lo hay.

Hoy quisiera centrarme en una razón adicional que ha sido significativa en mi vida. En 1988, un joven apóstol llamado Russell M. Nelson dio un discurso en la Universidad Brigham Young titulado “Thanks for the Covenant” [Gracias por el convenio]. En el discurso, el entonces élder Nelson explicó que, cuando usamos nuestro albedrío moral para hacer y guardar convenios con Dios, llegamos a ser herederos del convenio sempiterno que Dios ha hecho con nuestros antepasados en cada dispensación. Dicho de otro modo, llegamos a ser “hijos del convenio”. Eso nos diferencia; eso nos da acceso a las mismas bendiciones que nuestros antepasados —tanto hombres como mujeres— recibieron, incluso la primogenitura.

¡La primogenitura! Tal vez hayan oído esa palabra. Incluso está implícita en algunos himnos que cantamos: “Cantad, juventud bendita [heredera de la noble primogenitura]: ¡A vencer, a vencer, a vencer!”. “Primogenitura” es una palabra interesante, pero ¿qué significa?

En los tiempos del Antiguo Testamento, si el padre fallecía, el hijo primogénito era responsable del cuidado de su madre y sus hermanas. Los hermanos de este recibían su herencia y partían para seguir su camino en la vida, pero el primogénito no iba a ningún sitio. Él se casaba y tenía su propia familia, pero había de quedarse hasta el fin de sus días para dirigir las cuestiones de los bienes de su padre. Debido a esa responsabilidad adicional, a él se le daba una parte mayor de la herencia. ¿Era demasiado pedir que guiara y cuidara de otras personas? No, si consideramos la herencia adicional que se le daba.

Hoy no me estoy refiriendo al orden del nacimiento en la familia terrenal ni a los roles de género del Antiguo Testamento. Estamos hablamos de la herencia que ustedes reciben como coherederos con Cristo debido a la relación por convenio que han escogido concertar con Él y con su Padre Celestial. ¿Es demasiado esperar por parte de Dios que vivan de modo diferente al de Sus demás hijos, para que ustedes puedan guiarlos y servirles mejor? No, si consideramos las bendiciones, tanto temporales como espirituales, que se les han dado a ustedes.

¿Significa su primogenitura que son mejores que los demás? No, pero sí significa que se espera que ayuden a otras personas a ser mejores. ¿Significa su primogenitura que ustedes son escogidos? Sí, pero no escogidos para gobernar a los demás; son escogidos para prestarles servicio. ¿Es su primogenitura evidencia del amor de Dios? Sí, pero, lo que es más importante, es evidencia de Su confianza.

Una cosa es que se nos ame y otra completamente distinta es ser digno de confianza. En la guía Para la Fortaleza de la Juventud, leemos: “Tu Padre Celestial confía en ti. Él te ha dado grandes bendiciones, incluso la plenitud del Evangelio y las ordenanzas y convenios sagrados que te unen a Él y traen Su poder a tu vida. Con esas bendiciones viene una responsabilidad adicional. Él sabe que puedes marcar la diferencia en el mundo, y eso requiere, en muchos casos, ser diferente del mundo”.

Nuestra experiencia terrenal podría compararse con un crucero en barco en el que Dios ha enviado a todos Sus hijos a viajar de una costa a la otra. La travesía está colmada de oportunidades para aprender, crecer, ser feliz y progresar, pero también está llena de peligros. Dios ama a todos Sus hijos y se preocupa por el bienestar de ellos. No quiere perder a ninguno de ellos, así que invita a quienes estén dispuestos a ser miembros de Su tripulación, la cual son ustedes. Debido a la decisión de ustedes de hacer y guardar convenios, Él les ofrece Su confianza. Confía en que sean diferentes, peculiares y que se distingan del resto por la importante obra que Él les encarga efectuar.

¡Piensen en ello! Dios confía en ustedes —de todas las personas de la tierra, los hijos del convenio, los miembros de Su tripulación— para ayudarlo en Su obra de llevar a todos Sus hijos a salvo de regreso a casa con Él. No es de extrañar que el presidente Brigham Young dijera en una ocasión: “Todos los ángeles del cielo están contemplando a este pequeño puñado de personas”.

Cuando miren alrededor en este barco crucero llamado “tierra”, quizás vean a otras personas en sillas reclinables bebiendo, apostando en casinos, con prendas sugerentes, mirando incesantemente el celular y malgastando demasiado tiempo en juegos electrónicos. Pero en lugar de preguntarse: “¿Por qué yo no puedo hacerlo?”, pueden recordar que ustedes no son pasajeros comunes. Ustedes forman parte de la tripulación y tienen responsabilidades que los pasajeros no tienen. Como dijo la hermana Ardeth G. Kapp cierta vez: “No puedes trabajar de salvavidas en la playa si tienes el mismo aspecto que los bañistas”.

Y antes de que se desanimen por todas esas obligaciones adicionales, recuerden que los miembros de la tripulación reciben algo que los demás pasajeros no reciben: remuneración. El élder Neil L. Andersen ha dicho: “Hay un poder espiritual compensador para los justos”, que incluye “una mayor convicción, una mayor confirmación y una mayor confianza”. Tal como Abraham de antaño, ustedes reciben mayor felicidad y paz, mayor rectitud y mayor conocimiento. Su remuneración no es tan solo una mansión en los cielos y calles pavimentadas de oro. Para el Padre Celestial sería fácil simplemente darles todo lo que Él tiene. Su deseo es ayudarlos a llegar a ser todo lo que Él es. Así pues, su dedicación requiere más de su parte porque así es como Dios hace más de ustedes.

Es “pedir mucho de cualquiera, ¡pero ustedes no son cualquiera!”, son los jóvenes herederos de la noble primogenitura. Su relación por convenio con Dios y Jesucristo es una relación de amor y confianza en la que tienen acceso a una mayor porción de Su gracia: a Su asistencia divina, a una investidura de fortaleza y a poder habilitador. Ese poder no es simplemente una ilusión vana, un amuleto de la suerte ni una profecía autocumplida. Es real.

Al cumplir con las responsabilidades de su primogenitura, nunca estarán solos. El Señor de la viña trabaja con ustedes y ustedes trabajan codo a codo con Jesucristo. Con cada nuevo convenio —y a medida que su relación con Él se profundiza— se abrazan el uno al otro con más fuerza hasta que quedan firmemente entrelazados. En dicho sagrado simbolismo de Su gracia, hallarán tanto el deseo como la fortaleza para vivir exactamente como el Salvador vivió: de manera diferente a la del mundo. ¡Tienen eso porque Jesucristo los sostiene!.

En 2 Nefi 2:6 leemos: “Por tanto, la redención viene en el Santo Mesías y por medio de él, porque él es lleno de gracia y de verdad”. Dado que es lleno de verdad, Él los ve como realmente son, con sus defectos, debilidades, remordimientos y todo. Dado que es lleno de gracia, Él los ve como realmente pueden ser. Los recibe como son y los ayuda a arrepentirse y a mejorar, a vencer y a llegar a ser.

Oh, “juventud bendita [heredera de la noble primogenitura]: ¡A vencer, a vencer, a vencer!”. Testifico que se los ama y que se confía en ustedes hoy, en veinte años y siempre. No vendan su primogenitura por un plato de guisado. No entreguen todo a cambio de nada. No permitan que el mundo los cambie cuando ustedes han nacido para cambiar el mundo. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario