Conferencia General Abril 1956

“Fortaleciendo a la Juventud
mediante Principios Eternos”

Élder Mark E. Petersen
Del Cuórum de los Doce Apóstoles


En su magnífico discurso de apertura, el presidente McKay, recordarán ustedes, habló de la gran responsabilidad que tenemos hacia nuestros hijos, de la importancia de que los padres críen adecuadamente a sus hijos y, por supuesto, de la responsabilidad de la Iglesia al cooperar con la familia para ayudar a los niños a comprender la razón de vivir una vida recta.

Nos esforzamos por desarrollar entre los Santos de los Últimos Días lo que Pedro describió como un “real sacerdocio, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” 1 Ped. 2:9 Y sin embargo, al hacerlo en esta época moderna, parece que las mismas puertas del infierno a veces se abren para invitar a nuestros jóvenes a entrar. Con anuncios seductores en la radio, la televisión, los periódicos y las revistas, los hombres del mundo intentan hacer que el mal parezca bueno y deseable. Intentan hacer que la tentación brille como el oro. Frente a esto, nuestros hijos deben tomar una gran decisión. Deben comprender para que puedan escoger inteligentemente entre lo que está bien y lo que está mal.

Creemos que, en términos generales, si instruimos al niño en su camino, aun cuando fuere viejo no se apartará de él Prov. 22:6 Creemos que eso viene con la inspiración de nuestro Padre Celestial. El Señor ha dicho en una revelación en estos, los últimos días, que bendecirá a su pueblo para que las puertas del infierno no tengan poder sobre nosotros si tan solo le obedecemos D. y C. 98:22 Si enseñamos correctamente a nuestros hijos a hacer lo correcto, los atractivos del mundo no tendrán sobre ellos un gran efecto. No necesitamos tener tanto temor si los enseñamos debidamente y los convertimos, y los ayudamos a obtener un testimonio del Evangelio, porque ese testimonio será una fortaleza para ellos, una gran defensa contra las tentaciones y los atractivos del mundo.

Así que, en nuestros hogares nos esforzamos por enseñar correctamente a nuestros jóvenes. Tenemos nuestras Noches de Hogar. Nos sentamos y hablamos con ellos y les enseñamos con un enfoque objetivo. Enseñamos a nuestros hijos mientras asistimos a actividades recreativas. Les damos un ejemplo adecuado.

Hacemos todo lo posible por convertirlos al Evangelio. Pero al hacerlo, debemos contar con la ayuda de la Iglesia. Debemos tener la plena cooperación de nuestros hermanos y hermanas en las organizaciones auxiliares y en los quórumes del sacerdocio, para que en verdad, con la Iglesia y el hogar trabajando juntos, podamos lograr el gran propósito que tenemos en mente.

Como explicó el presidente McKay, un Comité de los Doce, bajo la dirección del élder Harold B. Lee, ha estado estudiando el problema de cómo ayudarles en sus hogares y en sus organizaciones de la Iglesia a brindar mejor a los jóvenes de la Iglesia una apreciación por las normas de la Iglesia, para que las amen más, para que las defiendan y las sostengan.

Al estudiar el asunto y considerar los atractivos de la publicidad, sentimos que podríamos usar los métodos publicitarios con gran ventaja en nuestro programa. Al utilizar la habilidad y los recursos disponibles mediante la publicidad y con la colaboración de maravillosos hermanos Santos de los Últimos Días que trabajan en el ámbito publicitario, esperábamos poder ayudar a nuestros jóvenes, para que, incluso con solo una mirada, pudieran captar una nueva visión de la belleza de las normas de la Iglesia.

Así que, al discutirlo como Comité, pensamos que nos gustaría presentar a nuestros jóvenes una serie de anuncios de manera atractiva, para que pudieran captar más el espíritu y la belleza de las normas de la Iglesia, y tener algo que los reforzara en su resistencia a las tentaciones del mundo. Al hablar sobre las posibilidades, nos dimos cuenta de que necesitaríamos ayuda profesional.

Un día invitamos al hermano David W. Evans, quien dirige una excelente agencia de publicidad que opera en muchas partes de los Estados Unidos, para que se reuniera con nosotros y analizara el asunto. Le contamos nuestra idea y le preguntamos si cooperaría con su maravillosa organización. Él, como todo buen Santo de los Últimos Días, respondió de manera magnífica al llamado y dijo que estaría encantado de darnos el tiempo que pudiera y de poner a nuestra disposición los recursos de su organización para desarrollar una campaña.

Mientras hablábamos más a fondo, nos habló de un artista que trabaja con él —Dale Kilburn— quien hace trabajos muy hermosos. Nos mostró algunas de las obras que el hermano Kilburn había realizado, y como resultado, el hermano David W. Evans, miembros de su equipo y Dale Kilburn colaboraron en la preparación de los anuncios que esperamos presentar a la Iglesia.

Nuestra intención es entregar un anuncio en forma de cartel a cada barrio de la Iglesia una vez cada dos meses, de modo que el cartel esté expuesto en un lugar adecuado de la capilla durante un período de dos meses. Estos carteles —y realmente son hermosos— deberán exhibirse adecuadamente. A menos que se presenten de forma adecuada, perderán gran parte de su valor, por lo que estamos solicitando que se haga una exhibición apropiada en cada uno de los centros de reuniones de los barrios. Estos carteles podrían mostrarse mejor en una vitrina con tapa de vidrio, que podría colocarse en la pared del vestíbulo de la capilla.

Sabemos que actualmente no tienen una vitrina de ese tipo, pero al conversar con el hermano Lee al respecto, él sugirió que este sería un excelente proyecto del sacerdocio. El comité de servicio de la Iglesia de los quórumes de élderes en cada barrio tiene, como parte de sus actividades, el programa contra el licor y el tabaco. El hermano Lee sugiere que se asigne este proyecto a cada comité de servicio de la Iglesia de cada quórum de élderes: proveer una vitrina como la que hemos descrito para cada barrio del distrito —una con frente de vidrio, marco de madera y fondo adecuado al cual se puedan fijar los carteles.

Creemos que este será un muy buen proyecto para los quórumes del sacerdocio bajo la dirección del comité de servicio de la Iglesia. Si comienzan de inmediato con la construcción de estas vitrinas y las tienen listas para mediados de mayo, entonces comenzaremos la presentación de estos carteles el primero de junio, o muy poco después. Recuerden que el cartel permanecerá expuesto durante dos meses, y luego les daremos otro.

Antes de describir más a fondo los carteles, me gustaría que apagaran las luces, y proyectaremos nuestras imágenes en la pantalla. Para beneficio de quienes están en el edificio y no pueden ver, o de quienes están en otros edificios, describiré las imágenes lo mejor que pueda.

¿No es un cartel hermoso? Todo el enfoque es positivo. No haremos ningún tipo de enfoque negativo en relación con este programa. Todo será enseñanza positiva. Aquí verán el primer cartel que tenemos en mente. Se titula: “La virtud es su propia recompensa”. Hay una excelente imagen de una joven novia y su esposo, quienes, habiendo vivido una vida hermosa, virtuosa y limpia, ahora pueden entrar al matrimonio con todas las recompensas que provienen de una vida pura y recta.

Notarán que en la parte inferior del cartel tenemos la expresión: “Sé honesto contigo mismo”. Esa será la consigna de toda la serie, y aparecerá en cada uno de los carteles.

El cartel, como pueden ver, transmite un gran mensaje por sí mismo, y creemos que, al verlo, nuestros jóvenes captarán la idea de inmediato, y recibirán una enseñanza en un solo momento. Pero para aquellos que se detengan a observar, añadiremos una sección al cartel, como verán ahora en la siguiente imagen. Será una pieza lateral. En la parte superior verán la misma imagen de la novia y el novio, y la misma expresión: “La virtud es su propia recompensa”. En la parte inferior, notarán nuevamente: “Sé honesto contigo mismo”. El mensaje es el siguiente:

“La virtud es su propia recompensa, y estas son sus recompensas: paz mental, el amor de los seres queridos, un buen nombre, una conciencia tranquila, la confianza de la familia y los amigos, la fuerza de la pureza personal, la confianza de tus hijos, el sentido de propósito en la vida aquí, la seguridad de una vida eterna con aquellos que amas, y la paz y el progreso sin límites en la eternidad. Todo esto es tuyo por guardar los mandamientos. Sé leal a tus amigos, a tu familia, a tu Padre Celestial. En otras palabras, sé honesto contigo mismo.”

Estuve muy agradecido por lo que dijo ayer el presidente McKay sobre ser leales a nosotros mismos, porque todo este programa estará ligado a su sugerencia. Enseñaremos a nuestros hijos a ser honestos consigo mismos.

En la siguiente imagen verán cómo se exhibirán juntos: el cartel principal a un lado, y la pieza adicional al otro. Así es como se verá en la vitrina que pedimos a los quórumes del sacerdocio que proporcionen en cada barrio. Esto se entregará, como dijimos, una vez cada dos meses, cada vez con un nuevo tema.

Al hablar más sobre esto, decidimos que sería algo maravilloso no solo exhibir este cartel en el vestíbulo o el recibidor de la capilla, sino también entregar a cada joven del barrio entre 12 y 20 años este cartel en miniatura, con un hermoso mensaje en el reverso—algo que pudieran guardar en sus bolsillos y llevar a casa, algo lo suficientemente bonito como para colocarlo en su tocador, algo que estuvieran felices de leer con sus amigos. Así que decidimos usar la imagen principal de la novia y el novio con el gran título: “La virtud es su propia recompensa”, y luego el lema al pie: “Sé honesto contigo mismo”, como la cara de esta tarjeta, que tendrá aproximadamente el tamaño de una postal.

Luego, como les mostramos en la siguiente imagen, en el reverso aparecerá un mensaje:

“La virtud es su propia recompensa. El matrimonio es más que música y luz de luna. Hay confianza y compartir, ser amado y merecer serlo. Hay compañerismo a lo largo de los años al envejecer juntos, y para cada cónyuge en un matrimonio honesto llegará un momento en el que nada será más importante que la pureza personal, y no será solo por un instante pasajero, sino día tras día, año tras año, mientras mires a tus seres queridos, mientras puedas sentir, en realidad o en memoria, la pequeña mano de un hijo o una hija cerrándose alrededor de tu dedo. Cada uno de ustedes no debería llevar al matrimonio nada menos que pureza personal. Tienen el derecho de esperarlo del compañero que elijan. Tienen la sagrada obligación de conservarla y ofrecerla a cambio. Las recompensas de una vida virtuosa son ricas y duraderas, pero el precio del pecado es alto. La recompensa de la virtud es una conciencia tranquila, el derecho de responder a toda pregunta sin reservas, el derecho de mirar a cualquier hombre directamente a los ojos, y también a cualquier joven y mujer, sin que una conciencia acusadora los detenga. Es el derecho de legar a sus hijos y a los hijos de sus hijos un historial limpio, una herencia limpia, un buen nombre. No se puede engañar, no se pueden evitar las consecuencias, así que sean virtuosos. Sé honesto contigo mismo.”

A fin de asegurar una distribución adecuada de estas tarjetas, para que cada joven, activo o inactivo, de entre 12 y 20 años, en cada barrio y rama de todos los estacas de la Iglesia reciba una tarjeta como esta, nos dirigimos ahora a los obispos. El obispo es el presidente del Sacerdocio Aarónico, y el obispo tiene un consejero asignado para trabajar con la AIMJD en el programa de las jovencitas Santos de los Últimos Días. Pedimos a cada uno de ustedes, como obispo, que cuando estas tarjetas lleguen a su barrio, se aseguren de que cada joven del Sacerdocio Aarónico, y cada joven de edad del Sacerdocio Aarónico que no haya sido ordenado al sacerdocio, reciba una de estas tarjetas.

Luego, mediante su consejero asignado al programa de las jovencitas en la AIMJD, pedimos que se aseguren de que cada jovencita, activa o inactiva, dentro de ese grupo de edad, reciba una de estas tarjetas, para que pueda leerla, entenderla, y posiblemente ser ayudada en su conversión a una vida limpia.

En la siguiente imagen les mostramos otro cartel: una pareja joven que luce muy feliz, un muchacho y una muchacha, y la expresión: “Saludable, feliz, afortunado tú. Sé honesto contigo mismo.”

En la siguiente imagen les mostraremos la sección lateral que lo acompaña, la cual dice:

“Saludable, feliz, afortunado tú. Afortunado es aquel que aprende de sus padres y de la Iglesia que la salud y la felicidad vienen de una vida limpia, que hay cosas que deben dejarse intactas, que no deben tocarse ni alterarse. Tenemos una sola mente y un solo cuerpo terrenal que debe durar toda la vida. Nuestro Creador lo planeó así. Él sabe lo que es bueno para nosotros. Por eso nos ha dado mandamientos, no nos ha dejado solos en la búsqueda de la felicidad. Afortunado es aquel que no tiene que aprender todo por el camino difícil, doloroso, muchas veces cuando ya es casi demasiado tarde. Sé inteligente. Sé limpio. Sé saludable. Sé honesto contigo mismo.”

Cuando estos dos elementos se combinen, se exhibirán en la vitrina que hemos solicitado. Al mismo tiempo se distribuirán tarjetas pequeñas con este mismo tema.

Nuestra siguiente imagen muestra a una joven encantadora frente al espejo, peinándose. El título es: “La belleza es más que apariencia”, y nuevamente aparece nuestro lema: “Sé honesto contigo mismo.” La pieza lateral, que se muestra en la siguiente imagen, dice lo siguiente:

“La belleza es más que apariencia”, y permítanme decir que este mensaje es tanto para los muchachos, quienes también deben poseer una medida adecuada de belleza, como lo es para las jóvenes.

“¿Qué es la belleza? ¿Quién puede poseerla? Pregunten a John Robert Powers, famoso experto en belleza. Él les dirá, aunque suene trillado: es el resplandor de la salud, una personalidad radiante, una plena seguridad en uno mismo y naturalidad, curiosidad intelectual e integridad. En resumen, la belleza se compone en gran medida de los pensamientos que albergamos, las acciones que realizamos, los alimentos que consumimos, el interés que mostramos por los demás. Es la suma de sinceridad, entusiasmo y generosidad. Es obediencia a las leyes de una vida buena, sabia y desinteresada. Es el reflejo de lo que somos por dentro. Así que, si deseas ser bello, sé honesto contigo mismo.”

Ese es el mensaje de la pieza lateral. También se distribuirán tarjetas individuales basadas en ese tema.

En nuestra siguiente imagen tenemos algo basado en Emily Post: una pareja que sale por la noche y el anfitrión les ofrece bebidas. El título en la parte superior dice: “El invitado, el anfitrión y Emily Post.” La pieza lateral, mostrada en la siguiente imagen, dice lo siguiente:

“Cuando tu anfitrión te invita a tomar una copa o a fumar un cigarrillo, ¿cuál es la respuesta correcta? Cuando te ofrecen cosas que no deseas, Emily Post dice que es correcto decir: ‘No, gracias.’ La obligación de la cortesía no recae sobre el invitado, sino sobre el anfitrión o la anfitriona. Querer ser popular es natural, pero cuando una voz interior dice: ‘No hagas eso, está mal,’ entonces di no, y aférrate a ese no. Así que no solo es correcto, también es sabio decir: ‘No, gracias.’ Sé honesto contigo mismo.”

Nuestra siguiente imagen se basa en el valor de la oración. Esta imagen muestra a George Washington, Abraham Lincoln y al presidente Eisenhower en el fondo, y en primer plano a un grupo familiar. En la parte superior se lee: “Los grandes hombres oran,” y otra vez en la parte inferior: “Sé honesto contigo mismo.”

En la siguiente vista en la pantalla se muestra la pieza lateral, y dice lo siguiente:

“Hombres y mujeres grandes y sabios de todas las épocas han buscado y recibido ayuda mediante la oración, y todas estas son súplicas apropiadas a un Padre Celestial comprensivo: la confianza de un niño junto a su madre, la oración de un padre por el regreso de un hijo descarriado, la búsqueda sincera de respuestas por parte de un estudiante, la petición reverente de un joven por fuerzas para dar lo mejor de sí en un partido o en una empresa, la súplica de una joven por guía al elegir esposo. ¿Necesitas ayuda de una fuente superior? Entonces sigue el ejemplo de los grandes y buenos de todas las épocas. Pide y recibirás. Ora. Sé honesto contigo mismo.”

Hermanos, tenemos planeado continuar con este programa por algún tiempo. El artista tiene en mente pintar algunos adicionales, como representaciones de la modestia —en la vestimenta y en las acciones— y otros temas similares.

Ahora bien, hermanos, a medida que estos carteles y tarjetas lleguen a ustedes, estarán recibiendo apoyo adicional. Vamos a solicitar a los editores de todas las publicaciones de la Iglesia, las revistas y la Sección de la Iglesia del Deseret News, que nos dediquen un mes completo. Durante el mes en que aparezcan los carteles nuevos, colocaremos, con su permiso, una página completa relacionada con el cartel actual. Estamos preparando una serie de historias de éxito tomadas de la vida de verdaderos Santos de los Últimos Días que han logrado grandes cosas en los negocios importantes o en las profesiones, y que aun así han mantenido sus normas. El tema será que ellos están teniendo éxito no a pesar de las normas de la Iglesia, sino gracias a su observancia de ellas. Esta historia de interés humano, basada en las normas de la Iglesia, se publicará en los meses alternos, entre la presentación de los nuevos carteles.

La AIM ya se ha comprometido a darnos su apoyo y brindarán un seguimiento adicional en su conferencia de junio. El Obispado Presidente, que nos ha ayudado en esta planificación —en particular el obispo Joseph L. Wirthlin— nos ofrecerá su respaldo para este programa. Las demás organizaciones, aunque aún no han sido contactadas, siempre cooperan de manera similar.

Hermanos, pedimos humildemente que cada uno de ustedes coopere con este esfuerzo positivo para enseñar buenas normas de los Santos de los Últimos Días a los jóvenes de la Iglesia. Creemos que mediante estos métodos positivos podemos ayudarles a comprender que, para tener el mayor éxito en esta vida, desearán guardar las normas de la Iglesia. Y que así sea, es nuestra humilde oración, en el nombre del Señor Jesucristo. Amén.

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