Conferencia General Abril 1956

La importancia de la expiación

Presidente Joseph Fielding Smith
Del Consejo de los Doce Apóstoles


Mis queridos hermanos y hermanas: Estamos aquí reunidos, como lo hacemos en cada conferencia, con el propósito de ser instruidos, edificados y alentados, de modo que cuando regresemos a nuestros hogares, podamos enseñar a nuestro pueblo y mantenerlo en el camino de la verdad. Incluso puede que se nos amoneste, si eso es necesario.

Esta tarde deseo testificar de la restauración del evangelio, de la misión de nuestro Redentor, del llamamiento del profeta José Smith y del establecimiento de esta obra en la dispensación en la que vivimos, conocida como la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos. Sé con absoluta certeza que Jesucristo es el Unigénito Hijo de Dios, el Redentor del mundo, el Salvador de los hombres en la medida en que se arrepientan de sus pecados y acepten el evangelio. Mediante su muerte redimió a todos los hombres y asumió aquel sacrificio que nos aliviaría de nuestros pecados para que no tengamos que responder por ellos, si lo aceptamos y somos fieles y leales a sus enseñanzas.

Estoy igualmente convencido, porque lo sé, de que el Padre y el Hijo se aparecieron a José Smith y le revelaron la gran verdad que se había perdido a causa de la maldad del mundo; que son Personajes separados y distintos; que el Padre y el Hijo, junto con el Espíritu Santo, constituyen la Deidad, el gran poder gobernante del universo; que Jesucristo se ofreció voluntariamente para venir a este mundo a redimirlo; que Juan el Bautista vino al Profeta, al igual que lo hizo Moroni antes que él, y que después vinieron Pedro, Santiago y Juan para conferir autoridad y restablecer el reino de Dios en esta dispensación en la que vivimos, porque los hombres se habían apartado de la verdad. A causa de las tinieblas que cubrían la tierra habían perdido el conocimiento de Dios; habían transgredido las leyes y cambiado las ordenanzas y en lugar de enseñar las sencillas verdades del evangelio de Jesucristo, enseñaban los mandamientos de hombres, tal como el Señor Jesucristo declaró al profeta José Smith.

Estoy agradecido por mi membresía en esta Iglesia, por la oportunidad que he tenido de servir. Mi deseo es permanecer fiel y leal hasta el fin. Reconozco que esta es la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos; que vivimos en días peligrosos; que el corazón de los hombres desfallece (DyC 45:26),
que la contención prevalece; que las naciones se oponen unas a otras; y que no hay paz.

Reconozco, porque lo descubro, que hay conmoción no solo entre los hombres, sino también en los elementos de esta tierra; que también ellos están comenzando a airarse. Los juicios del Todopoderoso están siendo derramados sobre los habitantes de la tierra mediante terremotos, inundaciones, hambre y pestilencia, y de muchas otras formas. Todas estas son señales que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo para convencer a los hombres sobre la faz de la tierra de que su venida está cerca, incluso a las puertas (DyC 110:16).

Cuando regresen a sus hogares, enseñen al pueblo. Llamen a la gente al arrepentimiento donde necesiten arrepentirse, a que se arrodillen ante el Señor, a que recuerden sus convenios y su obligación de guardarlos, y a que caminen con fidelidad y humildad ante la vista de su Padre Eterno.

Esa es una de las misiones más importantes que tenemos. Que la llevemos a cabo, es mi humilde oración en el nombre del Señor Jesucristo. Amén.

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